Capítulo 2

1758 Words
—Vas a llegar tarde a la escuela, Sabine. —¡Ya voy, papá! —grité mientras terminaba de hacerme la coleta para luego bajar las escaleras encontrándome con mi padre sosteniendo mi mochila y la bolsa con los materiales. Tomé todo y me fui a despedir de mamá. —Que tengas un buen día, hija. —Gracias, te amo. Caminé con rapidez hacia el auto, donde me esperaba Max y mi padre dentro. —Mujeres... —murmuró mi hermano. Lo miré con la ceja alzada y hablé. —¿Qué pasa, hermanito? —Siempre se demoran horas en arreglarse y se siguen viendo igual que como despertaron. —¿Igual de guapas? —pregunté con una sonrisa falsa—. Ay, gracias. Que lindo eres —puso los ojos en blanco y bufó. Miré por el espejo a papá y fruncí el ceño al recordar que ayer no usó el auto—. ¿Cómo fuiste ayer al trabajo? —Me vino a buscar un compañero —respondió—. Tu madre necesitaba el coche para ir a dejar unos pasteles a domicilio. —Verdad, que tonta soy. Se me había olvidado —dije mientras me ponía el cinturón. Papá rió. —Mario me dijo que te sacaste un 10 en Matemáticas. Te felicito. —Dile a Mario que no haga el próximo examen tan extenso, por favor —bromeé. El profesor de matemáticas, Mario, es el responsable de que yo haya podido entrar a Herbert High School, una de las escuelas más prestigiosas de San Diego. Claramente mis padres no podían pagar una escuela así, pero Mario, el amigo de mi padre hace años e hijo del director, pudo hacer que nos bajaran considerablemente el monto del pago mensual para que yo pudiera ser parte de la escuela. —¿Y qué si son extensos? ¡Te sacaste un 10 de todas formas! —hizo un baile extraño sin despegar su mirada de la carretera—. Estoy orgulloso de tener unos hijos tan inteligentes. Definitivamente no salieron a mí. —Yo también pienso lo mismo. Golpeé despacio el hombro de Max y reí mientras sacaba el celular para leer el mensaje que acababa de llegarme. India: Al parecer llega hoy! Yo: ¿El chico nuevo? India: No tonta, mi abuela Yo: Jajaja :) Me cuentas cuando llegue —¿Cuándo es el cumpleaños de Maika? —preguntó mi padre cuando ya estábamos por llegar al colegio. —En dos semanas. Creo que hará una fiesta —le contesté a mi padre viendo por el espejo retrovisor cómo fruncía el ceño—. Tú sabes que no soy de fiestas, pero no puedo faltar al cumpleaños de mi amiga. —En celebraciones así siempre hay borrachos. Por lo tanto, no es nada seguro ir. —Ya, bueno —ahogo un suspiro triste—. Ahí veré qué hago —me puse la mochila en el hombro cuando el auto paró frente a mi escuela. Me despedí con un beso en la mejilla de mi padre y de Max, tomé la bolsa con los materiales de Artes y salí del auto a paso rápido para ir hacia mi primera clase que comenzaba en dos minutos. —¿Cómo sabes que llega hoy el chico nuevo? —le pregunté a India cuando me senté a su lado. Se acomodó en su silla con una expresión llena de emoción. —Yo me entero de todo, como podrás ver. —Escuchas conversaciones ajenas, que es distinto —la corregí chasqueando mi lengua. Puso los ojos en blanco y se encogió de hombros. —No es mi culpa que el director hable tan fuerte —intentó poner cara de niña buena, pero terminó poniendo los ojos en blanco—. Al parecer está sordo, porque grita bastante al hablar. —Bueno, ¿y qué esperas? Ya está viejito —dije con un leve toque de tristeza. La verdad es que es alguien muy agradable. —Sí, tienes razón. —Buenos días, chicos —el profesor de Artes entró a la sala con su maletín ocre—. Supongo que todos trajeron los materiales que les pedí en la clase anterior —dijo con diversión, ya que sabía que a la mayoría de mis compañeros se les había olvidado—. Tranquilos, pueden conseguirse materiales con sus compañeros —sus palabras hacen que todos suspiren con alivio. —Pero de todas formas les bajaré la nota —añadió con una expresión seria. (...) —¿Ya supieron? —Maika preguntó al llegar a nuestra mesa. Dejó la bandeja de comida sobre esta y se sentó a mi lado. —¿Qué cosa? —pregunté mientras buscaba con mi mirada a Marlon. ¿Dónde está? Suele llegar antes que yo al comedor, así que se me hace extraño que no verlo por acá. —Al parecer hay un nuevo King... —se calló al dirigir la mirada sobre mi hombro—. Bueno, véanlo ustedes mismos. Giré mi cabeza hacia donde ella miraba y abrí los ojos como platos al verlo. Mi mandíbula casi se cayo al suelo. —¡Oh por Dios! Llegó tu cuñado —le di un golpe con mi pierna a India sin dejar de mirar a Jayden Kingwell, quien caminaba