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Enamorada de mi cuñado

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Blurb

Sabine Oswalt tenía una vida relativamente normal. Era una buena alumna, hija, amiga y una excelente hermana mayor.

Se podría decir que era demasiado buena chica para sus 16 años. No bebía, no salía a fiestas, no les mentía a sus padres y por supuesto; no se enrollaba con tíos.

Oswalt está perdidamente enamorada de Marlon, un chico popular en su escuela por ser hijo de los Kingwell, uno de los matrimonios más ricos de San Diego, California. Y aunque él jamás le ha dirigido la mirada, ella logrará acercarse a Marlon con ayuda de Jayden Kingwell, el hermano de su crush.

La vida de Sabine dará un giro de 180° gracias a su nuevo amigo y ojalá futuro cuñado. Pero lo que nadie sabe, es que probablemente las cosas se compliquen un poco. Porque, aunque uno no quiera, a veces, confundirse es inevitable.

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Capítulo 1
¿Alguna vez has estado enamorada de un chico en la escuela con el que jamás has hablado? Bueno, en realidad dudo que a eso se le pueda llamar enamoramiento, pero es una forma de decir. En mi caso, llevo años obsesionada con Marlon Kingwell, un chico bastante popular en la escuela por ser hijo del matrimonio más rico de San Diego, California. A pesar de ser el típico tío guapo y adinerado con el que toda chica quiere salir, no es la clase de hombre egocéntrico y desagradable que uno pensaría que fuese. Por lo contrario, es bastante simple y agradable. O bueno, al menos es lo que he podido ver durante estos largos 4 años en los que he estado observándolo desde lejos. Jamás me he atrevido a hablar con él, soy una chica demasiado vergonzosa y poco sociable. Aún así tengo mi grupo de amigos, pero claramente sería alguien solitaria si no fuera porque ellos se acercaron a mí. Mordí mi labio mientras veía como Marlon peinaba su cabello por cuarta vez en estos 15 minutos que llevo observándolo. Yo me encontraba a unas seis mesas de donde él estaba sentado con sus amigos riendo a carcajadas. Definitivamente su risa es el sonido más lindo que he escuchado desde que llegué al colegio. —¿Puedes dejar de mirarlo? O no sé, al menos disimula un poquito, Sabine —gruñí cuando escuché la voz de Maika, mi mejor amiga. La miré con mala cara y bufé. —Nunca se ha dado cuenta de que lo observo. No es necesario disimular. —Eso es lo que tú crees —India alzó sus cejas y sonrió con burla—. Es imposible que en todos estos años no se dé cuenta de que alguien lo observa como una completa psicópata. —No parezco una psicópata —me crucé de brazos molesta. Miré a Ezra esperando que me ayudara—. ¿Verdad? —Emmm... bueno —balbuceó mientras sonreía nervioso. Entrecerré mis ojos—. Un poco sí —abrí mi boca indignada por su respuesta. Pensé que iba a ayudarme, no que iba a estar de acuerdo con Maika e Indiana. —Ustedes no saben lo que es estar colada por un tío hace años. Si les pasara me entenderían, yo lo sé —no puedo dejar de resoplar en voz alta. —¿No crees que ya es momento de acercarte a él? —¿Qué? Claro que no. Quedaría en ridículo —le dije a Ezra—. ¿Has visto a las chicas con las que habla? Todas tienen una cara y cuerpo de infarto. Yo soy un fideo al lado de ellas —me quejo. —¿Un fideo? ¿Es en serio? —India me mira con seriedad. Asiento encogiéndome de hombros—. ¿Cuántas veces tendremos que repetirte que eres hermosa para que lo entiendas? —No digo que no lo sea —digo en voz baja mientras juego con mis dedos—. Pero en comparación con ustedes o con las demás chicas