Zyra retrocedió y levantó la cabeza, habría deseado tanto mirar al extraño y decirse a sí misma que no lo conocía, pero la cicatriz mucho más legible que en la noche que cruzó su rostro sin duda pertenecía a la criatura de anoche. . Le entregó su libro, su rostro tan oscuro como la oscuridad.
No tenía sentido mentir o fingir lo imposible.
- Gracias. Dijo en voz baja, poniendo sus dedos en su libro para recuperarlo.
Pero el vampiro obviamente no quería devolvérselo.
- Me alegra ver que encontraste tu voz. Dijo, dejando caer el libro. Zyra lo tomó, lo colocó contra su pecho y lo tragó.
- Pensé que si fingía callarme me perdonarías.
En lugar de reír, se quedó de canicas, vestido con un largo manto n***o, sin duda era tan aterrador como en la noche.
- ¿Y crees que te perdonaré ahora que sé que tienes voz?
De repente, el cielo se oscureció, Zyra deslizó su libro por su cuerpo y puso el libro en la pizarra, lista para luchar por sobrevivir.
- No sé que me lo digas.
Sonrió mostrando sus dientes perfectamente alineados.
Zyra se sonrojó y miró a su alrededor buscando a Elsa que había desaparecido por completo, cuando levantó los pies para ir hacia la caja, una mano, tan fuerte como el acero, la detuvo.
- ¿Soñaste esa noche Zyra? Preguntó dejándola sin palabras.
Entonces, ¿era la mano? Él había interferido en su sueño.
- ¿Esa es tu mano?
La obligó a caminar alrededor del caballete, Zyra echó la cabeza hacia atrás, mirando su cicatriz marcada por el sol.
- Sí fui yo, ¿cómo lograste sacarme?
Su voz era amenazadora.
Zyra negó con la cabeza vigorosamente.
- No sé de qué estás hablando, te lo aseguro.
Kendrik soltó su brazo bajo la inquietante sinceridad del joven humano. Ella estaba diciendo la verdad, sus ojos reflejaban inocencia que él no había necesitado para profundizar su poder sobre ella.
Preocupado, la miró fijamente, preguntándose cómo pudo haber sucedido este extraño fenómeno. Quería volver a intentar la experiencia ahora, pero tenía que confiar en la paciencia.
Le costaba tanto mantener el control frente a ese olor tan peculiar y que le bloqueaba los músculos.
- ¿De dónde eres Zyra?
Su primer nombre era inusual y lo disfrutaba cada vez que lo decía.
- De aquí.
Su respuesta fue tan breve como la ligera brisa del viento que señaló el inicio de una tormenta inminente.
- ¿Dónde están tus padres?
Caminó alrededor de su puesto y fingió ordenar sus macetas.
- Están muertos, por favor, perdóneme todo eso y vaya al grano, señor.
En el brillo de sus ojos azules vio una pizca de molestia.
- Estoy confundido y trato de entender. Kendrik confesó, sin apartar los ojos de ella.
Zyra miró al vampiro con incredulidad, no quería ser objeto de confusión o diversión en sus ojos. Los ojos de un depredador ...
- Quien es usted ? Preguntó Zyra, armada de coraje.
Dio un paso adelante y ella agradeció al cielo que la tabla de madera fuera una barrera entre sus dos cuerpos.
- Yo soy el Señor ...
Zyra soltó su tarro de mermelada que él cogió sin dificultad para dejarlo suavemente sobre el tablero.
Caminó para unirse a ella ya que ella estaba literalmente desprovista de cualquier movimiento.
Él tomó su mano, manteniendo una mirada oscura y neutra.
- Kendrik para servirte. Anunció el vampiro, besando su mano de la manera más inquietante.
Sus fríos labios permanecieron en su mano por un segundo y finalmente se enderezó, dejándola sin palabras por el tono de un viejo tiempo que acababa de usar.
Se veía constantemente miserable, su mandíbula apretada subrayaba el alivio de su cicatriz.
Recuperó su mano para unirla a la otra.
- Eres el vampiro que fue ...
- Dormido ? Sí que soy yo.
Zyra se volvió violentamente y apoyó las yemas de los dedos en el caballete, respirando débilmente.
- Y le quitaste la vida a un hombre.
Kendrik apretó la mandíbula, se acercó a ella y lentamente levantó los dedos cerca de un mechón loco que caía por su esbelta espalda.
- No es el primero ni el último que mataría a la señorita, lamento hacérselo saber.
Se las arregló imperceptiblemente para agarrar esa mecha mientras su pequeño corazón se aceleraba.
- ¿Por qué te despiertas ahora? Preguntó la joven dándose la vuelta mientras el viento se levantaba.
Su mecha que sostenía cayó hacia atrás contra su hombro.
- Haces muchas preguntas para alguien que no habla. Él le espetó.
Pero en realidad estaba enojado consigo mismo, había vuelto con el único propósito de encontrar a su alma gemela. Ningún m*****o del clan cian había encontrado hasta ahora su otra mitad y, por lo tanto, había donado su posesión más preciada. Algo que él mismo había guardado en un lugar seguro y lo había estado durante siglos. Su cuerpo sufría de una dolencia que lo estaba carcomiendo internamente, físicamente.
- Perdona mi imprudencia.
La suave vocecita lo devolvió a la realidad, Kendrik la miró fijamente mientras reprimía su verdadera naturaleza lo que lo hizo despertar frente a ella.
El viento se levantó de repente dejando las nubes excluyendo el sol, retumbó un trueno.
El humano aprovechó la inundación para guardar sus mercancías en su canasta. El viento tan fuerte que convirtió su olor en la más dulce de la tortura antes de que su cuerpo lo hiciera arrodillarse.
La joven y bella mujer aprovechó su calvario para huir, él le puso una mano en el rostro para ocultar sus marcados rasgos y las venas de su cuello en acción. Ojos negros, se acomodó para verla alejarse entre los otros humanos.
- Este es solo el comienzo de Cyan. Una voz exclamó detrás de él.
Kendrik encontró la fuerza para levantarse y se enfrentó a una anciana que estaba a punto de dar su último aliento.
- Quien es usted ?
La anciana se adelantó sonriendo sin decir nada más.
Kendrik percibió un inmenso vacío en ella, una señal de que probablemente estaba muerta.
No era la primera vez que tenía que hacer una visita tan extraña.
- Tenga cuidado Cyan no lo asuste.
Kendrik se acercó porque el viento seguía soplando fuerte.
- ¿Estás hablando de humanos? Preguntó con la esperanza de encontrar respuestas a sus preguntas.
- Su olor es intenso y tendrá más cuidado de no convertir sus ojos azules en un torrente de lágrimas. Dijo lentamente.
Kendrik frunció el ceño con incredulidad.
- Crees que lo sabes todo sobre ti, pero eso no es cierto. Ella prosiguió.
La anciana le sonrió tiernamente.
- ¿No es por ella que estás aquí Cyan?
Un golpe lo llamó, se volvió hacia un grupo de humanos que estaban tratando de alcanzar su mesa y cuando se volvió para mirar a la anciana, esta última había desaparecido dejándolo solo con estas extrañas palabras que resonaron como una advertencia. . La tormenta amainó de repente.
Kendrik escudriñó los horizontes en busca de la anciana, pero sabía muy bien por dentro que nunca soñaría con ella.6
Está cargado de dudas que atravesó la plaza pública a gran velocidad para llegar al enclave. Las predicciones de la anciana se parecían mucho a las que se le dieron hace mucho tiempo, lo que la llevó a lanzar este hechizo sobre sí misma.
Cuando atravesó las puertas, con los rasgos marcados por la molestia, ignoró a los muchos vampiros que estaban ansiosos por hacer una reverencia de respeto.
