Capítulo 1

3270 Words
La vida es injusta y conmigo más. Apenas ayer por la noche llegue a Escocia y he dormido casi nada, fue mala idea irme de fiesta antes del viaje, no debí haber bebido tanto. Sé que es tarde, mi cuerpo, mi mente, mi corazón, mi alma y mi estómago lo sabe, sé que estoy yendo tarde en mi primer día y es frustrante, tendré que ir y saltarme el desayuno. Me duele la cabeza, me duele el hambre, voy a morir de hambre y de sueño. Me sigo preguntando, ¿Qué hago yendo a ese seminario? ¿En este país? Pues claro, la respuesta, ¡Mi hermanito! Tenía que inscribir un seminario que no tuviera nada que ver con mi carrera y mi hermano sugirió uno de leyes, lo hice, pase un examen y para mi sorpresa me gane el cupo en el seminario de un tipo que según dicen es la ley en lo que respecta a las ciencias jurídicas. Estoy casi preparada, solo tengo que acomodar mi cabello y todo listo, él está a punto de colapsar y llamarme. Vuelvo a ver el reloj, 7:30 am. Uno... Dos... Tres... -¡Husher, es momento de irnos!- grita mi querido y amigable guardián Zess. ¿Acaso cree que no lo sé? La clase empieza en treinta minutos y si llego a tiempo solo será un buen milagro. Bueno, en primer lugar no es mi culpa, si hubiésemos llegado más temprano hubiera dormido más y no me estuviese cayendo del sueño, ¡Moriré! ¿Puedo faltar? No, Zess, mi hermano y todo el mundo me mataría. -¡RHOSS!- grita. -¡Ya voy!- grito. Cojo mi mochila, me doy un último aparentemente visto bueno en el espejo y corro hasta la sala. Zess me mira con molestia y es momento de poner las cosas en claro. -No te pongas enojado conmigo.- me tiro sobre él. Me coge en brazos y comienza a caminar conmigo hasta la salida. -Gracias por venir conmigo y no dejarme morir, no sé que sería de mi vida sin mí adorado esposo.- beso su mejilla. -Ese es mi trabajo Rhoss, además no te dejaría viviendo sola por nada del mundo, en menos de veinticuatro horas ya estarías en la cárcel.- ríe. -¡Tu crueldad no tiene límites!- muerdo su hombro. Zess es mi guardaespaldas desde hace tres años. Desde que mi familia se vio envuelta en un escándalo por uno de nuestros clientes decidimos que sería bueno tener a alguien cuidándonos, (mi hermano lo decidió). No es que no haya tenido uno antes de Zess pero mi "formación y educación" me permitían no tener uno durante el colegio.          Cogemos el auto y es probablemente la situación más terrorífica, Zess es un maniático al volante, en diez minutos comienza la clase y yo sigo aquí. Si llego a dejar ese estúpido seminario tendré que atrasarme un periodo en mi universidad en Austria. ¿Leyes? ¿Tenía que quedar en un seminario de leyes? ¡Que tiene que ver la literatura antigua con las leyes! -Estamos llegando. Por favor, sea responsable o sino mi c*****r estará flotando en el océano atlántico y nunca me encontraran.- murmura. -Lo dices como si mi hermano fuese mala persona.- ¡Que pesado! Deberían de apreciar mi amabilidad al venir hasta aquí y dejar a mi hermano y el negocio aun lado (Claro que dejar él negocio si era mi intención). -Tengo órdenes concretas de cuidarte con mi vida.- gruñe. Le ignoro y cierro los ojos, tengo un aberrante sueño que podría quedarme dormida por veinticuatro horas y sin molestias. -¡Tengo hambre!- me quejo. -En ese apartamento no había nada más que solo licor, tendré que ir a hacer las compras durante la mañana y acomodar todo en su lugar. A las 11:00 am vendré a buscarla frente al campus.- ¿Tantas palabras en un solo segundo? -Iré a buscar el libro que querías.- le vuelvo a ver con una sonrisa. -¿Sabes que te amo?