— Estás jodiéndome, ¿no?
— No te jodería, eres mujer.
— Es enserio. No te creo. —Seb se cruzó de brazos y recostó en su casillero.
Su falda se subió algunos centímetros, dejando ver sus muslos y sin remediarlo, golpeé uno de ellos.
— ¡William!
— Ya, ya —reí—, es cierto, besé al profesor de Educación física.
— ¿Cómo fue?
Sabía que aún no me lo aceptaba, y rayos, yo tampoco lo terminaba de entender. Creí que había sido un sueño y hasta me había pellizcado para saber si era cierto. Y sí, lo era.
Había besado al Sr. Brown.
Aunque eso había pasado hace casi una semana, seguía grabado en mi mente como si hubiera sido hace pocos segundos. Tenía clase con él, dentro de dos días y no podía evitar estar excitado por el sólo pensamiento.
Me había encantado su manera guarra de hablar y tocarme. Si, tal vez era un chico virgen aún, pero sabía bastante del tema y me podía defender.
Además, que estaba comenzando a desear hacerle una mamada a Edward, porque había visto muchos vídeos porno y se veía bastante bien.
— Muy bueno. —Contesté sin evitar la curvatura que se extendió por mis labios.
— Sigo sin creerte —susurró en mi oído y golpeó mi costado mirando detrás de mi cuerpo.
Viré los talones y el Sr. Lewis estaba con sus brazos cruzados.
— Buen día, jóvenes. —Saludó y un gimoteo salió de los labios de Seb.
Joder, su voz se escuchaba bastante ronca y no pude callarme.
— ¿Acaso acaba de follar? Su voz se oye sexosa.
— ¡William! —Siseó Seb detrás mío y mordí mi labio inferior.
— No, William. ¿Acaso quiere un castigo?
Bueno, si es como el que me dio el Sr. Brown, por supuesto que lo quiero.
— Depende de cómo sea…
— Joder, —murmuró pasando una mano por su cabello—. Con usted no se puede. Además, solamente vine a preguntarles por qué no están en clase.
Mis ojos se abrieron y golpeé mi frente — Mierda, inglés.
— El Señor Army nos matará. —Lloriqueó Seb posicionándose a mi lado y le di una nalgada para que se callara.
— Tennison, —me regañó el Sr. Lewis por mis acciones y rodé los ojos—. Respete a su compañera.
— A ella le gusta que la azoten, ¿cierto bebé?
Encaré a la castaña y el color subió a sus mejillas. Bufó y se cruzó de brazos — Es mentira, a él es el que le gusta.
— Seb, no digas mentiras. Daddy castiga a las niñas malas.
— Diablos, William —Carcajeó—. Vete al infierno, estamos con un profesor"
— Él puede ser daddy —guiñé un ojo y el Sr. Lewis tragó saliva.
— Los acompañaré a su clase y espero que este lenguaje soez, no se repita. —Espetó comenzando a caminar delante de nosotros.
Seb movió sus manos como si quisiera tocarle el trasero al profe y yo sonreí, viendo sus gestos.
Abrí mi boca e hice el ademán de que me metía algo, haciendo que ella chillara.
— ¡Basta! —Gritó James y prontamente nos callamos. — Estoy tan malditamente cansado de ustedes dos. Son unos pervertidos.
— Lo siento, —susurré.
— ¿Qué sientes, William? —Seb cuestionó.
— Al Sr. Lewis en mi boca, oops.
Volvimos a reír y el castaño cerró los ojos. Se mantuvo en silencio hasta que llegamos al aula del otro hombre protagonista de mis sueños mojados y golpeó varias veces hasta que el Profesor Army apareció con una sonrisa, capaz de curar enfermedades.
— Hola, James.
— ¿Todo bien, hermano?
— Si, estos chicos son un grano en el culo, pero bi-
Lo corté haciendo algunos sonidos y rió nerviosamente.
— Hola, alumnos.
— ¿Acaso alguna vez ha tenido un grano en el culo? —Seb se cruzó de brazos.
Nosotros no éramos malos estudiantes, sólo que los docentes creían que entenderíamos todo de un día para otro y no era así. A duras penas y podía sacar la basura de mi casa.
— Te dejo estos dos, estaban escapando de tu clase. — James intervino y el Sr. Army asintió, con ahora, el ceño fruncido.
— ¿Puedo saber el por qué?
— Uh, —medité sin saber qué decir. No tenía algo fuera de lugar que decirle, así que, sólo dije la verdad— Estábamos hablando.
— ¿De qué? —El profesor James cuestionó.
— No les importa.
Seb asintió dándome la razón y entramos al salón, sin esperar nada más.
Varias personas se mantenían hablando y nos sentamos en los últimos puestos. Solté un suspiro y cerré los ojos, exhausto. Ser un problemático también cansaba.
— Te amo, idiota.
— Yo también, estúpida. —Sonreí mirando con cariño a mi amiga.
El Sr. Army volvió a aparecer y golpeó en tablero con su puño ganado la atención de todos.
— Bien, continuemos. Quiero que respondan los talleres de las páginas 19 y 20. Para el final de la clase, recogeré sus libros.
Revisé el salón buscando a Niall, que era el chico que me pasaba todas las respuestas ya que tenía una clase de enamoramiento por mí.
Al verlo en los primeros lugares, saqué mi cuaderno y arranqué una hoja. Después que estuvo arrugada, la tiré e impactó en la parte trasera de su cabeza.
Se volteó y me miró, esperando que hiciera algo.
Le hice algunas señas de que me pasara las respuestas y el asintió con una sonrisa cuando le mandé un beso.
Tomé mi móvil y empecé a jugar Geometry Dash. Era peor que Candy Crush y Fruit Ninja, porque por más que lo intentaba no lograba pasar del segundo nivel. Era bastante estresante, pero también obsesivo.
Un mensaje llegó a mi teléfono, haciendo que el juego se pausara y gruñí, sabiendo que perdería por culpa del idiota que lo había enviado.
Rápidamente me salí de la aplicación y mi boca casi cae al suelo al leer.
Número desconocido: Ven lo más rápido que puedas en receso. Quiero tu boca en mi polla, E x
Solté un chillido y le pasé el móvil a Seb, que copió mis acciones.
— Joder, era verdad —tapó su boca y me reí.
Por fin cumpliría lo que había estado esperando.