Laura regreso a su trabajo así que ella no tenía por qué desperdiciar su tiempo libre, Amelia vuelve a tomar asiento y toma el periódico. La joven lee detenidamente la información.
“El millonario Erick Mrchals de las empresas E.J. Mrchals solicita mujer joven de preferencia soltera, mayor de edad y dispuesta para alquilar su vientre, con todos los gastos pagos y con un buen salario durante todo todos los meses de gestación. Si estás interesada es necesario traer su currículo a empresas E.J. Mrchals personalmente”
Era la idea más descabellada en la que podía pensar, y desde luego para ella era la peor de todas. Aunque ese anuncio parecía como para actuar para un video porno, pero empresas E.J. Mrchals…
Había creído leer algo de ella hace un tiempo, era una empresa dedicada a la construcción de grandes edificios, no podía ser un anuncio para pornografía.
—Amiga tu turno se terminó, sal antes de que Jack comience con sus quejas.
—Si ya voy —asiente mientras no le quita la mirada a ese anuncio.
No podía contarle a su amiga sobre lo que estaba pensando hacer, sabía bien que ella se iba a oponer por todas de la ley. Y quien no se opondría, era una locura si quiera pensar en alquiler su vientre para llevar el hijo de un completo desconocido.
Al salir a trabajar, Amelia no paraba de pensar en lo que acaba de leer. Su cabeza se debatía entre arriesgarse o no, pero ¿Qué podía perder? ¡mucho! La verdad es que debía de estar loca si quiera en pensar en esa locura.
Alquilar su vientre, eso era absurdo…
Es más, era más absurdo de la persona que lo estaba haciendo. ¿con que intensiones ese sujeto buscaba alquiler un vientre? ¿acaso no tenía una esposa que le diera hijos? Sin duda alguna era una tontería pensar en ir a presentarse.
No poseía las cualidades para engendrar a un bebé, además, sabía de antemano que eso era mucha responsabilidad… aunque…
Se detiene a mitad de camino con la orden en su mano, ella no iba a pagar nada, ese señor se iba a encargar de costear todos los gastos, e incluso le pagarían por llevar a un bebé en su vientre.
Amelia niega…
—No, claro que no.
—Señorita, ¿esa no es mi orden?
—¡Ah, sí! Disculpe —necesitaba olvidarse de eso y concentrarse en su trabajo.
[…]
Finalmente, su turno finalizo y con ello Amelia se despide de Laura y se encamina a la estación de autobús, sin embargo, a pesar de aparentar estar tranquila en su cabeza solo rondaba esa loca idea que no se le salía con nada.
Era molesto e irritante que siguiera pensando en alquilar su vientre.
—Ya basta, ¿Por qué sigo pensando en esta tontería? Por supuesto que no pretendo hacer nada de esto —se reprocha mientras sigue caminando hacia la estación de autobús.
De la nada le viene a la mente una pregunta, ¿Y si le practicaban esa inseminación? Le pagarían por ello, podría salir de tantas deudas y tal vez mudarse a otro lugar más bonito comprar un mejor sofá.
Pensar en eso le saco una sonrisa. Pero también aquella idea la llevo a meditar sobre ciertas cosas como, por ejemplo; ¿Por qué ese hombre quería un hijo a través de la inseminación? ¿Es que no quería intimar con una mujer? ¿O seria que no le gustaban las mujeres?
Se detiene a mitad de camino.
—¿Acaso es gay? —se cruza de brazos.
Tantas preguntas sin conocer las respuestas, quizás sea de ese tipo de hombres que no deseaban atarse a una sola mujer, y la inseminación le resultaba más atractiva para tener familia.
No obstante, no podía seguir pensando en esas locuras, a fin de cuentas, no pretendía presentarse en esa empresa ni soñando. No tendría el bebé de un extraño, si, estaba endeudada, pero saldría adelante.
[…]
Al llegar al bar, saludo a Vanesa y al cabo de una media hora ya el local está comenzando a llenarse. Y nuevamente estaba aquel hombre en la barra saludándola y pidiéndole una cerveza.