- asiente. -Cuando le conviene señorita Husher.- ambos reímos. A las 8:10 de la mañana atravieso el campus a toda velocidad, tengo problemas para encontrar el salón así que me encuentro a quince minutos después de haber iniciado la clase. Logro encontrar el dichoso lugar en la última planta del edificio, que sacrificio el subir estas gradas. ¡Llegue! Recupero el aire antes de poder entrar, me evito tocar la puerta y entro de manera silenciosa, cosa que no es más que una pérdida de tiempo ya que todas las miradas se posan sobre mí. ¿Es mi día de buena suerte? Venga, chicos os cobrare por cada mirada. -¡Buen Día!- digo con una sonrisa. Observo todo el lugar y vaya que es un gran lugar, la clase aproximadamente de setenta y algo de estudiantes que aspiran a ser abogados. -Tiene agallas para presentarse tarde a mi clase.- me giro hacia la voz cabreada que me habla. ¿El profesor? Mmmm. Su mirada me atraviesa con furia, ruedo los ojos en mis pensamientos. Una mano en su bolsillo y la otra sosteniendo un láser. Frunce el ceño. Toma una postura de sorpresa que rápidamente borra por otra de enojo. -Me disculpo por llegar tarde.- hago una reverencia y le sonrío. Le observo directamente, sus ojos color... ¿Azules o verdes? Se oscurecen y su ceño fruncido se nota aún más. -Tome asiento.- lo único que dice y se gira. Suspiro aliviada. Puedo haber sido peor, parece que el profesor guapo tiene mal carácter. Camino hasta uno de los últimos asientos, ¿Por qué todos se sientan adelante? Me acomodo en el asiento dejando la mochila sobre la mesa. Pongo toda mi atención al profesorcito que tengo en frente, habla sobre casos en los cuales el juez se pone en contra y busca la manera de ganar aun creando pruebas falsas. Me sorprendo al ver a tal hombre, es considerablemente atractivo, alto, cabello claro y un poco largo y ojos entre azul y verde con un toque grisáceo, ¿Sera humano? Como sea, el hombre es atractivo y se ve muy elegante con ese Navy puesto, ¿Cuántos años tendrá? ¿30 o 31? -Hola.- susurran a mi lado. Vuelvo a ver a una chica de cabello interesante y ojos azules. -Hola.- sonrío amable. -Rhoss.- extiendo mi mano hacia ella. Se ruboriza pero la acepta. -Maya Wheeler.- asiento. -¿Te ha sorprendo Miles Cannigham?- me pregunta con gesto extraño. Como esperaba el hombre seguramente es un dictador. -¿Ese es su nombre?- asiente. -Meh, parece que tiene falta de diversión.- sonrío. Ella me mira incrédula. -Parece ser un poco dictador.- ambas reímos por lo baja mientras ella asiente. -¡Ustedes dos, vengan aquí!- grita. Me giro y el señor Cannigham nos habla a nosotras. Vuelvo a ver a la ahora conocida Maya que se ha puesto roja como un tomate. -¿Habéis escuchado?- dice otra vez. -Estamos yendo.- animo a Maya a levantarse conmigo y lo hace con nerviosismo. Caminamos hasta el frente, el profesor ni siquiera nos da una mirada, busca a otro dos, un chico rubio de ojos azules, ¿Qué va con los rubios con ojos azules? También llama a un tipo alto de cabello rojizo y para mi sorpresa ojos marrones. -¿Cuál es tu nombre?- me pregunta directamente. -Rhoesia Husher.- respondo de manera corta. Su mirada se enciende y no sé si es por qué le molesta, le sorprende o simplemente fue una expresión inexistente. -Señorita Husher usted será la defensa.- asiento. -Tanner, tú serás el fiscal.- le dice al chico de ojos marrones. Deja a Maya como acusada y al otro tomatito rubio de testigo. -La detenida, en este caso la señorita Maya Wheeler por el robo de cinco grandes en un restaurante, la única prueba en el caso es la palabra del testigo que afirma haberle visto a las 00:00 en el local tomando el dinero. La defensa...