Elizabeth
-¿James, hoy te toca nuevamente la guardia nocturna?-.
-sí, ¿tenías planeado algo para hoy?-.
-Realmente sí, pensábamos salir las chicas y sus respectivas parejas para celebrar el cumpleaños de Emily pero si no puedes ir lo entiendo el deber llama-.
-Sabes que no me gusta quedarte mal lizzie pero hoy no podré asistir, te prometo compensartelo en otro momento-.
-Tranquilo, ambos tenemos carreras que comprometen nuestro tiempo en horarios no convencionales-.
-Bueno hermosa me voy-, y le da un beso rápido en los labios y se va.
Al cerrar la puerta Elizabeth se queda pensando en los años que llevan juntos James y ella, se conocieron cuando comenzaba su trabajo como periodista, recién graduada y asustada le había tocado cubrir la noticia de un accidente para el periodico local, y allí estaba él, que a pesar de estar a cargo de la escena se mostró valeroso, atractivo y caballero para ayudarle y darle información.
James un rubio, blanco, alto y de ojos de azul intenso, con un cuerpo sensual bien formado espalda ancha, brazos anchos, abdomen con cuadritos de chocolate, inteligente y de opiniones mordaces tenía tres años más que ella, pero su espontaneidad y genialidad la conquistó, a veces temía por su seguridad, pero luego de un tiempo lo asimilo, se dijo a sí misma que todos vivimos en riesgo dentro y fuera de la casa pues no podría seguir en la relación con esos niveles de angustia.
Que pasión desenfrenada vivieron los días siguientes a conocerse, la invitó a cenar, luego a bailar y terminaron en su casa, con sus ropas volando y haciendo el amor por todos lados, después de cuatro años todavía estaban juntos se amaban, habían compartido muchísimos momentos importantes, su química s****l había disminuido, sus horarios constantemente chocaban, pero cuando estaban juntos la pasaban genial, sus amigas solían decirle que ya habían llegado a la zona de amigos con derecho a roce pues vivían vidas casi completamente separadas y allí estaba ella preparándose de nuevo para encontrarse con las chicas sin James.
Elizabeth Smith se había graduado con honores en la Universidad de Oxford, hija de dos empresarios de una industria cosmética importante en Reino Unido había crecido entre privilegios y buenas escuelas, por eso nunca sus padres habían aprobado su elección de carrera ni de pareja, pero ella estaba decidida a hacer sus propias elecciones, se los había dejado en claro y a pesar de su disgusto tenía el control de su vida.
El apartamento que compartía con James estaba ubicado en una buena zona de la ciudad en Southbank, junto al río Támesis y frente al Palacio de Westminster y el Big Ben, era pequeño pero con una gran vista, tenía un toque de ambos, con una decoración moderna y minimalistas que a veces daba la impresión de estar en un hotel, había solo un par de fotos de ambos cuando comenzaron su relación cuando se profesaban amor eterno y la expresión de alegría se notaba en sus ojos.
-Ánimo Elizabeth a vestirnos de ataque y pasarla bien, para eso es viernes-.
Escogió un vestido dorado corto, cuello redondo, hombros escotados y espalda baja, sus tacones altos también dorados eran de aguja, su cabello color castaño después de secarlo lo peino suelto y con volumen, su maquillaje sencillo donde la atracción principal eran sus labios rojos.
Toma un taxi para llegar al restaurante donde cenarian antes de ir a beber y bailar, al llegar ya sus amigas la esperaban con sus respectivas parejas, Emily se veía radiante y su felicidad era palpable, algo tenía que contar su amiga.
-Hola a todos gracias por venir, quién más que ustedes que son casi unas hermanas para Emi para enterarse de primeros que hoy le propuse matrimonio y aceptó, así que seré más formal amor, tenía mucho tiempo con este anillo esperando el mejor momento para dartelo, Emily Wast después de dos años juntos ¿quieres hacerme a mi Edward Fox el hombre más felíz de la tierra siendo mi esposa?-.
-Claro que si amor-, dice entre lágrimas mientras su novio le coloca el anillo.
Todos emocionados por la escena abrazan a la pareja y toman fotos, hacen un brindis con champaña y luego cena, con conversaciones sobre los preparativos de la boda, la pareja le pide a Elizabeth ser la madrina mientras Hanna y Donna serían las damas de honor.
-Vamos a tomarnos unas fotos chicos antes de ir a la discoteca, tu Emily mostrando el anillo, a la 1, Donna te esta tapando lizzie-.
-De acuerdo intercambiemonos-.
