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3059 Words
KRISTAL Me tiro llorando hasta que llegamos a la universidad.     –Van a estar todos revolucionados por tu vuelta –Susurro.    –No me importa.     –Hay muchos rumores sobre ti...    –Sigue sin importarme –Seca algunas lágrimas de mis mejillas y las besa.    Sus labios contra mi piel hacen que una corriente de calor me traspase el cuerpo. Aún tengo muchas preguntas, y hasta no saber todas las respuestas no voy a empezar la relación.    La puerta trasera se abre y Austin sonríe al vernos, me estira la mano y con su ayuda bajo con facilidad de la furgoneta, luego bajan la maleta de Nicholas y por último él. Los gritos pronto se hacen presentes, y los universitarios empiezan a acercarse a nosotros como cucarachas.     –Te lo he dicho –Le susurro.    Sus dedos encajan con los míos y aprieta mi mano.     – ¡Kristal! ¡Kristal! –Exclaman.     Giro mi cabeza hacia Logan, que viene corriendo hacia nosotros hasta el momento que ve a su hermano y para en seco. Bajo la vista a nuestras manos y sonrío, pero esa sonrisa se borra al ver la hora. Cameron me ha cambiado el turno, yo trabajaba hoy y él hacía mi turno del lunes, pero no quiero ir a trabajar, quiero quedarme con Nicholas.     – ¡Logan! –Sonrío.     – ¡¿Dónde coño estabas?! –Grita mi amigo a “La Bestia” – ¿Sabes que mamá te toma por muerto? ¿Sabes lo mal que lo hemos pasado?     –Yo también me alegro de verte, hermano –Ironiza en un gruñido.     –Lo que digas –Espeta Logan, furioso.     –No tengo ganas de discutir, quiero una puta cama –Nicholas tira de mi mano y enseña el dedo a todos aquellos universitarios que nos miran.     –Nicholas –Paro en seco –Me tengo que ir...     – ¿Otra vez? –Me pregunta Austin cansado, pues bien sabe que ayer trabajé y si hoy trabajo tampoco cenaré.    –No pasa nada, cenaré allí, tengo demasiada hambre.     – ¿A dónde vas? –El tatuado me hace mirarle y su ceño fruncido junto con sus labios formando una línea es la única forma que tiene su cara.     –Conseguí un trabajo y un compañero me ha cambiado el turno.    – ¿Vamos contigo?     –No hace falta, Logan siempre me acompaña, tú puedes ir a descansar.     Parece pensárselo un momento, pero acaba soltando mi mano y asintiendo.     – ¿Te veré luego en casa?     –Nicholas, yo no puedo hacer como si todo siguiera igual.     –Yo sí puedo.    Le miro a los ojos y niego, no fui yo quien desapareció por meses, ahora es diferente, no sé qué hizo mientras yo lloraba.     –Pero yo no, punto. Tengo muchas preguntas –sentencio, caminando hasta estar junto a mi mejor amigo –Nos vemos.    Logan camina enfadado unos pasos por delante, su hermano acaba de volver y no quiere hablar con nadie, me ha explicado el porqué de su ausencia, por una parte lo entiendo y admiro que me ha protegido, a todos nos ha protegido, pero podría simplemente haberme enviado un mensaje desde el número de otra persona. Sigo enamorada de él, pero tengo muchas cosas en la cabeza, los exámenes finales están acabando conmigo al igual que el trabajo en la cafetería, pero necesito el dinero para comprarme el coche para el que estoy ahorrando.     En el coche de Logan reina el silencio hasta que llegamos a la cafetería y consigue aparcar justo enfrente.     – ¿Estás bien? –Pregunta al bajar del coche.     –Sí, ya está aquí –Miro a ambos lados de la carretera y tiro de la mano de Logan para cruzar a la otra acera – ¿Tú que tal lo llevas?     –Mal, todos necesitamos una puta explicación que sirva de excusa para su ausencia.     –Tiene buenos motivos Logan.     