junto a Marlon hacia la mesa donde él siempre se sentaba. —No lo grites —Ezra la regañó—. ¿Cómo no se nos ocurrió que sería él? —No sé, ¿cuándo llegué a la escuela él ya no estaba? —pregunté volviendo a girar hacia mis amigos—. La última vez que lo vi fue en el cine y tenía 15 años o algo así. Cambió bastante. —Creo que se fue un año antes de que tú llegaras —contestó Maika sin prestarle atención al chico nuevo—. Lo cambiaron de colegio porque se portaba como el culo. Al parecer es la oveja negra de la familia. —Es bastante guapo, mucho más que tu novio —suelta Indiana con burla. —Claro que no. Marlon se me hace más guapo. —¿Quieren saber la opinión de un chico? —Ezra preguntó y asentimos de inmediato. Me miró con una sonrisa nerviosa—. Creo que Jayden es más atractivo, además de que es más alto y fornido. Atrapé mi labio inferior con mis dientes y volví a dirigir mi mirada hacia el hermano de mi amor platónico. Bueno, podía ser que Jayden fuera unos cinco centímetros más alto que Marlon, con una espalda mucho más ancha, un cabello ondulado color azabache y... Bueno, la verdad es bastante guapo, pero no sé si más que Marlon. —Son demasiado distintos —dijo Maika sacándome de mis pensamientos—. No se parecen en nada, pero los dos tienen lo suyo. —Estoy de acuerdo —asentí mientras tomaba mi tenedor para comenzar a comer, pero los fideos no se veían muy apetitosos—. Creo que se me quitó el hambre. —No está tan malo como parece, lo juro —Ezra habló con dificultad al tener la boca llena. —Hoy le dije a mi padre que harías una fiesta para tu cumpleaños —le conté a Maika mientras soltaba el tenedor. Alzó sus cejas esperando saber más—. Me dijo que era peligroso que fuera, que siempre hay borrachos y problemas en celebraciones así. —Espera, ¿qué significa eso? —reí histérica al notar que estaba comenzando a enojarse—. No me digas que no irás a mi cumpleaños, porque soy capaz de matarte ahora mismo. —No sé, tal vez pueda ir a tu casa el día anterior —suelta un gruñido de frustración al escuchar mi super idea—. Podemos ir al cine, hacer una pijamada... —Mierda, no —me cortó—. Es mi cumpleaños número 17, Sabine. No puedes hacerme esto. —Tú sabes cómo son mis padres, Maika. —Puedo hacer que mis padres hablen con ellos para convencerlos, o... —mordió sus uñas mientras pensaba—. ¡O puedes escaparte! Hacer lo que siempre hacen en las películas; poner una almohada en la cama para que parezca que estás plácidamente durmiendo. —Eso no funciona en la vida real, amiga —negué con diversión. —¿Cómo lo sabes? —suelta—. ¡Nunca lo has intentado, Sabine! —Relájate —murmuro cuando veo que algunas personas nos miran con curiosidad—. No sé, ahí veré qué hago. Aún faltan dos semanas. Sé que podré buscar alguna solución —dije para tranquilizarla. Pero definitivamente no había ninguna solución. —Eso espero, porque sería lo peor que una mejor amiga podría hacer —dice con una mirada llena de intención—. Es tradición que siempre estemos juntos para nuestros cumpleaños. —Es verdad. Yo odiaría que alguno de ustedes faltara a mi celebración. —Y lo entiendo, pero... —dejé de hablar al ver el nombre de mi prima en la pantalla de mi celular—. Esperen, me está llamando Debbie. Me puse de pie y caminé hacia la salida para ir al jardín trasero, ya que en el comedor había demasiado ruido. —Hola, Debbie. ¿Cómo estás? —¡Jazmín y Héctor son unos hijos de puta! Di un saltito al escuchar su grito. —¿Qué pasa? ¿Qué tiene que ver nuestra prima con tu novio? —¡Se acostaron! —abrí mis ojos como platos y comencé a caminar lentamente mientras esperaba que me diera más detalles—. Estábamos acostados viendo videos de t****k con su celular y de repente le llegó un mensaje de un numero que le decía «¿Cuándo vas a venir a verme? Mi cuerpo te extraña». Mi corazón se rompió al escuchar como lloraba después de terminar de hablar. Esto no puede ser real. Jazmín no sería capaz de hacer algo así... —¿Y cómo sabes que era ella? —¡ES UNA ESTÚPIDA! ¡NO SACÓ SU FOTO DE PERFIL DONDE SALE ABRAZANDO A LA ABUELA SUSAN! Alejé unos segundos el celular de mi oreja para buscar el contacto de jazmín. Y sí, sale junto a nuestra abuela —Dios, Debbie. No sé qué decirte. —Héctor me importa tres mil hectáreas de mierda. No estoy llorando por él —hizo una pausa para limpiarse los mocos—. Pero Jazmín... ¿Cómo pudo hacerme algo así? —me senté en una banca y suspiré. Esto es horrible
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