de la escuela... —Deja de compararte con las demás chicas, Sabine —Ezra me regañó—. Tienes unos preciosos ojos azules, una piel de porcelana y un hermoso cabello color miel. —Un metro setenta de estatura y unas piernas kilométricas —agregó Maika con una linda sonrisa—. Ya quisiera yo tener todas esas características. —Gracias, chicos. Pero nos desviamos demasiado del tema —reí mientras acercaba mi boca hacia el popote para tomar un poco del jugo natural de piña que me había pedido—. Ya está en su último año, no creo que a estas alturas de mi vida gane algo diciéndole a Marlon lo enamorada que estoy de él, ya que pronto se irá. —El año escolar empezó no hace mucho, aún te queda el tiempo suficiente como para acercarte a él y decirle «¿Te gustaría tomarte un café conmigo para conocernos?» —India intentó imitar mi voz, pero claramente no pudo. Mordí el interior de mi mejilla mientras dirigía mi mirada hacia Marlon. Me quejo en voz baja antes de hablar. —Ni loca, no tengo tanta personalidad como para hacer eso. —Entonces nada, sigue observándolo desde lejos como una acosadora —los ojos de mi amiga brillan con diversión. —Podemos cambiar de tema, ¿por favor? —pedí entre dientes. —Bueno, bueno. Tranquila —India alzó sus manos y rió—. Ah, se me había olvidado contarles —se acomodó en la silla y se acercó hacia nosotros para que nadie a nuestro alrededor escuchara—. Cuando iba llegando a la escuela, me encontré al director hablando con el profesor Pouler y dijo algo así como «...sólo espero que en estos años haya cambiado. Era un chico muy desordenado y no me gustaría que trajese problemas a mi escuela» —¿Y? —preguntó Ezra confundido­—. ¿Qué pasa con eso? —¿No te das cuenta? ¡Está claro que llegará un nuevo alumno! —India chilló emocionada—. Y al parecer es alguien que ya había estado en la escuela, ¿se les ocurre quién puede ser? —Mmmm... no, la verdad no —fruncí mi ceño—. Ustedes llevan más tiempo acá, ¿no saben quién podría volver? —miré a Ezra y Maika. Ellos negaron. —No es como que hayamos conocido a todas las personas que pasaron por el colegio —mi amigo se encogió de hombros. —Entonces toca esperar para saber quién es —India sonrió coqueta—. Sólo espero que sea alguien guapo. —Yo espero que sea alguien que logre que Sabine se olvide de Marlon. Le di un golpe en el hombro a Ezra y di un pequeño grito. —¡Basta! (...) —¿Cómo te fue hoy? —dejé mi mochila sobre el sofá y me acerqué a mi madre para saludarla. —Bien, me saqué un 10 en el examen de matemáticas —le dejé un beso en la mejilla y me senté al lado de mi hermano—. ¿Qué tal, enano? ¿Cómo te fue con el trabajo de Ciencias? —¡Bien! —Max respondió con clara felicidad—. El profesor dijo que mi volcán había sido el mejor de todos, así que supongo que tendré la nota más alta de la clase. —Me alegro mucho —desordené su cabello antes de mirar a mi madre—. ¿Puedes creer que le ofrecí ayuda y me dijo que no? Ya está grande, no me necesita —hice un puchero. Mamá rió. —Tú tampoco nos dejabas ayudarte en los trabajos. —Además, ya tengo 10 años. No puedo andar pidiéndole ayuda a mi hermana mayor para todo —Max se encogió de hombros. Puse mi mano sobre mi pecho haciendo una cara de dolor. —Está bien, tengo que aceptarlo —dejé un beso en la cabeza de Max y suspiré con pesadez al recordar que debo ir a comprar unos materiales para mañana—. ¿Puedes prestarme tu coche? Necesito ir a comprar materiales para la clase de Artes de mañana —miré a mamá batiendo mis pestañas. —¿No puedes ir caminando? —Me vine caminando desde el colegio, mamá. Estoy cansada —junté mis manos y seguí batiendo las pestañas con rapidez—. Además, tengo permiso provisional para conducir. —Dijimos que sólo lo usarías en caso de emergencia. —Y esto es una emergencia. Artes es la única asignatura donde la mayoría de mis notas no son dieces —hice una mueca—. Por favor... —Está bien, pero ve con cuidado —me levanté de la silla con una gran sonrisa y me acerqué a mi madre para que me entregara las llaves del coche—. No te demores mucho. —Perfecto, no lo haré —le guiñé el ojo—. ¿Necesitas algo, Max? —le pregunté a mi hermano. Negó después de unos segundos—. Pues me voy. No me extrañen. Salí de mi casa y caminé hacia el Toyota. Entré, me abroché el cinturón de seguridad y antes apretar el acelerador, conecté mi celular a la radio mediante bluetooth. Puse I don't wanna fight no more de Alabama Shakes y conduje sin prisa hacia Walmart. Al llegar, dejé el auto estacionado cerca de la entrada y tomé un carrito para dejar las cosas que iba a comprar. Entré a la tienda y fui directo al pasillo donde estaban las cosas para manualidades. Saqué mi celular del bolsillo y busqué en mis notas la lista de los materiales que necesitaba. Esperando haber traído el suficiente dinero para poder comprar todo, dejé las cosas en el carro y di algunas vueltas hasta llegar al pasillo de las galletas. Tomé un paquete de galletas Oreo rezando para que pueda llevarlo. Aunque la verdad no lo necesitaba, ya que tenía en casa. Al llegar a la caja, tuve que esperar unos minutos antes de ser atendida. —¿Paga en efectivo? —asentí—. Serían veintiún dólares con cinco centavos —saqué mi cartera y suspiré aliviada al ver que podría comprar mis galletas favoritas. Le di el dinero y luego me entregó el ticket del recibo—. Aquí tiene. Que tenga una buena tarde. —Muchas gracias. Igual usted —le di una sonrisa amable y salí del local con las bolsas en el carro. Caminé hacia el auto un poco confundida al ver que uno de los coches que estaba estacionado se encontraba demasiado pegado al de mi madre—. ¿Quién es el imbécil que se estaciona así? —dije entre dientes cuando ya estaba frente al maletero. Lo abrí y dejé mis bolsas para luego dejar el carrito lejos de los autos para que no molestara. ¿Cómo hago yo ahora para salir? Definitivamente no soy la mejor persona conduciendo, así que en un caso como este le pediría ayuda a mis padres para que lo sacara de ahí. Pero bueno, mis padres no están conmigo en estos momentos. ¿Qué hago? ¿Espero al dueño del auto para que lo mueva? No, no creo que sea buena idea, ¿y si se demora demasiado en llegar? Ay Diosito, ayúdame en esta Abrí la puerta del copiloto para entrar al auto. Me puse en el asiento del conductor y suspiré nerviosa al encenderlo. —Tranquila, Sabine. Yo sé que puedes hacer esto —me di ánimos, pero en realidad sabía que no iba a poder hacerlo. Para mi suerte, antes de que pudiera mover un centímetro el auto, vi cómo el coche que estaba mal estacionado se empezaba a mover. ¿El conductor estuvo siempre ahí? Intenté mirar para adentro esperando ver al desubicado que se estacionaba de esa forma, pero las ventanas eran polarizadas así que no lo logré. Bajé la ventana y me aclaré la garganta. No sabía si iba a escucharme, pero no perdía nada con intentarlo. —No debería estacionarse tan cerca con un auto así de grande —dije fuerte intentando poner mi voz más grave para generar un poco de respeto—. Me dejó atrapada, ¿cómo quería que saliera de acá? La persona del auto no se molestó en contestar, sólo se fue de manera rápida y nada cuidadosa. Aunque bueno, nunca sabré si me escuchó o no.

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