El olor a café inunda mis fosas nasales al momento que cruzo la puerta de la pequeña cafetería. Ya sé lo que quiere Logan, pide lo mismo cada día que viene.     –No serán tan buenos –Bufa –encima se me ha olvidado el libro electrónico.     Río y saco el mío de mi bolso.     –Toma, usa el mío.    –Me voy a sentar, ya sabes lo que quiero –Besa mi mejilla y esquiva a una anciana para llegar a su mesa habitual.     Sara me espera con el delantal cuando entro a la cocina, algunos pelos se la escapan por la redecilla y tiene manchada la cara con masa de bollos. Paso mi dedo por mi mejilla y me lo meto en la boca, los pasteles de Sara son de los mejores que he probado en mi vida.    –Gracias por hacer el turno de Cam, si no hubieras podido tendría que haber salido yo.    Cojo el delantal y la aseguro que no ha sido problema, para ella tiene que ser todo un reto duro estar atenta a cocinar y a atender las mesas.     – ¿Has visto mi libreta? –Pregunto, abriendo los cajones dónde deben estar.     –Segundo cajón junto al horno –Dice mecánicamente, batiendo una mezcla espesa ne un bol.     Abro el cajón y la libreta negra con mi nombre escrito sobre un papel y pegada con celo a la tapa aparece encima de los trapos. Los meto en el bolsillo del delantal y me aseguro de tenerlo bien puesto.     –Gracias Sara.     –Tienes ahí una bandeja con algunos pastelitos –Señala una bonita bandeja de color rosa pastel con tres pequeños bollos de fresa y dos magdalenas rellenas de nata.     –Mmmm...     Cojo una magdalena y me la voy comiendo mientras preparo el café helado de Logan, decido llevarle una magdalena de Sara, ya que a él también le gustan, de hecho un día me dijo que le gustaría casarse con una. Pongo el café junto con una magdalena de nata junto tres sobres de azúcar y una cucharilla sobre un plato mediano para que quepa todo. Solo tengo que rodear la barra y esquivar tres mesas para llegar hasta mi amigo, que lee tranquilamente sentado en una silla de madera oscura. Deposito el plato sobre la mesa y lo primero que coge es la magdalena.     –Me voy a casar con Sara solo para comer de estas indefinidamente.    Río y me llevo el papel que recubría a la magdalena para tirarlo. Mayormente la gente que pasa por aquí son universitarios ocupados en sus estudios y con poca vida social, pero también vienen ancianos y madres con sus bebés. Son tres horas lo que dura el turno de hoy de Cameron, pero sobre las diez ya se va vaciando la cafetería y no necesito trabajar más. Doblo el delantal y lo dejo en la cocina, guardo la libreta y el bolígrafo en el cajón que corresponde y cojo los dulces antes de despedirme de Sara y caminar hacia Logan. Me siento en la silla de enfrente él y dejo la bollería industrial sobre la mesa.     –Nicholas se fue porque le seguía la policía por ser boxeador clandestino, si volvía a casa nos meterían a todos en la cárcel.     –Me da igual, Kristal, él siempre ha hecho lo que le ha dado la gana.     – ¿Le vas a perdonar?     –Sí. Y tú también.     –Yo ya lo he hecho, pero aun así no puedo hacer que todo sigue como hace cinco meses, necesito más respuestas.     –Las mereces –Apaga el libro electrónico y se digna a mirarme.     Lo recojo cuando lo deja en la mesa y lo guardo en el bolso.     –Ya nos podemos ir –Aviso, cuando acabo de comerme los bollos.     –Me estoy muriendo de calor.     –Si dejaras de ponerte pantalones largos dejarías de tener tanto calor.     –Si tuviera piernas bonitas me los pondría.    