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Cuando menos lo esperaba.

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Blurb

Ella una chica de pelo n***o, ojos azules y piel clara trabaja en la empresa de telecomunicaciones de su padre como vicepresidenta, siempre ha estado sola y muy estresada hasta que llegó el su nuevo secretario, alto, moreno, ojos tan azules que son grises y un cuerpo esculpido y perfecto. Lo de ellos fue amor a primera vista.

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Capítulo 1- Así nos conocimos.
El estrés empieza a apoderarse de mi, llevo un año como vicepresidenta en la empresa de papa y mama con tan solo 23 años, nunca hice lo que hace la mayoría de jóvenes, tuve que dedicarme a estudiar y trabajar con mi padre en la empresa familiar nunca he tenido mucho tiempo de conservar a los amigos de la infancia, la única que me acompaña desde hace años es mi secretaria que pronto va a jubilarse, me da mucha pena perderla pero ha ella ya le toca descansar y dedicarse su tiempo, eso solo puede significar una cosa, y es que ahora me toca buscar a una nueva secretaria, un trabajo tedioso más para mi. Salgo de mi despacho y ahí está Laura. -Alba el mes que viene me jubilo, debes encontrar a alguien para mi puesto ya para que pueda ayudarle con tu agenda y las tareas que debe hacer.- dijo Laura nada más verme salir. -Si mañana vienen 4 candidatos para empezar con las entrevistas.- digo sin muchas ganas. -Esta tarde tienes reunión con tu padre a las 18h y después tienes cita a las 19h con la masajista. -Gracias Laura, nos vemos luego. Es cierto que soy muy joven para ayudar a mi padre con la empresa de telecomunicaciones, y mi trabajo me ha costado la carrera. Dicen que al ser la hija del jefe consigues todo sin esfuerzo pero ese no ha sido mi caso, mi padre es muy exigente y no me permite ni un error. Me gradué con honores y tengo todo lo que mi padre quiere para mi, a excepción de una cosa muy importante y eso es la interacción social ya que siempre solía tener la agenda completa casi cada día. Entro en el taxi para no perder tiempo y voy a casa para prepararme para la reunión con mi padre. Me quito los tacones nada más llegar ya que me hacen daño, elijo un traje de chaqueta azul oscuro con una blusa blanca, unos zapatos negros con poco tacón. Me ducho, seco mi pelo n***o y me visto. Llego a la oficina de mi padre antes de tiempo, me gusta ser puntual. Entra mi padre y me da un beso en la frente, es muy exigente pero muy cariñoso conmigo. -Alba pronto todo esto será tuyo.- me dice dando círculos con el dedo. Comenzamos a hablar de trabajo y de posibles ofertas para la nueva campaña. Al terminar necesito mi masaje con urgencia. Tengo mucha tensión ya que el trabajo cada vez es más duro. Al llegar al centro de masajes me atiende la recepcionista, una rubia con ojos verdes muy guapa que me recuerda a mí madre cuando era joven, que envidia no poder verme yo igual de guapa, lo único que yo tenía bueno son mis ojos color azul, herencia de mi padre. Me llaman desde dentro y paso. -Hola de nuevo Alba, ¿esta semana has estado más tensa de lo normal?, pasa a la camilla. Asiento con la cabeza, me quito la blusa y me acomodo en la camilla. Salgo de allí como nueva, tengo los músculos adoloridos pero se que mañana me despertaré mejor. Llego a casa, me pongo el pijama y me acuesto. Estoy rendida y el sueño me abraza enseguida. Entro en la oficina unos minutos antes para organizar los currículums y ver un poco de la información antes de las entrevistas. Laura ya esta allí cuando yo llego, no sé cómo pero siempre que entró a mí despacho ella ya me espera en su mesa. - En cuanto llegue el primero hazlo pasar, Laura no se cómo haré sin ti.