Extorsión de contra ataque

2830 Words
TYLER Ximena se ve linda por la mañana. Sigue dormida, acostada de lado, frente a mí, con las sábanas enredadas alrededor de sus caderas. Su cabello enredado se extiende tras ella como miel derramada. Gracias a Dios que ya no lleva ese horrible pijama de lana. Su camiseta blanca vaporosa se inclina para insinuar el profundo valle de su escote y se sube para exponer la suave y cremosa extensión de su vientre. Olvídate de lo linda, se ve realmente comestible. Quiero pasar mi lengua por la parte superior de sus pechos, acariciar sus alegres pezones a través de la fina tela hasta que se despierte, gimiendo mi nombre con sus manos enterradas en mi cabello. No va a suceder, lo sé. Estamos hablando de Ximena. Cada victoria se gana con esfuerzo, y cada vez que me acerco a ella, retrocede dos pasos más. Pero un hombre puede soñar. ¿No? Con los ojos aún cerrados, se estira lentamente, dejando escapar un pequeño chillido mientras sus largas piernas se estiran bajo las sábanas. Aprecio el momento, admirándola mientras despierta. Mi modus operandi habitual no me permite pijamadas ni encuentros a la mañana siguiente. Pero si así son, cuenten conmigo. Después de un momento, parpadea y abre los ojos. –Hola– digo. Traga saliva, apartando la mirada de la mía como si le diera vergüenza que la vea despertarse. –Hola- –¿Estás lista para hoy? – Después de calmar sus nervios, pasamos horas anoche repasando mi plan y ensayando. –¿De verdad crees que funcionará? – pregunta por encima vez. Pero entiendo porque esta nerviosa. Estamos a punto de enfrentarnos a uno de los mayores cocos de su vida. Sintiendo una oleada de protección, respondo pacientemente. –Se que si– Los hombres como Joshua Bradford son fáciles de superar en maniobras. Lo único que les importa es su ego, y una vez que lo amenazas, ceden como niños pequeños en el patio de la escuela. Me quito las mantas y me incorporo. Tengo que preparar café para Ximena, preparar el desayuno y una ducha caliente que me llama. –¡Santo cielo! – tartamudea Ximena, con los ojos pegados al lugar donde mi hombría intenta escapar de mis bóxer. Abajo, chico. Le sonrió con suficiencia. –¿Qué? Esta feliz de verte– sus ojos se levantan hacia los míos. –¿En serio? ¿Te alegra que haya vuelto? – –Por supuesto que sí. ¿Qué clase de pregunta es esa? – Es como si me estuviera poniendo a prueba constantemente, esperando a que cometa un desliz y le diga que he terminado con ella, con este juego que estamos jugando. Para mí, sin embargo, no es solo un juego. Quiero decirle que he estado despierto durante diez minutos, admirando la vista, y que esta erección es exclusivamente para ella. pero me muerdo la lengua, seguro de que admitirlo la asustaría. –Solo pensé que cuando me fui…– pausa. –estaba segura de que lo había arruinado todo– Tenerla de vuelta aquí en nuestra cama me alegra de no haber cedido a todos esos instintos básicos que me dijeron que follara y saqueara por todo Manhattan cuando se fue. Le levanto la barbilla para obligarla a mirarme a los ojos. –Tienes que algo que compensar, pero nada esta arruinado– Ella asiente, con alivio y gratitud brillando en sus ojos. Y algo más también, algo cálido, algo que no me atrevo a nombrar y mucho menos a esperar. Salto de la cama y me dirijo al baño, preguntándome como se desarrollará todo esto hoy y en los días siguientes. ❊❊❊❊❊ Mas tarde, cuando estamos vestidos, alimentados y listos, nos detenemos frente al edificio donde Joshua Bradford trabaja para la empresa de su padre. Prácticamente puedo sentir la aprensión fluyendo de Ximena en oleadas. –¿Estás lista? – pregunto. Ella asiente con fuerzas, sus profundos ojos azules llenos de preocupación. –No pero no creo que lo estaré nunca. Solo tenemos que intentarlo– Le aprieto el hombro para tranquilizarla. Estoy casi…orgulloso de ella. Ella tiembla en sus tacones