Kamil
Me estiré mientras me acostaba en mi lado del sillón dejando la cabeza sobre el apoyabrazos del sofá y mis piernas sobre las piernas de David, que comía sus dulces mirando el televisor sin prestarme demasiada atención. Bostecé un poco aburrido, ya no me llamaba la atención la película que habíamos puesto, era una de acción que solo a David le gustaban. Tiré la cabeza hacia atrás dejando que colgara ligeramente por el borde del apoyabrazos. Un movimiento me llamó la atención, me giré, mi padrastro estaba en la mesa del comedor sentado con sus papeles y su laptop como siempre. Lo observé embobado, tenía esa camiseta ajustada que tanto me gustaba. Siempre se la ponía después de ir al gimnasio los días de calor, parecía que le gustaba torturarme. Sentí un golpecito en mi pie, desvié la mirada a mi amigo, él escribía rápidamente en su celular, mi celular sonó un instante después, miré la pantalla antes de desbloquearla y entrar a su mensaje.
—“Eres muy obvio si lo miras así”.
—“Papá nunca se ha dado cuenta de que lo miro diferente”.
—“¿Por qué le dices “papá” aún? Te quieres acostar con él”.
Puse los ojos en blanco, siempre me decía lo mismo, ambos sabíamos perfectamente que no era mi padre biológico y que hacía tiempo que no lo veía solo como el hombre que había decidido cuidarme cuando mi mamá falleció, daba igual cómo lo llamara. Volví a mirar a mi padrastro, seguía sin prestar atención a nada más que no fuera su trabajo. Sonreí un poco embobado. Amaba la seriedad de su rostro y el ceño fruncido que se le marcaba cuando estaba concentrado en algo. Le hice caso a David al final, me giré al televisor para hacer de cuenta que estaba centrado en el aparato.
Cuando terminó la película, mi amigo y yo nos centramos en hablar de cualquier estupidez. No teníamos mucho que hacer hoy, era sábado y, a pesar de haber bajado un poco el sol, seguía haciendo bastante calor, no tenía ganas de salir, aunque David me insistiera. Terminamos los dos tirados en el sofá sin prestar atención a nada más que a nuestros respectivos celulares. Hacía tanto tiempo que nos conocíamos que, a esta altura, ya no teníamos que hacer nada específico para pasar el rato, ni siquiera hablarnos, con la presencia del otro era suficiente, al menos hasta que decidía volver a casa por ropa limpia o para poder jugar sus videojuegos. Siempre se quedaba conmigo varios días, a mi padrastro no le molestaba, después de todo, yo era su niño mimado, cualquier capricho que no me hiciera daño podía cumplirse. De repente, mi padrastro se levantó y caminó hasta su oficina con el celular en la mano. Suspiré sabiendo que estaba hablando con Cecylia, siempre se escondía para hablar con ella.
—¿Qué pasa? —preguntó David.
—Está hablando con ella.
—Pareces una novia celosa. —Sonrió burlón.
—Estoy celoso. Antes de ella, todo giraba entorno a mí. ¿Lo recuerdas?
—Sí, era un poco incómodo verte coquetear con él cuando veíamos películas.
—Ahora ya no me presta tanta atención.
—Eres una novia muy tóxica, Kamil.
—Cállate, idiota. —Le di un golpecito en el brazo con una sonrisita en los labios—. ¿Vuelves a tu casa hoy?
—Suena a que me estás echando.
—Tal vez lo esté haciendo. —Solté una risita—. Solo quiero saber si te quedarás.
—No, creo que debo volver a casa. —Se levantó—. Suerte tratando de convencerlo de que se vuelva gay.
—Con que sea curioso me basta, David.
Me levanté también para acompañarlo hasta la puerta, donde nos quedamos hablando un rato de cualquier cosa que no fuera mi padrastro o Cecylia. Después me saludó y se fue. Cerré la puerta y volví al sofá, cambié canales un par de veces hasta dejar un programa que no me interesaba, pero que era suficiente para tener de fondo mientras miraba mi celular. Desbloqueé el aparato y revisé mis notificaciones, nada importante en realidad. Deslicé el dedo por las publicaciones de i********: por un rato hasta que mi padrastro salió de su despacho, levanté la mirada a él, recibiendo su sonrisa, caminó hasta el sofá y se sentó a mi lado.
—¿Quieres hablar, Kamil?
—¿De qué? —Lo miré.
—No lo sé, ¿de David?
—¿David? ¿Qué sucede con él?
—Nada, en realidad. Solo quería saber si hay algo entre ustedes, salen mucho y se queda varios días aquí. Sabes que puedes confiar en mí.
Sonreí, me acerqué a él y apoyé la cabeza en su hombro, abrazándome a su brazo.
—David es solo un amigo, papá. Si hubiera algo entre nosotros, te lo abría dicho ya.
Levanté la mirada encontrando su rostro bastante más cerca de lo que pretendía estar. Sonreí, si no fuera mi padrastro, mi siguiente movimiento sería besarlo. Él sí se acercó más a mi rostro, pero para besar mi frente como hacía cuando era pequeño. Si tan solo supiera lo que sentía por él, no dejaría que me acercara tanto. Me acomodé en su hombro, lo más cerca que podía de él. Tenía que aprovechar todo el tiempo que pudiera tenerlo conmigo sin la interferencia de Cecylia. Respiré profundo sintiendo su olor, amaba su perfume, más de una vez me había metido en su cuarto solo para robarle un frasco de su perfume para echarlo en mi almohada o en mis sábanas, al menos por un rato, podía fantasear que dormía conmigo, que me abrazaba como hacía tiempo que no hacía. Nos quedamos sentados en el sofá en completo silencio mirando la tele, aunque el único que le prestaba atención era él, se la pasaba comentando cosas o riendo de algún chiste malo que hubieran dicho. A mí solamente me importaba estar abrazado a él, sintiendo su mano sobre la mía, acariciándome los nudillos. Podría permanecer así el resto de mi vida, no quería que se alejara de nuevo para ir con esa mujer a la que tanto odiaba.
—Papá…
—¿Sí?
—¿Por qué sales con Cecylia?
No supe por qué carajo había formulado esa estúpida pregunta, él no pensaba en ella, o al menos no la nombraba, no tenía por qué traerla a nuestra burbuja, pero acababa de hacerlo. Él se quedó en completo silencio, sus dedos acariciando el dorso de mi mano se quedaron estáticos. Había tocado un tema que le incomodaba. Solté un suspiro, sabía qué era lo que pensaba: estaba reemplazando a mi madre. Decidí que lo mejor era quedarme callado, al menos esta vez, no quería decir algo que desatara algún tipo de discusión. Pocas veces pasaba, pero no quería que esta se transformara en una de esas ocasiones en las que terminábamos discutiendo por una estupidez. Me levanté del sofá, le aseguré que era simple curiosidad, besé su mejilla y subí a mi cuarto. Entré empujando la puerta con el pie antes de tirarme a la cama con el celular en la mano. No iba a pensar de nuevo en Cecylia, yo solo había arruinado el momento con mi padrastro; el único momento que tenía para ser el centro de su atención. Me puse mis auriculares, los conecté al celular y busqué cualquier cosa que hiciera que mi cabeza se centrara en cualquier otra cosa que no fuera mi estupidez.