-1, 2 , 3, listo-.
Desde una mesa cercana un hombre observaba la escena eran cuatro mujeres hermosas pero solo tres hombres así que tal como se mostraba la escena la de cabello castaño y cuerpo de muerte estaba sola, interesante, porque una mujer tan atractiva no tenía pareja le daba curiosidad o era una mujer complicada y no tenía pareja o simplemente no había asistido, le encantaba psicoanalizar a la gente lo hacía como parte de su vida y como hobby, aquella pobre alma había llamado su atención no solo por su físico sino por sus ganas de recibir aceptación, se veía como si por momentos tuviera una tristeza que ocultar.
Decidió que, ya que, estaba aburrido podía hacer un experimento social, no tenía más reuniones por hoy y debía regresar a la isla al día siguiente, lo que quería decir que tenía toda la noche libre, había escogido una víctima para su ocio e iría tras ella.
Al llegar a la discoteca el ambiente está cargado de energía, la música electrónica incita a bailar, luces de colores intensos en el un ambiente casi obscuro, tenía muchas mesas y una gran barra, se ubicaron en unas mesas en medio para tener acceso a todo, pidieron una ronda y como siempre se instaló en buen rollo, reían, hablaban, luego de un par de tragos las chicas fueron a la pista a bailar.
Mientras movían sus cinturas al ritmo de la música, contoneando las caderas de forma sensual, sin siquier rozarse coqueteaban con todos alrededor, logrando llamar la atención de más de un hombre en el lugar, así estuvieron por algunas horas, los chicos iban y venían de la mesa pero Elizabeth estaba decidida a disfrutar la noche al máximo así que no se sentó en un largo tiempo se dijo que asi se quedara sin pies mañana no iba a parar, total no tenía que trabajar al siguiente día y eso le daría tiempo para recuperarse.
Sin embargo al cambiar la música a un ritmo más lento, la pista se despejo un poco, uno a uno se fueron uniendo los chicos de su grupo a sus respectivas parejas quedando ella sola, pero cuando Elizabeth se disponía a volver a la mesa la tomaron de brazo con firmeza y habian comenzado a sonar al fondo las notas de Wildest dreams, de Taylor Swift.
He said "let's get out of this town"
Drive out of the city, away from the crowds
I thought "heaven can't help me now"
Nothing lasts forever
But this is going to take me down
He's so tall and handsome as hell
He's so bad but does it so well
I can see the end as it begins
My one condition is...
Say you'll remember me
Standing in a nice dress
Staring at the sunset, babe
Red lips and rosy cheeks
Say you'll see me again
Even if it's just in your wildest dreams
Wildest dreams
I said "no one has to know what we do"
His hands are in my hair
His clothes are in my room
And his voice is a familiar sound
Nothing lasts forever
But this is getting good now
He's so tall and handsome as hell
He's so bad but does it so well
And when we've had our very last kiss
My last request is…
Al girarse ve a un hombre alto, de tez bronceada, cabello n***o, barba de tres días bien cuidada y unos ojos negros profundos, su tacto era suave y le había generado una descarga de calor, sin poder evitarlo se quedo en una especie de trance, el la observaba con detalle hasta que sus ojos se posaron en sus labios pintados de carmín.
-Señorita, ¿Me haría el honor de bailar esta pieza conmigo?-, le pregunta el desconocido con una voz varonil y profunda.
-Claro-, respondió casi sin aliento-.
La lleva al medio de la pista, sin quitarle los ojos de encima, Elizabeth se siente intimidada, primera vez que un hombre la hace sentir asi como si pudiera leerla o descubrir quien era a traves de sus ojos, quien era aquel hombre de traje n***o, elegante y de boca sensual, la toma de la cintura con un brazo pero al colocar su mano su mano en la piel desnuda de su espalda se sentio excitada, su contacto era casi erótico y para completar esa union intima habia colocado la mano de ella entrelazada con la de el pegada a su pecho donde podía sentir el ritmo de su corazón.
-Espero ser un buen bailarín y no decepcionarle, no pude contenerme en invitarla y ser la envidia del lugar, es deslumbrante, desde el momento que entro toda la atención se centró en usted-.
-Es usted un adulador señor, no hace falta, yo igual bailaría con usted, aun sino emitiera ni una palabra, pero gracias igual por sus comentarios-.
-No es por adularte, simplemente hiciste con tu presencia que mi noche despertara, eres como un postre que incita a los sentidos y despierta los deseos más profundos y eróticos en un hombre, no se si lo sabes pero tienes un poder, puedes obtener lo que quieras de alguien solo debes tomar el control-.