—No creas que soy un alcohólico que bebe todos los días ricitos, sino que, desde que te vi no veo otra forma de saludarte y pues ya que para estar aquí sentado hay que consumir no me queda de otra opción.
—Lo siento, pero no puedo hablar contigo, me echaran de aquí— Le susurro entre dientes.
—No pretendo que te echen, solo dime como te llamas.
—No lo lamento, de verdad, pero nadie conoce nuestros nombres aquí. Es la política del bar—le soltó aquellas palabras para luego atender a otro cliente.
Pero Amelia no era tonta, observaba de reojo a ese sujeto quien seguía allí sentado mirándola de una manera tan cautivadora, no podía negar que era muy guapo. Pero ¿en qué estaba pensando?
Esos pensamientos entorpecían sus nuevos planes, espera ¿nuevos planes? Se pregunta en ese preciso instante …
¿En qué momento había tomado la decisión de llevar sus papeles a la empresa del tal Erick Marchals?
La misma Amelia se sorprendió de la decisión que había tomado de un momento a otro, relame sus labios mientras que entrega una bebida. ¿de verdad se iba a presentar? Frunce la mirada, ¿su desespero era tan grande?
La voz de su cabeza le decía que nada le costaba con intentarlo, total…
Solo quedaba que la calificaran y le dieran el trabajo a ella. Si era realista lo veía muy difícil que ella quedara como candidata para ese puesto, pero tenía que ser optimista, tenía mucho a favor o eso pensaba.
Niega y sigue trabajando, lo pensaría mejor cuando este en casa más tranquila.
Seguía trabajando mientras su admirador solo se había tomado una cerveza en toda la noche, pensó que no debía beber mucho para no pedir más. Y su silencio la ponía muy nerviosa, no estaba acostumbrada a que un hombre solo la mirara sin decirle nada.
—¿Hasta qué hora trabajas ricitos?
—¿Quiere otra cerveza? — Ignorando su pregunta.
—¡No! Es suficiente ya —le responde con una sonrisa dulce.
Faltaba media hora para irse a casa y él seguía allí viendo la pantalla enorme del televisor, si seguía así sabría la hora de su salida y, ¿si era un maníaco acosador? De solo pensarlo le ponía la carne de gallina. Daba gracias a Dios que Jaime siempre la llevaba a casa.
—Oye chica tu enamorado no te quita el ojo de encima, está muy guapo ¿eh? —Le dice su amiga con una sonrisa ancha.
—¿Qué dices? ¿Y si es un asesino en serie? Es mejor que tengamos cuidado con ese.
—Dudo que sea un asesino, además, con esa pinta parece más uno de esos sujetos a los que llaman CEO… y para tu información, él siempre ha frecuentado este bar, tu solo llevas aquí tres meses y él dos años.
—Eso quiere decir que es un alcohólico.
—¡No! Es lo más cómico de esto. Solo se bebe tres o cuatro cervezas y solo viene una vez por semana, pero me he dado cuenta que desde que te pillo ha venido más seguido, me parece que le gustas.
—Lástima por él, no estoy interesada.
—Es una pena, porque esta guapísimo para que se desperdicie semejante espécimen.
—¿Jaime está por llegar? —Cambio de tema para que su amiga no se enfrascara en ese asunto tan tonto.
—Si, deberíamos ir saliendo. Para no hacerlo esperar tanto.
Amelia salió a toda prisa antes de que Raúl la pillara y se lo encontrara afuera, hasta cierto punto creyó haber tenido éxito porque no estaba detrás de ellas, así se subió al coche de Jaime lo más rápido que pudo y se fueron.
A unos pocos minutos dejaron a Amelia en su casa sana y salva… Era una tontería pensó, tenía que hablar con ese tal Raúl, no podía estar saliendo de su trabajo asustada de un posible acosador, era muy cansón.
Al llegar a su apartamento se tumbó en el sofá golpeándose las caderas con un pedazo de alambre de sobresalía, había olvidado que odiaba su sofá, pero estaba tan agotada que le restó importancia.
