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Blurb

GRATUITA Y FINALIZADA!!!

La Virtuosa del tormento toca entre mármol y partituras.

El Mapache baila entre luces neón y por dinero.

Haydeé es una chelista en ascenso, criada entre la élite y encaminada hacia un futuro perfecto.

Lennox es un stripper irreverente, dueño de una sonrisa descarada y alérgico a los formalismos.

Lo único que tiene en común es que se detestan.

Pero una vieja deuda obliga a Lennox a fingir ser el novio de Haydeé.....y lo que empieza como una mentira, pronto comienza a sentirse muy real.

Y entre cenas de alta sociedad, ensayos clandestinos y noche de baile improvisadas, descubrirán que incluso las notas más opuestas pueden encontrar la armonía perfecta.

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1. Preludio.
El sonido del chelo cruzó las paredes del departamento, rompiendo el silencio matutino, las vibraciones se deslizaron por el suelo y las paredes, colándose en el departamento contiguo, eran las 8 de la mañana pero para Lennox era casi de madrugada; el pobre hombre despertó de golpe y con el ceño bastante fruncido, incorporándose levemente intentando procesar lo que ocurría, pero no hizo falta demasiado para entenderlo, esto era obra de su vecina y su maldito chelo, otra vez. - Maldita loca!!- grito soltando un gruñido, apartando las sábanas de un manotazo y, aún medio aturdido, salió al pasillo completamente furioso, soltando un par de golpes bastante enérgicos sobre la puerta de al lado. Ni siquiera se preocupó de su aspecto, su cabello revuelto del sueño caía sobre su frente y su torso desnudo dejaba al descubierto su piel aún tibia por las sábanas, además estaba descalzo y el suelo frío del pasillo le arrancó un escalofrío que solo avivó su mal humor. Y de nueva cuenta golpeó la puerta desesperadamente sin cesar, hasta que escuchó el picaporte girar y la puerta se entreabrió con cautela; su vecina apareció en el umbral, con el chelo en una mano y el arco en la otra, y en cuanto descubrió al inoportuno que la interrumpió y el aspecto que tenía, sus ojos se abrieron más de lo necesario, pues a pesar del sueño reflejado en su rostro, su pecho desnudo perfectamente trabajado con esa impetuosa respiración que lo agitaba era una imagen perfecta para cualquier mañana, pero el encanto duró apenas un instante antes de que sus expresiones de siempre volvieran a sus rostros. - Puedes callarte de una maldita vez?- Lennox escupió las palabras con la voz áspera de quien ha sido arrancado del sueño demasiado temprano, mientras Haydeé arqueó una ceja y apretó los labios, como si intentara contener una sonrisa irónica. - Buenos días para ti también, Lennox- sin embargo la respuesta a su fingida cordialidad fue un seco bufido acompañado de un gesto con su mano sobando su cara, en señal de frustración. - No es un buen día si me despiertas con ese.....- señaló el chelo con un gesto brusco- ese ruido infernal a esta hora! - Se llama música....supongo que hasta alguien tan cavernícola como tú lo sabe- respondió ella con toda la calma del mundo, inclinando la cabeza. - Se llama tortura.... supongo que hasta alguien tan fatua como tú lo sabe- replicó él cruzándose de brazos. La mirada que cruzaron evidenció que ninguno daría un paso atrás, lo cual no era una novedad para una batalla tan habitual como añeja, lo único que quedaba era saber quien diría la última palabra y fue Haydeé quien dió el primer paso, apoyando el chelo contra el marco de la puerta antes de cruzarse de brazos, mirándolo con fingida paciencia. - Son las ocho de la mañana, no sé si lo sabes pero eso significa que es de día, la gente se despierta y hace cosas productivas, no es mi culpa que tú te la pases de fiesta todas las noches y te arrastres a casa a las tantas- Lennox exhaló con frustración, pasando una mano por su cabello despeinado, esa niña rica y mal criada no tenía idea de lo que él hacía y por supuesto no pensaba explicárselo. - Lo que haga con mis noches no es asunto tuyo- replicó con una voz aún ronca por el sueño interrumpido- pero lo que haces con tus mañanas sí lo es cuando conviertes mi departamento en una sala de conciertos sin mi consentimiento. La joven chasqueó la lengua