Capítulo 2

1039 Words
*****  Ella no había querido ir de vacaciones a ese lugar. Ella quería estar los dos meses haciendo un curso de diseño gráfico, que para  ella era más productivo que estar ahí, gastando el tiempo sin hacer absolutamente nada. —Le dijeron a Joe que tenían pensado salir esta noche, ¿verdad? —la voz de la madre de Brianna se escuchaba resonar por toda la habitación. La chica entornó los ojos. —No. Mamá realmente no lo hice —dijo mientras, Patricia su amiga desde el kinder la maquillaba. —Creo que deberían de hacerlo. —No te preocupes Katherin —intervino esa vez Patricia—. No, nos meteremos en problemas. Tampoco es que estaremos lejos todo está aquí mismo en este resort. —Sí, pero ustedes no saben el peligro que pueda existir, si llegan tarde. No vayan a venirse solas caminando. Brianna se levantó de la silla, y le dio un beso en la mejilla a su madre. —Me encanta, entonces eso significa que llegaremos muy, pero muy muy… temprano —miró a su amiga. —Woooootttt al amanecer —gritaron ambas chicas. —¡UN MOMENTO SEÑORITAS! —gritó Katherin la madre de Brianna— En ningún momento les he dicho que lleguen aquí cuando salga el sol. Simplemente que sean precavidas. No se vengan caminando solas, y que se fijen bien en la persona a la que le pedirán que las acompañe. —Está bien. Lo haré —le dijo Brianna para calmarla. Al cabo de unas horas las jóvenes estaban listas para divertirse. Aprovecharon y le pidieron a uno del transporte interno del resort, que las llevara a un sitio donde pudieran ir a bailar y pasar un rato bien. El chico les recomendó un lugar que no pertenecía al resort, pero que no estaba fuera del área. Llegaron al sitio y también le preguntaron al joven si podía ir por ellas más tarde para llevarlas a casa, pero él, les había dicho que no podía, porque su turno terminaba en una hora. Mientras se bajaban del vehículo, podían escuchar la música y como retumbaban las paredes por la vibración de la misma. Al pasar la puerta tuvieron que abrir y cerrar los ojos un par de veces, para poder acostumbrarse a lo oscuro que estaba el lugar. Había muchísima gente en la pista de baile y en las mesas. El lugar estaba a reventar apenas pudieron llegar hasta la barra. Cuando un chico rubio, alto, delgado pero con cuerpo bien definido se acercó hasta ellas. —Recuerden que para ustedes solo hay coca-cola. —Oye tenemos dieciocho —dijo su amiga. —Está bien pero no tienes veintiuno, que es la edad legal para tomar —le indicó el chico que estaba dentro de la barra. —Tú también te ves muy joven, para trabajar detrás de la barra —le dijo Brianna mordazmente. —Tienes razón —le guiñó el ojo—, pero tengo edad suficiente para comprar cervezas y entrar a los club de strippers. —Eres divertido —intervino Patricia. —Y tu amiga muy hermosa —habló señalando a Brianna. Quien agradeció que el lugar fuese oscuro y no la viese sonrojar. Patricia le dio un codazo. —Ey… él quiere conocerte. —Hola, soy Brianna —dijo tímida. —Un placer soy Kent. Se le acercó un chico a Patricia para invitarla a bailar, y ella fue hasta la pista con él, mientras dejaba a Brianna con Kent. —¿Tienes tiempo trabajando aquí? —ella no tuvo más remedio que buscar conversación. —No, realmente. No soy de aquí. El lugar es del suegro de mi madre —sonrío de lado—, solo estoy aquí echando una mano. En ese momento, una chica iba pasando y le guiñó un ojo, después le sonrió y le colocó un billete de diez dólares en su jarra de propinas. —Y ganando algún dinero extra, que siempre es bienvenido —alzó la jarra con rostro divertido. —Mi turno termina en una hora —le informó—, por si quieres. Puedo hacerte compañía. Ella solo asintió. La hora pasó rápido, mientras conversaban de todo. Se hacían preguntas sencillas, y se reían como tontos de las respuestas. Se estaban conociendo espontáneamente y aún así no lo sabían. De pronto observó como Kent arrojaba a un lado la toalla que tenía en el hombro, y saltaba de manera ágil la barra. Brianna lo miró sorprendida cuando la bajó sin esfuerzo de la silla de la barra. Era muy alto, apenas ella le llegaba al hombro con los tacones puestos. —Terminó mi turno de trabajo, señorita —musitó alegremente—, es hora de la diversión, vamos a bailar —sin derecho a reclamo la tomó de la cintura, y la llevó a la pista. Bailaron toda la noche, rieron y siguieron conversando. Nunca miraron la hora. Hasta que se dieron cuenta lo tarde que era. Comenzó a buscar a Patricia entre las personas por todo el lugar y no la veía. Cuando iba a llamarla a su teléfono celular, se dio cuenta de que tenía un mensaje de hacía cuarenta minutos. Patty: Nos vemos en nuestra cabaña. Me fui con Franco, el italiano con quien estaba bailando su número es +3350433221, ya sabes por si no aparezco. Disfruta con el sexi barman. Te amo sis. Cuando Brianna leyó el mensaje una rabia salió de su cuerpo. ¿Estaba loca? ¿Cómo pudo dejarla ahí e irse de manera tan irresponsable? Siempre hacía lo mismo, ¿por qué se comportaba de esa forma? —¿Sucede algo? —le preguntó extrañado Kent. —No. Nada lo típico de mi mejor amiga —respondió encogiéndose de hombros como si estuviese fastidiada. —Ah entiendo —se echó a reír—. Hace un poco más de una hora que se fue con Franco Novelli, pero no te preocupes es mujeriego, pero inofensivo. —Gracias —no tenía más nada que decir él no tenía la culpa de que su amiga siempre la dejaba preocupada—, ahora estoy en problemas. No puedo ir a casa sin ella. —Entiendo son las cuatro y veinte de la mañana, dentro de poco amanecerá —le recordó—. ¿Te gustaría ver la salida del sol en la playa? Es un evento que siempre recordarás. —Sí, por supuesto debe ser hermoso. Kent le dio la mano y ella aceptó. Caminando se fueron hasta la playa a ver el amanecer. Cuando llegaron al lugar estaba todavía oscuro aunque en el cielo se estaba aclarando poco a poco. —Me encanta este lugar —dijo Kent—, muchas veces vengo aquí a ver al sol salir. —Es muy hermoso, tan tranquilo parece que nada pudiera perturbar la paz. —Sí —afirmó lanzando unas cuantas piedritas al mar—, cuando tenga edad para retirarme de todo. Me gustaría que fuese aquí. —La verdad que lo entendería. Se respira aquí tranquilidad y armonía.
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