altos y, sin embargo, sigue aquí de pie, lista para luchar. –Lo tenemos todo controlado– le prometo. –No te veas tan preocupada– Es hora de agarrar el toro por las pelotas. Abro la puerta de cristal, entramos y pasmos junto a la recepcionista como si supiéramos a donde vamos. Pensé que el elemento sorpresa siempre es mejor cuando se juega duro. Pero cuando entramos en su oficina, Joshua parece habernos estado esperando desde el principio, con una sonrisa de suficiencia en el rostro. –¿Qué? ¿No hay un grupo de abogados hambrientos? Me imaginé que a eso se dirigía esto– sonriendo como si ya hubiera ganado, Josh se levanta de su escritorio. Su oficina esta amueblada con un estilo tradicional: un gran escritorio independiente de caoba frente a la puerta, filas de estanterías con volúmenes de libros de texto. Una fotografía enmarcada de un conejo colgada en la pared. Bueno, eso último es raro… Me mantengo firme, mirando fijamente a Josh, haciéndole saber que en su postura de mierda no me intimida en absoluto. –Podríamos venir aquí y amenazar con demandarte, pero ambos sabemos que eso te daría exactamente la satisfacción que buscas: una batalla judicial, un circo mediático, el nombre de Ximena arrastrado por el barro– Josh entrecierra los ojos. –¿El barro? Creo que eso es un poco optimista. El nombre de Ximena no significará nada para cuando termine con ella– Ximena se mueve a mi lado. su estremecimiento es sutil, no lo suficiente para que Josh lo vea, pero yo lo siento. Me acerco y le tomo la mano. –De todos modos, no estamos aquí para demandarte– continuo. –Solo pensamos en hacer una visita para ponernos al día. ¿Cómo está tu antiguo compañero de la universidad? ¿Cómo se llamaba? – me golpeo los labios, fingiendo pensar. –¿Franklin Ashby? – –¿De qué lo conoces? – responde Josh, demasiado rápido. Sus ojos van de los míos a los de Ximena, y frunce el ceño de forma poco atractiva. ¡Caray! ¿Qué le vió a este pene microscópico? –Oh vamos– interviene Ximena. –Ustedes dos fueron compañeros de cuarto durante toda la carrera. Siempre juntándose. ¿Olvidaste que era tu novia entonces? – Anoche, mientras planeábamos una estrategia, me inspire cuando Ximena menciono el nombre del compañero de cuarto de Josh en la universidad. Un nombre que ya había oído antes, circulando en los cirulos sociales de la elite de Nueva York. Solo hicieron falta unas pocas llamadas rápidas para confirmarlo todo. Pero, aunque Ximena me dio toda esta idea, lo último que necesitamos ahora mismo es un tiroteo verbal entre ellos. Estoy bastante seguro de que eso fue lo que pasó cuando la llamó, y la llevó a ninguna parte. Aunque tampoco llevó a Josh a ninguna parte- Así que hago un gesto con la mano en direccion a Ximena para detenerla. –Déjame hablar un poco más, cariño– Empiezo a explicarle a Josh exactamente lo jodido que está. –Hace unos seis meses, justo antes del gran anuncio de su empresa tu amigo Ashby ejerció sus opciones sobre acciones y compró casi un cuarto de millón de acciones. Hizo una fortuna– Me froto la barbilla. –Qué curioso, creo recordar que a ti te fue bastante bien. tus operaciones con acciones incluso se concretaron en la misma semana. ¿no es una coincidencia interesante? – –¿Cómo lo sabes? – Demasiado tarde, Josh intenta recuperarse. –Es decir, ¿Qué estas insinuando? – –Para responder a tu primera pregunta, a Frank le gusta presumir cuando está bebiendo– respondo con un alegre encogimiento de hombros. –Y a tu segunda pregunta, tráfico de información privilegiada– El color desaparece del rostro de Josh. –¡No tienes pruebas! – Reprimo una sonrisa triunfante. –Tal vez no ahora mismo. ¿pero el investigador privado que contraté para revisar los registros de operaciones bursátiles de la empresa de Frank y verificar la conexión personal entre ustedes dos? – Me chupo los dientes con un fuerte chasquido. –Dentro de unos días, tendrá suficientes pruebas para una causa probable. Y entonces podrás explicarle a la SEC porque tú y Frank compraron tantas acciones en un momento tan conveniente– Esta última parte no es del todo exacta. Todavía no hemos tenido tiempo de contratar a un investigador privado, aunque podemos conseguir uno rápido si es necesario. Pero la verdad no importa. Lo que importa es mi farol es lo suficientemente convincente como para irritar a Josh. Y a juzgar por su reacción… La boca de Josh se abre y se cierra varias veces. Si, diría que he dado en el clavo. Aprovecho el momento para disfrutar de la vista: el altivo heredero de Bradford Media haciendo su mejor imitación de un pez fuera del agua. –E-esto es una mierda total y lo sabes– resopla finalmente, colocando una mano sobre su escritorio para acercarse. –Ambos saben que los tengo inclinados listos para tomarlos–. –¿Y así es como te defiendes? Patético– –¿Quieres saber que es patético? – Me acerco al imbécil. No porque me guste especialmente estar cerca de él, sino porque mi 1.98 metros de altura se eleva sobre su ¿Qué? ¿1.75 metros? Seguro que es intimidante. –El hecho de que Ximena te confiara fotos de sus dos preciosas tartas de limón y merengue y tarta de melocotón, y tú, como la comadreja sin alma que eres, intentaste traicionar esa confianza de la peor manera posible. Nada me pone más furioso que los hombres que faltan al respeto de las mujeres– –¿Tarta de melocotón? – pregunta Josh. Cuando Ximena me lanza una mirada extraña, continúo. –Si, ya sabes…su caja de amor, su almeja rosa, su tarro de miel– Ambos me miran con expresiones perplejas. Levanto las palmas de las manos con exasperación. –Oh, por el amor de Dios. Su tarro para pepinillos– Una risita se escapa de los labios de Ximena. Dios, me encanta poner una sonrisa en el rostro de esa mujer. Fingiendo darse cuenta de repente, Ximena levanta el dedo, separando los labios con agradable sorpresa. –¡Oh, Tyler! Eso me recuerda algo– –¿Si, cariño? – pregunto, siguiéndole el juego. –Hay más– –¿Más? Cuéntamelo, Copo de Nieve– –Acabo de recordar aquella vez, cuando Josh estaba dormido, le tome una foto a su pequeño pepillo– Josh deja escapar un ruido ahogado. Fingiendo no darme cuenta, aunque me cuesta mantener la cara seria, levanto las cejas hacia Ximena. –¿De qué tan pequeño estamos hablando? – –Pequeño. Mas bien como un pepinillo en miniatura. Un pepinito– sonríe, sabiendo que estamos en sintonía. Me permito reír entre dientes, la tensión se evaporó casi por completo. No tengo idea de si está diciendo la verdad, pero tenemos a este idiota justo donde lo queremos. –¡De ninguna manera! No tiene una foto mía– balbucea Josh. –Oh, pero la tengo– sonríe de nuevo. –Es una cosa tan pequeña que casi se me olvida– Le doy una palmadita en la espalda. –Mala suerte, amigo, quedarme con una pajita tan corta. Eres un soltero codiciado, ¿verdad? No querrías que medio Nueva York viera ese pequeño pene tuyo, ¿verdad? – Frunce la boca. –No– No lo creo– le doy una palmadita en la espalda de nuevo porque, de alguna manera, esta reunión se ha convertido en que salvemos al pomposo Joshua Bradford de una vergüenza publica tan grande que nunca la superaría. Ximena da un paso adelante, con los hombros hacia atrás. –Entonces borraras todas las copias, que Dios me ayude en todos los dispositivos, donde quiera que existan– Joshua asiente con la cabeza, con aspecto derrotado. –Y– añado, –Vas a firmar esto– Empujo un delgado fajo de papeles sobre su escritorio. –Ximena y yo ya hemos firmado la última página– –¿Qué demonios es? – refunfuña Josh con cansancio. –Una confesión. Donde todos acordamos, por escrito, que cometiste tráfico de información privilegiada e intentaste extorsionar a Ximena para que vendiera K&J y, a cambio de que no publiques sus fotos, no denunciaremos ninguno de tus delitos. Así que, si alguna vez aparece una