y lo miró de arriba abajo, como si apenas hubiera notado su torso desnudo, la respiración agitada, su alborotado cabello y su mandíbula tensa por la irritación. - Sabes qué?, deberías intentar tener una rutina más normal, no sé si lo has pensado, pero quizás podrías dormir a horas decentes, levantarte como una persona civilizada...... tal vez así el chelo no te parecería tan insoportable- Lnnox soltó una risa sarcástica, él no tenía toda la vida resuelta como su mimada vecina. - O quizá deberías intentar aprender a tocarlo sin que suene como un gato atrapado en una licuadora.....o aún mejor mudarte a otro departamento, tal vez en Chernóbil, sé que hay mucho espacio disponible- un ataque muy directo para que Haydeé que lo dejara pasar, por lo que entrecerró los ojos peligrosamente. - Perdón? - Lo que oíste. Un tenso silencio se instaló entre ellos, de nuevo, evidentemente no era su primera discusión, pero esta vez la chispa de desafío en sus miradas parecía más intensa, lo que probablemente de debía a la estridente sonata que la joven estaba tocando, y aunque había logrado callarla en otras ocasiones, esta vez no se iba a dejar amedrentar por lo que apretó los labios, inspiró hondo y, con una sonrisa de falsa dulzura, dio un paso al frente. - Muy bien, ya que pareces incapaz de reconocer la buena música.....te haré un favor y hoy ensayaré con más entusiasmo que nunca....eso te parece bien?- cuestionó con lentitud como su estuviera hablando con un tonto. Lennox apretó los labios, sabía que esta mujercita cumpliría su amenaza y no podría dormir pero al menos la tendría que molestar un poco. - Si quieres, pero si llega la policía porque cree que estas torturando a un animal, no te quejes, yo trate de detenerte!!! La mandíbula de Haydeé cayó totalmente ofendida por lo que su odioso vecino aseguraba eran pésimos acordes, cuando era una virtuosa, al menos eso decía su familia y profesores. - Mendelssohn se sentiría profundamente ofendido si escuchara cómo describes su obra maestra como "ruido de gato", pero claro, qué iba a saber alguien como tú sobre música de verdad? - Oh, perdóname por no ser un experto en… cómo dijiste?, obras maestras que suenan como una sierra oxidada? Haydeé resopló, claramente conteniendo las ganas de golpearlo con el arco del chelo, pero no le daría el placer a alguien que apenas podría distinguir el claxon de su motocicleta del acorde de un saxofón. - Por eso no puedes apreciar lo que hago, te falta cultura, oídos, sensibilidad… bueno, básicamente te hace falta todo para entender el arte. - Si hoy en día a una cubeta con tierra le llaman arte no te culpo por creer que eres talentosa. - Ves?!, justo por eso no aprecias lo que hago pero no te preocupes soy demasiado dadivosa y aliviare tu ignorancia- repuso ella, colocando su mano libre contra su pecho e inclinándose ligeramente, en gesto de bondad. - Y eso..... qué significa?!- cuestionó Lennox un poco preocupado. - Ya te lo dije.....no voy a detenerme- declaró la joven con una sonrisa maliciosa- tengo una audición en un par de meses y necesito ensayar.... mucho..... lo que significa que vas a tener que soportarlo.....Todo- El- Día. La sonrisa de Lennox se desvaneció de inmediato, ya había escuchado esa amenaza y regularmente resultaba en un día largo y tedioso en el que escuchaba la misma melodía una y otra vez. - No puedes estar hablando en serio!! - Oh, créeme, nunca hablé más en serio- respondió Haydeé, tomando el chelo y acomodándolo en sus manos con una expresión desafiante- ahora, si me disculpas… tengo un concierto privado que ofrecerte. Y antes de que él pudiera soltar otra réplica mordaz, la puerta se cerró en su cara con un golpe seco, Lennox se quedó allí un momento, mirando la madera con incredulidad, antes de soltar un gruñido de frustración y pasarse ambas manos por el rostro. - Va a volverme loco…...- murmuró antes de girar sobre sus talones y marcharse, sabiendo que la guerra no había hecho más que empezar. Y efectivamente, ni siquiera había cruzado la puerta de su departamento cuando el sonido del chelo lo golpeó de lleno, pero esta vez no era una melodía con altibajos, no, esta vez los acordes eran aún más elevados; Haydée parecía haber elegido a propósito las sonatas más ruidosas y dramáticas de su repertorio, cada nota vibraba con una intensidad casi vengativa, las paredes temblaban con los arcos furiosos, y el pobre Lennox, con los ojos entrecerrados y la mandíbula apretada, sintió cómo su paciencia se desmoronaba por completo, y su día apenas iniciaba. Y las siguientes tres horas no fueron mejor, la maldita sonata barroca y deprimente se repitió una y otra vez, hasta que la cabeza de Lennox comenzó a doler, el pobre hombre soltó un gruñido, pasó una mano por su rostro, pero ya había soportado demasiado y, sin pensarlo dos veces, salió de nuevo de su departamento, cruzó el pasillo con pasos firmes y golpeó la puerta contigua, esta vez sin contener su frustración. - Por lo menos toca otra cosa!- exclamó, sin molestarse en ocultar su exasperación. Los estridentes golpes provocaron que la puerta se abriera, apenas unos centímetros, lo suficiente para que Haydée lo mirara con una ceja arqueada y una expresión de absoluta tranquilidad, como si no tuviera idea de por qué él estaba al borde de la desesperación. - Lennox- dijo con una serenidad irritante- se te ofrece algo?, azúcar, una taza de café? - Se me ofrece que te calles o al menos toques algo diferente! - Con gusto te complacería pero.....estoy practicando y esta es la pieza que necesito perfeccionar- Lennox cerró los ojos un instante, respirando hondo, tratando de no perder la poca paciencia que le quedaba. - Lo entiendo- dijo con un tono sorprendentemente controlado- de verdad, lo entiendo, eres una artista, la música es tu vida, etcétera, etcétera, etcétera.... pero yo también tengo necesidades básicas, como, por ejemplo, dormir. -Podrías usar tapones para los oídos- Haydée ladeó la cabeza, fingiendo consideración. - Créeme, lo intenté- él dejó escapar una risa seca- pero tu chelo parece tener un amplificador oculto o algo así. - Es solo acústica y no puedes hacerme responsable de eso- respondió ella con una ligera sonrisa, disfrutando demasiado la situación. El pobre hombre apoyó una mano en el marco de la puerta y suspiró, bajo sus actuales circunstancias debía intentar un ángulo diferente para detener esta locura, aunque significara tragarse su orgullo. - Mira, no te estoy pidiendo que dejes de tocar, solo…..podrías al menos darme un par de horas?, dos, eso es todo..... después puedes volver a torturarme con lo que sea que estés tocando. - No veo por qué debería hacerlo- Haydée dejó escapar una risita y negó con la cabeza consciente que tenía todas las de ganar- qué gano yo con esto?- Lennox la miró incrédulo, de verdad creyó que mostraría algo de piedad si él actuaba menos agresivo, pero al parecer la pequeña malcriada lo estaba disfrutando enormemente. - Que qué ganas?, perdón?, ganas… no tener a tu vecino a punto de volverse loco, por ejemplo- pero ella apenas se encogió de hombros con falsa indiferencia. - No parece un gran incentivo- y si Lennox lo pensaba bien, no lo era, pero necesitaba dormir al menos un par de horas, la noche fue bastante agotadora y a diferencia de otras, esta vez llegó a casa cerca de las cinco de la mañana lo que podría costarle, así que muy a su pesar, haría un trato con el diablo, el pobre hombre pasó una mano por su cara, arrastrando la frustración con ella para no sentirse derrotado. - Bien..... qué quieres? - Oh, creo que ya podemos hablar!!!- dijo Haydeé, apoyándose en el marco de la puerta con los brazos cruzados- déjame pensar… - Eso podría llevarte demasiado tiempo, no es algo que se te de muy bien. - Bien si no estas en disposición!!- reclamó ella fingiendo que cerraba la puerta. - No, no, no, no..... solo..... apúrate porque en cualquier momento me desmayo aquí mismo- sin embargo, la joven ignoró su queja y la absurda condescendencia, fingiendo reflexionar, y con severidad se cuestionó si Lennox tendría algo que a ella podría serle de utilidad. - Podrías….. mmm….. hacerme un favor cuando lo necesite. - Define “favor” - pidió Lennox con recelo. - Algo sencillo- respondió con una sonrisa inocente que no engañaba a nadie- un día te pediré algo y no podrás decir que no- el pobre hombre resopló con cansancio, esa loca bien podría pedirle que asesinara a alguien y no podría negarse. - En serio?, esto es El Padrino ahora? - Tú estás negociando, no yo- Lennox la miró, midiendo sus opciones, no era una oferta justa, pero tampoco tenía fuerzas para seguir discutiendo y era casi seguro que Haydeé no aceptaría ninguna otra cosa. - Dos horas de silencio a cambio de un favor no especificado- repitió lentamente para considerar si había entendido bien- no sé por qué siento que esto va a salir muy mal para mí!! - Entonces recházalo- canturreó ella, girándose hacia el interior de su departamento, como si estuviera lista para seguir tocando. Lennox apretó los dientes, por supuesto que no tenía opción, necesitaba dormir y Haydeé no se lo permitiría, no tan fácilmente y no podía aguardar a que se sentara a comer o que saliera del departamento, estaba firmando su sentencia y debía aceptarlo como hombre, con la frente en alto. - Está bien!.... lo acepto- y mientras la joven sonreía con autosuficiencia, él se arrepentía de haber cedido. - Sabía que lo harías- exclamó con total orgullo y soberbia. Y como si realmente le estuviera haciendo un gran favor, se inclinó en un gesto de despedida y cerró la puerta con calma, dejando a Lennox en el pasillo, parpadeando e insultándose a si mismo por darle la victoria tan fácil, pero ahora debía aprovechar la pequeña tregua que le dió, ya buscaría la manera de desquitarse y devolverle la cortesía. - Definitivamente voy a arrepentirme de esto…...- murmuró antes de arrastrarse de vuelta a su departamento, esperando que esas dos horas valieran la pena. El hombre regresó a su departamento sintiendo el agotamiento pesarle en cada músculo, pero ya que el tiempo era valioso, no se molestaría ni en arreglar las cobijas o en acomodarse bien en la cama; simplemente se dejó caer sobre el colchón con un suspiro profundo. Dos horas, no era mucho, pero al menos era algo. Y como por arte de magia, cerró los ojos y, por primera vez en toda la mañana, el silencio lo envolvió, no un silencio total, porque aún se filtraban los ruidos de la ciudad a través de la ventana, pero al menos no había chelos con ridículas melodías retumbando en sus oídos. No supo en qué momento se quedó dormido, pero lo que sí supo, con absoluta certeza, fue que despertó de golpe al escuchar la primera nota del maldito instrumento resonando en su departamento; su cerebro todavía estaba atrapado en esa bruma del sueño cuando giró sobre la cama con un gruñido, sintiendo que apenas había cerrado los ojos, pero al ver el reloj con los párpados pesados supo que su tiempo había terminado. Habían pasado exactamente dos horas, ni un minuto más, ni un minuto menos, Lennox dejó caer la cabeza sobre la almohada, soltando un resoplido entre la frustración y la resignación, sin embargo, esperar más de alguien que consideraba que su talento era único, era un absurdo de su parte. - Por supuesto que lo haría así de puntual…..- murmuró, frotándose la cara con ambas manos. Desde el departamento contiguo, se dejaron escuchar los acordes del chelo, era como si Haydée hubiera estado contando los segundos, esperando el momento exacto para volver a tocar, y aunque no podía verla, podía imaginarla con su reloj en mano y con una sonrisa satisfecha en los labios observando el andar de las manecillas; Lennox suspiró hondo, aceptando su destino, podría haber pedido tres horas, incluso cuatro, pero no, se conformó con dos y ahora tenía que soportarlo y además esperar que su vecina decidiera matar a alguien para cumplir con su penitencia, aunque comparado con su actual condición tal vez la cárcel no era tan mala opción después de todo. El pobre hombre se giró en la cama, enterrando la cabeza en la almohada en un intento inútil de amortiguar el sonido pero no lo consiguió pues estaba casi seguro que su chelista privada estaba pegada a la pared que daba a su recámara, era tan desconsiderada y malévola que era prácticamente un hecho. - Tengo que aprender a vivir con esto….. o voy a volverme completamente loco en el intento. Al otro lado de la pared Haydée siguió tocando, completamente indiferente a su sufrimiento, o quizás, disfrutándolo un poco más de lo que admitiría pero ya era algo habitual entre ellos y al menos hoy ella ganó. Y así Lennox no tuvo más opción que resignarse a su falta de sueño, lo que afrontó el resto del día con un humor de perros, aun así, cumplió con su rutina: gimnasio, un par de horas de trabajo intentando conseguir algunos clientes más para su recién creada empresa de ciberseguridad y finalmente concentrase para su trabajo de esta noche, lo que por supuesto aprovecharía para fastidiar a su vecina un poco. Si Haydeé podía interrumpir su descanso con su chelo infernal, él bien podía hacer lo mismo con su música y con una sonrisa traviesa encendió su equipo de sonido y subió el volumen hasta que los bajos hicieron vibrar el suelo, pero a diferencia de lo que ella tocaba lo de Lennox era una melodía sensual, que inmediatamente llenó el departamento mientras se paraba frente al espejo, girando los hombros y marcando el ritmo con los pies, el movimiento fue lento, moviéndose con precisión controlada, lentamente desabrochó los botones de su camisa uno a uno, dejándola deslizarse por sus hombros antes de lanzarla a un lado, giró sobre sí mismo con fluidez, jugando con su reflejo, afinando cada gesto, cada mirada, la clave de su actuación no era solo el físico, sino la actitud, el carisma y la confianza. El ritmo de la música lo guiaba mientras practicaba un par de trucos con la silla, dejando caer la cabeza hacia atrás con teatralidad antes de levantarse con un movimiento felino, su respiración se mantenía controlada, pero el calor del ejercicio comenzaba a recorrer su piel y justo cuando se desabrochaba el cinturón, listo para la siguiente parte de la coreografía, sonaron un par de golpes insistentes en la puerta, y Lennox sonrió antes de siquiera girarse, pues sabía perfectamente quién era, sin esperar más apagó la música con total satisfacción y abrió la puerta sin molestarse en ponerse la camisa. Y efectivamente, ahí estaba Haydée, con los brazos cruzados y la expresión de alguien que intentaba parecer indignada, aunque ante la obvia desnudez del torso de su vecino, sus ojos parecieron traicionarla con un ligero destello de sorpresa y en el fondo de su ser, agrado por lo que veía. - En serio, Lennox? Él se apoyó despreocupadamente en el marco de la puerta, mirándola con ingenuidad e indiferencia además de la obvia satisfacción de quien estaba cobrando una dulce venganza. - Pasa algo, vecina?- preguntó como si no hubiera escuchado su pregunta. - No puedo concentrarme con ese escándalo- espetó, señalando hacia el interior de su departamento- baja el volumen. - Oh?, tú quieres silencio ahora?- debatió él con fingida sorpresa- qué curioso, porque juraría que hace unas horas no parecía molestarte nada el ruido- la joven entrecerró los ojos, entendiendo exactamente a dónde quería llegar y por supuesto que debió preverlo pero estaba tan feliz de haberse salido con la suya que no pensó en las consecuencias que, alguien como Lennox, le haría pagar. - No es lo mismo.....además qué demonios estás haciendo con esa música?- reclamó sin molestarse en ocultar su irritación. Lennox se apoyó en el marco de la puerta con una sonrisa perezosa, evidentemente nadie sabía a qué se dedicaba por las noches y no pensaba decírselo a una mujer como Haydeé, tan correcta que seguramente terminaría escandalizada. - Ensayando..... igual que tú esta mañana- ella soltó un suspiro, frotándose el puente de la nariz por supuesto que no era lo mismo, al menos no frente a sus ojos. - No puedes ensayar con la música a ese volumen. - Ah, no?, porque juraría que tú no tuviste problema en llenar todo el edificio con tu chelo. - Eso es música, esto es…... -hizo un gesto vago con su mano, como si buscara la palabra correcta- esto es ruido y golpes. El hombre arqueó una ceja, para alguien que sabía tanto de música como Haydeé lo pregonaba era demasiado clasista para denigrar cualquier cosa que no le agradara a ella.. - Eso no suena como un ensayo musical- replicó con cierta suspicacia- suena como…...como... como si estuvieras lanzando muebles por todo el departamento- Lennox dejó escapar una risa baja por su infantil argumento. - Digamos que mi arte es más dinámico que el tuyo..... si quieres, puedes pasar y verlo más de cerca..... quizás te guste o hasta aprendas algo- indicó guiñándole un ojo y mirándola con coquetería, lo que solo avivó el mal humor de Haydée, quien respondió poniendo los ojos en blanco. - No importa qué tipo de… arte sea, solo, por favor, baja el volumen..... no puedo concentrarme, necesito silencio. - En serio?