Después de tres horas de viaje sin paradas (en las que todos se quedaron dormidos menos el conductor y yo) el autobús llegó al destino, lo primero que hice fue salir corriendo al baño como si mi vida dependiese de ello (mi vida no, pero mi vejiga posiblemente sí). Tiré de Kara que aún estaba adormilada tratando de agarrarse a cualquier cosa y de nuestras maletas hasta el servicio. —Vaya, me has leído la mente.— dijo ella sorprendida, por una vez ocurría al contrario. Entramos cada una en una cabina, solo había dos, el resto no tardaron en aparecer y aquello era como un coliseo romano. —¡Necesito pasar!— oí la voz chillona de Summer. —¡Están ocupados!— gritó Kara de vuelta. La verdad es que ya había terminado y solo estaba ahí sentada (lo hice por j***r, sinceramente). Entonces alguien

