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4295 Words
NICHOLAS Verla tan vulnerable, mordiéndose el labio y tartamudeando hace que me caliente como el animal que soy, pero lo que más me pone es sin duda el hecho de que cada vez que se mueva sus perfectas tetas se muevan con ella. Tengo que llamar al diseñador del vestido que llevaba ayer para darle las gracias por inventar un vestido con el que no se necesite sujetador. Anoche tuve que levantarme a mitad de la noche para ducharme con agua fría, la tenía restregándose contra mí y sus jodidas tetas y en sí, su cuerpo entero me calentaba, me empalmé tres veces por su culpa. Y ahora mismo, teniéndola delante de mí y con las mejillas rojas solo tengo ganas de follarla y encerrarla en mi habitación. Me importa una mierda si para ella es muy pronto o precipitado, me acerco a ella y la beso como no he besado en mi vida, con b********d y una pasión que nunca antes había podido expresar, y es que besarla es el sinónimo de subir al cielo, un sinónimo que solo yo conozco. No se sorprende y apenas tarda en seguirme el ritmo con la misma fuerza y necesidad, y es que desde que la vi ayer en el aeropuerto hasta ahora no he parado de pensar en nosotros, en las vueltas que ha dado mi vida en los meses que ella lleva en esta. Me arrepiento la forma en la que la hice ser mía, pero nunca me voy a arrepentir de haber ido tras ella.     Sus labios se mueven sobre los míos de una forma que solo ella sabe, dulce y agresiva, con un beso es capaz de decirme todas las cosas que no es capaz de decirme por miedo, aun así sé lo que quiere ahora mismo, y es justo lo que yo quiero. Bajo mis manos hasta tenerlas justo en su culo, con tan solo poner ahí las manos ella ya sabe qué hacer, por lo que salta y se enrolla en mi cadera sin despegar los labios de los míos. Empieza a mover las caderas y juraría que podría correrme solo estando así, pero eso no es lo que quiero, quiero la experiencia completa. Voy al salón sin problema alguno y la tumbo en el sofá, dejándola debajo de mí con la respiración acelerada. Me tomo un momento para ver si me permite quitarle la camiseta, y cuando me reta con la mirada y una sonrisa burlona se posa en sus labios se la quito del cuerpo de un tirón. Observo su cuerpo milímetro por milímetro, una corona situada en medio de sus pechos un poco más abajo del escote hace que me muerda el labio y mi bóxer se haga más elástico. Se ha hecho un tatuaje debajo de las tetas, y juraría que la sonrisa de su cara es por mi reacción.     –Sabía que usarías mi regalo, pero coño –bajo mi lengua al tatuaje y lamo la tinta pasando por sus tetas –, no pensaba en esto. Me sorprendes demasiado.     Su risa cuando llevo mi lengua a sus pezones hace que un brutal gruñido salga de mí y llevarla a la habitación. Si no me quito los calzoncillos los voy a reventar. La siento en el borde de la cama y me quito el bóxer sacando un condón del cajón de la mesilla.     –Que rápido –enarca una ceja y asiente divertida.     Me encanta que sea así en estos momentos. Es una buena chica, la más amada por los padres, pero a la hora de hacer guarradas es la hostia.     Sonrío subiéndome a horcajadas sobre ella y haciendo que se tumbe boca arriba.     Me gusta la forma en que sus tetas se aplastan dejándome ver con mejor detalle la corona y las palabras que hay bajo esta “La Bella”.     –No te imaginaba de estas –Sonrío, tocando con mis dedos las palabras en cursiva.     –No te hagas ilusiones, es mi princesa favorita –Bromea.    –Tengo una idea –Sonrío. La encantará.     –Cuéntamela luego –Su voz chorrea lujuria, y cuando pasa sus delicadas manos por mi espalda me tiemblan los brazos unos momentos.     