- giño un ojo hacia ella y me sonrie. Unos minutos más tarde entra Romeo, un chico alto, de pelo n***o y corpulento se nota a través de su traje gris con su camisa blanca bien apretada a sus abdominales, no puedo apartar mi vista de él, me sonrojo al ver lo que mis pensamientos quieren hacerle, es demasiado guapo, entra y se presenta. -Buenas, soy Romeo. Estrecho su mano, es delicado pero firme, había mirado su currículum y en el decía que ha estudiado administración de empresas tiene 25 años y ha trabajado para la competencia unos meses. Eso nos dará ventaja ya que podría ayudarnos me viene a la mente, aunque realmente lo que yo quiero de él es otra cosa bien distinta. Me mira con una sonrisa un tanto pícara. Y ahí esta otra vez mi vergüenza haciéndose presente, me arden las mejillas de lo rojas que estan. Le hago varias preguntas sobre el puesto de trabajo y contesta a todas perfectamente. - Aquí pone incorporación inmediata, ¿es así?.-pregunto. -Asi es.-responde. -Pues debes ir con Laura mi secretaria actual a recursos humanos para firmar el contrato y empezar cuanto antes, ya que ella debe enseñarte lo que debes hacer en tu puesto de trabajo. El sonrie de oreja a oreja y yo vuelvo a sonrojarme, ¿como es posible que con una sola sonrisa se me acelere el corazón y tenga mariposas en el estómago? me pregunto a mí misma. Vuelve a estrecharme la mano y sale por la puerta. Llamo al intercomunicador y le comunico a Laura que vaya con él para firmar el contrato y le muestre la empresa y enseñe durante este mes a hacer el trabajo que ella ha hecho durante tantos años conmigo y con el anterior vicepresidente. No lo puedo creer, el esta muy cualificado para el puesto aunque realmente no sé si eso es lo que me ha decidido en contratarlo ya que mis ganas de conocerlo mejor y tenerlo cerca son inevitables. Es viernes, hasta el lunes no volveré a verlo, decido hacer algo que jamás he hecho, salir a tomar unas copas y bailar, tengo que desconectar de esta tensión que me ha provocado. Ceno algo ligero y me pongo un vestido de fiesta de lentejuelas rojo de tirantes con un buen escote y unos tacones de vértigo dorados a conjunto con el bolso, plancho mi pelo lacio con la mano, ya estoy lista para salir. Llego al local de moda [Éxtasis] alumbra el cartel gigante encima de la puerta, entro con miedo fingiendo seguridad. Al llegar a la barra una chica menuda con cabello n***o rizado y ojos avellana me pregunta si quiero tomar algo. -Ponme un gintonic con tónica rosa porfavor.- le digo. -Enseguida, encantada de conocerte, soy Mía.- me dice con una gran sonrisa. -Yo soy Alba.- le contesto. -Un gusto conocerte. Me da mi gintonic. Me encanta el amargor que da y el gusto que deja después. Mía sale de detrás de la barra con otro gintonic igual al mío y se pone a mi lado. Comenzamos a hablar y nos hacemos amigas al instante, tenemos muchas cosas en común, nos gusta el mismo tipo de música, series y películas. Es una conexión que hacía años que no tenía, desde pequeña con mi gran amiga Cristina. Cris se mudó al pasar al instituto a otra ciudad y nunca encontré a nadie como ella, perdimos el contacto al entrar a la universidad, vi por las r************* que ella estaba viviendo en Miami, pero ya no era la misma relación. Mía y yo seguimos hablando, bailando y riendo toda la noche y cuando veo mi reloj no puedo creerlo, son las 5 de la mañana, ni en la universidad me había quedado hasta tan tarde si no era para estudiar. Nos damos los teléfonos y regreso a casa en taxi. Estoy exhausta, los tacones dorados son preciosos pero matadores. Suena mi teléfono y es un mensaje de Mía. Hoy lo pasé genial, me divertí mucho, espero que podamos vernos pronto y hacernos grandes