Totalmente confundida, mi mirada recorre sus anchos hombros, su cabello n***o con plateado, sus ojos grises y su semblante desencajado por el desconcierto y la confusión.
«Esto tiene que ser una broma», me digo y miro a mi alrededor, esperando ver las cámaras ocultas de esos programas en los que luego alguien salta y exclama: «¡Caíste!», mostrándole a su público tu mejor expresión de imbécil.
Nerviosa y todavía contrariada, sonrío, esperando, pero al notar que Hunter está tan desconcertado como yo, me doy cuenta de que esto es serio. Muy, muy serio.
«¡Dios mío!»
Mis pensamientos corren.
«¿Papá lo sabe? ¿Es esto una especie de intervención? ¿Está tratando de decirme de una manera horrible que no debería hacer algo así de nuevo, porque esto sería catastrófico para su carrera, si los medios o sus opositores se dieran cuenta de que la hija del honorable gobernador de Pensilvania es de cascos ligeros y se lía con extraños que pueden resultar siendo sus tíos, en fiestas desenfrenadas?»
Rápidamente, Hunter se recompone y mantiene su mirada ambigua para sí mismo, sonriendo en su lugar, de forma cortés y amable, como si realmente nunca antes me hubiera conocido.
—Hola —dice Hunter—. Es un placer conocer, eh..., ¿? —Finge no recordar mi nombre.
«¿O de verdad no lo recuerda?»
—Reese —respondo a su pregunta no dicha. Mi voz se escucha extrañamente vacilante—. También es un placer conocerte... Eh, ¿cómo es que te llamas, disculpa?
Pues si vamos a actuar así, voy a demostrarle que yo también puedo jugar a este juego de actuar como que no lo conozco de ninguna parte.
—Hunter. Hunter McKnight. —Mi padre es quien responde por él.
Trago saliva antes de dibujar una sonrisa cordial en mi boca. Aunque, por dentro, estoy que no entiendo nada y una pregunta me carcome la cabeza: «¡¿Qué está pasando aquí?!»
Entonces escucho un fuerte taconeo que retumba contra las baldosas lisas y una mujer con un vestido beige, ceñido al cuerpo, pero de una forma bastante elegante, nada sexy o extravagante, y zapatos altos en color nude, se une a nosotros. Es indiscutible el parecido que tiene con Hunter. Su cabello también es oscuro y comparten el mismo color de ojos: grises. Con la única diferencia que ella se ve más joven, así que debe ser menor.
«¿Qué edad tiene Hunter, por cierto? Nunca lo averigüé, pero a simple vista se nota que debe doblarme la edad.»
Me muerdo el interior del labio inferior y trato de concentrarme en la mujer, pero en mi mente aparecen otras preguntas:
«¿Está casado? ¿Tiene hijos? ¿Están ellos en esta casa y los voy a conocer?»
Contengo la respiración.
«Mierda, mierda y más mierda. ¿Por qué este mundo tiene que ser tan pequeño y justamente debía involucrarme con el futuro cuñado de mi padre?»
Me obligo a respirar.
«Mátame señor y hazme desaparecer en este instante.»
—Ah, y aquí está —dice mi padre y extiende la mano hacia la hermosa mujer, que, sonriendo, se coloca junto a mi padre y directamente frente a mí—. Ella es Clarissa. Mi futura esposa.
—Es un placer conocerte por fin —dice Clarissa y me regala una sonrisa—. ¿Mi hermano ya se ha presentado contigo?
Como si estuviera dentro de una película (de terror, por cierto) y la escena estuviera pasando en cámara lenta para que el espectador no se pierda detalle alguno de aquella tragedia, extiendo la mano hacia la suya y la estrecho, pero el resto de mi cuerpo no se mueve.
«¡Su hermano! ¡Carajo!»
«No, no y no. Me niego a creer que esto es real»
Definitivamente, yo todavía debo de estar intoxicada por todo el alcohol que bebí anoche; debí de haberme quedado dormida y sigo acostada en mi cama, inconsciente y teniendo pesadillas.
—Bueno, ¿qué dices? —pregunta mi padre sacándome de mis tontos pensamientos, mientras Clarissa retira su mano y se mete bajo su brazo, como si necesitara ser protegida.
—Que es una gran sorpresa —balbuceo y miro a Hunter.
«¿Acaso sabía él de esto?»
«¿Sabía quién era yo cuando me abordó anoche?»
«¿O está tan sorprendido como yo?»
Siento la gran mano de mi padre en mi hombro, que la palmea riendo.
—Se ha quedado sin palabras. —Se ríe—. Esto realmente no ocurre a menudo.
Por dentro me río con mucha ironía.
«No tienes ni la menor idea, padre.»
—Quería contarte sobre ella antes —prosigue mi padre y por alguna razón no le creo nada, pues a él nunca le ha importado realmente mi opinión—, pero pensé que sería agradable que conocieras a tu futuro tío al mismo tiempo. Después de todo, Hunter es la única familia que Clarissa tiene, así como tú eres la única familia que yo tengo. Y ya que él vendría a visitarnos en esta misma fecha y tú estarías de vacaciones..., Qué mejor momento para hacerlo oficial, ¿no?
«Mi futuro tío.»
Siento cómo se me revuelve el estómago. Me siento mal.
«¡Esto es solo una gran broma, ¿verdad?!»
