Cap 15

651 Words
Ronan Respira, Ronan. No la ahogues. No hoy. Mi lobo ruge dentro del pecho como una hoguera sin control. Liora todavía huele a trauma antiguo, a encierro, a invierno. Y aun así... algo en ella despierta cada fibra de mi instinto. Es tan pequeña que mi sombra podría cubrirla entera, y eso me vuelve loco. Quiero envolverla, marcarla, asegurarme de que ningún mal vuelva a acercarse. Pero debo contenerme. Forzarla sería traicionar su supervivencia. No la espantes. No la cages de nuevo. —No pienso obligarte a nada —murmuro, rozando con mis dedos el dorso de su mano. Ella tiembla, pero no se aparta. Eso vale oro—. Si algún día decides marcharte, no te cerraré las puertas. Tienes libertad… incluso si eso significa ir a otra manada. La palabra libertad pesa como metal caliente. Mi lobo gruñe, disgustado, como si yo acabara de traicionarlo. Pero no puedo ser egoísta. No con ella. Tomo el teléfono nuevo que Joseph dejó sobre la cama. Un modelo sencillo, blanco perlado; algo suave, no intimidante. Liora lo observa como si fuera una reliquia prohibida. —Mira —le enseño despacio, para que pueda seguirme con la vista—. Aquí está mi número. Si presionas este botón largo, me llamas directo. Y si tocas este ícono… —abro la ventana de mensajes donde ya escribí Estoy aquí, siempre— puedes escribirme lo que necesites. Solo presionas este botón para enviar. No importa la hora. ¿De acuerdo? Ella asiente, seria. Silenciosa. Sus dedos rozan el aparato como quien toca agua por primera vez. Mi loba interior aúlla. Quiere que sea mía. La razón le responde con un golpe seco: No es nuestra. No aún. Un ruido en el pasillo corta el momento. Pasos. Rápidos. Sin anunciarse. La puerta se abre sin permiso. Y aparece Kai, el Beta del escuadrón de patrulla, torso desnudo y sudor perlado bajándole por el cuello. Al parecer venía directo del entrenamiento matinal. Pantalones deportivos grises, cuerpo marcado como una hoja de guerra. El tipo ni siquiera nota que lo quiero descuartizar por entrar sin tocar. Mi lobo embiste contra mis costillas. Un gruñido se me escapa, bajo, amenazante. Kai levanta las manos, divertido. —Relájate, Alfa. Solo venía a traer los informes del perímetro. No me importa. Liora se encoge de inmediato, como un pájaro ante un trueno. Da un paso hacia atrás. Luego otro. Y antes de que pueda respirar, ya está aferrada a mi camiseta, escondiéndose tras mi cuerpo. Su frente roza mi espalda. Mi respiración se vuelve un incendio. La protección me explota en la sangre. —Fuera —escupo, sin cortesías. Kai parpadea. No esperaba la reacción. Pero cuando ve la forma en que Liora se refugia detrás de mí, su rostro cambia. Ya no hay sonrisa, solo respeto. —No sabía que estaba con ella. Mis disculpas, Alfa. —Inclina la cabeza hacia Liora, sincero—. Perdón por irrumpir así, pequeña. Liora asoma apenas, un gesto mínimo. Con una mano torpe escribe en su libreta y me la muestra para que lea por ella. "Está bien." Respiro. Mi pecho se afloja un poco. Pero mi mirada clava a Kai como cuchilla. —A partir de ahora nadie entra sin mi autorización. Ni siquiera tú. —Mi voz es grave, territorial. No pido. Ordeno. —Entendido. —Kai retrocede y cierra la puerta tras él. Silencio. Solo el latido de Liora contra mi espalda. Un latido tímido. Pero vivo. Me vuelvo hacia ella despacio para no espantarla. Su mano aún sostiene mi camiseta. No la suelta. Y aunque debería, no lo hace. La miro. Ella también me mira. Y por primera vez en diez años, dice algo… no con la voz, sino con la forma en que sostiene mi ropa como si yo fuera la única puerta que no conduce al infierno. La protejo. Lo juro. Mientras respire, nada volverá a tocarla.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD