CAPITULO 4

2005 Words
—¿Qué clase de mujer eres Sandra? —estaba totalmente impactado, la amiga que ni el nombre se sabía había salido del servicio. No podía creer lo estúpido que había sido al dar por sentado que todo lo que le había dicho era verdad. Sobre todo mentirle acerca de un niño que ni  siquiera existía, había sacrificado el amor que sentía por Anabella debido al niño. —Has escuchado mal —trato de justificarse, maldecía su amiga por hacerle hablar del tema justamente después de casarse —Te escuche perfectamente, me has engañado,  me deje engañar como un tonto —tenía deseos de tomar a Sandra por el cuello y estrangularla con sus propias manos, la rabia que sentía no era nada comparado con el dolor al recordar los ojos de Anabella, dolida, decepcionada. —No hay nada que puedas hacer al respecto Alejandro, soy tu esposa y tendrás que aceptarlo, podemos tener una familia, realmente no veo cual es el  problema —se acercó  tratando de seducirlo, pero Alejandro estaba más a allá de eso. —Eres lo peor que he conocido en mi vida, olvídate de este matrimonio,  me divorciaré de ti apenas pueda contactar a mi abogado —salió con prisas debía encontrar a Ana —¡Alejandro! ¡Alejandro! —Sandra gritó desesperada, sus invitados esperaban el baile en el salón, sus padres, que le diría a sus padres, cayó de rodillas sobre la grama, maldiciendo y llorando, estaba enamorada de Alex desde hace varios años y cuando por fin se había convertido en su esposa, el descubría su engaño.  ⧓⧓⧓ Sus lágrimas corrían por sus mejillas, lamentaba tanto haber regresado, había guardado las esperanzas de que todo fuese un error, pero no había sido así, Alejandro se había casado con otra mujer. Se había casado porque no la amaba, porque seguramente nunca le amo, dolía tanto que era incapaz de poder controlar su llanto, su mano se aferró a su pecho, quería gritar su dolor. —¿Se encuentra bien señorita? —asintió incapaz de hablar, había pagado el servició del taxi apenas subió a la parte de atrás para no llamar la atención, pero había fallado, ahora sólo deseaba subirse al avión que la llevaría de nuevo a Italia y olvidarse de Alejandro para siempre. Aunque eso sería imposible, llevando un hijo suyo en el vientre, un hijo que no conocería a su padre, un hijo que crecería en Italia lejos de su familia. ⧓⧓⧓ —¿Dónde está Anabella? —camino hacía su hermana, tenía la esperanza de que ella pudiera saber. —Como podría saber, la dejamos contigo —Matías fue quien respondió —Necesito tus  llaves —¿Qué? —Matías no tengo tiempo que perder, pásame tus llaves —Matías hizo lo solicitado, le entrego las llaves sin comprender —¿A dónde vas? —Victoria preguntó, al ver a su hermano mayor caminar hacía el auto de Matías. —Tengo que hablar con Ana, por favor si nuestros padres preguntan por diles que tuve una emergencia y que tuve que irme — no espero respuesta de ninguno de sus hermanos, simplemente subió al auto y salió en busca de Ana. Era un completo idiota, nunca dudo de la palabra de Sandra, después de despertar en su cama junto a su lado, ambos estaban en condiciones que cualquier pensaría que en efecto habían pasado la noche juntos. Pero no había sido de esa manera, Sandra se había burlado de él, engañándolo. Haciendo que rompiera su relación con Ana. Ana seguramente estaba odiándolo en estos momentos, podía recordar la tristeza y el dolor en sus  ojos, podía sentir su dolor porque estaba sintiendo lo mismo. No importaba lo que tenía que hacer, de ahora en adelante conquistaría a Anabella de nuevo. Llegó a la Finca, con la esperanza de  encontrarla, pero no había rastro de ella, nadie la había visto llegar, marco su número desesperado, una y otra vez, la línea sonaba apagada, lo intento sabiendo que sería inútil, aun así no dejo de hacerlo, salió de la Finca de nuevo, no sabía a donde dirigirse si ella no estaba en casa ¿habría regresado a Italia?...  El alboroto en la sala  llamo su atención, se había ido no sabía a qué hora de la fiesta, no había regresado porque no sería capaz de fingir un solo segundo más una felicidad que no sentía, lo había hecho antes por ese niño que ni siquiera existía. Salió de la habitación de Ana y bajo las gradas una a una, sus padres, los padres de Sandra junto a sus tíos estaban discutiendo por su culpa imagino. —¿Qué sucede?  —su voz fue fría, su ojos evitaron mirar a Sandra, no quería cometer un crimen aunque estaba terriblemente tentado —¿Qué sucede? ¿Cómo puedes preguntar qué sucede? Cuando sabes perfectamente lo que ha sucedido irte de la fiesta ha sido una ofensa para mi familia sobre todo para mi hija —El señor Quiroa estaba furioso, pero no más de lo que Alejandro lo estaba —¿Les ha dicho el motivo? —Se giró para verle a los ojos— ¿Les has dicho que me engañaste para casarte conmigo? —el silencio se hizo en la sala —¿Hijo? —Alessandro y Verónica se acercaron a él —¡¿Les has dicho?! —preguntó con un gritó que casi hizo temblar a los presentes —¿Qué le has hecho para que te trate de esa manera? —Sandra ardía en furia, no podía creer que Alejandro armara tanto circo, eran esposos y tendría que aprender a vivir con ello —No sé de lo que habla papá —Alejandro resopló —Puede llevarse a su hija señor Quiroa, solicitare el divorcio apenas sea posible —Alex, amor que pasa, no puedes divorciarte —Verónica se acercó un poco más, conocía a su hijo su sentido de la responsabilidad lo había obligado a casarse con una mujer que claramente no amaba. —Por supuesto que puedo divorciarme mamá y lo haré, no