sola foto en línea, considera este documento como tu boleto de ida a una prisión federal– le dedico una sonrisa tensa y sin humor. –Pero mientras ninguno de los desnudos de Ximena vea la luz del día, tu confesión tampoco, ¿Qué dices? – Josh traga saliva y vuelve a asentir con la cabeza. –Bien. Sol vete– Pasa la última página, garabatea su firma con una serie de rápidos y furiosos cortes, y me la devuelve en la mano. Solo una vez que estamos fuera del edificio de acero y cristal, Ximena lanza un pequeño grito de victoria. –Estuviste increíble ahí adentro– sus ojos brillan de triunfo y su voz es casi vertiginosa. –Tu tampoco estuviste tan mal– respondo con una sonrisa ¿extorsión de contra ataque? No sabía que lo tenía dentro. –En serio, ¿viste la cara que puso cuando pensó que las mujeres de Nueva York se enterarían de su pequeño pene? ¡Fue un clásico! – se ríe de nuevo. –¿De verdad tienes una foto? – Niega con la cabeza con una risita. –No. Estaba mintiendo– En un susurro teatral, añade: –No era digna de una foto– Me río a carcajadas. Genial, eso es la cereza del pastel. Quiero bromear con ella diciéndole que estoy muy orgulloso. Pero eso se siente raro por alguna razón, así que me conformo con: –Recuérdame nunca jugar al póker contigo– Llenos de alegría por la victoria, caminamos por la acera de regreso al auto. –¿Tyler? – pregunta después de unos minutos. –¿Si, Copo de Nieve? – –Gracias por ayudarme. Y por no juzgarme por enviar esas fotos en primer lugar– Hey, lo único que me importaba era poner a ese imbécil en su lugar. Nunca juzgaría a una mujer por enviarle mensajes a su novio– –Aún así, lo dejaste todo para ayudarme. Después de que yo…saliera corriendo– La urgencia de extender la mano, de entrelazar nuestros dedos o poner mi mano en su cintura o simplemente tocarla de alguna manera, se enciende dentro de mí. Pero no lo hago. Todavía no Con toda la conmoción que causó el chantaje de Josh, todavía no sé muy bien cuál es nuestra postura. Se escapó de nuestra boda en lugar de incluirme en su drama personal. Y todavía no ha dicho ni pío sobre el contrato. Aunque esta victoria sea increíble, todavía no estoy listo para celebrar. Necesito respuestas. –¿Deberíamos volver a la oficina? – Ximena mira su teléfono y la hora muestra poco más de las once. –Todavía no. Vamos a almorzar– –Buena idea– Treinta minutos después, estamos sentados en un restaurante mediterráneo que está a la vuelta de la esquina de nuestra oficina, tomando té helado y comiendo hummus y pan de pita caliente. –Dios, la expresión de su rostro…– Ximena se ríe de nuevo. –No lo olvidaré pronto. Gracias por lo de hoy. Por todo– Asiento. –No fue nada– Solo estoy conectando algunos puntos. –Y por si sirve de algo, siento mucho haberte dejado tirado en la playa– Aprieto la mandíbula. –¿Desearía que hubiera confiado en mi con esta información y me hubiera en mi con esta información y me hubiera dejado ayudar desde el principio? Claro. Pero nunca he estado en el lugar de Ximena y no puedo juzgar su decisión. No tengo idea de cómo me sentiría si mi ex amenazara con exponerme, literalmente, si no la hubiera incluido en mi empresa. Mierda, soy casi tan testarudo como Ximena; probablemente también habría querido manejarlo solo. Pero todavía hay algo que me molesta. –Sobre eso… ¿es el chantaje la única razón por la que te escapaste? – Sus ojos se alzan hacia los míos. –Por supuesto. Te dije que estaba lista para casarme, y lo decía en serio– Asiento. Casi le pregunto qué piensa sobre casarse conmigo, específicamente. Pero en el último segundo, decido que no estoy listo para escuchar la respuesta a esa pregunta capciosa. Necesito recordar que ambos estamos haciendo esto por necesidad. Tengo responsabilidades, montañas de obligaciones. El miedo al fracaso es razón suficiente para mantener el rumbo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD