1 Un día normal

2616 Words
Jamás pensé que mi sábado me traería tantas sorpresas juntas. Prometía ser un día normal en el cual saldría con mis amigas a disfrutar de mi vida y de mis locuras, pero parece ser que el destino jugaba en mi contra. Son las cinco de la tarde cuando recibo la llamada de mi prima Ana. Acaba de dejarlo con su novio Jaime otra vez y decía estar triste. Jamás me había llevado muy bien con ella. Siempre se creía superior al resto y a mí no me trató muy bien de niña. Siempre que íbamos al pueblo se las arreglaba junto con nuestra otra prima Alicia para que siempre me riñesen y me castigasen a mi porque yo siempre fui la desobediente y el trasto. Al contrario que otras niñas yo no jugaba con muñecas ni con cocinitas. Siempre fui más de jugar con coches, subirme a los árboles e incluso de bajar la cuesta más complicada del pueblo de la abuela con una bicicleta sin frenos. Aun sonrío al recordar mi infancia y todas las trastadas que había hecho, pero a pesar de eso siempre me consideré buena niña, me gustaba colaborar en todo y me fijaba muy bien en todo lo que hacían mis mayores, creía que así tendría un buen futuro, pero parece ser que me equivoque. Esta mañana en el trabajo tuve bastante jaleo y no tenía intención de salir de fiesta con mi grupo de amigas, pero la llamada de mi prima la verdad me desajusto todos mis planes. No tenía la más mínima intención de aguantarla lloriqueando en casa todo el día así que la ofrecí de salir a tomar algo con mis amigas. Así que me armé de valor salí de mi zulo como solía llamar a mi cuarto y le comenté a mi abuela que Ana venia de camino y que me la llevaría de fiesta con mi grupo. Mi abuela no parecía muy contenta con la situación, sabia de sobra que Ana y yo éramos como el agua y el aceite, jamás se mezcla aun, así como también es su nieta acepta sin rechistar. Me metí a la ducha pensando en que eso aliviaría el estrés mental al que Ana me acababa de someter en cuestión de segundos, pero eso no fue suficiente puesto que sabía que eso no iba a salir nada bien. Me vestí con mis vaqueros ceñidos azul claro, me puse mi camisa Lonsdale azul eléctrico y mis botas Mustang de caña alta. Me acababa de cortar el pelo en una melena cortita y me había hecho unas mechas tricolores rubias, rojas y negras que me quedaban de infarto. Me hice la raya del ojo blanca y me pinté mis labios color teja. Faltaba el toque final. Mi perfume favorito Musk de Jovan. Me miré al espejo, estaba lista para lidiar con lo que se me pusiese por delante incluida Ana. Cuando por fin llego me sorprendió verla con una bolsa de ropa. No indicaba nada bueno. Me sonrió falsamente como hacía siempre y me sorprendió lo que dijo. - ¡Hola primita! ¿Lista para la noche de chicas? - La mire con cara de asombro - ¿Qué traes ahí? - le dije. - ¡Ah! no es nada más que mi pijama. - ¿Como que tu pijama? ¿No íbamos a salir? - ¡Claro! Pero también me quedo a dormir contigo. En ese momento quise morirme, una noche de fiesta con doña perfecta no era suficiente, también tenía que comerme una charla nocturna sobre chicos de esas que tanto le gustan a ella. ¿Que hice mal en la vida? - Ok, pero espero que no ronques. - No te preocupes, no vas a tener quejas sobre mi esta noche. No sé qué tiene esta chica en la cabeza de verdad que intento entenderla, pero me va a resultar imposible seguro. - Anda, pasa y deja tu ropa sobre la cama, son las nueve de la noche y he quedado con el grupo a las diez. - Lo vamos a pasar genial ya verás – Dijo mientras me sonreía mientras ponía su cara más dulce, ¿cuántas veces la habría ensayado? - No me cabe la más mínima duda. A las nueve y media ya íbamos en el autobús dirección Moncloa, era mi trayecto habitual cada fin de semana e incluso algunos jueves. Nos solíamos reunir en los bajos de Argüelles, habíamos cogido mucho cariño a un local llamado Elite. Los dueños nos conocían, los camareros nos adoraban y nos sentíamos como en casa. En el autobús Ana no dijo ni una sola palabra, era como viajar sola. Iba tan pendiente de los mensajes que recibía en el móvil que incluso en algún momento llegué a pensar que por una vez en su vida se portaría bien y se le bajarían los humos de princesita engreída que traía consigo desde niña. Cuando nos bajamos del autobús en Moncloa la miré, fingí una sonrisa de complicidad y subimos la calle que llegaba a los bajos de Argüelles, durante el camino vi que Ana miraba a un lado y a otro, creo que era la primera vez que veía tanto local de copas junto y eso me hizo pensar si alguna vez habría salido