- ¿Sven?
Su hermano pequeño estaba sentado junto a la chimenea, con un libro en la mano. Cuando miró hacia arriba, los rasgos de Sven estaban contorsionados por la sed.
- ¿No comiste?
- Imagina que te estaba esperando mi hermano donde estabas?
- La humana, tiene algo que me convierte en el vampiro más inestable de todos los tiempos.
Sven cerró el libro y se puso de pie.
- Qué pasó ?
Kendrik se quitó el abrigo y lo tiró sobre la silla.
- No lo sé, pero es intenso y perturbador.
Sven encontró la fuerza para cerrar sus rasgos y encontró la historia urgente.
Masson fue llamado con urgencia al igual que Runner, una vez que el clan se reunió, Kendrik explicó su situación.1
Los tres cianos se quedaron en silencio para pensar.
- ¿Y si este es el que esperabas? Dijo Runner.
Kendrik se quedó paralizado y volvió a poner su vaso de drone en la chimenea. Lentamente, se volvió para considerarlo sin decir una palabra.
El cian se reclinó en su silla y se cruzó de brazos.
- Después de todo, sabemos que tenemos la mitad en alguna parte, pero no sabemos cómo se manifiesta, qué podemos sentir. Runner continuó.
La conclusión de Runner se mantuvo.
Ninguno sabía cómo funcionaba. De repente la esperanza de los cuatro cian revivió, Kendrik pensó en las palabras de la anciana y todo pareció coincidir. El joven humano era quizás el que había estado esperando durante siglos y esa percepción le hizo sonreír por dentro.
- Por eso su olor te aporta algo nuevo. Lanzó Masson que estaba recostado contra la puerta.
Sven se puso de pie.
- Aún debes tener cuidado con los humanos.
Kendrik entendió lo que significaban esas palabras, la miró con cautela. Su hermano simplemente temía ser peligroso para él y para la joven.
- No te preocupes, Sven, sé cómo controlarme.
Runner se puso de pie y puso su mano amigable sobre su hombro.
- Ten mucho cuidado, todavía ignoramos muchas cosas de Kendrik.
Apretó los dientes y ocultó a los ojos del clan sus caninos que acababan de aparecer ante el mero pensamiento de la joven de tez satinada.
Kendrik se volvió y puso las manos sobre la chimenea, con la cabeza gacha.
- Intentaría tener cuidado. Viene desde el fondo de su garganta, manteniendo la cara hacia abajo.
Sven miró a su hermano y sintió por los lazos de sangre que los unían, que estaba sufriendo y que su rostro sin duda estaba cambiando. Con una mano, ordenó a sus compañeros que salieran de la habitación.
Se acercó con cautela y le puso una mano en el hombro.
- Tranquilo Kendrik, no olvides quién eres.
Sven sintió que estaba temblando, temblores que conocía bien, demasiado bien ...
Se fue a toda velocidad para saltar por el balcón, Sven no tuvo tiempo de agarrar sus manos contra la barandilla y no vio nada más que los árboles moviéndose.
Sven sintió un dolor en el pecho. Kendrik era el más feroz de los cianos, había luchado contra ejércitos antes de transformarse, había luchado contra la oscuridad. Fue el más grande de los gobernantes de este mundo oscuro. Sven escudriñó el horizonte sabiendo muy bien que Kendrik no estaba completamente despierto, que no había recuperado todas sus fuerzas. Esperaba con todo su corazón que el joven humano fuera realmente quien pudiera curarlo.3
Kendrik había estado caminando por las calles oscuras durante horas, con la mandíbula apretada. Con el pulgar se enjugó la comisura de la boca, donde aún brotaban gotas de sangre. Enojado consigo mismo, se aventuró a la casa de la joven incapaz de resistir este feroz impulso de volver a verla. Porque si era a ella a quien estaba esperando, no tenía más tiempo que perder.