No soy una princesa. Soy una prisionera

3543 Words
MILA La princesa de Manhattan Así me llaman los tabloides. Las revistas de chismes. Las publicaciones que se hacen pasar por noticias. ¿Y realmente podría culparlos? Para eso me crearon mis padres. Me criaron como una muñeca de trapo con cabeza de porcelana. Adecuada para ser lanzada según sea necesario. Siempre perfecta a la orden. Sin emoción. Sin reacción. Y siempre lista. Gracias a Dios que había estado practicando el sutil arte de apagar mis emociones con solo pulsar un interruptor durante toda mi vida. porque necesito ese control de porcelana cuando Asher Hamilton entra en la sala de juntas de Cargill Realty. –¡Dios mío, Conrad Cargill! ¡Que alegría volver a verte! – Asher entra pavoneándose en la sala de juntas con cada gramo de estilo ganado. Con poco más de 1.80 metros de altura. Asher es un tipo duro de hombros anchos. Siempre lo había sido. Un hermoso perro de pelaje oscuro trota a su lado, con las orejas atentas. La electricidad recorre el aire. Cada centímetro de mi quiere desmoronarse al verlo. Arrastrarme hasta él de rodillas, rogarle por una última caricia. Hacer cualquier cosa para compensar todos los años que habíamos perdido, por mis acciones que nos habían robado la oportunidad de estar juntos. Desde fuera, mi puesto en la junta directiva es solo una pieza más del rompecabezas perfecto que había estado armando toda mi vida. El siguiente trimestre, me convertiré en directora ejecutiva. Estoy solo a unos pasos de lograr hasta el último punto de mi lista de tareas profesionales. Y a los treinta y un años, nada menos. Y aunque a los tabloides les encanta comentar sobre la vida de la princesa perfecta, prestando atención excepcional a mi vestuario informal de negocios, no tienen ni idea de cuál es la realidad. No soy una princesa. Soy una prisionera. Y esta sala de juntas es mi jaula. Mis guardias, perdón, mis compañeros miembros de la junta, están estirados a lo largo de la mesa. No solo está mi padre, sino también mi esposo Dustin, así como otros dos, Gerald y Favio, que son accionistas mayoritarios externos como Dustin. Pero por la forma en que Asher se concentra en mi padre, uno pensaría que no existe nadie más. Mi padre suelta una risita, golpeando la punta de su bolígrafo contra el borde de la mesa. –Señor Hamilton. Que sorpresa tan desagradable– –No, no. llámame señor Wattford– Asher esboza una sonrisa diabólica. Aún no me ha mirado, y cada centímetro de mi está ansioso por hacer contacto visual. Asher ha crecido en casi todos los sentidos posibles. Han pasado ocho años desde que le dije que habíamos terminado para siempre. Ocho años desde la última vez que escuché esa voz arrogante y áspera que actuaba como bálsamo y papel de lija, dependiendo a quién se dirigía. Ocho años desde la última vez que mi corazón se sintió pleno. Asher parece más grande ahora. No es solo el caro traje gris a medida o el cabello rubio oscuro cuidadosamente recortado lo que sugiere mantenimiento diario. Ha ganado volumen. Los músculos llenan el traje, sugiriendo un terreno completamente nuevo debajo. Nuevos tatuajes se deslizan desde las mangas de su chaqueta y más allá del cuello de su camisa, lamiéndole los lados del cuello. Asher es un hombre nuevo. Un hombre hecho a sí mismo. Es exactamente el hombre en el que esperaba que se convirtiera si me retiraba de su vida. Dustin se gira hacia mí con el ceño fruncido. Un mechón de su cabello rubio se ha caído de su impecable peinado recogido, el mismo estilo hamptonita de clase alta y peinado hacia atrás adoptado hace unos cinco años y del que no se ha movido. –¿Me estoy perdiendo algo? – pregunta Dustin, deslizándose de nuevo hacia Asher. –¿Por qué esta esté campesino en nuestra sala de juntas? – –¿Puedo sentarme? Me encantaría hablar de negocios– Asher señala la fila de sillas vacías que dan a nuestro lado de la mesa. –Tengo una oferta que creo que la junta estará