de fiesta y donde conoció realmente a Jaime. Estaba claro que de fiesta no lo había conocido y eso me pareció raro porque Jaime era muy similar a mí. Nos llevábamos muy bien a diferencia de cómo me llevaba con mi prima. Jaime siempre me defendía de todos los ataques que Ana me proporcionaba en las reuniones familiares. Cuando íbamos de vacaciones a Galicia y yo me escapaba al pueblo cercano a hacer rutas nocturnas con la moto de mis amigos y Ana me delataba era Jaime quien me sacaba del apuro y me defendía ante mis tías que siempre me miraban con reproche con mis comportamientos. Sin embargo, ahora míranos, yo ayudando a esa persona que desde niña me trató fatal y todo por pena a su situación. - ¡Mira Daphne! ¡Un local donde hacen cocteleras de chupitos! - Su voz me devolvió a la realidad de golpe - Claro Ana, es el keeper, aquí solo hacen cocteleras – la miré sorprendida ante su entusiasmo por los chupitos - ¿Entramos? - Mas tarde venimos y te invito a un chupito, pero ahora vamos, date prisa que el grupo nos está esperando. - Está bien – puso sus típicos morritos de pucheros para intentar darme lastima Definitivamente Ana y yo veníamos de mundos distintos. Ella se había criado entre algodones por si se hacía un mínimo rasguño y yo sin embargo me había criado salvajemente haciendo todo tipo de locuras y viviendo mi vida como realmente me gustaba, sin normas. Cuando llegamos a la puerta del Elite mi grupo de amigas estaban esperándonos. - ¡Ya era hora! - dijo Elena - Lo sé, hoy traigo carga – mire hacia mi prima disimuladamente - Bueno ya estamos todas – dijo María - Si, entremos ya – Mila estaba entusiasmada - ¿Dónde está Vero? - Pregunté al no verla - Vendrá más tarde, tenía ensayo – respondió Elena - Vale genial, chicas os presento a mi prima Ana - Bienvenida – dijeron todas de una Ana fingió de nuevo su sonrisa falsa. Vi que mis amigas no le agradaban, aunque eso no me extrañó, realmente veníamos de mundos muy distintos a pesar de ser familia tan cercana. Al entrar saludamos a Carmen con dos besos. Carmen es la señora que siempre estaba en la puerta del Elite, es la hermana del dueño y siempre nos invitaba a algún refresco, la verdad que era muy agradable estar allí. Una vez dentro nos colocamos en nuestro sitio habitual, al fondo del local, en nuestro cuadrado junto al futbolín y los baños, teníamos que tener todo cerca, sobre todo el baño puesto que a Elena le daba por beber demasiado en ocasiones y siempre terminábamos encerradas con ella en el baño intentando bajarle la cogorza que se había cogido y el futbolín era nuestra forma de ganar dinero o copas gratis. El juego consistía en que si ganábamos al equipo contrario nos tenían que pagar la ronda de copas o perder los cinco euros que apostábamos por ronda. Éramos muy buenas y era raro que perdiésemos así que la mayoría de las veces nos salía la noche totalmente gratis. Dejamos todas nuestras cosas en el banco de piedra y pusimos un bote para tomar una sangría, Ana se negó a poner su parte y nos miró como si estuviésemos locas. Decidí ignorar esa mirada. - ¿Ana que te apetece tomar? - Por ahora nada, solo quiero observar tu ambiente - ¿Estas bien? - Si - ¿Estas incomoda? - No, parecen buena gente – sabía que me estaba mintiendo, mi grupo no le agradaba, pero esperaba tener mejor resultado con los chicos cuando viniesen - Está bien, voy a pedir la jarra de sangría y una Coca-Cola para ti por si la quieres - Que sea Light, tengo que cuidar mi figura – puse los ojos en blanco, ya empezaba a desquiciarme - A tus ordenes – lo dije bajito mientras me daba la vuelta dirección a la barra para que no pudiese escucharme Mientras estaba pidiendo en la barra llegaron los chicos, vi como Ana los miraba detenidamente uno a uno, espero que con ellos encajase mejor de lo que lo había hecho con las chicas. Cuando me disponía a pagar alguien me dio unos golpecitos en el hombro, al girarme vi que era Pedro. Él era un chico egocéntrico que siempre le gustaba presumir que tenía dinero, cada vez que iba a pagar sacaba un fajo de billetes enorme y todos de cincuenta y de cien euros, de verdad era de esas personas que me ponían los pelos de punta. - Que quieres Pedro – le dije volviendo mi cara a la barra - Déjame que os invite a esta ronda - No, gracias, nuestro dinero aquí es tan valido como el tuyo - ¡Vamos Daphne! - dijo poniendo una sonrisa picarona - Ya te dije que no, lo siento, pero me están esperando – me di la vuelta y me volví al grupo De verdad que ese chico me ponía los pelos de punta, no sabía que era, pero