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Nicholas II

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¿Alguien sabe dónde está ese chico llamado Nicholas? La respuesta: no.

Pero ahora a aparecido después de meses y nada es igual. Kristal no es igual, sus sentimientos no son los mismos y tiene muchas dudas sobre todo lo ocurrido.

Nicholas tendrá mucho trabajo si quiere volver a su vida de antes, y es algo que está dispuesto a trabajar con tal de conseguirla a ella, a su chica.

Pero como bien se dice: No es de color rosa. Y esta pareja lo descubrirá muy bien a lo largo de su historia.

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1
(Primer libro: NICHOLAS. Disponible en mi perfil) KRISTAL Desde aquella noche fría en la que Rick y Austin me hicieron saber de la desaparición de Nicholas han pasado cinco duros meses, ninguno sabe dónde se metió tras la pelea. No tengo constancia de su paradero ni mucho menos el porqué de que no esté a mi lado. El primer mes dormía en el sofá solo para ser la primera a la que viera al entrar en casa, luego pasé a la cama, y ahora directamente no voy a esa casa, no quiero estar allí sin no está él, asique he vuelto a la residencia con Amy. Usaba la sala de entreno de Nicholas para descargar toda la impotencia que sentía al no saber nada de él. Intentaron llamar a la policía para denunciar su desaparición, pero nos negamos al recordar el lío que se formó cuando la policía irrumpió en el Nightmare, el haber llamado a la policía solo hubiera hecho que nos interrogaran a todos. No me he podido contactar con él ningún segundo de estos cinco meses, y empiezo a sospechar que Rick y Austin saben algo de él, pero no me lo dicen. Y el que ellos sepan algo y yo no, solo me hace sentir peor ¿Y si ya no quiere saber de mí?     Mike volvió a estar ahí para consolarme, al igual que todos, incluso los dos mejores amigos de Nicholas me consolaron, Rick se volvió menos brusco y me sacaba sonrisas, y Austin siempre me llevaba a dar paseos para despejarme.     Encontré trabajo en una cafetería muy sofisticada y tranquila dónde la gente va a leer, acabar trabajos o relajarse con amigos. Lo encontré tras la boda de mi madre, una bonita ceremonia a la que me acompañó Logan. Ahora mi madre está más feliz de lo que ha estado estos años sin mi padre, cuida a Rose como a una hija y el día del cumpleaños de la pequeña estuvimos todos, incluyendo a Rick que fue el que me llevó hasta mi casa. Gracias a Lora que se ha vuelto a unir con John, he aprendido a cocinar algunas cosas, es una gran maestra, y principalmente me obligó a ir a su casa para aprender, aunque sé que quería ocuparse de que no estuviera todo el día comiéndome la cabeza por saber el paradero de su hijo.     –Amy, me voy –beso su mejilla rápidamente y cojo las llaves de su coche para ir a trabajar.     –Ten cuidado –advierte, despegando la vista de sus libros de texto. Ahora se pasa el día estudiando para los exámenes finales.    –Te traeré algo de la cafetería para cenar.    –Eres la mejor –sonríe y se recoloca las gafas para leer que la han hecho ponerse en la óptica.     Salgo del cuarto con la cabeza gacha escuchando los murmullos de las chicas que andan por los pasillos. Todos se revolucionaron cuando Nicholas no apareció durante un mes, y así sigue hasta ahora, la gente se pregunta dónde se ha metido y otras cosas, pero mi principal pregunta no es esa.       ¿Por qué me dejó? Es mi pregunta.     