"Ya luego estoy bien”, murmuro con la voz temblorosa, viendo mis ojos llorosos. No quiero decir nada porque tengo miedo de que le hagan daño. ¿Por qué me preocupo por él? Avanzo, con demasiada prisa, presiento, en cualquier momento me puede llegar a desmayar, pero no lo hago. Siento de pronto algo filoso en mi abdomen. Sé que el secuestrador no quiere que yo diga nada, vuelvo a repetir. 'Estoy bien', murmuré nuevamente. Pero ahí el insiste y dice: “¿Quieres que entre adentro?' 'No, por favor váyase, señor', murmuré, y suspiré. Siento mis ojos llenos de lágrimas. Entonces recuerdo algo. Fue un día de verano, no hacía demasiado calor, y estaba en la piscina. A veces era un poco torpe, y siempre me pasaban cosas. Por ejemplo, en ese día, estaba al borde de la piscina, tenía los pies r