amigas Sonrio como nunca al leer el mensaje, no puedo creer que después de tanto tiempo tendré a alguien a quien contarle mis pensamientos y con quién desahogarme. Le respondo de inmediato. Yo también lo pasé genial, podemos quedar a comer el lunes en la pausa del trabajo a las 14h en el restaurante chino. Envio y suena su respuesta Perfecto, nos vemos el lunes. Apunta en la agenda del teléfono la cita, me pongo el pijama y me duermo sonriendo sin darme ni cuenta. El sábado pasa sin pena ni gloria, paso el día adelantando trabajo, tenemos una nueva campaña ya que el fútbol empezara pronto y debemos empezar a pensar en las ofertas que anunciaremos. Y el domingo voy a casa de mis padres, ellos tienen una casa enorme comparada con mi apartamento, no nos faltó nunca el dinero y eso era de agradecer ya que pude elegir universidad, la casa es un chalet de doble altura con porche, piscina y cerca de la playa más bonita de Barcelona "la Barceloneta", en cambio mi apartamento es en un sexto piso en el centro de Barcelona cerca de las oficinas donde trabajamos es un piso pequeño y minimalista de dos habitaciones. Mi padre ya tiene preparada la barbacoa, mi madre y yo preparamos los aperitivos y la ensalada. Comemos como cada domingo y disfrutamos en la piscina. Entro nerviosa el lunes en la oficina, llevo mi falda de tubo negra con una blusa rosa palo, el pelo recogido en un moño y un maquillaje discreto. Al llegar allí estan Laura y Romeo con su sonrisa arrebatadora. -Hoy tiene dos reuniones, una cita a las 14 con Mía, y en la tarde trabajar en la próxima campaña.- me dice Laura con una sonrisa, le devuelvo la sonrisa sin quitarle ojo a Romeo. Entro en el despacho más rápido de lo habitual con tan mala suerte que me tropiezo y caigo al suelo empujando una silla que da contra el escritorio y hace que suene un gran golpe, al ir a levantarme veo una mano justo a la altura de mi cara y al levantar la vista ahí esta él con cara de preocupación. -¿Estas bien?, ha sonado como si te hubieras hecho daño.- dice él al verme y me sonrie. Estoy muerta de vergüenza mis mejillas blancas estan rojas, cómo puedo ser tan patosa. Y ahí esta él mirándome con esos ojos grises que me quitan la respiración ahora sonriendo al ver que solo fue un tropezón tonto. -Si gracias.- agarro su mano y al levantar esta realmente cerca de mi, puedo notar su aliento, su olor a hierbabuena, mi mente imagina tantas cosas que me muerdo mi labio inferior solo de pensarlo, estoy excitada de solo el roce de su mano grande, mi respiración agitada revelaba lo que no estoy dispuesta a decir. Da un paso atrás y se queda mirando un momento, que a mí se me hace eterno, entonces sale por la puerta. La mañana pasa tranquila, las reuniones son fáciles ya que las tenía preparadas y llegó la hora de comer, salgo de la oficina sin mirar pero noto su mirada en mi espalda. ¿Sentiría él lo mismo que yo? No lo creo, ese hombre es un Adonis cómo va a mirar a alguien como yo. Llego al restaurante chino diez minutos antes de las dos me siento en la mesa que Laura nos había reservado ya que tiene mi agenda vinculada y al añadir algo le aparece un mensaje y así puede tener todo organizado y puede reservar mis citas. Mía tarda unos minutos en llegar, se nota que es algo desordenada e impuntual, todo lo contrario a mí, me encanta esa vitalidad que tiene, en cambio yo soy todo lo contrario, yo soy la típica chica callada y introvertida que le cuesta soltarse y ella tan habladora hace que no piense en mis cosas y me encanta pasar el rato con ella. Hablamos de los próximos conciertos de Malú, nuestra cantante favorita, en unas semanas estara en Barcelona y Mía no va a perdérselo. Me encantaría ir con ella pero las entradas