A la salida me espera Logan, como todos los días que trabajo. Él siempre viene conmigo a la cafetería y se sienta en una mesa a leer hasta que es mi turno de salida, ya que no le gusta que por la noche haga el recorrido del aparcamiento hasta el coche, no le gusta desde el día que me intentaron atracar y salió un compañero de trabajo a ayudarme. Al no trabajar ya en la cafetería del campus saca más tiempo que emplea en animarme y demás cosas, pero ya no estoy tan mal, tengo muchas preguntas en la cabeza pero no me martirizo con ellas, si se fue por algo será, le quiero de vuelta, pero mi vida no se puede detener por Nicholas    – ¿Lista para otro día de trabajo? –Pregunta animadamente mi amigo cuando llego a su lado.     –Sí. Cameron me ha enviado un mensaje para avisarme de que hoy no hay tanta gente –Pulso el botón que abre el seguro del coche y nos subimos a él. El olor que desprende el interior del coche huele a alcohol de la última vez que tuve que recoger a Amy y a Emma de una fiesta y las dos vomitaron en la carrocería trasera –necesito un café.     –Seguro que Cameron te lo prepara –Se burla mi amigo, y todo por el hecho de que Cameron, mi compañero de trabajo, fue el que me salvó de ser robada en un callejón de camino al coche y después robarme un pequeño beso el cual no le reproché.    –No seas estúpido –Salgo del campus en dirección a la cafetería que hay a media hora con el nombre de Jaudont & Gilles, los nombres de los dueños franceses del local.     –Vale, vale, ya paro –Suspira, bajando la ventanilla para que el aire fresco entre en el coche –que calor, me voy a derretir –Bufa.     Río, lleva diciendo eso los últimos dos días cada vez que salimos a la calle, pues el calor ha llegado rápido y yo ya he usado pantalones cortos.     –Es lo que tiene junio, que hace calor –Explico, bajando también mi ventanilla para recibir el aire en mi cuello.     – ¿Qué tal llevas lo de mi hermano? –Pregunta en apenas un susurro, pues hasta para él esto es difícil.     –Cada vez mejor, le hecho de menos pero no tiene remedio, no sé dónde está, si está bien, con quién está... Pero no voy a estar siempre pensando en lo mismo; tengo mi propia vida ¿Tú que tal lo llevas?     ––Bien... mi madre es la que peor lo lleva. Llevamos cinco meses sin saber de él, por lo que ya saca conclusiones precipitadas.     –Nicholas no está muerto –Espeto con voz entrecortada. Mierda, siempre acabo llorando cando hablan de él.     –Lo sé, Kristal, lo sé –Deja caer su mano en mi hombro y seca una lágrima que cae por mi mejilla.    –No sé cómo sentirme, Logan. Le quiero, sigo enamorada de él, pero a la vez le odio por desaparecer.     –Volverá –Me confirma, pero su voz delata lo poco acorde que está con su propia afirmación.     Me pasé una semana entera llamando día y noche, detrás de comer, detrás de ducharme, al despertarme, al irme a dormir, luego las llamadas redujeron a tres veces por día, y ahora apenas marco su número de teléfono una vez cada semana. Sigo con la esperanza de volver a verlo pronto, de reclamarle el abandonarme, pero no sé cómo reaccionaría yo si lo viera. ¿Le pegaría? ¿Le besaría? ¿Correría a sus brazos? Seguramente todas.     Aparco a una calle de la dulce cafetería en la que trabajo y me aseguro de cerrar bien las puertas del vehículo antes de caminar junto con Logan hasta Jaudont & Gilles, una cafetería de estilo rural con ambiente acogedor y familiar, los clientes suelen ser casi siempre los mismos, y hay algunas caras que ya me conozco. Incluso Rick, Austin y Amy han venido algunas veces. Por fuera aprecias el gran letrero con el nombre de la cafetería, la estructura de madera cuidada y pulida con grandes ventanales que dejan ver a la perfección los clientes, por dentro es acogedora con suelo de madera y grandes pilares que sujetan la estructura, los sillones color crema que son usados por los clientes, las mesas y las sillas están distribuidos de forma muy estratégica por el lugar, al igual que el mostrador para pedir. Al traspasar la puerta del local, el aire frío que proporciona el aire acondicionado posicionado justo debajo de la puerta de entrada, me cala los huesos.     –Voy a sentarme por allí –Me susurra Logan, señalando una mesa del fondo pegada a la ventana.    – ¿Café con hielo?     –Por favor –Sonríe, mirándome a los ojos, pero aparto la mirada rápidamente, sus ojos son réplicas a los de Nicholas.     –Ahora mismo voy.     Asiente y zigzaguea entre las mesas para llegar a la mesa en la que sienta casi siempre. Camino en busca de Cameron, ya que me tiene que dar mi delantal verde con el bordado del nombre de la cafetería. Entro en la cocina y saludo a Sara, la amable cocinera de cuarenta años viuda que prepara los bollos y tartas.     – ¿Has visto a Cameron?    –Ha salido un momento a comprar más harina, pero te ha dejado ahí el delantal –Añade, señalando una prenda doblada pulcramente sobre una silla de madera.     –Gracias –Desdoblo el delantal y rodeo mi cintura con él, metiendo en el bolsillo de este una libreta y un bolígrafo –voy al trabajo.     –Suerte mi niña –Se despide, amasando con las manos una masa espesa de color blanca.     Al salir de la cocina me dirijo a la máquina de café, y preparo la bebida helada de mi amigo echando café por un tubo paralelo al que contiene agua, apenas espero dos minutos que el café ya está en la taza que he puesto debajo del escape del líquido. La máquina de café la dominé en una semana, sin embargo con la batidora tardé bastante más. Llego a la mesa de mi mejor amigo y dejo el café sobre la mesa, él desvía su vista del libro electrónico y me sonríe cálidamente.     –Tienes ojeras –Dice –. No duermes bien.     –Últimamente me cuesta coger el sueño –Me encojo de hombros y sigo atendiendo personas.     Tras pasar por una señora embarazada, un señor que reclamaba su batido tres veces aun incluso después de tenerlo, dos adolescentes pesados y una anciana con su nieto, llega al fin mi jornada diaria. Sara me entrega una bolsa con dos magdalenas de chocolate y dos pequeños bollos de nata con fresa, los favoritos de Amy y míos.     –Gracias Sara.     –No ha sido nada –Se limpia las manos en el delantal y se saca la redecilla de pelo, dejando caer su negra y corta cabellera –nos vemos el lunes –Me abraza y termina de limpiar los utensilios de cocina manchados.     Salgo de la cocina y Cameron me intercepta preguntándome sobre mi último día de trabajo en la semana. Solo lo veo tres veces por semana, los lunes, martes y viernes, que son mis días laborales.     –Nos vemos mañana, Cameron –Dejo un pequeño beso sobre su mejilla y veo su rubor.     –Hasta mañana, Kristal –Recoge el delantal que le entrego y lo dobla cuidadosamente –Me preguntaba si te gustaría ir mañana a tomar algo.    –Claro, estaría bien –Sonrío con pocas ganas y le hago una seña a Logan para que sepa que es hora de irnos.     –Te llamo y lo hablamos.    Ante su tono emocionado solo puedo asentir y mirar a Logan guardar su libro electrónico y caminar hacia mí. Me despido del resto de camareros con un gesto de mano y salgo con Logan de la cafetería.     – ¿Qué tal tu jornada laboral? –inquiere, ajustándose las gafas.     –Bien, ya sabes... clientes por aquí, clientes por allá, y una salida con Cameron mañana.     –Ya estaba tardando –ríe, dándome suavemente con su hombro.     –Es una salida de amigos, ya sabes...     –Sé que es mi hermano y esas cosas, pero necesitas olvidarte de él, no sabemos si volverá ni cuando, pero nuestra juventud se nos acaba. Cumples diecinueve años en apenas dos meses, ¿Cuánto tiempo más vas a esperar por él?     –El que haga falta, Logan.    Caminamos en silencio por las calles con el frío caliente de las noches aquí, son las once de la noche y hace calor, asique de día es todavía peor, las farolas alumbras tramos de acera regularmente, y una de ellas da justo de lleno en el coche de Amy. Una música muy conocida para mí llega a mis oídos, por lo que cojo mi teléfono del bolsillo trasero de mis pantalones y me lo llevo a la oreja.     – ¿Diga?    –Oh, Kristal...     –Hola Austin, ¿Querías algo? –Pregunto, abriendo la puerta del coche y sentándome como conductor.     –Mañana viene alguien y quiero que vengas conmigo a recogerlo al aeropuerto.    – ¿Y Rick?     –Está en casa de Mike, lleva allí dos días. Además de que creo que sería bueno que vinieras, ¿Hace cuánto que no sales del campus?     –Ahora mismo no estoy en el campus –Me abrocho el cinturón de seguridad y meto la llave en el contacto para poder bajar las ventanillas.     –Déjame reformular la pregunta ¿Hace cuánto que no vas a un sitio que no sea tu trabajo?    –Esta bien, ¿A qué hora?    –A las cinco de la tarde paso por ti. Que descanses.    –Tú igual, Austin.     Cuelgo el teléfono y miro a Logan, que tiene media cabeza fuera del coche. Me río al apreciar su similitud con un perro y me mira divertido.     –Tengo calor –Se excusa, volviendo a su asiento.     –Ya... –Arranco el coche y pongo rumbo a la residencia –Austin me ha llamado para que mañana le acompañe al aeropuerto, al parecer Rick está dónde Mike y quiere que yo salga un rato de la universidad.     –Ah... ¿Cancelarás la cita con Cameron?    –La aplazaré, no la cancelaré, y es una salida de amigos, no una cita.     –Cita, salida de amigos... para él es lo mismo.     –No lo es... –Suspiro, frenando en un semáforo – ¿Crees que cuando él vuelva será igual?     –No lo sé, espero que sí. ¿Hace cuánto que no intentas llamarle?    –Ayer volví a hacerlo, pero me pasa lo mismo que estos meses, salta el contestador.     –Vendrá pronto, tiene que hacerlo.     –Solo quiero explicaciones, una maldita explicación.     –Lo sé, ¿Quieres dormir hoy allí?    Le miro con el ceño fruncido, él sabe que no piso esa casa desde hace meses.     –Sabes que no. La última vez solo fui para golpear el saco.     Asiente y saca una mano por la ventanilla mientras me adentro en el campus.    A estas horas hay bastante gente en la calle. Hoy es viernes y aprovechan el calor para hacer fiestas, llevamos diecinueve días de junio, y ya han hecho cuatro fiestas, solo asistí a una en la que toda la noche me recordaban la ausencia de Nicholas. Aparco en el aparcamiento de la residencia y suspiro, apoyando la cabeza en el asiento.     – ¿Quieres que le llamemos?     –No lo va a coger, Logan, salta el contestador.     –Vamos a probar –Susurra, sacando su teléfono de cinco pulgadas. Esperamos un rato tras marcar el número de Nicholas, y como siempre, salta el contestador –Mierda.     –Te lo dije –Bajo del coche mirando a ambos lados, pues tengo la esperanza de que aparezca por aquí –Nos vemos mañana Logan.    –Claro –Sonríe y nos despedimos como buenos amigos antes de ir cada uno a su cuarto.     Saco la bolsa de papel con comida del asiento trasero del coche y cuando estoy por entrar a la residencia, cierro el coche con el mando a distancia del coche.     Los pasillos están vacíos y lo agradezco ya que es la única forma de no escuchar sus estúpidas suposiciones a cerca de Nicholas. Estos meses han estado circulando bastantes teorías, desde que le han reclutado en el ejército hasta que se ha metido en la mafia, y todas las que van entre estas son más disparatadas todavía.    Abro la puerta de la habitación y Amy me mira con una sonrisa, quiere la comida. Elevo la bolsa de papel y me siento el frente de mi escritorio, sacando las dos magdalenas y un bollo para ella, yo solo me conformo con un bollito de nata y fresa.    – ¿Solo vas a comer eso? Anda, coge una magdalena –Habla Amy, cogiendo la comida que la entrego.     –Esto está bien, sabes que no suelo cenar cuando trabajo.    –Ya... ¿Qué tal te ha ido hoy? ¿Alguna novedad con Cameron?     –Quiere que salgamos a tomar algo mañana, y... ahora que lo recuerdo tengo que llamarle para aplazarlo.    – ¿Porqué? Cameron es un buen chico, y se nota que le gustas –Muerde su magdalena y se chupa los dedos quitando el azúcar. El primer día de trabajo que Sara me regaló pastelitos, Amy probó la mayoría, y desde entonces siempre que puedo la traigo, ya que para ella son los mejores de la ciudad.     –No es por eso, pero Austin me ha pedido que le acompañe mañana a un sitio, saldré con Cameron en otro momento.     Amy tira el envoltorio de las magdalenas a la papelera y se tumba sobre las sábanas que todavía no ha quitado de la cama. Se despide de mí hasta mañana y rota en la cama dándome la espalda, asique aprovecho para cambiarme la ropa por un pijama de seda verde agua veraniego. Me tumbo en la cama de la residencia, una cama que no es de mi agrado, bueno, ya ninguna cama es de mi agrado si no duermo con él.  ***    –Kristal, tsss... amiga.     Me remuevo en la cama y abro los ojos ante los murmullos de Amy. Su sonrisa cálida y amigable la hace ver más joven de lo que es. Me desperezo y bajo los pies de la cama, estirando mis músculos en el proceso.     –Buenos días –Me sale una mueca y giro la cabeza levemente para el hueco vacío que hay en la cama.     –Buenos días. Me voy a ir un rato con Rush, deberías irte preparando para cuando venga Austin, es la una y tienes varias llamadas de él.     –Gracias por levantarme –Susurro con voz ronca.     –No es nada –Coge las llaves del coche y se despide lanzando un beso al aire, provocándome una carcajada.    Una vez sola en el cuarto rebusco en el armario algo de ropa veraniega, el calor que hace al sol es insoportable y siempre que puedo busco sombra. Acabo eligiendo un vestido azul oscuro hasta las rodillas que tiene al final del vuelo dos líneas paralelas que dan una vuelta y están conectadas por una tela casi transparente, tiene un bonito escote que aplasta mis pechos y no necesita el uso de sujetador. Necesito una ducha, huelo a café y a bollería, olores que no me molestan pero con los cuales no quiero convivir de por vida, y mucho menos salir a la calle con ellos. Los pasillos están tranquilos cuando camino por ellos hasta las duchas, una de las muchas cosas por las que echo de menos la casa de Nicholas. El agua de la ducha es caliente, y tengo que quitarme de debajo del agua para regularla a un agua más fría.     De camino a la habitación veo a Austin apoyado en la pared de enfrente a mi puerta, le sonrío amablemente mientras aprieto la toalla más contra mi cuerpo.     –Hola, no te esperaba tan pronto.    –Yo tampoco esperaba que el vuelo se adelantara, además de que tardamos tres cuartos de hora en llegar –Se impulsa con el pie en la pared y consigue despegar su espalda de esta.     –Voy a vestirme, ahora salgo –Aviso, abriendo la puerta y cerrando a mis espaldas.    Me coloco el vestido sin problema y saco unas bonitas bailarinas color crema de la parte del armario que juntamos Amy y yo para poder cambiarnos los zapatos. No necesito peinarme, pues mi pelo suelto y mojado al secarse se queda con algunas ondas, y no soportaría el calor del secador chocando contra mi pelo y piel. Cojo un bolso blanco y meto dentro mis cosas, asegurándome de llevarlo todo. Austin se ha acostumbrado a llevarme a cenar después de ir conmigo a dar una vuelta. Su cara se descompone al verme, lo que hace que ría nerviosa.    –Joder, luego me preguntaba que tenías para gustar tanto a mi amigo.    Hago una mueca un momento y él parece notarlo, pues pasa su brazo por mis hombros y me besa en la mejilla. Austin se ha convertido en un gran amigo, siempre que estaba mal y Logan o Amy estaban ocupados venía él y me hacía reír, con él siempre me olvido de Nicholas.     –No pasa nada –susurro no muy segura – ¿Sabes algo de él?     –No.     – ¿Le echas de menos?     Unas chicas pasan por nuestro lado y empiezan a susurrar cosas. El rumor de que me estoy tirando a Austin vuela por todo el campus. Él sabe que a mí eso me molesta, desde que no veo a “La Bestia” no he hecho nada con otro chico, y Austin respeta demasiado a Nicholas como para intentar algo conmigo.     –Sí. ¿Todavía crees en que volverá?     Asiento lentamente mientras busco su furgoneta con la mirada.     –Sé que volverá, nos tiene aquí.     –Solo podemos esperar –Me abre la puerta del vehículo y nada más entrar un calor sofocante me abrasa, por lo que bajo la ventanilla.    – ¿A por quién vamos? –Pregunto, recordando que no me dijo nada anoche.     –A por un amigo, viene a pasar unos días en mi casa.    Suspiro satisfecha con su respuesta y me dedico a mirar los coches que nos pasan por el lado.     No pasa mucho tiempo, o no me parece tanto tiempo el que tardamos hasta llegar al aeropuerto, pero al llegar Austin busca un sitio libre para aparcar entre todos los coches, y lo encuentra, pero muy lejos de la entrada al aeropuerto. Me hace bajar rápido del coche, el vuelo de su amigo ya ha llegado y no quiere hacerlo esperar. Corremos entre los coches cogidos de la mano para no separarnos, y al entrar por las puertas correderas me tengo que pegar mucho a Austin, . El barullo de personas no me deja ver nada y necesito de la ayuda de mi amigo para poder caminar.     – ¡No te separes de mí! –Exclama, para que le pueda oír sobre el ruido que forman las personas.     Llegamos a la salida de los vuelos que acaban de llegar a tierra, y Austin agita la mano a un chico delgado que carga una mochila grande de color verde. El pelo pelirrojo del chico hace que instintivamente mire el mío, sus ojos son marrones casi negros y el gran tatuaje de un dragón que cubre su brazo contrasta con su piel blanca como la nieve, lo que me llama la atención, es un chico guapo, de eso no hay duda, y alto, tanto o más que mi hermano.     El pelirrojo traspasa un cordón azul y se sitúa frente a nosotros.    –Hola –Saluda amablemente, no hay comparación a los primeros días que conocí a Austin o a alguno de los otros dos.     –Hermano, ella es Kristal. Kristal, él es Harry –Nos presenta Austin, pegándome más a él cuando un señor mayor pasa por nuestro lado y me mira.     –Hola –Saludo tímida.    –Encantado –Besa mi mano al cogerla y me ruborizo por el gesto.     – ¿Qué tal te ha ido el viaje? –Pregunta Austin a Harry, quitando su brazo de mis hombros pero manteniéndome cerca de él.     Aprovecho que están hablando para observar el aeropuerto y las personas que hay. Algunas familias se abrazan, lloran, ríen, otros se besan... sonrío al ver a dos chicas besarse, algunos les miran mal, otros ponen caras de asco, pero eso a ellas no las importa, se demuestran que se quieren delante de gente. Observo a un chico que arrastra una maleta negra, lleva unas gafas de sol sobre su oscuro pelo, pero mi respiración se corta al ver todos los tatuajes que cubren sus brazos.     –Austin... –susurro, cogiendo su mano y apretándola –Austin, mira –digo esta vez más fuerte y con la voz amortiguada.    – ¿Eh?     Le señalo con la cabeza el chico de tatuajes, y parece pensar lo mismo que yo al verle.     Mi primera impresión al verlo entre la gente del aeropuerto es gritar de alegría y correr a sus brazos, pero el agobio que siento al estar entre tanta gente más los empujones y codazos de la gente.    – ¡Nicholas! –Grita Austin con la voz más profunda y grave que le he escuchado.     Con un giro de talones me dirijo a la salida esquivando turistas y demás personas que hay aquí.  Busco la furgoneta de Austin entre todos los coches y al encontrarla y llegar a ella me apoyo sobre la puerta. Solo quiero saber por qué se fue sin despedirse, sin avisar o siquiera mandar un mensaje. Llevo cinco meses preguntándome qué pasó aquella noche, pero nadie lo sabe. 

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