- me vuelve a ver a mí y me observa de una manera abrasadora y no en buen sentido. -La defensa tiene que buscar la forma de liberar a su cliente que afirma ser inocente.- asiento. Tomo nota de todo lo que dice y me pongo a pensar en que no tengo mucho conocimiento de lo que tiene que ver en un juicio-pero si en castigos- pienso. Quizá debí haber leído algún libro de esos que tiene mi hermano, o haber consultado a una de las unidades. -Seré el juez en el caso y decidiré al final quien tiene la razón y claro el jurado también me dará su opinión.- vuelve a verme y esta vez le sonrío pero me ignora. El juicio de inicio y el testigo es llamado al estrado improvisado. Me dedico a escuchar las contras del fiscal y analizo sus palabras, la verdad es que no tengo idea de cómo defender pero acusar a alguien solo por haber escuchado las palabras de alguien es un poco estúpido. Mi ámbito es mas de... La verdad por las buenas o por las malas. -Joshua Lynn nuestro testigo afirma que la vio en ese lugar, así que es obvio que ella es la culpable.- el chico Tanner me vuelve a ver con recelo. ¿Otro enemigo? Pero si ya tengo suficiente con las miradas del profesor. -Señor Juez, no hay nada más que decir, el caso debe de ser cerrado y la acusada tiene que pagar lo correspondiente en la cárcel.- mira con arrogancia al señor Cannigham. -¡Objeción!- exclamo. El chico se calla y todos fijan su mirada en mí. -En los tribunales lo único que cuenta es la evidencia, señor Juez, usted no puede acusar a la señorita Wheeler solo por escuchar la palabra de ese hombre. La fiscalía no ha mostrado evidencia que presente a la acusada en ese lugar a esa hora.- señalo al chico que esta mas rojo que otra cosa. -¡Ella ha sido, yo le he visto, a las 00:00 se acercó a la caja y tomo el dinero.- dice con mucho pero nada de seguridad. -Tengo entendido que el restaurante cierra a las 11:00 pm.- el chico asiente. -Eso me lleva a la pregunta, ¿Qué hacia el testigo a esa hora en el restaurante?- Tanner abre los ojos sorprendido. -No tiene relevancia en el caso, el testigo trabaja en el local como server.- Tanner me mira con recelo y parece que me ha ganado. -Entonces, llamo a la corte al dueño del restaurante quien fue él que denuncio el robo.- digo. Vuelvo a ver al profesor que me mira con intriga, llama a otro chico que se ve muy simpático y este toma lugar. -William Petersen, dueño del restaurante.- dice. Le miro y le sonrío. -Señor Petersen, fue usted quien reporto el robo, ¿Vio a la acusada en el lugar?- niega. -Él fue quien me llamo y me aviso del robo, en ningún momento vi a la señorita Wheerler en el lugar.- dice. -¡Objeción!- grita Tanner. -A lugar.- el profesor lo calla. -Entonces eso nos lleva a que el testigo puede ser el que se robó esa cantidad de dinero.- me encojo de hombros. Que aburrido es esto, insisto, ¿Qué hago aquí? -No... yo no fui.- dice el chico nervioso. Ni siquiera es un juicio real y está nervioso, ¡Que tierno! -Las acusaciones no dan lugar, el testigo afirma haberla visto tomando el dinero, la señorita Wheeler tomo el dinero y escapo con él, quiso amenazar al testigo y este llamo al dueño...- -¡Objeción! Señoría la fiscalía está especulando.- digo. El señor Cannigham vuelve a ver y asiente. -Pido que el juicio se extienda un día más así se podrá buscar evidencia de las cámaras de seguridad del lugar para poder colocar a la acusada en la escena.- -Muy bien.