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Mi odioso guardaespaldas

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Blurb

Una chica mimada y un guardaespaldas...

Todo lo que ella sabe es que quiere que Vincent se vaya de su vida, y todo lo que él quiere es que ella deje de ser lo que es.

¿Entonces, por qué los dos siguen anhelando más besos?

April Lewis es la típica niña mimada, tiene todo en la vida y nada que hacer. Vive de fiestas, de compras con sus amigas y de hacer todo lo que el dinero de su padre pudiera comprarle. Y su propio padre estaba bien con ello mientras no se metiera en sus asuntos, hasta que un robo a la hermosa hija del empresario hace que su padre tome una dura decisión. Un guardaespaldas.

Vincent Hamilton es un chico duro y frío, ama lo que hace, ama proteger a su país mientras viva. Su carrera como agente del FBI se acaba cuando por accidente asesina a un hombre con el que no debió haber acabado, ahora su misión es proteger a la hija de uno de los empresarios más ricos del país. Una chica mimada.

April y Vincent odian cada uno lo que el destino les preparó, y cuando este nuevo inconveniente los hace tener que vivir bajo el mismo techo; ella hará lo posible para hacerle la vida más dura, mientras Vincent tratará por todos los medios de volverla una chica dócil y pertinente. Es una tarea difícil, pero si algo tienen estos dos, es que no se rinden fácilmente y menos ante un buen reto.

Con lo único que no contaban ninguna de sus astutas cabezas, era con enamorarse.

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Capítulo 1: Las consecuencias de ser ricas
Capítulo 1: Las consecuencias de ser rica    Esto era vida.    Esto era lo que llamaba vivir mi vida. Mi mejor amiga estaba tan borracha que ni siquiera intentaba negarlo, el tequila definitivamente no le hacía bien. Habíamos venido a una de las discos más fiesteras y exclusivas de toda la ciudad. Hoy quería emborracharme hasta morir, de todas formas, no era como si tuviera algo que hacer mañana.    Tomé otro trago de tequila, sintiendo el calor correr por mi garganta. Miré como Kim y su novia lo bebían de una manera muy original (nótese el sarcasmo). Kim se tiró en la mesa de espaldas mientras que su novia le echó un poco de tequila en su ombligo. Mi mejor amiga colocó un trozo de limón en la boca de Kim riendo como una loca. Yo estaba igual.    Lauren -la novia de Kim- chupó el tequila de su ombligo, absolutamente todo, mientras que las personas al rededor aplaudían y pitaban. Luego se montó encima de ella y tomó el limón, lo chupó y luego beso los labios de Kim haciendo que el ruido de los aplausos aumentara. Di un saltito y choqué los cinco con Lauren; la chica no me había agradado al principio, pero ahora no encontraba una persona más divertida.    Kristie, mi mejor amiga, pidió otra ronda. Eran más de la media noche, pero a nosotras no nos importaba, sólo queríamos seguir bebiendo. Mi vida era así, fiestas a montón casi todas las noches, bailábamos, nos divertíamos con los chicos y vivíamos la vida al máximo. Todo lo que el dinero de nuestros padres pudiera pagar, y de eso teníamos mucho.    Había terminado el instituto hace cuatro años, y desde entonces no he hecho nada más en mi vida que esto, lo mejor de todo era que mi padre no estaba realmente enojado con ello. Mientras yo no le diera problemas él era feliz.    Kristie era igual que yo, con la diferencia que ella si trabajaba, sus padres eran ricos, de verdad lo eran, pero cada mañana Kristie se despertaba sintiéndose mal por la noche anterior y buscaba un trabajo. Lo único malo en ello era que en la noche se le olvidaba de nuevo, y mayormente no duraba más de una semana en un trabajo, nadie podía durar demasiado si llegaba borracha y sin dormir al sitio. Eso hacía que nos riéramos todas las noches; si ella se atreviera a ser sincera, admitiría que no le importa una mierda eso del trabajo, sus padres la mantendrían inclusive después de muertos.    Kim se levantó y se tomó un trago de tequila haciendo lo mismo que su novia había hecho hace un momento. Nos habíamos conocido cuando, de tanto venir a sitios como este, nos reconocimos. Ni a Kristie ni a mi nos importaba que fueran lesbianas, a pesar de que nosotras éramos hetero, las chicas eran agradables y tenían tanto dinero como nosotras, podíamos estar segura de que no estaban aquí por interés.    Kristie gritó y todas lo hicimos después de eso. Mi mente comenzó a dar vueltas, ese fue mi advertencia para dejar de beber. No sabía lo que podía hacerme cuando estaba inconsciente.    El barman, con el cual me había acostado una vez, nos trajo más bebidas. Teníamos el área VIP donde todos nos trataban como reinas. Mi tarjeta de crédito pagaba esta noche, mañana lo haría la de Kim, y luego la de su novia. Ese era nuestra rutina, nos poníamos de acuerdo para encontrarnos en alguna disco y disfrutábamos de la noche, aunque muchas veces Kim y Lauren se iban a un hotel dejándonos a Kristie y a mi solas, lo que probablemente nos llevaría a estar con un chico esa noche también. Había suficientes condones en mi bolso para estar prevenida.   —¡Estoy tannn borracha! —Exclamó mi mejor amiga cuando nos sentamos de nuevo—. Amo mi vida.   —Todas lo hacemos querida —habló Lauren, dándole un beso a Kim en la mejilla—. Esto es tan divertido y sencillo.   —Probablemente deberíamos irnos. —Kim siempre era la más seria, la chica que nos mantenía en tierra cuando las cosas se ponían demasiado "divertidas", pero mayormente nadie le hacía caso.   —Nooooooo. —Kristie negó con la cabeza tan fuerte que tuve miedo de que se les desprendiera del cuello.— La noche es joven.    Cuando una música tecno sonó, me levanté de un salto. Los años en tacones de quince centímetros evitaron que me diera de bruces contra el piso. Bajé mi vestido que se había subido unos centímetros y arreglé mi cabello, todo mientras me tambaleaba. Miré a las chicas, pero ellas estaban metidas en una conversación sobre zapatos. A veces pensaba que éramos demasiado superficiales para nuestro beneficio, pero inmediatamente se me pasaba.   —¡Yo no sé ustedes, pero voy a bailar! —grité y me di la vuelta sin escuchar su respuesta.    Cuando llegué a la pista de baile comencé a bailar sola, si en algo era buena, era en bailar. Años viniendo a fiestas me habían enseñado como hacerlo, disfrutaba moviendo mi cuerpo, disfrutaba de las miradas de los hombres cuando lo hacía, me perdía entre la música; No me gustaba bailar con otra persona porque entonces tenía que seguirla, y yo no nací para seguir a nadie. Y menos en el baile.    Miré a las chicas de nuevo, ahora Kim y Lauren se besaban mientras Kristie bostezaba ruidosamente, me reí de ellas y seguí bailando.    Cerré mis ojos y moví mis caderas al ritmo de la música. Había pocas personas bailando, pero no me importaban si me veían, estaba acostumbrada a ser el centro de atención. Cuando tu padre tiene más dinero del que puedes contar, las personas hacen todo lo posible para que les gustes, al menos yo sabía cuándo alguien era un interesado y cuando era sincero.    La tarea era fácil porque a la mayoría yo ni siquiera les caía bien, me veían superficial y mimada, una niña que no sabe lo que tiene, que debía dedicar su tiempo hacer algo productivo. Y tan increíble como parezca, estaba de acuerdo con ellos, pero tampoco me importaba.    Noté la mirada de varios hombres en mí cuando abrí los ojos, incluyendo la del barman, con quien había pasado la noche hace algunas semanas. Aunque ninguno de ellos me llamó la atención tanto como lo hizo el hombre sentado en la barra, un vaso de algo transparente en sus manos. No estaba mirándome con lujuria como hubiese querido, simplemente estaba allí, mirándome.    