dispuesta a aceptar– –Por supuesto, señor Wattford– dice Favio, señalando el asiento frente a él en la mesa. –Llámalo señor Hamilton– dice mi padre, prácticamente en un gruñido propio. –Y envía a ese perro afuera– –Oh, Dios. Lo siento, Señor Cargill– Asher saca una silla de cuero y se acomoda, exhalando un suspiro de satisfacción. –Es mi animal de apoyo emocional– Dustin se incorpora con una risa. –Supongo que un tipo como tú necesita apoyo adicional en este tipo de trabajo– La mirada de Asher no se aparta de mi padre. Y ahora su juego está claro. Esta ignorando este extremo de la mesa. Mi ritmo cardíaco aumenta, la impotencia se apodera de mí. No esperaba estar cara a cara con él así. No hoy. No nunca. No después de lo que le había hecho. Pero ahora que está tan cerca, todas las verdades latentes y los sentimientos no expresados claman por escapar. Cosas que tengo prohibido admitir. Verdades que se guardan para que nuestra realidad actual pueda continuar. Después de tantos años protegiendo estas verdades tras las rejas de mi corazón, no puedo recordar que realidad se derrumbaría si se revelan: la mía o la suya. –Vine para saber más sobre la propiedad y hacer una oferta– Asher desliza un trozo de papel hacia mi padre y Favio. –Es exactamente lo que mi organización ha estado buscando– Mi padre sorbe por la nariz, con los ojos fijos en el periódico y una comisura de su lado curvada. –Estamos considerando múltiples ofertas por esta propiedad ahora mismo– –Estamos dispuestos a ofrecerte un millón por encima del precio de venta– continúa Asher, imperturbable. Su mano cae a la cabeza del su perro, comenzando una caricia perezosa entre sus orejas. –Zero y yo, claro– –¿Es Zero su perro, señor Hamilton? Pregunta Gerald con una pequeña sonrisa. –Lo considero más como un hermano– dice Asher. La sonrisa de Dustin se vuelve letal. –Porque solo son una jauría de perros allí en Hamilton Wealth, ¿no? – Asher mira a Zero. –¿Oíste algo, chico? Suena como un gemido insufrible– Asher chasquea la lengua, entrecerrando los ojos mientras mira alrededor de la habitación, fingiendo que busca algo. –Debió ser un mosquito– –Dios mío– murmura Dustin. –Escucha, rancherito, si me vas a tratar así, puedes largarte de mí sala de juntas ahora mismo– –Caballeros– espeto, mirando entre Dustin y Asher. –Por favor, escuchen más sobre la oferta. Creo que nos convendría saber todo lo posible– le envió una pequeña sonrisa a Asher, pero sus ojos están fijos en Zero. Dustin me dirige una mirada irritada. Asher se aclara la garganta y se recuesta en la silla con una sonrisa curiosa. Se centra en mi padre. –Si prefiere dinero en efectivo, puedo conseguirlo para mañana. Y si está apurado, puedo hacer un pago inicial hoy. Dime cuánto. Un par de cientos de los grandes, en la puerta de tu oficina para…– mira su reloj. –A las cinco de la tarde. Eso te dará un pequeño colchón hasta que el resto se transfiera mañana– –No hay necesidad de enviar tal pago– dice Favio. –De hecho, el protocolo de la junta exige que no haya actos de soborno…– –Oh, no, no hay sobornos– dice Asher. Simplemente no estaba seguro de tu solvencia financiera. Tal vez Cargill Enterprises necesite algo de liquidez. Estoy dispuesto a ayudarte si ese es el caso. –No hay necesidad de preocuparse por nuestra solvencia financiera– dice mi padre, enunciando cada palabra con un tono particular de desdén. –Haz tu oferta y vete– –Un millón y medio por encima del precio de venta. Y como beneficio adicional, usaré mi nombre real la próxima vez que venga a tu edificio de oficinas– dice Asher apuntando a mi padre con el dedo como una pistola. Si mi padre no estuviera tan disgustado en este momento, me habría reído. Porque debajo de lo horrible y ansiosa que es esta situación, también es divertidísima. Incluso yo puedo admitirlo, entre palpitaciones. Asher Hamilton tiene una forma de presionar, pero de una manera encantadora. Dependiendo de quién seas, por supuesto. –¿Podemos tener eso por escrito?