- dice. Por no entiendo razón, los aplausos se comienzan a escuchar en el salón. Tanner me mira con odio y puedo decir que lo único que quería era llamar la atención del profesor, ni modo, la vida es así. Maya me abraza y yo solo me encojo de hombros. -Gracias por darme un día más.- me muestra una sonrisa tímida. -Solo era un juego.- me acerco y la abrazo. El profesor nos invita a sentarnos, Tanner me pasa dando un empujón pero el otro chico me sostiene. -Gracias.- sonrío. Me guiña un ojo y pasa hasta su asiento. Antes de caminar a mi asiento me acerco al tomatito rubio. -Lo siento por ponerte nervioso.- el rojo en su rostro aumenta. Me acerco y lo abrazo. -Eh, no te pongas tan rojito.- murmura un lo siento. Camino de regreso a mi asiento, Maya me dice que fue divertido y que eran raras las veces que Miles Cannigham hacia este tipo de actividades y cuando las hace Tanner nunca pierde un caso. Ha sido un poco interesante, a pesar que he llegado tarde la primera clase no ha sido mucho problema pese a que no tengo conocimiento sobre abogacía. Me he decidido, ¡Estudiare leyes! ¡Abogada Rhoesia Husher! Con las más grandes disposiciones para aprender sobre la vida jurídica observo al profesor Cannigham... algo que es en vano, le escucho pero no le prestó atención, mis ojos se cierran y mi estómago ruge. Dejo caer la cabeza en el asiento, tengo hambre, ¡Comida! ¡Comida! -Hey...- golpean mi brazo. -Husher...- mi apellido. Niego. Quiero comer. -El profesor... viene...- -¿Cuál profesor?- murmuro. -Señorita Husher, si mi clase le aburre le recomiendo que no venga más, estudiantes que no ponen interés en las ciencias jurídicas no deberían de tomar este seminario, por lo menos no conmigo.- sus palabras ardientes entrando en mis oídos. Le miro directamente. Vaya, vaya, su expresión es interesante. -¿Desea que abandone su clase?- pregunto. Le sorprendo y frunce el ceño. Escucho que Maya murmura algo. Su mirada es intensa y llena de dureza me hace recordar a algún detective de esas series criminales... O a otras personas que conozco. -Profesor Cannigham.- alguien llama desde la puerta. Le regalo una sonrisa y este vuelve a ver hacia la entrada. -Le sugiero que se piense muy bien lo de venir a la próxima clase.- dicho esto se da la vuelta y camina hasta la puerta. Suelto un suspiro. ¿Por qué me odia tanto? ¿Sera así con todos sus alumnos? No he puesto mucha atención. -Rhoesia. ¿Qué haces?- levanto la cabeza hacia Maya. No sé por qué pero la mirada de todos vacila entre el profesor y yo. -Trato de dormir, mi vuelo llego aproximadamente a las 3:00 am y no he dormido mucho.- explico. -El juicio me ha cansado más, no creí que la vida jurídica fuera tan pesada.- me sonríe. Cierro los ojos y me toca para que la vuelva a ver. -¿No eres de aquí?- niego. -Lo supuse, tienes un acento extraño y, ¿te has cansado con una hora y media de clase?- ríe. ¡Mi corazón duele un poco! -Si, de hecho esto es demasiado para mi.- frunzo el ceño. -¿No te gustan las ciencias jurídicas?- niego. -¿Por qué estas estudiando eso?- resoplo. -Soy estudiante en literatura y he tomado este seminario por razones extrañas.- me encojo de hombros. -Si hubiese sabido que el profesorcito es un amargadito me hubiese quedado en mi país.- acaricio mi cuello. Aunque quedarme allá hubiera implicado unas cosillas. -Parece que tienes una vida dura, pero aprenderás a entender al profesor Cannigham, es algo serio y enojado pero es un experto en el ámbito jurídico.- creo que se ruboriza. -Y es muy guapo...- se encoge de hombros. -Estoy casada y le soy fiel a mi marido.- Zess es mi mejor guardian después de todo parecemos casados. -¿ Casada?- asiento. -Pareces muy joven, ¿Qué edad tienes?- -Veintiuno.