“¿Volverás para comer?" - preguntó, dudoso. “Sí, iré a ver a Melisa, que está cerca. En una hora, te enviaré un mensaje", comenté antes de salir. Tomé mi bicicleta y empecé a pedalear. Aunque la casa de mi amiga quedaba a cinco cuadras, me gustaba andar en bicicleta repetidamente. Ella me abrió la puerta. “Oye, ¿cómo estás?" - comentó y me abrió la puerta. “Espero no haber llegado en el momento de que estés comiendo", comenté, y María negó. “Ya comí temprano. Además, son las 8 de la noche, ¿no es muy tarde para que estés andando sola?", preguntó Melisa regañándome. “Lo sé, pero vine pedaleando muy rápido", me encogí de hombros. “Bueno, está bien. ¿Y cómo te ha ido?" - preguntó Melisa. “Supongo que bien", adiviné. “No lo sé, amiga", dije confusa, dije algo, "estoy embarazada", excl