Seguí bailando, permitiendo una pequeña sonrisa a mí misma. No presté atención a ningún otro hombre, si esta noche me iría a la cama, lo haría con el hombre de la barra.    Me moví aún más, pero él no hizo ningún movimiento, se quedó allí. Suspiré cuando la canción terminó, vi a un tipo viniendo hacía mí y me giré rápidamente, caminé hacia la barra tratando lo más posible de no tambalearme. Vi que el hombre de la barra ahora estaba de espaldas, pero no me importó, yo no era de las que se acobardaba. Si quería algo, lo perseguía hasta encontrarlo, y lo que quería ahora ese a ese atractivo hombre.    Me senté en el taburete a su lado y lo miré descaradamente acariciando mi cuello, eso siempre funcionaba, esta vez no falló. El hombre se giró a mirarme, y el aura de poder que expulsó hizo que apretara mi mano en mi cuello. Era muy, muy hermoso; sus ojos no eran totalmente visibles por las luces de la disco, pero eran claros, eso seguro. Su cabello castaño y su piel bronceada me sorprendían, era como algún modelo de ropa interior. También me di cuenta de que no era mucho más mayor que yo, aunque su aura así lo hacía ver.    Debía tener entre unos veinticinco y unos treinta y cinco años, eso no me importaba, había coqueteado con hombres de cuarenta.   —Hola guapo —le dije batiendo mis pestañas, pero él no hizo nada, ni siquiera mirarme.    Bien, el chico era difícil, me gustaban las cosas difíciles.   —¿Me pides una bebida? —pregunté, tocando su mano, pero de inmediato la apartó.   —¿No estas demasiado borracha ya? —preguntó, y entonces me miró, pero no era el tipo de mirada que hubiese deseado. Aparté mi mano y la entrelacé en mi regazo, alcé mis ojos y los fijé en los de él. Si no hubiese tenido la fuerza de voluntad que tenía, me hubiera distraído tratando de descifrar el color.   —Eso lo decidiré yo. —Mi voz sonó segura.   —Entonces yo decidiré no comprarte una bebida. No voy en contra de la ley.    Mi boca se abrió en asombro y decepción, el insulto haciéndome enojar. Admitía que parecía más joven, pero el que él lo haya afirmado tan fríamente me molestaba. Yo era una linda chica que quería coquetear, no era muy inteligente decirme que parecía una niña. Si hubiese tenido mi bolso aquí, lo habría abierto y le habría enseñado mi identificación. Tenía veintiún años cumplidos hace varios meses, él no era nadie para hablarme así.    —No es como si tuviese que explicarte, pero lo haré: soy mayor de edad, tengo veintiún años y puedo seguir bebiendo cuanto quiera.    Él ni siquiera parpadeo ante mi tono venenoso, lo que me hacía enojar más.   —Entonces pide tu jodida bebida cariño, no tengo tiempo para esto. —Quise golpearlo, sinceramente estaba ganándose un buen golpe.   —¿Por qué eres tan molesto? —Mi pregunta llamó la atención del barma. — ¿Sabes con quién estás hablando?   —Con una niña engreída que no entiende cuando un hombre no quiere coquetear con ella.   —No, estás hablando con la mujer que podría hacer que su padre patee tu trasero.   —Entonces llama a tu p**i y dile que te compre la maldita bebida.    Por primera vez, nada salió de mi boca, por primera vez alguien me dejó sin palabras. Y no en el buen sentido. Este tipo era de lo peor que había visto, no sabía que le había hecho para que me tratara así, no le bastaba con llamarme niña.    Quise gritarle que era hija de uno de los dueños de hoteles más ricos del país, pero algo me decía que él no se iba a impresionar por ello. ¡Santo cielo! Si sólo le había pedido una bebida, otro hombre en sus zapatos me traería una botella, pero él simplemente decidió ofenderme.    Iba a decirle lo que pensaba de él, cuando puso dinero en la barra pagando por su bebida y se levantó. Ni siquiera me miró por última vez cuando lo hizo, sólo se fue dejándome con la palabra en la boca, ofendida, sola y si mi trago. Tal vez el tipo me había visto demasiado ebria, pero de igual forma no era su problema. Pedí el tequila y me lo tomé de un solo golpe, me fui de la barra antes de que alguien decidiera acercarse, como había dicho, no iba a salir de aquí con ningún hombre hoy.    Llegué hasta donde estaban las chicas, pero mi humor era n***o. Ellas estaban bromeando sobre algo, pero no me reí, aun enojada y ofendida. Cuando Kristie notó mi estado de animo, me miró frunciendo el ceño. Así era ella, podía estar muy borracha, pero siempre se daba cuenta cuando algo estaba mal.   —¿Qué pasa cariño? —preguntó, arrastrando las palabras.   —Un idiota, sólo eso   —Pfff los idiotas sobran— Lauren se rio—, por eso me gustan las chicas.   —Por eso te gusto yo —dijo Kim con una sonrisa coqueta, ella le dio un pico rápido haciéndonos poner los ojos en blanco a Kristie y a mí.   —Al fin y al cabo, era un idiota —dije sonriendo con malicia—. De esos sobran, así que: ¡Barman! Otra botella por favorr...                                                                   ***      Cuando ya no pudimos más con nuestra borrachera salimos de la disco, el hombre de seguridad nos dio una sonrisa coqueta antes de que saliéramos. Una vez fuera, el aire frío de la noche sólo hizo que me tambaleara aún más. Gracias al cielo mi chófer fue el primero en llegar. Era un hombre de estatura baja, con el cabello corto y un poco despistado, él a veces hacía el trabajo de jardinería, o los mandados de la casa, pero mi padre le había pedido que viniera a buscarme cada noche porque no confiaba en los taxis de la zona.    Me despedí de las chicas, aunque no demasiado, mañana nos veríamos de nuevo. Una vez que me subí en el auto, ni siquiera saludé al chófer, no podía hablar correctamente.  Soló recosté la cabeza en el asiento y respiré profundo, años de practica me habían enseñado a no vomitar hasta que llegara a mi casa.     Pero justo cuando estaba cerrando mis ojos, vi como alguien se atravesaba en mitad del camino, haciendo que el chófer se detuviera de golpe.  

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