-Así que me estás psicoanalizando, no te parece un poco desagradable e inapropiado, si es tu manera de acercarte a una chica no tendrás éxito-.
-No se trata de lo inapropiado ni fe otras chicas, es lo que veo reflejado en ti, despertaste mi interés y sólo al menos por este momento quiero que sepas que hay quien entiende sin muchas palabras tu interior, conmigo no necesitas usar ninguna máscara, te acepto al menos por esta noche tal como eres-.
-Interesante y ¿cómo se supone que soy?-, le generaba molestia pero a la vez curiosidad su opinión, un extraño podría leerla mejor que su propia pareja se preguntó.
-Una mujer llena de deseo que necesita a su lado un hombre igual de fuerte que ella, que no se sacie de su cuerpo ni de su mente, que lleve al éxtasis a ambos, que te estimule de todas las maneras posibles y que no se sienta amilanado por eso, que su cuerpo esté anclado al tuyo-.
-Y ¿cómo sabes que no tengo?-.
-Porqué sería un imbécil dejarte sola en una noche en que luces tan hermosa y provocativa, es como dejar un diamante sin el debido cuidado a los ojos de cualquiera que quisiera robarlo-.
-Pero quien dice que quiero ser cuidada, soy una mujer fuerte e independiente, tengo mi carrera y de alguna manera soy exitosa, no creo que tenga que conseguir a ningún hombre para que me de un lugar-.
-No me refiero a eso, nunca hable de tu desarrollo profesional, estoy hablando de sentirte valorada, saciada, deseada e importante para tu pareja, que no pueda parar de tocarte, que quiera permanecer el tiempo que están juntos venerandote como la diosa que eres -.
-Creo que debemos parar esta conversación se está saliendo de control, gracias por el baile, buenas noches señor debo ir a refrescarme-.
-Mi intención no era molestarte, por favor mis disculpas y gracias a ti por el honor de compartir este baile conmigo-.
Elizabeth va al tocador casi corriendo, por momentos piensa que la conversación definitivamente le ha excitado pero también piensa en que puede ser un psicópata o un aberrado, sus palabras retumban en su mente realmente ¿se nota que está tan insatisfecha con su vida personal?, ¿ese hombre logró leer su necesidad?, todavía siente su aliento en su oído, su voz ronca y profunda tuvo un efecto en ella, se siente alterada, como si se hubiese encendido una llama dentro de ella.
Llega a la mesa y allí están sus amigo tomando un trago y conversando entre ellos como si nada, eso quiere decir que ninguno se dio cuenta de su estado, de que se hombre la había perturbado, pensó en si debía continuar la noche pero en ella se había instalado la incomodidad, no lograba deshacerse de esas palabras que por muy hirientes que fueran, habían dado en el clavo, se sentía insatisfecha si, su relación era una monotonía, en el tiempo se había perdido la magia y ella lo sabía, así no lo quisiera admitir o cambiar en este momento, tenía que ser honesta ese hombre la había leído y eso era algo difícil de asimilar.
-Lizzie has estado de ataque esta noche, viste ese monumento que se te acercó-, comentó Emily.
-Si amiga estaba para comérselo-, agregó Donna.
-Chicas, sus parejas estamos aquí recuerdan, que son esos comentarios-.
-No te pongas celoso tontito, sabes que para mi eres el único, pero eso no quiere decir que sea ciega-.
-Bueno cálmense chicos, si baile con un galán pero nada que sea importante, lo que sí les voy a decir es que estos pies no los aguanto, así que para mi esta la noche terminada-.
-¿Te vas a ir tan temprano?, si siempre amanecemos-.
-Amigos ya no tengo esos aguantes, ustedes sigan celebrando pero esta que está aquí va a tomar un taxi para su casa-, tomó lo último de un trago que estaba en la mesa, tomo su cartera y se despidió de todos, -que la sigan pasando bien y otra vez felicidades a tan hermosa y querida pareja, les deseo un futuro lleno de amor y pasión desenfrenada-.
Al salir a la calle una brisa fresca golpea el rostro de Elizabeth eso calma un poco su tensión, la verdad si le duelen lo pies pero su deseo de retirarse se debe más a que se siente excitada, ese hombre logró sacarla de su centro, le recordó el anhelo, el deseo, cuando estaba en sus cavilaciones alternando un pie y otro, se detiene una limosina frente a ella.
-Hola buenas noches, volvemos a encontrarnos, ¿deseas que te acerque a tu casa o algún lugar?-.
