**GRAYSON: LEONEL** Jade estaba allí, frente a mí. Es hermosa, sí, innegablemente hermosa, pero sentía que entre nosotros había una barrera invisible, una lejanía que me resultaba palpable. La observé detenidamente, estudiando su rostro, pero no lograba conectar. Su voz, habitualmente tan dulce y melodiosa, hoy me resultaba casi empalagosa, como si la miel fuera demasiado densa y pesada. De alguna manera, esa dulzura excesiva me incomodaba, me ponía nervioso. De repente, se movió con agilidad y se sentó en el reposabrazos de mi silla, invadiendo mi espacio personal. Instintivamente, retiré mi mano que descansaba allí, y con la mayor suavidad posible, la aparté de mí. Necesitaba espacio, necesitaba aire. “Te amo tanto, Grayson”, dijo Jade, su voz teñida de un anhelo palpable, casi desesp

