La carta de Juan

1004 Words
María se sentó en la cama de Julia, con la carta de Juan temblando en sus manos. La habitación estaba en silencio, solo interrumpido por el crujido del papel al desdoblarse. Respiró hondo y comenzó a leer. Hola María, Espero que tu salud ahora esté mucho mejor. Me alegra mucho enterarme de que estás en casa disfrutando de la compañía de tus seres amados. Antes de irme, tuve una tensa y corta conversación con tu padre de la cual creo que hasta ahora tu madre no tiene idea. Estaba por emprender mi viaje a Europa y él me abordó con la situación que te estaba pasando. Me culpó de que estuvieras sufriendo en ese momento por no haber querido tener a nuestro bebé. Él de verdad cree que tu decisión fue porque tú y yo ya no estábamos juntos, por despecho y dolor. Me dejó muy en claro que mientras él viva te quiere lejos de mí. Me dolió mucho esa conversación, sobre todo enterarme por medio de él que no esperabas una decisión mutua. No sabes cuánto anhelaba un hijo contigo. Quizás no estuvimos de acuerdo en muchas cosas y elegimos nuestros sueños por sobre todas las cosas, pero parte de mi sueño era tener una familia contigo, aunque nunca te lo haya dicho. Nunca hablé de esto con nadie, solo me lo guardé. Por la misma razón decidí irme y comenzar una nueva vida lejos de todo ese dolor. Decidí que, en vez de que fueran unas vacaciones para cambiar de aires, España se convierta en mi nuevo hogar. Solo quería que supieras que nunca estuve enojado contigo… Sin terminar de leer, María arrugó la carta en su puño y comenzó a llorar desconsoladamente. Las lágrimas caían libremente, mojando el papel arrugado que sostenía con fuerza. Julia, al escuchar los sollozos, entró apresuradamente en la habitación. “María, ¿qué pasa?” preguntó preocupada, sentándose a su lado. María no pudo hablar al principio. Sólo extendió la carta hacia Julia, incapaz de decir una palabra. Julia tomó el papel y, mientras leía, su expresión cambió de preocupación a tristeza. Terminó de leer y abrazó a María fuertemente, tratando de consolarla. “Lo siento tanto, María,” murmuró Julia. “Esto debe ser tan doloroso para ti.” “Él quería tener un hijo conmigo,” sollozó María. “Y nunca me lo dijo. Nunca lo supe.” Julia la sostuvo mientras María dejaba salir todo el dolor y la confusión que había estado acumulando. Después de un rato, María se calmó un poco y se recostó en la cama, sintiéndose agotada emocionalmente. “¿Qué vas a hacer ahora?” preguntó Julia suavemente. “No lo sé,” respondió María, mirando al techo. “Todo esto me ha tomado por sorpresa. Pensé que había tomado la mejor decisión para mí y para mi futuro, pero ahora no estoy segura de nada.” Pasaron el resto del día en silencio, cada una inmersa en sus pensamientos. María no podía dejar de pensar en las palabras de Juan y en lo que podrían haber significado para su vida. La revelación de que él también había querido formar una familia con ella la golpeó profundamente. Esa noche, mientras se acostaba en la cama de Julia, María reflexionó sobre su relación con Juan. Habían tenido tantos sueños y aspiraciones, pero siempre habían puesto sus carreras y deseos personales por encima de todo lo demás. Ahora, se daba cuenta de que había mucho más en su relación de lo que había percibido. A la mañana siguiente, María decidió que necesitaba respuestas. Sabía que tenía que hablar con su padre sobre la conversación que había tenido con Juan. Aunque estaba nerviosa, sabía que era lo correcto. Con determinación, se dirigió a la casa de sus padres. Su padre la recibió en la puerta, sorprendido pero contento de verla. “María, ¿qué haces aquí tan temprano?” preguntó. “Necesito hablar contigo,” dijo María con firmeza. “Es importante.” Se sentaron en la sala, y María, sin rodeos, le preguntó sobre la conversación con Juan. Su padre suspiró profundamente y comenzó a relatar lo sucedido. “Me encontré con Juan justo antes de que se fuera,” explicó su padre. “Quería saber qué estaba pasando contigo y por qué habías tomado ciertas decisiones. Le dije la verdad, María. Le dije que estabas sufriendo y que creía que parte de ese sufrimiento era porque él no estaba dispuesto a tener un hijo contigo.” María lo miró con lágrimas en los ojos. “¿Y qué dijo él?” “Se sorprendió, y parecía dolido,” continuó su padre. “Me dijo que él siempre había querido una familia contigo, pero que nunca se sintió capaz de decírtelo. Tenía miedo de que eso afectara tus sueños y tu carrera.” María asintió lentamente, procesando toda la información. “Gracias por decirme la verdad, papá,” dijo finalmente. “Necesitaba saberlo.” Su padre la abrazó, ofreciéndole el consuelo que tanto necesitaba. “Lo siento mucho, María. Si hubiera sabido cuánto te afectaría todo esto, hubiera manejado las cosas de manera diferente.” María pasó el resto del día reflexionando sobre las revelaciones de las últimas 24 horas. Se sentía atrapada entre el pasado y el futuro, sin saber cuál camino tomar. La carta de Juan había abierto viejas heridas y había planteado nuevas preguntas. Esa noche, mientras miraba el cielo estrellado desde la ventana de la habitación de Julia, María se preguntó qué habría pasado si Juan le hubiera pedido un hijo meses antes. ¿Habría cambiado todo? ¿Habrían encontrado una manera de equilibrar sus sueños y deseos con la posibilidad de formar una familia? Con el corazón lleno de dudas y pensamientos, María se enfrentó a la pregunta más difícil de todas: ¿Podrías dejar todo por cumplir el sueño de ser padre o madre a tu pareja? ¿Qué crees que hubiese hecho María si meses antes Juan le hubiese pedido un hijo?
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