—Wow.— acababa de levantarme y ya estaba sin palabras. En realidad me encontraba bastante bien, descansada y con todos los músculos relajados, lo cual no era muy usual. —Buenos días, estaba a punto de despertarte.— era mi madre, estaba sentada a mi lado viendo la televisión con un muro de cojines entre nosotras. Me puse en pie de un salto al ver la hora, eran las siete de la mañana, pero del día siguiente. —¡No he preparado nada!— salí disparada hacia mi habitación para hacer la maleta que me había advertido una y otra vez que tuviese preparada con tiempo, pero cuando llegué ésta ya estaba lista. —Sé lo irresponsable que eres.— mi madre sonreía detrás de mí con una taza de café humeante en sus manos.—Ten. Tomé la taza y di un sorbo, estaba perfectamente amargo con solo unas gotas

