capitulo 4

3272 Words
Samantha El frío de Molino viejo es abrumador. Mucho más húmedo y crudo de lo que estoy acostumbrada. Pero de todas formas, me siento cómoda y me encanta la sensación del aire gélido paralizar mis orejas. El pueblo se ubica en medio de montañas altas. Consta de al menos quince manzanas centrales en dónde se concentra el comercio y al rededor, esparcidas por el territorio arbolado y pastoso, se encuentran las cabañas. Ninguna está muy pegada a la otra, pero al tener el centro tan pequeño, supongo que todos se deben conocer. -Samy!- grita una mujer ni bien bajo un pie de mi pequeño auto. Corre en mi dirección y no puedo evitar abrazarla hasta casi quebrarla. -ya me estaba preocupando! ¡Debiste llegar hace rato! -hubo un accidente en la carretera. Los policías nos retuvieron. Entonces, recuerdo lo que pasó. Quiero preguntarle a mi abuela, que me diga todo lo que sabe. Ella vivió toda su vida aquí, seguramente sabrá muchas historias. -que bueno, esos muchachos trabajan mucho- dice cómo si nada. -los policías? -si- arquea una ceja cómo si pudiera ver mi interés. Con los ojos, señala la puerta y me invita a pasar. -tu casa es cómo la imaginaba- comento admirando la cabaña la cual, no tiene vecinos. -no te aburres? -siempre hay algo por hacer- suspira. -así que... Ya tienes síntomas?- interroga ni bien cruzo la puerta. Asiento y sus ojos se agrandan. -no puedo creer que estés entrando en celo- Me tapo los oídos para que entienda que no quiero oírla. Mi abuela no es la típica anciana con bastón. Es una mujer que todavía no llegó a los sesenta y se mantiene joven. Pero igual, siento algo de vergüenza al oírla hablar sobre mi calor uterino con tanta liviandad -ahora, tienes sueño? O sientes algo extraño? -debería sentir sueño. Pero, no. Siento mucha energía. -eso es un buen síntoma. Se supone que los cambia formas no necesitan descansar tanto, es su instinto, viven en modo alerta. Aunque, si tienes síntomas deberías descansar- palmea un sillón. Me siento y la veo desaparecer por una puerta. Minutos después, aparece con sandwiches y una lata de refresco. -entonces, irás a reunirte con la gente joven? No contesto. Acepto la comida porque en realidad, estoy hambrienta y no sé a qué se refiere con "gente joven" es obvio que no conozco a nadie en este lugar y salir sola no me parece una buena opción. Ella me ve engullir cómo si fuera un pequeño animalito y nunca deja de sonreír. Me ha quedado claro que está feliz de mí "celo" -dijo tu madre que debes ayudarme con la tienda. Pero, no te preocupes. No estás aquí para eso- asegura. Pero, otra vez estoy con esa incertidumbre. ¿Qué se supone que debo hacer? No conozco a nadie a demás de ella. -deja esa cara. Puedes preguntar lo que quieras. Ya tienes edad para comprender. -esos policías son cambia formas?- pregunto antes que mi mente lo procese. Ella asiente cómo si no fuera nada alarmante. -pero... Ahs- chasqueo la lengua en desaprobación. -es tenebroso -no, Samy. Ellos no son bestias, no corres peligro. Quizás, sus costumbres te asusten un poco. Pero verás que una vez que los conozcas, te sentirás a gusto- palmea mi espalda cómo si eso pudiera consolarme. -está en tus genes aceptarlo. -aceptar qué? -sus... Costumbres- dice alejándose. Por un momento creo que me está evitando. La sigo a la cocina, cargando conmigo el plato y la lata vacía encima. -quiero que me cuentes todo lo que sabes- casi suplico. -claro. Lo único importante que tienes que saber ahora, es que debes interactuar con ellos. Cuánto antes mejor. Quizás ya sintieron tu olor y con suerte, uno de ellos te querrá reclamar- me quita el plato y sonríe con cierto nerviosismo. Al parecer está apurada en que acepte salir. Entonces, el recuerdo del policía hace eco en mi cabeza. Sus ojos puestos en mí, cómo si quisiera comerme. Con miedo, apreté mis manos a los lados de mi cadera. -reclamarme?- exhalé la pregunta. -Qué mierda es esto? -ya lo sabrás- me recuerda. -por ahora, puedes ir a dar una vuelta. Hay un lugar en donde los chicos del pueblo se juntan para pasar el rato, si hay química prueban teniendo sexo. Es la manera de saber si sus animales se atraen. Ellos creen mucho en el destino. Una vez que encuentran al suyo, jamás lo dejan ir y son leales incluso después de la muerte. Puedes ir y dejar que tu loba se pavonee delante de ellos. El resto será historia. -abuela!-gritó regañándola. -me estás aconsejando que me acueste con un desconocido?- ella asintió con su mirada tranquila. Juraría que mi quijada se cayó. -cómo? ¡No podría hacerlo con un desconocido! -tu padre no te dijo?- quiso saber. Ahora había miedo en sus ojos. -Samantha. Si tu loba quiere salir, lo mejor es darle la seguridad de un compañero. Esa es la única manera de asegurarte que te dejará volver. He visto la seriedad en los ojos de mi padre, los mismos que tenía mi madre y ahora mi abuela. Y, a pesar de haber presenciado ese momento extraño con aquellos policías. Mi cerebro todavía se rehúsa a creer que existe tal cosa. Mucho más, el hecho de saber que tenía que salir y tener sexo cómo si fuera un trámite. -no creo que pueda hacerlo. Siempre fui cuidadosa, no solo por los embarazos no deseados, también por las enfermedades. A demás, tengo miedo- confieso. Ella me mira cómo si la loca e incoherente fuera yo. -un desconocido podría ser peligroso. Mucho más si es una especie de hombre lobo. -no puedo creer que tu padre te mandara sin preparación- murmura más para ella que para mí. Niega mientras camina en círculos por su pequeña cocina. -escucha, samy- dice levantando un dedo. -los cambia formas no se enferman y a diferencia de los humanos que conoces, ellos no lastiman por gusto. Si lo hacen, es para proteger a otro más indefenso - ladea la cabeza, cómo cuestionando sus pensamientos. -sí, podrías quedar embarazada. Pero eso sería una bendición. -no quiero ser madre!- un grito histérico sale de mí. Ella solo sonríe. -a demás. He visto cómo esos policías me miraban. ¡Me olfateaban! Estoy segura de que ven en mí un pedazo de carne listo para devorar. -seguramente- dice y mis ojos se agrandan. -quítate el tabú en contra del sexo. Ellos lo ven como algo natural y será mejor que te acostumbres rápido- exhalo con furia. -mira. Haz el intento, déjate llevar sin miedo. Solo por hoy. Si ves que no es lo tuyo, no te presionaré más y podrás estar encerrada conmigo lo que dure tu estadía. Su propuesta es tentadora. Sobre todo, porque estoy segura de que volveré aterrada. -Betty, prepárate para tenerme todos días bajo tu falda- digo segura. Pero su sonrisa burlona me hace cuestionar hasta mis propias convicciones. Quería sexo, mi cuerpo lo pedía a gritos. Pero, no con un desconocido. ¿O sí? Quizás, si pueda salir aunque sea a conocer gente. Toda mi vida fue meticulosamente programada ¿y cómo me fue? Horrible. Entonces, puede que experimentar cosas nuevas no sea tan aberrante cómo siempre pensé. Quizás, debería seguir los consejos de Daisy y dejarme guiar por la atracción o la química. Después, el tiempo se encargará de castigarme si me equivoco. Mientras tanto, podría disfrutar de mi primera noche aquí. Sacarme las dudas y olvidar al idiota de mi novio por unas horas. *** Gracias a la insistencia de mi pesada abuela, pruebo con unirme a un grupo de chicos que se juntan en lo que se supone que es una discoteca, llamada "molino". Una cabaña escondida en medio del bosque helado. De dos pisos, amplia y limpia por dónde la mire. No conocer a nadie me molesta al principio, pero literalmente la gente parece más gentil de lo que esperaba. Entonces, bailar sola no es tan incómodo, ya que a mí alrededor todos hacen lo mismo, incluso algunos pasan sus bebidas para que me una a sus grupos. Obviamente, me niego. Todavía estoy descubriendo este lugar y no confío del todo. La gente baila cómo si de eso dependiera sus vidas. Beben, gritan, ríen e incluso algunos se devoran entre sí. Pero entre tanto caos, encuentro un alma imperturbable. Es un joven, quizás unos años mayor que yo. Está parado contra una columna. Los brazos cruzados en su pecho, inmóvil cómo estatua y la mirada inexpresiva y fija en... ¿Mi? Paso saliva. Mi respiración se atora en mi garganta porque no recuerdo alguna vez que me hayan visto con esos ojos. No voy a ser hipócrita y decir que no me importa su apariencia. Porque el caso es que ese chico es lindo a pesar de su expresión torturada. Se nota que está ejercitado, nada exagerado pero lindo de ver. Rubio, no estoy segura si será tinte o si es su color natural. Lo único que sé, es que le queda perfecto y le ayuda a resaltar sus facciones suaves y labios hinchados. Sonrío en su dirección. Él responde elevando una de las comisuras de sus labios y... "Dios mío..." Es muy atractivo. Su sonrisa podría derretir el corazón más duro. (O mojar la braga más frígida) Bueno, ese no es mi caso. Me gusta el sexo. Sé lo quiero en un polvo y no me avergüenza decirlo. La cuestión, es que él no es mi novio y quizás lo vería extraño. Mirándolo bien, no parece un monje. Puedo saber con un vistazo que a él le gusta divertirse. Tiene seguridad en sus movimientos, en su postura y por dios! Creo que es el único aquí con aretes tan llamativos. Aun así, luce cómo todo un semental. Con una fuerte personalidad. Ok... Juré que no volvería a sentirme experta con los hombres después de haberme equivocado horrible con mi novio. Se supone que ahora, no confiaré en mi cordura y me dejaré llevar por la oportunidad que se presente. Tengo miedo de hacerlo. Pero mi mente viaja a Max y a su supuesta amiga follando en su cama. Entonces, me lleno de bronca y mi yo orgullosa quiere tener una revancha. Definitivamente, no puedo quedarme como idiota cuando es obvio que él se revuelca con esa enana que antes creí tierna. Quizás, mi bronca también iba dirigida a mi situación actual. ¡Debía buscar quien me quite esta calentura que me estaba desesperando (Aunque la simple idea me aterre) y me molestaba que no fuera él! Mi supuesto novio quien lo hiciera. Volteo para dejar de verlo y comienzo a bailar con un grupo de chicos alegres. Me dejo llevar por la música por varios minutos hasta que veo cómo los chicos se dispersan dejándome sola. -¿te hice esperar mucho?- preguntan a mi oído. Una voz suave, pero varonil. Un tono seductor que erizar mi piel completamente. Lo miro por encima de mi hombro y asiento en forma de saludo. El chico frunce el ceño cuando me ve. Quizás, se confundió de persona o no le parezco lo suficientemente bonita. Lo cierto, es que su aura pesada me inquieta un poco. Decido alejarme. Cuando avanzo, noto que él me sigue y eso me pone en alerta. -¿me vas a castigar por hacerte esperar?- ronronea en mi oído. La gente vuelve a amontonarse a los lados cómo si estuvieran esperando el permiso del recién llegado. Este queda pegado a mi espalda, con una mano rodeando mis clavículas y la otra tomándome firmemente de la cintura. Cómo si se rehusara a dejarme escapar y eso me hizo sentir cosquillas en mi entrepierna. No estoy acostumbrada a que otras manos que no fueran las de Max me toquen y mi cuerpo se estaba comportando extraño -no pienso oponerme, pero tendría que ser en un lugar más íntimo- giro sobre mis talones quedando frente a él. Estoy segura de que mi expresión es de incredulidad porque me presiona más contra su cuerpo antes de señalar hacia las escaleras con la mirada. Me resisto un poco. No porque no quiera estar a solas con este lindo jovencito, sino porque odio y no estoy acostumbrada a dejarme tocar por un desconocido. Aunque este, sea la cosa más linda que haya visto aquí y el miedo se mezcle en mi sistema con la excitación. Entonces, otra vez. La imagen de Max aparece frente a mí, recordándome que esa actitud mía es la que lo llevó a ponerme los cuernos. Claro, yo siempre fui reacia a tener amigos hombres, aunque él obviamente se jactaba de tener amiguitas. Jamás le di un motivo para que desconfiara de mí y eso mismo le hizo suponer que siempre estaría ahí, solo para él. Fui estúpida y confiada. Creí que le alcanzaría con mi amor. Incluso me encargaba de que tuviera más orgasmos que yo. Me dediqué los últimos años a crear una relación perfecta y todo se desmoronó en cuestión de minutos. Suspiro intentando quitar sus manos que se aferran con insistencia en mis caderas. El chico me mira cómo si no pudiera creer este intento de rechazo que estoy forzando. Pero no puedo evitarlo. Max me cagó las ganas de jugar y siento algo que me desgarra por dentro. -lo siento, estoy buscando a alguien- digo tranquila. Veo cómo se le va formando una v entre los ojos. -estoy aquí- dice inclinándose un poco para quedar a mi altura. -soy al único que debes buscar a partir de ahora- sonrío ante su delirio. Lo loco de todo esto, es puedo sentir sus deseos cómo si fueran míos y es abrumador. Cálido, excitante. Nunca había conocido a una persona tan transparente, tan... Abierta emocionalmente y eso, me encantó. El chico es muy lindo. No voy a negarlo. Pero se nota que es un jugador nato y mañana, tendré la cara de payaso usado cuando no reciba un mensaje de su parte. Bueno, quizás eso sea algo positivo. Tendría la cabeza ocupada en otra cosa que no fuera mi ex y quién dice... A lo mejor este rubio de labios carnosos sepa cómo entretener. Y quizás... Que sea sexo casual, haga las cosas más livianas para mí. ¿Qué estoy pensando? No lo sé... Al parecer no estoy razonando con claridad. Es cómo si mis pensamientos se dejaran guiar por los ojos castaños de este chico. Ojos, que prometen que pasaré una buena noche. -no te dije lo que estoy buscando- informé. Él se hundió de hombros, dando a entender que no le importa. -vas a darme lo que quiera? Corrí mis cabellos detrás de las orejas y ladeé la cabeza un poco para fingir inocencia. Él siguió el movimiento de mi mano tocando mi rostro y parte de mi cuello con una sutileza que me cortó la respiración. Vaya... Es de esos chicos que les gusta poner nerviosa a su presa. Cómo un gato que juega con un ratoncito antes de matarlo. La cuestión es que en estos casos, me gusta ser el gato y él todavía no se da cuenta. Bajo la mirada a su pecho. Su camisa es lo suficientemente gruesa para tapar su piel, pero al menos sus clavículas se marcan orgullosas y créanme, es un verdadero espectáculo tenerlo a escasos centímetros. Entonces, de la nada. Una fuerza extraña me empuja contra él. Dejándome pegada a su pecho y sinceramente no me defraudó lo que descubrí. Estaba durísimo bajo la ropa, pero también, cálido y suave. Ideal para dormir sobre él. ¿Quién era este chico? ¿Y por qué me hacía sentir tanto miedo y a la vez, curiosidad? -tranquila, estás a Salvo conmigo- asegura cuando nota que estoy algo aturdida. Sonríe, quizás imaginando que mi estado se debe a su acercamiento. Aunque lo cierto es que me estoy masturbando en la mente con su cuerpo que parece delicioso bajo la ropa y eso, aunque odié admitir, me aterra. Mierda. Esto del celo era verdad... No suelo ser tan hormonal con tan poco. -ni siquiera te conozco- murmuro mirando el piso. La música sigue alta, por lo que nadie podría escucharme. Pero claro, al parecer este chico tiene superaudición porque sonríe y me toma de la mano para guiarme entre la gente hasta la salida al patio trasero. Tiene que estar loco. Amo el frío. Sentir el aire gélido es unos de los placeres de la vida para mí. Pero eso no significa que me guste salir en musculosa y un fino saco de franela en la noche cuando hay nieve. ¿Y él? No está abrigado tampoco. Forcejeo un poco, pero en respuesta solo recibo una sonrisa ladeada que creo que debe ser su arma mortal. Porque si, el mundo parece detener su marcha cuando lo hace. -ven, bonita. Solo buscamos un lugar más tranquilo para poder conversar -no estoy segura de querer "conversar"- hago comillas al aire. -en un lugar tan íntimo- digo señalando con el mentón. El aire helado entraba por el espacio abierto de la puerta trasera. Se podía ver algunas mesas que obviamente no estaban siendo utilizadas a causa del frío. Quizás, en verano podría ser el lugar preferido para coquetear lejos de la música alta y gente entrometida, pero ahora parecía un cementerio. -me tienes miedo?- preguntó al verme dudar. Pero estaba petrificada. Sentía calor, emoción y mariposas revolotear en mi estómago. ¿Era yo? ¿Era él? Había alguien detrás de nosotros? -no haremos nada. Hace tanto frío afuera que no querrás sacar las manos de tus bolsillos- miré sobre mi hombro, no había nadie allí. ¿De dónde venía toda esa emoción? Incluso sentí ganas de llorar. No era yo, definitivamente no era yo. Pero era ridículo pensar que este chico pudiese sentir tanto cuando lleva solo minutos de conocerme. ¿Destino? ¿Amor a primera vista? -miedo? A una cosita tierna cómo tú?- sus pestañas aletearon ante mi coqueteo descarado. (si señor. Ambos podemos jugar ese juego) -tengo miedo a lo que yo podría hacerte. No soy de que las gozan con conquistas de una noche y temo hacer cosas de las que me podría arrepentir mañana- digo sincera y una ola de tranquilidad me golpea. El corazón normaliza su andar y puedo ver cómo baja sus hombros con alivio. ¿Esto es real? -eso suena a vida monótona y aburrida- se burla dando un paso hacia atrás. -entonces dame más de una noche- pide y no puedo creerlo. ¿Este desconocido en verdad está tan emocionado por mí? O será que recibí tanta información este día que estoy delirando? -dijiste que no tenías miedo. A demás, esto sería algo nuevo para mí también- sinceridad. Algo extraño de sentir. Me reí de mi misma. -¿no te gustaría probar algo diferente? ¿Cometer una locura? Se aleja. Siento sus nervios, su miedo a la soledad y algo que no conozco. Cómo un dolor infinito mezclado con anhelo. Quiero más. Necesito sentir más. Esto sobrepasa mis límites y me hace desear seguirlo. Estar cerca de él, conocer más de su personalidad y de mi misma. De todo esto que él me hace sentir. -al menos, dime tu nombre antes de irnos- le pido cuando llego detrás de él. Entonces se voltea, sus ojos brillan y juraría que son de un castaño más claro que antes. Se ve aturdido, dudoso. Balbucea apretado sus labios arrepentidos. -cómo? -james. Me llamo james- lo dice sin mirarme. Siento que miente, pero cuando me devuelve la mirada, no veo más que calma. Algo me dice que recordaré esta noche por el resto de mi vida.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD