TYLER
Cuando Julián me envió un mensaje de texto preguntándome como me había ido la noche de bodas, en lugar de responder, le pido que nos veamos para almorzar.
Mi mejor amigo tiene un don con el sexo opuesto, y espero que tenga algún consejo para mi sobre cómo proceder después de mi noche de bodas menos que estelar. No es que esperara que Ximena se arrodillara y me atendiera, o que abriera las piernas en nuestra cama conyugal, pero un beso de buenas noches habría estado bien. Cielos.
–¿Tan mal, ¿eh? – pregunta Julián cuando me deslizo en la silla frente a él.
–¿La noche de bodas? Un maldito desastre–
No tiene que responder porque sus ojos lo dicen todo. En esas profundidades color verde bordeadas de pestañas oscuras que vuelven locas a las mujeres, el afortunado bastardo es una mezcla de lástima y curiosidad. Pero dice: –Cuéntaselo a tu buen amigo– reclinándose en su asiento con los dedos entrelazados detrás de la cabeza.
Afortunadamente, me salvé de su entrenamiento de autoayuda al estilo del doctor Phil con la llegada de nuestra camarera.
–¿Qué les traigo caballeros? –pregunta.
Cuando invité a Julián a almorzar aceptó con la condición de que fuéramos a su pub favorito de estilo británico. A pesar de tener sangre inglesa corriendo por mis venas, detesto la comida. Julián nació y creció en el campo a las afueras de Londres. Todavía le gusta; le recuerda a su juventud, supongo.
Hace un pedido del almuerzo del labrador y elijo lo menos nocivo que encuentro en el menú: pescado con papas fritas. El té es lo único en lo que podemos estar de acuerdo.
Cuando la camarera se aleja, vuelve a sonreírme con suficiencia expectante. –Entonces, dime. ¿Cómo esta tu esposa? –
Si me pestañea una vez más, como si estuviéramos teniendo una charla de chicas, voy a darle una paliza a este hijo de puta.
–Al menos déjame tomar mi té antes de que me acoses– murmuro.
La camarera me trae una pequeña tetera de porcelana con te bien caliente. Me recuerda a la que tengo en casa. pienso en Ximena y algo dentro de mí se encoge. Estuvo tecleando hasta tarde anoche; no estaba segura de sí estaba decidida a plasmar sus pensamientos en papel o a mantener las distancias conmigo.
–No estoy tratando de acosarte– dice Julián con un suspiro. –Solo me preguntaba cuál es el problema. Supongo que la noche de bodas no fue todo lo que soñaste que sería–
–Se podría decir– Toma un sorbo de mi té y descubro que está a la temperatura ideal.
–¿Sigue tan fría como siempre o se está volviendo más cariñosa contigo? –
–Pasamos toda la noche repasando un nuevo plan de negocios– digo.
–¡Dios mío! Esa mujer es una rompepelotas.
–Cuéntamelo a mi–
Es cierto que Ximena es implacable en su búsqueda de la perfección. Es inteligente y decidida, y su confianza nunca flanquea. Es muy sexy. Frustrante. Pero admirable.
Nada desconcierta a la mujer. Es inteligente como un látigo y no se deja pisotear por nadie. Nunca la he visto echarse atrás ante un desafío. Lo que he visto es su dominio ejecutivo sin esfuerzo. Reuniones llenas de veteranos de la industria, hombres lo suficientemente mayores como para ser su abuelo, que vestían trajes de negocios antes de que ella dejara los pañales. Y ni siquiera se da cuenta ni le importa lo hermosa que es…
Me doy cuenta de que Julián todavía me está mirando y salgo de mis pensamientos. De todos modos, se están volviendo demasiado empalagosos para mi propio bien.
–Seguro que no actúa como la esposa de nadie– murmuro.
Se encoge de hombros. –Así que no es una romántica–
En realidad, según su amiga Emilia, lo es. Pero no se lo digo a Julián por miedo a sonar como un cliché total.
–Se quedó dormida en su escritorio en algún momento después de la medianoche–
–No se llega a tener tanto éxito a los veintiséis años desviado la vista del objetivo–
–Supongo–
–¿Entonces puedo asumir que lo de tener hijos no va bien? – se ríe entre dientes.
–No exactamente–
–¿Qué vas a hacer? Una mujer nunca te ha rechazado antes, y ahora tu propia esposa no quiere acostare contigo– Hace un ruido de decepción con la garganta.
Cuando simplemente le hago un gesto obsceno, se disculpa para ir al baño. Cuando Julián se va, saco mi teléfono y reviso mis mensajes.
Hay tres correos electrónicos de Fred, todos sobre la terrible de la situación de la empresa y otra de Preston informándome que la junta directiva tendrá una “reunión exploratoria” con una empresa rival la próxima semana.
Cierro mi bandeja de entrada. Como Julián todavía no ha regresado, abro la aplicación de noticias de negocios en mi teléfono para desplazarme por los titulares con la esperanza de distraerme de todas las noticias de cama en el trabajo.
¿Podrá la nueva “pareja poderosa” de Manhattan cambiar el rumbo de un dinosaurio del marketing antes de que sea demasiado tarde?
Empiezo a leer el artículo principal, solo para descubrir que se trata de Ximena y de mí. los asesores financieros están especulando sobre el futuro de la empresa y predicen un desplome en nuestras acciones a medida que se concretan los cambios de liderazgo.
Bueno, al diablo con eso. No veré como nuestra empresa se hunde en llamas. Pero la verdad es que ni siquiera estamos cerca de estar fuera de peligro todavía. Y toda esta mala prensa seguramente nos perjudicara aún más.
Frustrada, dejo caer mi teléfono sobre la mesa justo cuando Julián se acerca.