- sus ojos se abren con una sorpresa gigantesca. -Solo bromeaba, no estoy casada mi hermano mayor me mataría.- comienzo a reír. Su expresión cambia tornándose rosa. -Uff, me habías preocupado.- ríe. -Te parece si vamos por un café después de clase.- asiento. ¡Tengo amigos! La clase continúa y hago contacto con Cannigham más de una vez y cada vez me mira de forma diferente, no sé si trata de hacer contacto conmigo o simplemente es una coincidencia. La cuestión me cansa, el hombre es guapo pero tiene un carácter terrible y es aburrido ver a tantas chicas babeando por él. Si hubiese querido estar viendo a un modelo me hubiera quedado en casa. La clase termina justo a las 10:30 am. ¡Bendito sea! Me estoy muriendo de hambre, tengo que fingir que estoy completamente complacida con la clase, varias personas se acercan a mí pero no establezco ninguna conversación larga con nadie. Tanner me mira con odio y puedo ver que ya me he echado varios enemigos en mi primer día, (sobre todo mujeres). Quiero regresar a casa y descansar. -Hey, Rhoesia, Maya, esperen.- gritan. Maya y yo nos giramos. Los chicos del juicio vienen corriendo tras nosotros. -Hola.- les sonrío a ambos. -William y Joshua.- ambos asienten con una sonrisa. -¿Qué tal? Por cierto, hiciste un trabajo excenlente respondiéndole a Cannigham.- extiende su mano y la estrecho. El chico rubiecito me mira con simpatía. -Eh, no quise ser irrespetuosa.- ¿Fui grosera? -Tendre que disculparme con él en otro momento, no quise sonar altanera.- resoplo unas palabras en alemán y los tres me miran con expresión extraña. -¿Te transferiste de Alemania?- niego. -Vengo de Austria.- me encojo de hombros. -Enhorabuena, por lo que se ve las chicas austriacas son preciosas.- me guiña un ojo. -¿Te quedaras a lo que resta del seminario?- asiento. ¿Coqueteando? -Prácticamente la razón por la que estoy aquí es Miles Cannigham.- -¡Vaya! Debes de admirarle mucho.- Si, claro, tanto que ni le conocía. -Cannigham es excelente en su trabajo, además de ser el tío más importante de toda escocia.- -Sí, supongo que lo admiro.- ¡Mentirosa! -Espero conocerle más y poder aprender de su experiencia.- Los cuatro caminamos hacia una cafetería que se encuentra dentro del campus. Siento una mirada sobre mí pero decido ignorarla. Para ser mi primer día aquí no ha sido nada fuera de lo común. La charla con ellos tres es normal, aunque me incomodan con sus preguntas del porqué de mi estadía aquí en Escocia puede haber elegido otro país. ¿Qué hago aquí? Escapar de los problemas en Austria... La vida nocturna puede estar llena de peligros.          -Chicos, tengo que irme.- les digo. Los tres asienten y William Petersen se pone de pie para acompañarme. No me niego y lo hace hasta llevarme a la puerta principal -Rhoesia, sé que apenas nos hemos conocido hoy pero me caes bien, ¿Podemos ser amigos?- asiento. -Claro que sí, os veré en la próxima clase. Me alegra haberlos conocido.- Me inclino y le doy un beso en la mejilla. La camioneta negra más que llamativa se estaciona frente a nosotros y Zess baja para abrir la puerta. Me despido por última vez. Salgo corriendo para tirarme en sus brazos. Me mira con intriga y picardía. -¡Te extrañe!- beso su mejillas. -¿Haciendo amiguitos?- arquea una ceja. -¿Siendo celosito?- ataco. Vuelvo a ver hacia la entrada del campus y para mi sorpresa veo a Miles Cannigham observándome o eso es lo que creo. Nuestras miradas se cruzan así que le sonrío, me ignora y entra al campus nuevamente. ¿Qué le sucede a ese hombre? Eres muy interesantes, Miles Cannigham.
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