­– pregunta Favio, mirando por encima del marco de sus gafas bifocales. –Mi asistente lo enviará. La oferta estará sujeta a la visita del edificio y las inspecciones habituales, por supuesto– la sonrisa de Asher se ensancha hasta alcanzar un tono maníaco. Había visto todas las versiones de su sonrisa. Estoy excepcionalmente cualificada para comentar los entresijos de este hombre, incluso después de tantos años separados. Habíamos pasado tres años maravillosos juntos, desde el tercer año de universidad hasta casi el posgrado. Me había pedido que me casara con él. Dije que sí. Y entonces llegó el tsunami de lágrimas y devastación. –Eso debería ser bastante fácil de organizar. Alguien se pondrá en contacto contigo para programar una visita. Y creo que con eso concluye nuestra reunión– dice Gerald, mirando a mi padre para que lo confirme. –La junta agradece tu oferta– –Zero y yo apreciamos su maravillosa hospitalidad– dice Asher, poniéndose de pie. Zero también se levanta refunfuñando levemente por la perturbación. –Permíteme reiterar lo mucho que me alegra volver a verte, Conrad. Absolutamente maravilloso. Siempre fuiste tan amable y me apoyaste– El sarcasmo es tan intenso que todos en la sala casi se atragantan. Me llevo dos dedos a la sien, luchando por no reaccionar. Pero maldita sea, Asher lo hace difícil. Dustin pone los ojos en blanco, dejando escapar una risa incrédula. Favio levanta una ceja y se gira para mirar a mi padre. –¿Sabías eso? – Asher señala a Favio y Gerald. –Este hombre es una joya desinteresada. Un absoluto dechado de generosidad– –Fuera­– espeta mi padre. –Tu reunión con la junta ha concluido, tonto– añade Dustin. –Vete ya. Vete rápido– hace un gesto con desdén con la mano hacia la puerta- Pero esta vez, la mirada de Asher nos recorre, a Dustin y a mí con tanta fuerza que me deja sin aliento. Su mirada se sintió como un puño en la mejilla, y me lo merezco. Porque después de que Asher me pidiera matrimonio, me case con Dustin. –No me hagas hablar de este tipo– continúa Asher, con la voz llena de ostentoso imbécil. –Este maldito melocotón de aquí– chasquea la lengua y ladea la cabeza, y Zero lo sigue hasta la puerta. –Esperaré ansiosamente su respuesta– Asher sale pavoneándose de la sala de juntas exactamente como había entrado: tranquilo, sereno, con Zero a su lado. Una vez que la puerta se cerró tras él. Dustin deja escapar un suspiro exasperado. –Pensé que estábamos a salvo de que este pedazo de mierda entrara en nuestro mundo– Mi padre solo frunce el ceño a la mesa. Sin embargo, se por qué. No es solo porque Asher haya aparecido. Es porque Asher lo tiene acorralado. –¿Supongo que hay alguna historia compartida que desconocemos? – pregunta Favio. –Podría decirse que si– digo con una pequeña risa, alisándome la parte superior de la falda. Todavía no estoy segura si Asher me había visto. Tal vez fue para bien si no lo hizo. Toco le sencillo colgante con diamantes que llevo alrededor del cuello, pero mi anillo de bodas brilla a la luz de del sol, llamando mi atención. Probablemente no había visto el collar, y casi con toda seguridad no supo su significado. Y tal vez tampoco vió el anillo de bodas. Tengo prohibido quitarme el anillo. Como la principal prisionera de Wall Street, estoy legalmente obligada a defender la mejor versión de nuestra marca familiar en todo momento. Incluso en medio de una separación continúa y polémica del hombre a mi lado. Mi familia tiene un gerente de marca, como la mayoría de las familias más ricas. Es completamente normal en nuestro circulo para dirigir una familia como una corporación bien ajustada. Y esa diferencia siempre había sido una cuña entre Asher y yo. Él nunca había sido capaz de entenderlo. O tal vez simplemente no quería. –Pero, honestamente, todo es agua pasada– continúo fijando mi mirada en mi padre. –Lo que nos preocupa ahora mismo es la venta de este