Sara Mi día había empezado tan tranquilo que jamás pensé que el idiota del abogado viniera a buscarme, pero me equivoqué. Aquí está, frente a mí, con esa estúpida sonrisa arrogante que hace que me exaspere. Yo suspiro y me pongo de pie, camino al minibar y tomo una botella de agua. Vuelvo a mi lugar y cruzo mis brazos. Lo miro directo a los ojos. No lo voy a negar, el hombre está como quiere, pero eso no le quita lo idiota. Él niega y suspira. —Así permaneceremos todo el día. Yo me encojo de hombros, restándole importancia, pues la verdad es que por ahora no tengo trabajo. Creo que le debo agradecer a Jason, pero será después de que lo reprenda por no haber hablado con el abogado cuando le dije. —No lo sé, el que ha venido a interrumpir en mi oficina es usted. ¿Qué es lo que quiere?

