Tan agotado me sentía que al llegar a casa después de ducharme caí rendido. No llamé a Alessia. De ello me doy cuenta aquí acostado que recién abro los ojos, luego de escuchar la alarma que tengo en la mesa de noche. Llegué a casa a media noche, sin fuerza para nada más. Arrastras me bajé de la cama y sin pensarlo mucho me metí bajo la ducha de agua fría buscando despertarme del todo. Lo necesito, no tengo tiempo que perder. Debo solucionar esta perdida económica de alguna manera. Tanta ansiedad me produce todo este problema que me vestí rápido y bajé a la primera planta. —Buenos días señor, ya está su desayuno —me saluda el ama de llaves. —Gracias —justo en ese momento recuerdo haber dejado el móvil en la oficina—, por favor pásame la agenda que tengo encima del escritorio de mi despa