Una de las bromas divertidas de papá, que hasta ahora nunca han existido, pero que, tal vez, justo ahora se le ha dado por hacer.
—¿Lo dices en serio? —pregunto en un murmullo bajo y miro primero a él, luego a Clarissa y finalmente a Hunter, que continúa guardando silencio y permanece muy, muy serio, con el ceño fruncido y la mirada oscurecida.
Se ríe.
«Es una broma, ¿verdad?»
—Por supuesto que lo digo en serio. ¿O por qué crees que te he hecho venir hasta aquí para pasar las vacaciones?
No lo sé. No tengo absolutamente ninguna explicación de por qué haría esto. Así que solamente asiento y miro a Hunter en busca de ayuda, pero él, sin decir nada, se da la vuelta y regresa adentro de la casa, perdiéndose de mi vista a través de una puerta.
—Pero, vamos. Entra a la casa y deja de estar aquí —exclama Clarissa con entusiasmo—. Durante las siguientes dos semanas será tu casa, así que no sientas ninguna pena y siéntete libre de hacer lo que gustes.
—No todo lo que gustes —corrige mi padre con voz firme y autoritaria, para que tenga bien claro que se refiere a todo aquello que para él está mal.
Con el corazón palpitante, sigo a mi padre y a Clarissa hasta el vestíbulo. Hunter ha desaparecido, al menos de mi vista, porque no está por ninguna parte que mis ojos puedan ver en el momento.
—Deja tu maleta aquí y sígueme —dice Clarissa, que parece que nunca deja de sonreír—. Voy a mostrarte la casa para que te sientas más a gusto.
Miro a mi padre y con un cabeceo me da un asentimiento para que lo haga.
Sigo a Clarissa por toda la casa, mientras me muestra la lujosa sala principal, el comedor, la sala de estar que es de uso particular de la familia, la cocina, el almacén de la comida, el jardín, la piscina y también mi dormitorio para las próximas dos semanas.
Es una casa bonita con habitaciones espaciosas, un hermoso comedor y una cocina moderna y abierta. En el diseño, se han preocupado mucho por crear pequeños rincones donde uno puede retirarse cuando hay invitados. El jardín no es visible para los vecinos e incluso se pensó en los muchos helicópteros que suelen volar por el vecindario para espiar a las personas de interés. Junto a la piscina, grandes árboles protegen el área de descanso y la terraza está parcialmente techada. En la planta superior están los dormitorios. El mío, al ser de invitados, está alejado de los familiares, en el ala este.
Me pregunto, «¿cuál será la habitación de Hunter?»
Mentalmente, sacudo la cabeza con fuerza y alejo aquel pensamiento de mi mente. Debo verlo como lo que es: el cuñado de mi padre. Lo que pasó anoche, en esa fiesta, debe quedar en el absoluto olvido, porque ahora seremos familia y más nada puede pasar entre nosotros.
—Tu padre también se encargó de comprar ropa nueva para ti —me revela Clarissa, mientras estamos frente al gran armario blanco que hay en la que será mi habitación.
—Qué atento de su parte —respondo amablemente, pero no puedo ocultar el ligero tono sarcástico en mi voz. Sin embargo, Clarissa aún no me conoce lo suficiente como para notarlo.
—Sí, es maravilloso, ¿verdad? —dice con una sonrisa radiante.
«Si tan solo supiera...»
Porque esto es otra acción típica de mi padre. Me hace venir aquí sin previo aviso de lo que va a pasar. Nunca en mi vida habría esperado que quisiera que me quedara dos semanas junto a él y sobre todo compartiendo con su futura familia, cuando él se avergüenza de mí, de mi actitud, de mis pensamientos y de mi aspecto, que se alejan por completo del modelo de hija que él desea, para que esté acorde con su exitosa y deslumbrante carrera política.
Nunca le importaba si yo ya tenía planes, o si tengo que trabajar, o estudiar porque tengo un exámen. Siempre exigía que yo cancelara todo por él, mientras que él, nunca hacía nada por mí, que no fuera por su propio interés.
«¿Qué interés habrá detrás de todo esto?»
—Yo le he ayudado a tu padre a escger las cosas —prosigue Clarissa, mientras sin sacarlos de las perchas, me muestra algunos vestidos pomposos y elegantes, trajes que parecen de secretaria o de alguna bibliotecaria—. Espero que sean de tu agrado.
—Claro. Gracias —musito sin mucho interés.
Clarissa no tiene culpa de nada, así que no quiero ser desagradable con ella. Quizá ni siquiera tenga idea de quién es mi padre verdaderamente, porque él sabe muy bien cómo venderse ante las personas para que piensen que es perfecto.
—De nada. Recuerda que estás en tu casa —manifiesta Clarissa, siendo la más amable del mundo—. Supongo que quieres ponerte cómoda o descansar un poco, así que te dejaré sola para que lo hagas. Te esperamos a las 7 en punto en el comedor, a la hora de la cena, para que cenemos en familia.
«En familia», repito en mi mente.
Ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que escuché esa palabra. Es más, estoy bastante segura de que, realmente, nunca antes la he escuchado.
—Allí estaré, Clarissa —aseguro.
La mujer me dedica otra sonrisa amable antes de girar sobre sus talones y darse la vuelta para salir de la habitación, dejándome sola, mortificándome con mis propios pensamientos