**JADE**
No esperaba encontrarme con Oliver tan pronto. Habían pasado años desde la última vez que lo vi, pero el tiempo parecía no haber dejado huella en él. Seguía teniendo esa sonrisa fácil y esos ojos llenos de energía, como si siempre estuviera al borde de hacer algo divertido o ingenioso.
—Jade —dijo, abriendo los brazos para un abrazo antes de que pudiera decir una palabra. Su calidez era contagiosa, y por un instante me sentí como si todo volviera a ser más simple, como en los tiempos en que éramos adolescentes y él era como un hermano para mí.
—Oliver —respondí, correspondiendo al abrazo mientras una oleada de nostalgia me envolvía—. Me alegra tanto verte.
—Lo mismo digo —dijo, separándose ligeramente para observarme con esa mirada inquisitiva que siempre tuvo—. Aunque no sé si “alegría” es lo que debería sentir dadas las circunstancias. ¿Cómo estás? ¿Cómo está Grayson?
Suspiré, dejando que parte del peso que cargaba se reflejara en mi rostro.
—Está luchando, Oliver. Es difícil. La amnesia lo tiene completamente desorientado, y… bueno, yo también.
Oliver asintió con seriedad, un gesto poco común en él.
—Debe ser duro para ti, Jade. Siempre lo has dado todo por mi hermano, y ahora tienes que lidiar con esto.
Me estremecí ligeramente. Era cierto. Siempre había sido la que intentaba mantener todo junto, incluso cuando Grayson hacía lo imposible por distanciarse. Pero Oliver, en su forma directa y sin pretensiones, siempre había sido un refugio.
—No es fácil, pero haré lo que pueda. Él me necesita, aunque no lo sepa —dije, sintiendo que mi voz temblaba un poco.
Oliver colocó una mano en mi hombro, un gesto de apoyo sincero que logró calmarme.
—Siempre has sido más fuerte de lo que pareces. Si alguien puede ayudarlo a recuperar el rumbo, eres tú.
Hubo un silencio breve, cargado de los recuerdos del pasado. De todas las veces que Oliver y yo habíamos hablado de Grayson, de sus logros, de sus frustraciones, incluso de las veces que intenté explicar por qué seguía aferrada a alguien que parecía no quererme en su vida. Pero Oliver nunca me juzgó. Siempre había sido mi aliado, mi confidente.
—Gracias, Oliver. Siempre sabes qué decir.
Sonrió, esa sonrisa que parecía poder iluminar cualquier cuarto.
—Para eso estoy. Pero recuerda, no tienes que hacer esto sola. Si necesitas algo, lo que sea, estoy aquí.
Me conmovieron sus palabras, porque eran genuinas. Oliver siempre había sido así: franco, leal y dispuesto a hacer lo que fuera necesario por quienes le importaban.
—Lo sé, y lo valoro más de lo que puedo expresar.
No entendía del todo por qué Oliver había empezado a distanciarse, pero lo noté casi de inmediato. Su calidez, aquella facilidad para hacerme reír, se había convertido en una presencia esporádica, como si evitara estar demasiado cerca. Esa tarde, cuando me pidió que lo encontrara antes de marcharse, supe que algo más estaba detrás de su silencio.
FLASHBACK
Me lo encontré en el jardín, de pie, junto al árbol de mango que tantas veces había servido como nuestro refugio en los días de infancia. Tenía una expresión que no solía mostrar, una mezcla de determinación y algo que no podía descifrar.
—¿Te vas? —pregunté suavemente, aunque la respuesta era obvia.
Asintió, pero evitó mirarme directamente. Su mirada se perdía en las hojas que se mecían con la brisa, como si buscara las palabras correctas entre ellas.
—Sí, Jade. Es hora de seguir adelante. No puedo quedarme aquí.
Hubiera querido preguntarle por qué. ¿Por qué había comenzado a apartarse, por qué había decidido que necesitaba distancia? Pero algo en mí me detuvo. Quizás porque temía la respuesta, o porque sabía que, aunque quisiera evitarlo, ya lo había perdido.
—Gracias por todo —dije finalmente, intentando mantener mi voz firme, aunque la melancolía me envolvía.
Oliver alzó la mirada y, por fin, sus ojos cálidos se encontraron con los míos. Esa mirada… Por un instante me sentí como en casa, como si todo estuviera bien. Era la misma mirada que me había sostenido en los momentos más difíciles, la que siempre me hacía sentir que, sin importar lo que pasara con Grayson, alguien entendía mi lucha.
Él abrió la boca, como si estuviera a punto de decir algo importante, pero se detuvo. El silencio se alargó, cargado de palabras no dichas que nunca conocería. En ese gesto encontré más respuestas de las que podrían haberme dado las palabras.
—Cuídate —dijo finalmente, su voz baja, pero llena de significado.
Sin esperar mi respuesta, se giró y se alejó, dejando que el jardín volviera a ser solo mío. Lo observé hasta que su figura desapareció en la distancia, y con ella, un capítulo que nunca llegué a entender del todo.
Aunque su partida dolía, esa última mirada, cálida y sincera, quedó grabada en mi memoria. Era un adiós que, aunque lleno de vacío, me hacía sentir que, en algún nivel, él siempre estaría conmigo. Al menos eso creía.
FIN DEL FLASHBACK.
No pude evitar sonreír al verlo de nuevo. Oliver había regresado. Su presencia llenaba el espacio como si nunca se hubiera ido, con esa energía que parecía encender todo a su alrededor. Durante días había sentido el vacío de su ausencia, ese espacio que nadie más podía ocupar. Y ahora estaba aquí.
—¡Oliver! ¿Te quedarás? —dije, casi sin poder creerlo.
—Sí, Jade —respondió con su habitual tono despreocupado—. Me temo que no tienen a Grayson en condiciones para lidiar con los negocios. Así que me toca a mí tomar las riendas por un tiempo.
Sus palabras eran prácticas, casi como una disculpa por su regreso, pero para mí significaban mucho más. Saber que él estaría cerca nuevamente era un alivio que no podía expresar con simples palabras.
—Eso quiere decir que te quedas —murmuré, intentando contener el entusiasmo que sentía.
Él asintió, con esa sonrisa que siempre me hacía sentir bien.
—Me quedo, sí. Aunque no prometo que sea fácil.
No importaba. Nada importaba. En ese momento, solo podía sentir la alegría de tenerlo cerca otra vez. La incertidumbre que había estado cargando sobre mis hombros se aligeró, como si su presencia fuera suficiente para recordarme que no tenía que hacerlo todo sola.
—Me alegra tanto que estés aquí —dije finalmente, aunque las palabras apenas arañaban la superficie de lo que realmente sentía.
Oliver me miró de una manera que siempre me desarmaba, como si pudiera ver directamente dentro de mí. Su mirada cálida me envolvió, y por un instante todo lo complicado, todo lo difícil, se desvaneció.
—Yo también estoy feliz de verte, Jade —dijo, su voz sincera.
En ese momento me di cuenta de cuánto había necesitado tener a Oliver a mi lado. Su regreso, aunque inesperado, me llenaba de un alivio que no podía explicar. Sentí un impulso de seguirlo mientras se dirigía al dormitorio donde estaba Grayson. No entendía por qué mi pecho se llenaba de emociones al verlo, quizás era porque lo había extrañado demasiado, más de lo que estaba dispuesta a admitir.
Entré detrás de él, intentando mantenerme en segundo plano mientras Grayson y Henry hablaban. Grayson levantó la mirada de su plato y sus ojos inquisitivos se fijaron en Oliver.
—Hola, hermano. Has cambiado mucho desde la última vez que nos vimos —dijo Oliver, intentando mantener la calma, aunque su tono denotaba cierta tensión.
—¿Eres mi hermano? —preguntó Grayson con evidente confusión.
—Tu hermano no recuerda nada, no hagas que le duela la cabeza —interrumpió Henry con dureza, su voz cortante como un látigo.
Oliver asintió lentamente, su mirada cálida se apagó un poco.
—Comprendo —respondió en voz baja.
Henry pareció decidir que era el momento de una conversación más privada.
—Jade, quédate con Grayson. Tengo que hablar con Oliver —dijo, sin esperar mi respuesta.