Total, era muy probable que al siguiente día tendría un gran hematoma. De pronto se puso en pie disponiéndose a rebuscar entre sus cosas un currículo a esas horas de la noche. Durante el camino a casa lo pensó bien, y opto por presentarse en esa empresa.
—Bien, ¿qué me voy a poner para mañana? —se dice mientras tiene la hoja de vida en sus manos.
Aprovecharía que tendría el día libre para ir llevar sus papeles, prefirió no comentarle nada a su amiga Laura, sabía que le había prometido no hacer nada estúpido, pero estaba desesperada y si la aceptaban tendría todos los gastos pagos y le pagarían por ser madre de alquiler.
No era como si se estuviera prostituyendo o algo parecido, al menos no iba a mantener relaciones sexuales con nadie por dinero.
Abrió los cajones donde guardaba su ropa, reviso meticulosamente probándose cada prenda que estaba en mejor estado, desgraciadamente su guardarropa no era el mejor. Al final, se decidió por una falda color rosa de corte alto en la cintura, le llegaba un poco más arriba de las rodillas junto con una blusa color marfil de botones perlados, selecciono unos tacones bajos y unos pendientes de piedra brillante que pertenecían a su madre.
Con eso creía que bastaría por si la entrevistaban. Solucionado el asunto del vestuario fue a darse una ducha para amanecer fresca al día siguiente… Luego se metió en el horrible sofá y se quedó pensando en Erick Marchls ¿Cómo sería ese hombre?
Se imaginó llevar un hijo suyo en su vientre cosa que jamás se había podido imaginar en su vida, era una locura que alguien hiciera algo así.
Si era aceptada tendría que hacer muchos arreglos en su vida sobre todo con su trabajo, solo contaba que la paga fuese muy buena, lo suficiente como para terminar de pagar las deudas de sus padres, y así no tendría que tener dos trabajos tan explotadores.
Añoraba tener un poco más de libertad para poder divertirse con sus amistades, ser una chica normal. Se acurruco en el sofá y se dispuso a dormir.
[…]
—Hoy será un gran día Amelia —se dice a sí misma mientras que se mira en el espejo—. si te sale todo bien saldrás de muchas deudas y tendrás más tiempo para ti— confirmo frente al espejo mientras se maquillaba un poco.
La noche había sido pesada, era necesario colocarse un poco de rubor en las mejillas para no parecer un c*****r andante… cuando obtiene el aspecto correcto sonríe y suspira.
—Estoy lista—se pone sus zapatos y se dispone a salir de casa.
Una hora después…
Al entrar en aquel enorme edificio, Amelia agranda la mirada, todo era muy lujoso tanto por dentro como por fuera, y ni hablar del personal que laboraba en esa empresa. Con esos finos trajes.
La joven camina a recepción con un poco de vergüenza, pero si ya estaba allí no se iba a ir sin al menos intentar algo.
—Buenos días señorita—saluda cordialmente—. Si, disculpe, pero vengo por el anuncio que está puesto en el periódico. Con el señor Erick Marchals.
Una joven morena la observó de arriba abajo solo un momento y Amelia sintió los nervios de punta, no sabía si su atuendo era el correcto para presentarse en aquella entrevista.
—Bueno, debes subir al piso diez y entregárselo a la señora Flores. El resto, ella sabrá decirte que hacer.
—Entiendo, gracias —Se dirige al ascensor, estaba sudando frío debido a los nervios, y aquel ascensor subía con tanta lentitud que la estaba abrumando.
Al llegar al piso que le indicaron, Amelia abandona el elevador para observar el exterior, a lo lejos mira a una mayor quien se encontraba sentada detrás de un escritorio. Traga saliva, compone su ropa y se encamina hacia ella.
Si ya estaba allí tendría que terminar con su objetivo, entregar los documentos y esperar si era seleccionada. Había investido dinero en el autobús, gasto tiempo valioso que pudo utilizar para descansar, no se iría sin entregar los papeles.