- preguntó él, ladeando la cabeza- así como yo lo necesitaba esta mañana?- Haydeé exhaló con exasperación, ahí estaba la confirmación de su venganza. - No es lo mismo!!- reclamó un poco más alterada de lo que hubiera deseado, por lo que de inmediato se arrepintió- no es lo mismo- repuso en un tono más bajo. - Claro que no- respondió Lennox con una sonrisa perezosa- porque ahora la que está sufriendo eres tú. Haydée apretó los labios, quería decirle muchas cosas pero sabía que eso solo lo alentaría más y le daría la satisfacción de saberse vencedor y evidentemente no le daría esa victoria. - Cuánto quieres para bajarlo?- exclamó consciente que la situación económica de su vecino no era tan buena como la de ella y desde luego que no despreciaría el dinero. - Podríamos usar tu favor ahora- ofreció él con diversión- ante lo que ella dejó escapar una risa incrédula por una propuesta tan ridícula, no era una tonta que perdería su ventaja en algo tan banal. - Crees que soy tonta?, no voy a desperdiciar algo tan valioso en esto- Lennox arqueó una ceja ante su tajante respuesta. - Tan segura estás de que vas a necesitarlo?- Haydée sonrió con autosuficiencia, cruzándose de brazos y sonriendo con orgullo, sabía que eventualmente así sería y necesitaba usarlo solo cuando fuese preciso. - Absolutamente, ahora baja el volumen- y sin decir más, se giró con toda la dignidad del mundo y desapareció tras su puerta. Lennox la miró con diversión antes de encogerse de hombros, si su elitista vecina creía que iba a salirse con la suya solo dando ordenes, estaba muy equivocada, tendría que sufrir las siguientes dos horas con la música que él había elegido, así debía ser; y efectivamente, en cuanto él cerró su puerta, encendió la música al mismo nivel que la tenía, la pobre Haydée caminó hasta el centro de su sala y se dejó caer en el sofá con un suspiro largo y frustrado por tener que soportar la falta de disposición del hombre, apenas y miró las paredes sintiendo como la música se colaba por entre el material y cruzándose de brazos, intentó ordenar sus pensamientos. - Ensayando?- repitió en voz baja, frunciendo el ceño- ridículo....solo me esta imitando como un niño pequeño!!! Y aunque trataba de parecer indiferente, la palabra había quedado flotando en su mente desde que Lennox la dijo con tanta seguridad, ya era algo repetitivo que sonaba casi todas las tardes, pero, qué tipo de ensayo requería una música tan… sugestiva?, porque eso era innegable. No tenía nada en contra de otros géneros, o al menos eso se decía a si misma, pero lo que había sonado en el departamento de su vecino no era un simple fondo musical para ambientar una práctica cualquiera, no, esos ritmos eran intensos, cadenciosos, diseñados para atraer la atención y mantenerla atrapada, y tratando de deshacerse de esa idea, movió la cabeza con exasperación pues no encontraba una razón que justificara el uso constante de algo tan "apasionado". - Tal vez baila…..- murmuró, tratando de darle sentido a la idea- pero bailar qué, exactamente.....no es jazz, no es clásico.... ni siquiera parece algo contemporáneo- Haydeé apoyó el codo en el reposabrazos y la barbilla en la mano, bastante pensativa- algún tipo de performance?, expresión corporal?, teatro físico?- sin embargo a pesar de que no conocía mucho sobre esos ámbitos, algo no le cuadraba. De pronto recordó la seguridad con la que Lennox se había apoyado en el marco de la puerta, esa sonrisa de suficiencia que parecía insinuar que él sabía algo que ella no, pero y si solo estaba exagerando?, tal vez simplemente ponía la música fuerte porque le gustaba y lo del ensayo había sido una excusa barata para fastidiarla. - Sí, seguro es eso- se dijo a sí misma molesta por haberle dado sentido a sus palabras. Sin embargo, a pesar de lo convencida que aparentemente estaba, mientras tomaba su chelo y comenzaba a afinarlo, la pregunta seguía rondando en su cabeza sin cesar. Qué demonios hacía Lennox con esa música?

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