Junto, sobre sus bragas, nuestras caderas haciéndola gemir en alto. Arquea la espalda y aprovecho que su pelo rojizo destapa su cuello para llevar mis labios ahí y dejar una marca. Noto el frío de la pulsera en mi cuello cuando baja las manos hasta llegar a mis manos que hasta ahora se han mantenido a los lados de su pecaminoso cuerpo. Baja sus bragas y al momento que caen al suelo tira de mi pelo haciéndome gruñir. Muevo mis caderas sobre ella y sé que la estoy haciendo cosquillas con mi nariz en el cuello cuando ríe y me mira a los ojos, sus verdes ojos han recuperado el brillo que ayer en la furgoneta no tenían y ahora la sonrisa cargada de amor que me da me hace sentir débil ante ella, ante sus encantos.     –Llevo sin follar cinco meses, perdóname si soy un bruto –Susurro en su oído.     Se ríe y gira la cabeza quedando muy cerca.    –Yo también, perdona si soy una salvaje.    Sonrío y niego, metiéndome en ella. Su primer gemido me excita como nunca, y ante sus súplicas acelero el ritmo cada vez más. Estoy seguro de que debo de tener la espalda llena de sus arañazos a estas alturas, pero eso me excita, al igual que el que ella me tire del pelo. Por mucho que haya follado con otras, con Kristal siempre será diferente, ella hace que todo sea mejor, incluso el darte una ducha normal lo puede convertir en un sucio juego, y eso me encanta. Las gotas de sudor que cubren su tersa y morena piel y caen por sus tetas me hacen querer más y más.     Llevo masturbándome meses pensando en su cuerpo, en sus palabras, en la forma que tiene de hacerlo ella, pero nada se compara a probarla y poder sentirla de verdad.     –Hostia puta –Gimo ante el placer que me da.     –Nicholas...    Su jodido tono amoroso y pervertido me hacen que se la meta más y con embestidas más lentas y dulces. Tiene la respiración agitada y se muerde el labio de manera provocativa batiendo las pestañas y sonriéndome.     –Dime que quieres, nena –Digo.    –A ti.    –No me convence tu respuesta –Beso sus tetas.    Eleva mi cabeza y junta sus labios con los míos, moviendo sus caderas y haciendo que me mueva.     –Quiero que me folles como solo tú sabes.    –Eso me gusta más –Sonrío orgulloso y nos llevó hasta el cabecero de la cama.     Me acomodo entre sus piernas y sigo follándola de tal manera que su espalda choca contra la tabla.    Los gemidos que suelta en mi oído y las palabras sucias por su parte y por la mía hacen que los dos nos estemos calentando más por momentos, sus piernas tiemblan y las mías también.     –Joder Kristal... juntos...     Y así pasa, ella apoya la cabeza en mi cuello y suspira feliz, mientras que yo la rodeo con mis brazos y beso su cuello.     –Te quiero –me susurra agitada.     Esas son las dos palabras que más feliz me hacen, desde la primera vez que salieron de sus labios me enamoró con ellas más de lo que ya lo estaba y estoy.     Salgo de ella y le hago un nudo al condón, encestándolo a la papelera que hay junto a la mesilla de noche. Gateo hasta quedar sentado a su lado, con la espalda apoyada en el cabecero y pasando un brazo por sus hombros. Ella suspira y sube su vista hasta dar con mis ojos. Sí, definitivamente quiero estar con ella hasta el día que me muera.     –Yo te quiero de aquí a la luna.     –Yo de aquí a otra galaxia.    –Yo te quiero tanto que no se puede contar con todos los universos existentes.     Se ríe con ganas y la miro con una sonrisa.    –Eres muy cursi cuando quieres –Dice.    –Te gusta este cursi –Replico señalándome.     Se levanta de la cama y se pasa los dedos por el pelo, haciendo que sus tetas se muevan provocativamente.     –Estoy enamorada de este cursi –Coge la camiseta del suelo y se la pasa por la cabeza.     –Me gusta que digas eso –Confieso, levantándome y cogiendo unos calzoncillos nuevos del armario.     –Es lo mismo que decir que te quiero –Asegura, apartándome del armario y buscando en uno de los cajones que aun contiene algo su ropa.     Me tengo que controlar para no volverla a follar cuando se inclina y mi camiseta se la sube hasta que se la ven los cachetes del culo, por fin coge unas bragas y se las coloca, pero no puedo apartar la vista de ella aun cuando está medio vestida.     –No es lo mismo –Aseguro, muy de acuerdo con mis palabras –te quiero, se lo dices también a tu madre y amigos, sin embargo no estas enamorada de ellos, de mí sí.     –Muy buena explicación –Me da un golpe en el brazo –Pero un te amo es lo mismo que decir que estoy enamorada de ti ¿No?     –Sí –Me paso las manos por el pelo y me tiro en la cama mirando el techo.     –Entonces yo te amo –Escucho que dice a la par que gatea hasta estar encima de mí.     No sorprenden sus palabras, bueno, no mucho, ya sabía el camino que estaba llevando la conversación, pero escucharlo salir de sus labios lo hace mucho mejor.    –Dilo otra vez –Pido, incorporándome en la cama y rodeando su espalda con mis brazos.    –Te amo –Sonríe y se acerca a mis labios.    Mi piel está marcada por dibujos, pero mi corazón está marcado por su nombre. Lo sé desde que la vi perdida en mi pelea.    –Me gusta cuando sale de ti –Acorto el poco espacio que nos separaba y el corto que beso nos damos me basta –Yo también estoy jodidamente enamorado de ti.    –Lo sé –Ríe.     Enarco una ceja dispuesto a replicar, pero su teléfono suena sobre la mesilla. Se quita de encima de mí y me rodea para cogerlo, la foto de un chico moreno con ojos azules aparece en la pantalla.     –Hola Cam –Saluda animadamente, con su buen humor natural, ese que hace que tu peor día se convierta en el mejor –Hoy no puedo, lo siento...     Olvido que está hablando con alguien y aprovecho para vestirme con unos vaqueros y una camiseta blanca de manga corta. El puto calor que hace aquí es insufrible, y a la mínima que pases mucho tiempo en el sol te quemas, y eso que solo es junio.  Entro al baño bajo la mirada divertida de la pelirroja y me lavo los dientes. Ella es la única que no me juzgó por mi aspecto o las primeras palabras que oía mías y aun así la fallé, es la mejor chica a la que he tenido el placer de conocer y la única con la quiero hacer lo que hago, el mito de que las pelirrojas son unas putas es totalmente falso, ella es todo lo contrario. Salgo del baño listo para ir al estudio de tatuajes y veo a Kristal ya cambiada con unas mayas que me ponen demasiado y un top que eleva sus tetas. Tiene el pelo recogido en una coleta y el pendiente de lo alto de su oreja es algo que me encanta, algo que solo yo sé que está ahí, es un aro tan pequeño que es casi invisible, pero al acercarte lo notas y te dan ganas de moverlo con la lengua.     – ¿Cómo cojones te has cambiado tan rápido?     –Llevas un rato dentro del baño –Ríe, haciendo que unas pequeñas arrugas la salgan en los lados de los ojos – ¿A dónde vamos?     –Al estudio de tatuajes.    Ella asiente sin decir nada y coge sus cosas. Cojo su mano como una costumbre de meses atrás y la saco del apartamento rápido, si llego más tarde de las dos de la tarde el tatuador que hay es un gilipollas que tarda años en hacer una puta letra.     – ¿Quién te ha llamado antes? –Pregunto al entrar en el ascensor.     –Un compañero de trabajo –Se encoje de hombros y apoya un hombro en la pared – ¿Celoso?    –Si una foto de un tío sale en tu teléfono, sí.     –Tengo fotos para todos –Responde.    –Quiero ver la mía –Cojo su teléfono y busco mi nombre la letra N, pero no sale nada, así que lo busco por B de Bestia y aparece. Sonrío al ver la foto que nos tomamos en Navidad frente al árbol, sus labios están pegados a los míos y la sonrisa que tiene ella es única.    Se me borraron todas las fotos romper el móvil, por lo que añado mi nuevo número a su teléfono y me envío todas las fotos que tenemos juntos y algunas que veo suyas que me gustan.    Me arrebata el teléfono de las manos y se lo guarda en el bolso.     – ¿Para qué vamos al estudio de tatuajes?     –Quiero uno nuevo.     Coge mi mano y como costumbre suya, juega con mis dedos, me gusta que haga eso, se la ve concentrada dibujando cada línea que decora mi piel, la forma en que frunce el ceño cuando está concentrada o el cómo se muerde el labio la hace ver tierna y jodidamente sexy.     La monto en la moto delante de mí y para callar sus quejas sobre el traerla casi arrastras por el aparcamiento la cojo por la nuca y la beso apenas unos segundos.     –Hay veces que calladita estás más guapa.     Bufa divertida y se apoya en mi pecho cuando arranco y empiezo a conducir por las calles hasta el estudio. Me he dejado allí más dinero que en mi casa entera. El local es muy pequeño pero familiar, ya todos me conocen y respetan por lo que soy. Las paredes están cubiertas por prototipos de tatuajes o de clientes frecuentes con sus nuevas adquisiciones, salvo yo, que en mi vida dejo que me hagan una foto a no ser que sea alguien importante para mí. El dueño del local, Ryan, es un hombre gordo que se ha pasado de cigarrillos en su vida, es un buen tipo cuando lo conoces, pero al principio es un hijo de puta.      –Joder Nicholas ¡Cuánto tiempo! –Exclama, dándome un golpe juguetón en el hombro.     – ¿Qué hay Ry?     –Todo sigue igual, adolescentes borrachos en busca de una nueva rebeldía, tías buenas intentando parecer malas... lo de siempre –Su vista se centra en mi acompañante y la sonríe –Hola Kristal.     –Hola Ry –Saluda amigable, dándole un corto abrazo al hombre.     –– ¿Os conocéis? –Pregunto. Kristal solo estuvo aquí cuando se hizo el tatuaje que yo la regalé, entiendo que sea amable y tal, pero no como para llevarse tan bien con Ryan.     – ¡Claro que la conozco! La primera vez que vino fue hace... ¿Cuatro, cinco años?    –Cinco –Responde ella asintiendo –Acompañé a mi hermano y aproveché para hacerme el piercing –Añade mirándome –desde entonces me he pasado unas cuantas veces más, añadiendo para el tatuaje.     Esta chica cada vez me impresiona más.     –Cojonudo, pero a lo que veníamos, quiero uno nuevo.    – ¿Otro?     –Por lo menos no tengo una puta pistola tatuada en la frente.     –Bien, pasa dentro ahora voy. ¿Tú quieres algo? Ya sabes que tu padre era mi mejor amigo y te puedo regalar un tatuaje por ello.     A Kristal se le ilumina la cara y asiente.     –Quiero un tatuaje –Habla ella feliz.     ––A ver qué coño te haces –Aviso, entrando en una sala y tumbándome sobre una camilla por la que me sobre salen los pies.     A los minutos entra Ryan con una sonrisa y se sienta en un taburete acolchado.     –Muy bien muchacho, ¿Qué quieres?     –Una corona como la de Kristal pero masculina y que ponga “La Bestia”.    –Cursi de mierda –Masculla, mojando la aguja en tinta e imprimiendo justo el tatuaje que quiero.     Asiento y recuesto la cabeza sobre mis brazos.    –Lo quiero en el gemelo –Ordeno.    –Lo que tú digas –Pone la plantilla en mi piel y con concentración empieza trazando las líneas finas – ¿De qué conoces a Kristal?     –Va a mi universidad.    – ¿Y...? Sé que no solo es eso. Las coronas, el venir juntos, que la regalaras el bono...     –Estoy enamorado de ella.     –Ya lo sabía, por eso la tatuó mi mujer.    –Si me llego a enterar que le viste las tetas a mi chica te saco los ojos con la aguja.     –Agresivo de mierda –Ríe –Es una buena chica, no la dejes escapar.     –No lo haré, puede que sea gilipollas, pero no tanto.     –Deberías haber conocido a su padre –Asiente, como recordando viejos tiempos –Seguro que si siguiera vivo te hubiera prohibido ver a su hija.    –Nunca habla de él, solo sé que está muerto.     –Era una gran persona, siempre estaba con su familia. ¿Conoces a Christian?     –Mmmm...    –Es igual que su padre de joven, al igual que Kristal es la viva imagen de Liz con veinte años menos.     –Siempre dices que te mudaste aquí de un pueblo, tú vivías dónde ella y te mudaste.     –Eres muy listo para ser un cabrón.     –Algo se me tendría que pegar de Kristal.    –A ella también se le ha pegado algo de ti.     –Lo de pervertida, otra cosa no puede ser...    –La tinta imbécil –Pasa un papel por el tatuaje, retirando el exceso de tinta –Pensé que siempre te vería con una tía distinta.     –Ya ves que no.     – ¿Cómo la conociste?     –Oh, no me jodas que vas a ser como esos padres que preguntan un huevo de cosas.    –Ya me callo, ya me callo.     El resto de los tres cuartos de hora que estamos metidos ahí dentro los pasamos callados. Es un hombre que se toma muy enserio su trabajo y todo lo que hace lo hace con estilo y pasión, lo que hace que los tatuajes sean verdaderas obras de arte.     Le pago lo que cuesta y no necesito que me de las indicaciones para curarlo, pues ya sé todo lo necesario. Me siento en un sillón del local y espero quince minutos a Kristal, hasta que sale de una sala hablando animadamente con la mujer de Ryan. Quiero saber qué coño se ha tatuado ahora, y es por eso que nos despedimos rápido del matrimonio y la llevo a la moto.    ––¿Qué te has hecho? –La pregunto en un susurro tirando del lóbulo de su oreja.    –Cuando estemos en la residencia te lo enseño.    Me guiña un ojo y me hace reír cuando besa mi mandíbula. Arranco y en menos de lo que esperaba estoy aparcando frente a la residencia.     – ¿Me lo enseñas ahora? –Meto las manos bajo su top y rozo su pecho antes de que me las aparte de un manotazo.     –No está ahí, guarro.     j***r, mis pensamientos me llevan a otro sitio, y con cuidado de que no nos ven acabo metiendo mis manos por sus mayas y masajeando su culo.     –Te juro que si lo tienes dónde creo...     –No está ahí tampoco –Me corta, quitando mis manos de dentro de sus mayas y poniéndolas en su cintura –Ahí mejor –Eleva las manos y se quita el pelo que ahora lo tiene suelto. Unas bonitas alas en medio de los omóplatos es su tatuaje. Son preciosas pero muy femeninas, aun así he de reconocer que mi Bella tiene un buen gusto a la hora de marcarse.     –Joder, son la hostia –Admito, pasando mi dedo por encima del plástico que lo cubre.     –Quiero ver el tuyo –Pide, girando la cabeza y sonriendo.     Me levanto el pantalón y dejo a la vista el tatuaje.     –Ha hecho un buen trabajo.     –Es precioso –Susurra, llevándose una mano al suyo, que por culpa del top no se deja ver.     –Ahora no nos puede dar el sol –Recoloco su pelo sobre el tatuaje y yo me bajo el dobladillo del pantalón.     –Y yo que tenía ganas de enseñar mis tatuajes en la piscina...    Me imagino a Kristal en bikini y enseñando la corona que de manera indirecta dice que ella me pertenece. Sonrío y rodeo su cintura con mis brazos. No somos tan diferentes después de todo.     –Me los puedes enseñar a mí, desnuda –Digo serio.     –El miércoles podrás ver los dos al mismo tiempo –Baja de la moto apoyándose en mis rodillas y me sonríe cuando sus pies tocan el suelo. El miércoles vamos a tener una buena sesión se sexo, quiero ver todo su cuerpo al desnudo y poder ver sus tatuajes –Gracias por volver.    –No podía estar desaparecido de por vida, y menos estando sin ti –Me coloco quedando cara a cara con ella y la posiciono entre mis piernas.    –La gente decía que no volverías –Su voz suena amortiguada cuando se sujeta con fuerza a mi camiseta y unas lágrimas se la escapan.     –Pero ya estoy aquí, olvida a los demás.    Asiente aun pegada a mi pecho y siento que tengo el deber de protegerla. Recuerdo que me sentí como la mierda cuando me enteré de que era maltratada por Troy, ese cabrón la pegaba por miedo a perderla cuando lo que hacía era alejarla más de él. Yo lo último que quiero para Kristal es que algo malo la pase, y haré todo lo que pueda por ver su sonrisa. Él sigue enamorado de ella, y más de una vez me ha amenazado con gilipolleces con tal de que me aleje de ella, cosa que no voy a hacer, sería muy estúpido por mi parte.     –Debo ir a estudiar y tú tienes que ir dónde tu madre –Se seca las lágrimas y se pasa la mano por el pelo.     Asiento, mi teléfono no ha parado de vibrar y me maldigo por haberle dado el nuevo número a mi hermano, seguro que es él para exigirme que vaya a casa a comunicarle a mi madre que su hijo no está muerto.     –Nos vemos mañana –Estiro el brazo para coger un mechón de su pelo y ponérselo en la cara, ríe y da un paso al frente.    Las miradas de la mitad de los estudiantes están puestas en nosotros, ya no me molesta, te acostumbras, pero son unos putos cotillas que no tienen vida privada. Imagino la de cosas que ha tenido que estar escuchando estos meses sobre mí y me hierbe la sangre, pero ahora estoy aquí para callarlos. Bajo la cabeza quedando a su altura y a lo lejos veo a Sandra caminar hacia nosotros. Kristal dio en el clavo la noche que me hizo ver lo que la pelinegra siente por mí, pero j***r, es muy pesada. Me bajo de la moto, quitando las llaves del contacto y guardándomelas en los pantalones. Quiero asegurarme de que Sandra no dice nada, es por eso que me ofrezco a llevarla a su habitación sin obtener un no por respuesta. Sé que cuando deje a Kristal en la habitación me va a hablar y sé igual de bien que me voy a pasar sus palabras por los huevos. Sandra está resentida por el hecho de que la pelirroja me llamó la atención desde un primer momento. Aún recuerdo la cara de confundida que tenía al ver el ring, sus muecas al ver cómo le partía la cara a su hermano, y la mirada fulminante que me echó cuando me reí de su discusión con su hermano. Desde un principio la traté como a un reto, y yo a esas alturas me había follado a Sandra varias veces, pero sin compromiso alguno, ni siquiera me acordaba de su nombre, en cambio me quedé con el nombre de Kristal a la primera de cambio, siempre me fijaba en la pelirroja y ponía como excusa el reto. Sandra no se tomó nada bien que cambiara por Kristal y no por ella, y ahora intenta convencerme de gilipolleces.     Cuando dejo a Kristal en la puerta de su habitación la freno antes de que introduzca la llave en la cerradura.     –Y mi beso de despedida –Me acerco a ella, acorralándola entre la puerta de su cuarto y mi cuerpo, sus ojos se mueven hacia los lados buscando una salida, pero hasta que no tenga mi beso no va a ninguna parte.    –Técnicamente no es una despedida, te voy a volver a ver mañana.    Su inteligencia me gusta, no es de esas que necesitan hacerse la tonta para tener a cualquiera a sus pies, ella es lista y no le avergüenza demostrarlo para debatir algún tema.     –Si quieres estudiar tendrás que hacerlo –Me acerco más a ella y veo la debilidad en ella cuando queda pegada a la pared y mis ojos están fijos en sus labios.     Se los relame dejándolos húmedos y brillantes, puedo notar como mis pupilas se dilatan con tan solo ver eso, quiero ser yo el que la humedezca los labios cuando quiera. Inclino la cabeza y paso mi lengua por sus labios, saboreando cada parte de estos, ella gime en respuesta y tira de mi camiseta brutamente hasta que se pone de puntillas y me mete la lengua, sus besos son adictivos, y si por mí fuera estaría todo el día pegado a sus jodidos labios, pero no puedo. Cuando nos separamos ambos tenemos la respiración agitada y el poco aire que corre entre nosotros se mezcla.     –Estás muy animado, necesitas agua fría –Ríe, besándome en la mejilla y entrando a su habitación.     No entiendo sus palabras hasta que bajo la mirada y me encuentro con una puta tienda de campaña en mis pantalones. Sonrío y niego divertido, con unos besos es capaz de provocarme cosas que jamás me habían pasado. 
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