edificio. Hizo una buena oferta– –Una oferta increíble– concedió Gerald. –Historia o no. Creo que estamos obligados a aceptar– Asher había acertado. Ninguna avalancha de rasgos molestos o historia dolorosa afectaría una oferta tan alta por encima del precio de venta. Asher lo sabe. Todos lo sabemos. La junta tendrá que aceptar. –Deberíamos esperar más ofertas– dice Dustin. –Si ese insignificante puede ofrecer uno punto cinco por encima del precio de venta, pronto llegará una oferta mejor– –Estoy de acuerdo– dice mi padre. –Puede que sea una propiedad más atractiva de lo que pensábamos. Además, quien sabe que planea hacer con el edificio. Preferiría preservar la integridad de nuestra marca que vender demasiado rápido a alguien como el– Alguien como él. Con mi padre siempre se ha reducido a eso. Asher es alguien como él por qué no es alguien como nosotros. Mi padre nunca dejó que Asher lo olvidara. Asher nunca podría estar en el círculo íntimo de las elites de Wall Street. Porque Asher había crecido pobre. Porque se había criado en Kentucky. Porque no jugaba el juego de la forma en que mi padre y compañeros preferían. Porque, porque, por qué. Mi padre tiene una larga lista de razones para despreciar a Asher. Y claramente, el propio éxito de Asher no había obligado a mi padre a ceder en ninguna de ellas. No imp0orta que Asher pueda competir al mismo nivel. A él y a sus hermanos les falta intrínsicamente algo que el circulo intimo exige. –Si no llega una oferta mejor– dice Gerald. –Tendremos que votar para aceptar la oferta de Hamilton– –Podemos cruzar ese puente cuando lleguemos a el– dice mi padre. –¿Y si le subimos el precio? – pregunto de repente. No quiero la que la oferta de Asher se descarte tan rápido. además, quiero saber más sobre lo que Asher pretende usar el edificio. Yo tambien había echado el ojo a este edificio, pero mis usos previstos no se alinean con la visión de mi padre, así que nunca me lo entregaría sin más. Y no puedo superar la oferta de Asher para comprarlo directamente; tengo otros usos para mis fondos personales. –Podemos organizar una reunión adicional. investigar sus planes para el edificio. Y tal vez sacarle uno o dos millones adicionales según lo que escuchemos– –¿De verdad quieres su dinero? – pregunta Dustin con una mueca de desprecio. –La junta no discrimina siempre y cuando se priorice los intereses fiduciarios de los accionistas– dice Gerald. –De acuerdo– añade Favio. Mi padre esta furioso por esto. –Déjame obtener más información entonces. Si tenemos que aceptar su oferta, que sea para nuestro beneficio y no para el suyo– digo, las palabras saliendo de mi antes de que pudiera siquiera pensar. –Además, esto nos ayudara a demorarnos y dará tiempo a que llegue otra oferta– añado. En realidad, antes de que Asher apareciera, no me importaba quien sería el dueño. Pero ahora que ha mostrado interés, quiero que sea Asher. Conozco el trabajo que hacen sus proyectos paralelos. La organización benéfica que había fundado y supervisado. El hombre que mueve montañas por los menos afortunados. Porque el mismo había sido el menos afortunado. Lo respeto muchísimo. No importa que no me mirara a los ojos. Solo confirmo lo que sospechaba: había renunciado a cualquier oportunidad de reconciliación con él. Asher Hamilton me guarda rencor como si fuera la última propiedad frente al mar en Los Ángeles. De ninguna manera piensa en mí o se preocupa remotamente por mí. Aunque Asher todavía posee cada pedazo de mi corazón. Y tal vez eso me coloca en una posición única para negociar este trato. Mi corazón todavía quiere vislumbrar a Asher, el hombre al que había rechazado, único hombre al que he amado. Si no puedo tenerlo, todavía quiero estar cerca de él. Una vez más. Incluso si es para hablar de números y el uso previsto del edificio en la Décima Avenida. –¿De verdad crees que puedes subirle el precio? – la voz de mi padre delata cada pizca de duda. –Por supuesto. El hombre aumento la oferta por su cuenta en nuestros diez minutos de conversación. ¿Por qué no respondería a una mayor presión para un precio mas alto? Eso será fácil una vez que vea el edificio– El ceño fruncido de mi padre se profundiza. Dustin exhala un suspiro de irritación. –Siempre y cuando prometas que esto es en interés de los accionistas– dice Dustin, mirándome con recelo. –Los hermanos Hamilton hacen negocios sucios. No querrás verte envuelta en algo complicado– –Te aseguro que no hay nada más claro que la venta de esta propiedad– digo. Es un esfuerzo hercúleo la mayoría de los días controlar la molestia en mi voz cuando Dustin y yo interactuamos. Había sido así durante los últimos tres años al menos. Nuestro matrimonio había sido una bola de lana que se deshace lentamente, la bola de nudos desordenada que se encuentra en las ventas de propiedades. No creo que nuestro matrimonio hubiera sido nunca una obra de arte encantadora y bien cuidada. Solo había sido inconexo, una lucha. Ni siquiera puedo recordar la última vez que compartimos una cama. Las cosas se han puesto tan mal últimamente que he empezado a quedarme en nuestro departamento de Central Park. La gran palabra con D está en el horizonte, pero aún no estoy segura de como abordarla. Dustin todavía piensa que tenemos un futuro juntos. Nunca entendió que he estado buscando a tientas una salida desde el día que dijimos “Si acepto” Eso es lo que todos dicen justo antes de quedar atrapados en una red de escándalo– dice Dustin con una sonrisa cómplice. –Te prometo que cualquier red en la que quedes atrapado no será por esto– digo. –Estoy de acuerdo con Dustin– suelta mi padre. –Cualquier negocio con estos hermanos es arriesgado. No quiero que ni siquiera respiren cerca de nosotros. –¿ves? – Dustin me sonríe con suficiencia. –Son una carga. Es mejor evitarlos– –Estoy bastante de acuerdo con Mila– dice Gerald, señalando con la cabeza en mi direccion. –Ha mostrado su disposición a aumentar la oferta. Yo digo que lo desplumemos por lo que este dispuesto a gastar y nos deshagamos del edificio lo antes posible– –Estoy de acuerdo con Gerald– dice Favio. –Mila, ¿estas dispuesta a entrar en estas negociaciones? – Vuelvo a tocar el colgante de diamantes, sintiendo el primer destello de emoción dentro de mi durante quien sabe cuánto tiempo. He estado usando este collar como un talismán desde que rompí con Asher, aunque no estoy seguro de si ofrece protección de mi realidad o si es más bien un faro que ilumina, llamando a Asher de vuelta a mí a pesar de lo que le había hecho. El colgante había sido creado con los diamantes del anillo de compromiso que me había dado. Nunca tuve el coraje de devolvérselo, y regalarlo tampoco me parecía correcto. Así que se convirtió en algo nuevo, creado a partir del amor que había compartido con Asher. Son los únicos diamantes que significan algo para mí. ciertamente mucho más que la piedra en mi dedo. –Si eso es lo que se necesita– digo, controlando la emoción en mi voz. Me estoy acercando a la cima de mi carrera, a punto de convertirme en la directora ejecutiva de Cargill Realty, pero qué demonios si esto genera algún entusiasmo. Millones de empresarias en ascenso darían sus ovarios por estar en mi posición. Millones de empresarios más gastarían sus inversiones para poder reclamar este título. ¿Y yo? Estoy a punto de terminar con esto. Pero no sé a dónde irme. Como irme. Ni que esperar. Había estado prisionera durante tanto tiempo por las expectativas de mi familia, que apenas puedo recordar cómo se siente realmente elegir algo por mí misma. Todo lo que sé es que tengo una reunión autorizada con Asher Hamilton en el horizonte. Eso por sí solo se siente como una pequeña victoria. Algo que mantendrá a la Princesa de Manhattan en marcha durante otro trimestre hasta que tenga todo lo que siempre he querido para mí.
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