–¿Y ahora qué? – pregunta, deslizándose en su asiento y colocando la servilleta sobre su regazo.
Siento que mi vida laboral y mi vida personal estan implosionando. No estoy acostumbrada a fracasar tan miserablemente. Sentirme tan impotente.
Entonces me doy cuenta de algo: la solución a ambos problemas es conquistar a Ximena. Tenemos que trabajar juntos para salvar este naufragio, y estoy cansado de sus rechazos, de su idea pesimista de que nunca podremos funcionar. A la mierda con eso.
–Se lo que tengo que hacer– digo de golpe.
–¿Y qué es eso? –
–Necesito seducir a mi esposa. Necesito mostrarle lo bien que podemos estar juntos–
Julián asiente. –Entonces, ¿Qué vas a hacer? ¿Planear una cita elaborada para cortejarla? –
Lo pienso y luego niego con la cabeza. –No. Ximena es demasiado asustadiza. Se necesitará más delicadeza que eso–
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Cuando Ximena llega a casa del gimnasio a las siete, estoy listo. Bajo la iluminación del pent-house y puse un poco de jazz suave de fondo.
Deja su bolsa de deportes en el suelo y me mira con escepticismo. –¿Qué está pasando? –
Probablemente este interpretando el ambiente como romántico, y no estoy seguro de si eso es bueno o malo. Mi objetivo es simplemente que se relaje esta noche.
Tratando de actuar con naturalidad, respondo:
–Preparé algo para cenar y pensé que podríamos tomarnos la noche libre de hojas de cálculo y números–
Se encoge de hombros. –Claro. Déjame darme una ducha rápida y luego enseguida salgo–
Esperaba mas pelea. Tal vez los dioses me están mirando con lastima esta noche.
Quitándose los tenis rosa intenso, Ximena se dirige al baño. Cuando oigo el chorro del agua, me dirijo a la cocina para terminar todo.
La comida llega para cuando oigo que se cierra la ducha. Coloco el contenido de los recipientes de
La entrega a domicilio, un par de platos pequeños, para seguir con la temática de las tapas.
Hay queso de cabra con higos asados, vieiras selladas y un gratinado de patatas y gruyere. Huele muy bien. sirvo dos copas de cabernet Sauvignon y llevo todo a la mesa de centro de la sala.
Oigo los pasos de Ximena en el suelo de madera y levanto la vista. recién salida de la ducha, lleva un par de leggins negros que abrazan cada curva de sus piernas torneadas y su trasero redondo, junto con una sudadera gris cortada para colgar de un hombro desnudo, dejando al descubierto su piel ligeramente pecosa. Se ve fresca y sonrojada por la ducha, y quiero tocarla para ver si se siente tan cálida y suave como parece.
–¡Vaya! ¿Qué es todo esto? – pregunta, sentándose a mi lado en el sofá.
–Solo una cena informal. Pensé que merecíamos un poco de relajación considerando la presión que tenemos en el trabajo.
Acepta la copa de vino que le ofrezco y toma un sorbo. –Que considerado–
El dulce aroma de su gel de baño de madreselva y vainilla me golpea de lleno en la cara, haciéndome querer inclinarme y saborear su piel, sus labios, sus pechos.
Mierda.
Necesito recomponerme. Mi plan es ganármela, cotejarla, no presionarla con insinuaciones no deseadas.
Puede que tenga un exterior duro, pero estoy empezando a darme cuenta de que en realidad es un poco tímida cuando se trata de ponerse física conmigo. Lo cual no es para nada a lo que estoy acostumbrado. A la mayoría de las otras mujeres les encantaría montar a Tyler Klein.
Ximena se sirve una porción de cada plato: corta un pequeño bocado de vieira, deja escapar un pequeño murmullo de placer mientras mastica, sopla un humeante bocado de gratinado de patatas antes de cerrar los labios alrededor de él.
–Muy bueno– dice con un gemido. –¿Cómo supiste que me encantan las tapas? –
Me encojo de hombros. –Puede que le haya pedido información a Emilia–
Sus ojos se posan en los míos mientras toma otro sorbo de vino. –¿Por qué harías eso? –
Devolviéndole la mirada, decido hacerme vulnerable. –Porque me gustas, Ximena. Quiero que esto funcione–
Y no me refiero solo a recuperar nuestra empresa y ganar un montón de dinero. Realmente creo que, si está dispuesta e intentarlo, podemos tener una oportunidad de ser una pareja real y una oportunidad de ser una pareja real y feliz. Pero no aclaro todo eso extra. Ximena aprecia la honestidad, pero existe el riesgo de revelar demasiado, demasiado pronto. O posiblemente nada en absoluto.
Ya sé que somos compatibles en lo que respecta a las cuestiones principales: política, religión y ética laboral, pero estoy empezando pensar que juntos en la habitación seriamos explosivos. Ella intenta negarlo, pero la forma en que su cuerpo responde a mi es ridícula. Por no mencionar la forma desesperada que anhelo su delicioso trasero y sus pechos respingones, incluso su boca inteligente es ridícula. Normalmente soy del tipo que se va y lo deja. Una vez que lo pruebo, termino y paso al siguiente plato. Pero algo me dice que, con Ximena, una vez no será suficiente.
Primero, sin embargo, necesito saber cómo se siente sobre todo eso. con la amenaza del chantaje de Josh cerniéndose sobre nosotros, exigiendo toda nuestra atención, apenas he tenido la oportunidad de hablar con ella sobre la boda, el contrato y, especialmente, sobre él bebe que debe hacerse en un plazo de 90 días. Necesitamos discutir este tema candente como adultos maduros y responsables.
–Entonces, ¿Qué opinas de los niños? – pregunto.
Sus cejas se levantan. –¿Niños? –
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