XIMENA De repente, sin fuerzas, me desplomo sobre los cojines, caliente, sudorosa y sin aliento. La boca de Tyler me dejó alucinada por todo el sofá de nuestra sala. Todavía estoy temblando por la intensidad de mi liberación. Tyler se sienta sobre sus talones sonriendo con suficiencia como el gato que se comió al canario. Bueno más bien como el gato que se comió mi coño…Hace un gesto de lamerse el labio inferior y luego limpiarse la boca con la manga. –Vaya, copo de Nieve. ¿Se sintió bien como sabes? Seguro qué si– Mi cerebro está demasiado revuelto para encontrar una respuesta concisa. O cualquier palabra coherente, en realidad. Simplemente asiento lentamente hacia él, admirándolo de nuevo, como si ya no fuera solo Tyler, sino una especie extraña y exótica que nunca antes había visto.