-Gracias pero no, esperare un taxi-.
-Te prometo que no tengo malas intenciones, no soy un acosador solo me detuve porque veo que te duelen los pies, no tengo problemas en llevarte-.
-Señor la respuesta sigue siendo no-.
-Si es porque no me conoces me voy a presentar soy Ian Mcallister, mi chofer que te está abriendo la puerta se llama Eduardo Herrera, solo somos dos hombres preocupados por la seguridad de una señorita, por favor déjanos llevarte a un lugar más seguro-.
-Esta bien, la verdad no aguanto los pies-.
Elizabeth entra en el vehículo todavía con desconfianza, pero tiene a la mano la cartera donde tiene un paralizador que le regaló James, se sienta de frente al desconocido y mide sus opciones.
-No tengas miedo jamás obligaría a una mujer a estar conmigo, no me hace falta y no es por falta de modestia, simplemente cuando me atrae una mujer me tomo el tiempo para conquistarla y que esté dispuesta, ahora si quieres quítate los zapatos para que descansen los pies un poco antes de llegar y dime a donde debemos llevarte-.
-Por favor déjeme en Westminster Bridge y le agradezco su atención-, "ni loca le digo donde vivo que me deje allí, a unas tres cuadras de mi casa", se dice a sí misma.
-Nunca me dijiste tu nombre princesa-.
-Hanna Braun, mucho gusto-, él toma su mano y de inmediato una corriente de excitación atraviesa su cuerpo.
-Encantado, para mi ha sido un placer, por favor, permíteme quitarte un momento los zapatos-, sin esperar respuesta tomó sus pies, los colocó en su regazo y después de dejarlos desnudos los comienza a masajear.
Elizabeth por un segundo se pierde ante la sensación de sus manos que son fuertes pero suaves y parecen arder, se relaja en segundos, el dolor de sus pies mejora, pero no debe dejarse llevar por estas sensaciones, está fuera de lugar, así que sale de su letargo y ensueño, retira los pies y se vuelve a colocar los zapatos, ahora está nerviosa, como es posible que esté siendo tan permisiva con un extraño.
-Señor necesito bajarme-.
-Disculpa mi comportamiento por favor, me deje llevar por el deseo de cuidarte que generas en mi, ya estamos por llegar permite que te dejemos allí-.
-Esta bien-.
Al llegar al lugar, Elizabeth se baja de manera apresurada casi sin dejar que se estacione la limosina, camina apresurada sin detenerse, voltea constantemente para comprobar si le persiguen, está asustada a la par de excitada, ¿Qué había sido todo eso?.
Al llegar a su casa cierra todo y se pone de espalda a la puerta, trata de controlar la respiración falta poco para que llegue James, el corazón le palpita, decide ir a su cuarto y encerrarse allí mientras se da un baño, se quita la ropa siente la piel sensible, cuando el agua moja su cuerpo siente alivio por fin, cierra los ojos y su mente se aísla en las sensaciones que despertó aquel extraño.
-Lizzie, ¿qué pasa porque cerraste con llave la puerta del cuarto?-.
-¿James?, ya estás aquí-, al verlo Elizabeth no se contiene más, abre la puerta de la regadera, lo toma por el cuello y lo atrae hacia él aun con ropa lo abraza fuerte.
-¿Qué pasa amor?-.
-Hazme el amor tomame como antes, te deseo-.
James está agotado pero intenta complacer a Elizabeth, se quita la ropa de prisa mientras la besa y acaricia, la toma por las piernas y la alza para introducirse en ella, la penetra con fuerza y rapidez contra la pared, le aprieta las nalgas, mordisquea y chupa sus pechos, se enfoca en darle placer, la escucha gemir y eso le ánima hasta que siente sus contracciones y también se deja llevar, junta su frente a la de ella no sabe qué le ocurrió a Elizabeth para estar tan alterada pero hacía mucho que no tenian sexo con esa intensidad.
-¿Todo bien amor?-.
-Si, solo estaba muy caliente creo que fue algo en el trago-.
-De acuerdo, ¿deseas más? ¿O nos acostamos a dormir?-.
-Vayamos a dormir ambos estamos agotados-.
Cada uno se coloca una bata y van al cuarto, se colocan su ropa de dormir en silencio, al acostarse se dan un beso corto y cada uno toma un lado de la cama, pronto se escucha la respiración profunda de James, mientras Elizabeth no deja de pensar en el desconocido, wow, menos mal que no lo volverá a ver.