Me levanto de la silla a espera que él también lo haga y con un gesto de mano me despido de mis otros compañeros de trabajo. El calor de la calle me golpea de lleno, haciendo que me abanique con la mano. Cruzamos la calle a paso rápido comprobando que no pase ningún coche.     –En tu coche hace demasiado calor –Me quejo, bajando la ventanilla nada más subirme.     –Perdona, si quieres dejo las ventanillas bajadas para que esté fresquito cuando subas –Ironiza arrancando el motor.     –No estaría mal –Me burlo.    – ¿Te llevo a la residencia o al apartamento?     Suspiro y me encojo de hombros. Necesito respuestas a mis preguntas, y para eso tendría que ir al apartamento, pero por otra parte quiero llegar a la residencia y aprender a vivir sin verlo las veinticuatro horas del día. También siento eso que se llama rencor y ganas de joderlo un poco.     –Llévame a la residencia, por favor.    –Pues a la residencia –Sonríe, encendiendo la radio y conduciendo hacia el campus.     Ninguno habla, pues cada uno tiene sus propios asuntos en los que pensar. La residencia está revolucionada, todos hablan sobre la llegada de Nicholas y mi supuesto “romance” con Austin, pero sin duda la pregunta nueva que circula es que pasará entre “La Bestia” y yo. Es una pregunta que ni yo misma puedo responder, no sé qué pasará de ahora en adelante, sé que con un poco de tiempo podré volver a estar en la relación que empezamos Nicholas y yo, pero de momento no estoy lista, acaba de llegar de quién sabe dónde y yo necesito un poco de espacio para pensar en todo lo que me contó.     Logan se despide de mí cuando bajamos del coche y me avisa de que mañana se irá con su madre para contarle lo ocurrido. Camino hasta la habitación escuchando los susurros de las chicas y algunos chicos que salen de las habitaciones, algunos me miran con desaprobación, otros con pena, y las chicas mayormente me miran con celos. Abro la puerta de la habitación corriendo cuando veo a Sandra venir hacia mí. Amy me mira raro al verme cerrar deprisa y levanto un dedo para que no diga palabra alguna.     –Nicholas está aquí –Digo, girando la silla para ver a Amy de frente cuando me siento.     – ¿Cómo? Kristal... te pasó otra vez, seguro que era otro chico tatuado.     –No Amy, cuando he ido con Austin al aeropuerto le he visto y se ha acabado viniendo en la furgoneta.    –Estarás feliz ¿No? –Se burla, calzándose unas sandalias.     –Sí –Sonrío – ¿Se puede saber qué haces?      –Te voy a llevar al apartamento.    –No hace falta, iré mañana a hablar con él –Aseguro, pero no me hace caso y coge las llaves de su coche.     –Te escucho algunas veces llorar, Kristal –Si mirada se ensombrece y me señala la puerta con la cabeza.    –Está... está bien... –Me pongo de pie y coloco la silla –pero voy a seguir viviendo aquí de momento.     –Eso no me importa –Ríe, cerrando la puerta con llave cuando salimos – ¿Por qué se fue?     –Le buscaba la policía.    – ¿Le sigues queriendo? A ver, ya sé que sí, pero ¿Igual que el primer día?     –No estoy segura...    Asiente y pulsa el mando del coche, haciendo que las luces que avisan de que está abierto parpadeen. No hablamos mucho en el viaje, yo solo me toco el pelo nerviosamente sabiendo que voy a pasar mi primera noche en meses con Nicholas.     La moto de Nicholas está aparcada cerca de la entrada, como a él le gusta. Es la primera vez en meses que me alegro de ver el vehículo del infierno.     –Mañana nos vemos –Amy besa mi mejilla y quita el seguro del coche para que pueda bajar.     