había algo que no estaba bien con él. Mientras estaba con el grupo siempre notaba sus ojos en mi nuca como si fuesen cuchillos. Él siempre iba con otros tres chicos de los cuales solo uno de ellos parecía agradable. Le presente a mi prima a los chicos, allí estaban Ángel, Rober y Nacho. De los tres con los que mejor me llevaba era con Ángel y Rober, pero Nacho tampoco era mal chico después de todo y formaba parte del grupo. Angel y Ana parecieron congeniar bien en un principio o por lo menos Ángel intentaba hacerla parte del grupo y que no se sintiese incomoda. Realmente era un buen grupo de amigos lo que tenía y esperaba que Ana congeniase bien. Mientras observaba como Ana se integraba en el grupo comenzó a sonar nuestra canción grupal “Follow the leader” de SBS y como era costumbre nos pusimos a bailar como si no hubiese mañana, Ana no bailo y se sentó junto a los abrigos con su móvil a revisar los mensajes que había recibido al darme cuenta de ello me acerque. - ¿Estás bien? - le dije - Si, sigue bailando - ¿Algún mensaje de Jaime? - No, son mis amigas quienes me escriben - Ahora jugaremos un futbolín ¿Te apetece? - No, quiero irme a dormir - ¡Pero si hemos llegado apenas hace media hora! - Tú puedes quedarte – evidentemente lo decía con la boca pequeña - No, venga, nos vamos – cogí nuestras cosas de mala gana Nos despedimos del grupo y cuando nos dirigíamos hacia la puerta volví a notar esos ojos oscuros punzando mi nuca, me giré de mala gana y le ví mirándome fijamente, ahí apoyado en la barra con esa mirada punzante y penetrante. Pedro no me dejaba de observar. De camino a Moncloa Ana seguía insistiendo en que podía volver de nuevo con mi grupo y que ella iría sola a casa de la abuela. Yo seguía negando ante tal disparate. No iba a permitir que me involucrase en más problemas familiares, ya me había causado infinitos cuando éramos niñas y ya no quería más, además si su madre se entera de que la hubiese dejado ir sola en el autobús se habría encargado personalmente de despellejarme ella misma eso sin contar con la regañina que me habría dado mi abuela por haberla dejado ir sola en plena noche. No, Ana no iba a causarme más problemas. El trayecto a casa con Ana fue de nuevo en silencio, no me dirigió la palabra ni cuando llegamos a la entrada de la casa de la abuela. Mi abuela se sorprendió al vernos tan pronto - Niñas que pronto habéis llegado - Ay abuelita ¡es que te echaba de menos! - dijo Ana dándole un abrazo y un beso a la abuela, mi reacción fue la de poner los ojos en blanco y entrar en mi habitación Me senté sobre la cama a leer los mensajes que había recibido mientras volvíamos, cuando me dispuse a responderlos mi teléfono comenzó a sonar. Era un número que no tenía agregado en la agenda ¿quién podría ser? Así que lo cogí y respondí. - ¿Sí? - Te fuiste demasiado pronto – dijo una voz masculina al otro lado - ¿Quién eres? - Vamos Daphne ¿en serio no sabes quién soy? - Evidentemente si sabía quién era, esa prepotencia solo podría ser de Pedro - Dime que quieres Pedro - Saber que hizo que te fueses - No creo que eso sea asunto tuyo - ¡Vaya! ¡Eso ha dolido! - dijo burlándose un poco - ¿En serio? ¡Vaya, cuanto lo siento! - respondí en el mismo tono - ¿Vas a volver esta noche? - No lo creo - Una pena, si decides volver, ya tienes mi número - Si decido volver no te voy a llamar – colgué Ese estúpido ¿quién se ha creído que es?, en ese momento mi prima habló, por lo visto había estado escuchando toda la conversación - Deberías volver, te fastidie toda la noche - Da igual, tampoco tenía intención de salir hoy - Si, pero saliste y te acaban de llamar así que devuelve la llamada y vete de nuevo. - ¿Y nuestra pijamada? - Estoy cansada y me voy a dormir, no habrá pijamada Con las mismas mi prima se puso el pijama y se metió a dormir en la cama ¿en serio me había hecho otra de las suyas? Sabía que no quería salir y me hizo salir, cuando estaba a gusto me hizo volver, esta chica estaba loca de verdad. Pues bien, si quiere dormir que duerma, yo me vuelvo de fiesta con mi gente. Agarre mis cosas y me despedí de la abuela, le avise que vendría tarde para que no se preocupase. Llame a las chicas y les dije que me esperasen que volvía. Había pedido un taxi, no podía esperar dos horas a que pasase el búho nocturno así que cuando salí ya estaba esperándome en la puerta. Le me subí en el taxi y le di las indicaciones al taxista. Estaba lista para retomar la noche donde lo había dejado, esta vez sin mi prima Ana.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD