Extraños comportamientos

1244 Words
Escuchar las ofensas de las secretarias se convirtieron en el plan de la mañana, sé que se llenaban de ira al ver que yo no me inmutaba por sus comentarios, decidí seguir haciendo lo mío. Una vez finalice me encerré en el cuarto de aseo, debía respirar para poder seguir afrontado el resto del día. Por el intercomunicador me preguntaban cómo iba el día, también se me informó que debía cambiarle el agua al señor Anderson al menos 5 veces al día, también en la misma cantidad la toalla de mano así que me apresuré hacerlo, sentía terror de ingresar a su oficina pero no tenía opción. Llegue a su puerta y toque, esperaba que me dijera que estaba ocupado pero en cambio pidió que ingresara. Sin levantar mi rostro pase a cambiar el agua, también limpie un poco la mesa donde, luego me dirigí al baño, cambie la toalla de manos, un nuevo papel higiénico, ambientador y un espejo reluciente. Parecía un ratón escondido por los rincones, no quería tener contacto visual, con rapidez abandoné la oficina, tendría que hacer esto cuatro veces más en el día y así fue, pensé que limpiar un piso de solo cuatro personas sería sencillo pero no fue así, solo tenía minutos para descansar y tomar fuerza para continuar. Al final mis pies dolían, pero debía dejar las oficinas impecables, primero la del señor Wilson, lo había evitado pero ya era imposible, debíamos estar cara a cara, sin más tuve que ingresar, él estaba al teléfono así que me sentí aliviada, aproveché para limpiar sin que mencionara alguna palabra. El baño estaba hecho un asco, que diferencia a su socio, creo que es lo que más detesto hacer, limpiar inodoros de imbeciles que no tienen puntería. Al salir debía aspirar, el hombre ya había colgado, ahora tomaba un Whisky mientras estaba sentado en el sofá. -Señor ¿puedo aspirar?- pregunté -Claro muñequita, si gustas te quitas el saco, puedes estar más cómoda.- mencionó pasando sus dedos sobre los labios.- -Estoy bien así señor, gracias por decirlo.- Encendí la aspiradora, mientras lo hacía el hombre me observaba, me sentía incómoda pero no al nivel como con el señor Anderson, aquí había morbosidad, algo lascivo que me incomodaba. Dejé el piso impecable, tomé la bolsa de basura para salir pero el hombre se atravesó en la puerta. -Muñeca quédate un momento más, me gustaría hablar contigo.- -Lo siento señor pero debo ir a la oficina del señor Anderson.- -El puede esperar.- mencionó tomando un mechón de mi cabello.- Di un paso hacia atrás, no me gustó para nada que me tocara de esa manera, quería romperle la cara pero no podía hacerlo. -Señor le pido que me deje salir, debo terminar mi trabajo y marcharme a casa, mis hijos me esperan.- -Solo quiero hablar, si deseas conservar tu trabajo es mejor que te sientes y hablemos.- Tocaron la puerta, mi mirada estaba justo en los ojos del hombre, no me dejaré amedrentar, no le quedó de otra que abrir, una mujer lo esperaba al otro lado, vestía como para una noche de club. -Baby se nos hace tarde.- mencionó la mujer, yo dejé el lugar, había sido salvada esta vez.- Pasé a la oficina del señor Anderson, al parecer se había ido, no estaba su portafolio así que aproveché para quitarme los zapatos, ya no podía más. Limpiaría rápidamente y me iría a casa, lo positivo es que todo estaba en orden, solo era hacer lo básico, igual en la mañana tendría que volver hacerlo, me concentré tanto que no escuché cuando alguien ingresó, para mi desgracia era el señor Anderson. Tenía sus ojos en mis zapatos, los había dejado a un lado del sofá, supongo que odiaba mi desorden y falta de vergüenza. -Señor yo…- Vi como los tomó en sus manos y caminó hacia mi, yo estaba inmóvil, no sabía ni qué decir, esperaba que él hablara. -¿Por qué te los quitaste?- -Me dolía, no soporto tenerlos puestos todo el día.- Él los puso sobre su escritorio, eso en definitiva no tenía sentido, no encajaban en su ordenado lugar. -Señor ya me los pongo.- mencioné tratando de tomarlos.- -No lo hagas, quédate descalza.- -¿No te incomoda?- pregunté Solo negó, se sentó en el escritorio, abrió su portafolio y comenzó a buscar algunos documentos, yo seguí en lo mío, cuando vi que todo estaba impecable hablé. -Me marcho señor, me llevaré mis zapatos.- Camine hacia el escritorio, los tomaría y saldría a correr, pero una cosa es lo que pienso y otra lo que en verdad sucede. El señor Anderson me sujetó de la cintura y me subió a su escritorio, no hablaba y yo tampoco, tomo mis zapatos y se inclinó, con delicadeza me los puso uno a uno, sentía el roce de sus dedos en mi piel, esto no estaba nada bien. Lentamente se fue levantando, sus dedos iban delineando mis piernas hasta llegar a mi muslo, sus ojos estaban negros mientras la manzana de Adán subía y bajaba, aquí es donde me doy cuenta de la doble moral, las actuaciones del señor Wilson me parecía asquerosas pero en cambio las del señor Anderson me encendía, hacían que el verano que llevaba dentro pidiera un poco de humedad. -¿Soy acaso un juguete o fetiche para usted señor?- pregunté Solo sonrío mientras me bajaba del escritorio de nuevo de mi cintura. -Puedes marcharte.- mencionó Tome mis cosas y salí, lo mejor era huir de ese hombre, pase a mi cuarto, me cambie de ropa, la llevé al lavado y corrí al ascensor, quería salir de este lugar rápidamente, por fortuna mis hijos me estaban esperando, me subí al auto y nos marchamos a casa. -¿Qué tal tu día mamá?- -Estuvo bien bebe, estoy cansada.- -Sabes que nada evitará que entrenemos esta noche.- -Andrés bebé me matarás.- -Solo quiero que la Reina de la casa se vea hermosa.- -¿Para que? Ni siquiera me dejan tener novio.- -No lo necesitas, nosotros cuidaremos de ti.- -Pero yo necesito un hombre, también quiero ser amada y bueno algo de sexo.- -¡Mama! Por favor no digas eso.- -¿Qué? Aún estoy joven, algún día ustedes se irán y yo me quedaré sola, necesito una pareja.- -No nos iremos, siempre viviremos juntos.- -Cami mi amor eso no es verdad, tienen que hacer su propio hogar.- -Quizás, pero será en muchos años, no tenemos por qué pensar en eso ahora.- respondió Todo el camino a casa me fui pensando en el señor Anderson, su comportamiento es extraño, pero por qué de cierta manera me gusta sus acercamientos, también está el hecho de que hace años no sentía excitación, creo que jamás un hombre me había despertado deseo, el es mi jefe un hombre inalcanzable, también sé que si se involucra conmigo será solo para usarme y desecharme. -¿Qué dices mamá?- -¿Ah?- -¿Qué si comemos pizza?- preguntó Andrés -Si bebe, lo que quieras.- -Mamá no estés triste, sé que nunca haz tenido un novio, solo lo hiciste con el idiota de nuestro papá, nadie que conozcamos es apto para ser tu novio, cuando encontremos uno lo aceptaremos. ¿Te parece?- Andrés me tomó de la mano y me dejó un beso, yo solo sonreí, son tiernos pero celosos a la vez, si supieran lo que pasó hoy en el trabajo podrían el grito en el cielo.
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