Al poner un pie en el vestíbulo del edificio recuerdos del primer día que vine con Nicholas vienen a mi mente. Pulso el botón del ascensor repetidas veces bajo la mirada extraña del portero, cuando las puertas del ascensor se abren me adentro en este rápido y pulso la planta del apartamento. Me apoyo en la pared con los nervios a flor de piel. La pantalla electrónica que indica el número de plantas indica que estoy en la quinta planta, y es cuando más nerviosa estoy, no es como si fuera mi primera noche con él, pero sí es la primera tras meses de dormir sola y sin sus brazos dándome calor. Cuando las puertas se abren salgo rápido del ascensor, contra antes le vea antes se me quitará la sensación de que algo me falta. Llamo al timbre y me muerdo el labio cuando escucho pasos de dentro del piso. El pelo revuelto de Nicholas y el hecho de que abra en calzoncillos me indica que estaba durmiendo. Sus ojos se abren al verme y una sonrisa se forma en sus labios.    –Siento molestarte –Susurro.     –No es nada –Asegura con voz ronca. Se hace a un lado y me invita a pasar – ¿Hace cuánto que no venías?     –Unos meses –Dejo el bolso en el perchero de madera que hay junto a la puerta y entrelazo los dedos sobre mi estómago.     Unos incómodos segundos se forman entre nosotros hasta que coge mi mano y me lleva al sofá. Los cojines están en el suelo y cuando me siento noto lo caliente que está.     –Estaba durmiendo aquí –Explica, tirando los cojines encima del sofá.     –¿Teniendo la cama?    –Te estaba esperando –Su mano sube mi mentón y me hace mirarlo a los ojos –Quieres respuestas.    –Unas pocas –Murmuro sonrojada.     Sus tatuajes hacen que quiera volver a recorrerlos con la lengua, y el hecho de que esté con el bóxer únicamente no ayuda a mis hormonas.    –Pregúntame todo lo que quieras.     – ¿Dónde estabas?     ––En un motel de mala muerte rodeado de putas y drogadictos que se pelaban cada dos por tres.     – ¿Lejos de aquí?     –Bastante –Asiente –Quédate conmigo a dormir.     –Tengo más preguntas –Replico, siendo levantada por él.     –Y yo tengo sueño, asique por favor, mañana.    Cierra la puerta de la habitación detrás de nosotros y se restriega los ojos con el puño cerrado largando un bostezo. Parece un niño pequeño.     – ¿Me dejas una camiseta? –Pregunto, acercándome a la cama.     Saca una camiseta blanca de manga corta del armario y me la pasa.     El armario aún tiene ropa mía, pero es ropa de deporte que usaba para entrenar. Entro al baño y me saco el vestido, el estúpido vestido con el que no he usado sujetador y gracias a él ahora las tetas se me notan más. Salgo con su camiseta puesta y el vestido en la mano, lo dejo en el armario y me tumbo en la cama mirando el techo. Nicholas suspira y pasa su brazo bajo mi cintura para juntarme a él, haciendo que ponga una mano sobre su duro torso.     –Te he echado muchísimo de menos, Nicholas –Confieso, pegando la mejilla a su pecho.     –Yo a ti también, cariño, y no sabes cuánto –Susurra tras dejar un beso en mi frente.     Unas cuantas lágrimas se me escapan y caen sobre su pecho, al notarlas no hace otra cosa que no sea apretarme más contra él y besarme la cabeza.     – ¿Por qué esto es tan incómodo ahora?     –No tiene por qué serlo, no debería serlo.     –Lo sé pero se me hace raro. Pasé de verte todos los días a estar mal por tu ausencia, y ahora que estás aquí...    –Sé que te preguntas muchas cosas, y creo saber algunas de las respuestas a esas –Se apoya sobre los codos y despega la espalda de la cama –Seguro que una de las preguntas implica el saber si me he tirado a otra durante estos meses ¿Verdad? –Ante mi silencio él lo toma como una afirmación –Kristal, eres la única a la que quiero.     – ¿Por qué has vuelto ahora? –Me seco las lágrimas con el dorso de la mano y sorbo por la nariz.     –Se han cansado, o ya se han olvidado de las peleas y se han dado cuenta de que hay cosas peores .     – ¿Podemos dormir, por favor?     –Claro –Susurra, acomodándose debajo de mí y pasando sus dos brazos por mi cintura – ¿Vamos mañana a alguna parte?     –Deberías ir a hablar con tu madre, está muy preocupada –Cierro los ojos y aprieto su brazo.     –Lo haré, te lo prometo.     ***    Unas leves caricias en mi cintura y unos cuantos susurros de Nicholas son suficientes para despertarme feliz.     –Buenos días –Mi voz ronca le hace reír levemente.    –Hola.    Me fijo en nuestra postura y sonrío, sus manos están a ambos lados de mi cuerpo y sus piernas me encierran contra la cama. Cómo echaba de menos estar así.     Un exquisito olor a chocolate y café llega a mis fosas nasales.    – ¿Qué huele tan bien?     –Nuestro desayuno, tenía ganas de cocinarte algo.     – ¿A mí? –Me froto los ojos e intento sacármelo de encima –Déjame bajar, Nicholas.    –No –Sonríe pícaro y lleva su nariz a mi cuello. Aspirando mí aroma –Vuelve a vivir conmigo.     –Espera un poco.    Se separa de mí rápidamente y me mira con mal gesto.     – ¿A qué? –Espeta quitándose de encima de mí.     –A que pasen los exámenes finales, el miércoles es el último día de clases y tengo tres exámenes mañana, cuando los haya tal vez pasado tal vez...     –Esta bien –Suspira, colocando las almohadas en su sitio.     –No te enfades, por favor –Coloco mi mano sobre la suya y entrelazo nuestros dedos.     Gracias a la luz que se filtra por las ventanas puedo ver las ojeras que surcan sus ojos. Solo quiere que me olvide de estos meses sin él, pero no puedo, faltó a la boda de mi madre, pasó año nuevo solo y huyendo, he estado escuchando durante meses los rumores de los universitarios, y para mí no ha sido fácil.     –Es mi temperamento, Kristal, cuando algo no sale como espero me enfado, no es tu culpa.     –Ya no eres un niño. Arregla eso, Nicholas.    –Lo sé.     Su actitud cambia, como si de un bipolar hablásemos, y me hace levantarme de la cama para ir a desayunar con él. Tiende a viejas costumbres, y junta mi taburete al suyo para estar más cercas mientras hablamos durante lo que ha pasado durante su ausencia. A cada palabra que suelto por la boca voy notando un nudo más grande en la garganta y cómo mi vista se va nublando. Debería estar enfadada pensando en todo lo que me ha hecho pasar sin él, por dejarme abandonada, en cambio estoy feliz y muy orgullosa de él, lo que hizo fue por el bien de todos, aun habiendo yo sufrido reconozco que lo que hizo estaba bien.     –No hace falta que sigas contándome cosas –Apoya la mano en mi muslo desnudo y traza círculos con el pulgar dejándome la piel de gallina.     –Gracias –Susurro.    El rico café que ha hecho Nicholas acaba en mi estómago en menos de dos minutos, y olor a chocolate venía de las tortitas con sirope que había en un plato. Acabamos desayunando tranquilos, y me ofrezco a fregar las cosas que hemos ensuciado cuando el nuevo teléfono que se tuvo que comprar suena. Se mete en la sala de entrenamiento a hablar por teléfono, y yo friego los vasos y el palto mientras tarareo una canción que puso Austin en la furgoneta.     –Mi madre no está en casa, así que iré otro día.    Corto el agua del grifo y me giro para mirarle a los ojos, aunque la vista se me desvía a su cuerpo tatuado y semidesnudo. Me muerdo el labio e intento crear una frase coherente.     –Oh, emm... claro, no pasa nada –Tartamudeo. 
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