++++++++++++ Ya las demás chicas habían modelado. Algunas recibieron aplausos tímidos, otras despertaron suspiros, pero yo… yo sabía que el show real empezaba conmigo. Siempre era así. Todos esperaban por mí. No porque fuese la más bella —aunque lo era, modéstia aparte—, sino porque tenía ese algo. Ese fuego. Esa chispa que prende al más frío, que humedece miradas y enciende corazones oscuros. Y entonces, me llamaron. Mi nombre no, claro. Aquí nadie tiene nombre. Aquí soy Ella. La conejita de antifaz. La que nadie ha tocado, pero todos desean. Misteriosa, sensual, provocadora hasta el extremo. Una fantasía con piernas largas, labios húmedos y movimientos que podrían hacer que un cura se olvidara de sus votos. La música empezó a sonar y mis tacones resonaron contra la pasarela de vidrio