puedo estar al lado de una mujer, que me ha mentido, no está embarazada y es claro que yo no estoy enamorado de ella. Salió sin decir nada  más, no quería volver a verla en su vida, ahora  solo quería encontrar a Ana… ⧓⧓⧓ Apenas las puertas de la habitación se abrieron Ana corrió a los brazos de su abuela, había llegado apenas una hora a la Toscana, había salido con la esperanza de volver feliz, pero en su lugar traía el corazón destrozado, totalmente destruido, si no fuera por su hijo se habría perdido en algún lugar lejos de todos para siempre. Pero no iba a dejarse vencer, sus abuelos contaban con ella, la necesitaban y sus padres, cielos que haría con sus padres, no tendría el valor para contarles de su embarazo y mucho menos para decirles quien era el padre de su bebe. —Lo siento tanto cariño, no debí enviarte de regreso, perdóname —Anna besó la cabeza de su nieta, le dolía tanto verla sufrir, nunca imagino que vería este momento, no debió ser así, Ana merecía ser feliz. —Llora cariño, las lágrimas no borrarán tu dolor, pero aliviara tu alma, llora cariño, mis brazos te sostendrán tesoro mío —No supo cuánto tiempo permaneció entre los brazos de su abuela, no supo en que momento su cuerpo cedió al cansancio físico y mental, el ultimo recuerdo que tuvo fue la promesa que Alejandro Santoro no pudo mantener. ⧓⧓⧓ Un mes después… —¿Qué estás diciendo? —Alejandro se puso de pie, no podía creer que Anabella fuera capaz de hacer tal cosa —Lo has escuchado Anabella vendió su parte de las acciones, rompió la sociedad contigo —cuando Armando había atravesado la puerta de su oficina, estaba deseando que trajera buenas noticias con respecto a su divorcio y  no esto. —Anabella no puede vender sin la autorización de su padre —era la condición que les habían dado a los dos, tanto Matteo como Alessandro, les habían entregado la empresa eran socios igualitarios, con la diferencia que Anabella le había cedido la presidencia por ser menor de edad y por la confianza que existía entre ellos. —Al parecer el señor de Rossi, autorizo la venta, a partir de  hoy tienes un nuevo socio Salvatore Rinaldi —¿Italiano? —era obvió aun así hizo la pregunta —Así es, llegará el próximo mes para ocupar el lugar de Anabella, aun así creo que será momentáneo, sus negocios en Italiana difícilmente le permitirán estar viajando constantemente así que continuarás a la cabeza de esta compañía algo que ha quedo firmado en el contrato de compra venta Alejandro se despidió de su abogado, Anabella había vendido la  mitad de la compañía, era lo único que aun los mantenía unidos, al parecer había cambiado de número telefónico porque la línea con su antiguo número no volvió a sonar, lo intentaba todos los días, todas las noches, Ana no quería saber nada de él. Y la venta lo dejaba en claro, pero no podía rendirse. Salió de su oficina con un sólo objetivo: buscar a Anabella en Italia. ⧓⧓⧓ —¡Por fin libres! —Ana gritó. Estaba completamente feliz y emocionada, había vendido sus acciones en Guatemala, para terminar de cubrir las deudas de la Compañía de Rossi en Italia, por fin el problema de Antonio de Rossi, podía quedar en el pasado, debía confesar que le había dolido desprenderse de lo que a su padre le había costado años construir y la decisión había sido la más difícil de su vida, pero apenas su padre se enteró del verdadero estado de la compañía no había duda en autorizar la venta. Sobre todo porque no la estaban perdiendo del todo Salvatore le había dejado la opción de volver a adquirirla en cualquier momento que lo deseara, era más como un préstamo millonario donde las acciones responderían si no llegaba a cubrir el pago. —Cariño, me siento tan feliz y liberado por fin, deseo dejar Italia por unos meses, estoy tan casando de estas cuatro paredes —Anabella podía entenderlo, primero había sido la oficina, trabajar duro y luego con su enfermedad, las cuatro paredes de su habitación —Podemos consultarlo  con tu médico, por supuesto debes ser consiente Nonno, que no puedes hacer deportes extremos ni nada por el estilo —bromeo bajo la atenta mirada de Anna. Quien era la única que conocía su dolor y quien la escuchaba llorar por las noches en algunas ocasiones —Tu tampoco estas en condiciones de hacer nada extremo querida debes cuidar muy bien a mi pequeño bisnieto ¿Dónde está Salvatore? No puedo creer que él y tú. Es mejor no pensarlo, lo que quiero saber es ¿Cuándo será a boda? —le había mentido a su abuelo, en más de una cosa sobre todo al decirle que Salvatore era el padre de su bebe, no podía permitir que se llevará un disgusto, eso podría matarlo y no podría perdonárselo jamás. —Tienes una nieta muy liberal en cuanto al matrimonio Fabio, por mí me caso mañana —Salvatore entró a la habitación en el momento justo para salvarla, como siempre lo hacía —Perdóname Nonno, quizá lo hagamos más adelante, ahora sería un poco incómodo vestirme de novia —mostró su vientre tenía cita con el médico al día siguiente, aprovecharía para consultar con el médico de su abuelo para llevarlo de paseo y distraerse también. —Eso espero ninguna nieta mía vivirá en libre unión, aunque bueno tenías que ser hija de tu madre, Bella hizo esperar a Matteo hasta que tu tenías un mes de nacida. De tal palo tal astilla — las risas se hicieron escuchar en la habitación, Salvatore apretó su mano en señal de apoyo, lo cual agradeció profundamente. —Gracias Salvatore —susurro con una sonrisa en sus labios…  
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