estan agotadas desde hace meses. Mis compromisos laborales y mi poca vida social son un impedimento para que yo salga a divertirme. Terminamos de comer y vuelvo a la oficina, llego a recepción y pregunto si Laura y Romeo siguen aquí, me dicen que acababan de salir a comer, subo rápidamente, no quiero cruzarme con ellos después del ridículo de esta mañana, entro en mi despacho y comienzo a trabajar, oigo ruidos fuera y se abre mi puerta, es Laura para confirmarme que ya han llegado por si necesito algo. Pasa la tarde volando sin darme cuenta con todo el trabajo que tenía acumulado, ya es la hora de salir pero no quiero hacerlo antes de que él se vaya, la atracción que siento es algo que no puedo evitar al tenerlo cerca. Suena mi teléfono, es Mía. -Tengo una sorpresa para ti.- me dice muy emocionada, solo de oírla me emociono como me alegra tenerla de amiga. -Espero que sea algo bueno.- respondo riendo. -Ni lo imaginas, mi hermana iba a venir conmigo al concierto pero al final no le han dado libre en el trabajo y no va a poder venir así que tengo una entrada libre si la quieres. -Claro que si.- digo muy emocionada. No puedo creerlo, voy a ir al concierto de mi cantante favorita con mi amiga en unas semanas, colgamos tras despedirnos y apunto el concierto en la agenda de mi teléfono. Asomo la cabeza por la puerta y puedo ver que ya no hay nadie. Suspiro y salgo a la puerta del ascensor, me acomodo el cabello en el espejo del ascensor y al entrar al ascensor choco de frente con alguien. Me sujeta con la mano en mi cintura y no caigo al suelo de milagro pero eso hace que volvamos a estar realmente cerca, Romeo me sonrie. -Joder Alba, eres realmente torpe. No puede tener más razón, me muero de vergüenza otra vez, agacho la cabeza y me disculpo. No quiero separarme de él, mi cuerpo no reacciona. Tengo la piel erizada con su contacto. Son segundos pero para mí es una eternidad. Sigo en la misma posición y Romeo se aparta, recoge sus cosas, me sonríe al pasar a mi lado y entra de nuevo en el ascensor y yo me quedo mirando en dirección al ascensor mientras veo las puertas cerrarse, recupero la compostura como puedo y salgo camino a casa. Mi casa esta muy cerca de mi trabajo y me encanta caminar de regreso, creo que es mi momento de paz. Camino despacio y respiro el aire con calma. No puedo sacarme a Romeo de la cabeza, pero esto es imposible, él será mi secretario y no se deben tener relaciones entre empleados, menuda ocurrencia la mia contratarlo, pero necesito tenerlo cerca, verle me quita la respiración es terriblemente sexy. Me paro en un banco cercano a mi casa para tranquilizar mis pensamientos cierro los ojos y por poco me quedo dormida, el trabajo me deja muy cansada. Me levanto, llego a casa, me pongo el pijama rápidamente y me tumbo en el sofá con una serie de Netflix, me quedo totalmente dormida. Suena mi alarma, desayuno un café con algunas frutas y salgo hacia la oficina. Voy caminando como de costumbre cuando veo como Romeo entra por las grandes puertas de cristal de la compañía de mi padre, el edificio es completamente de cristal tintado y con las vigas en color blanco, es bastante sofisticado y tiene el nombre de la compañía en letras grandes "HEAVEN" la mejor en telecomunicaciones. Verle llegar solo significa una cosa, hoy tendré que enfrentarme a esos ojos grises al llegar a la puerta de mi despacho, entro en el ascensor miro mi pinta, hoy llevo un vestido n***o ceñido que marca mis curvas y realza mi blanca piel, el vestido tiene un escote que hace ver mis pechos ajustados, lo justo para llamar la atención, mi pelo n***o recogido en un moño que me hace parecer una empresaria exitosa y mi maquillaje ligero para resaltar mis ojos azules, me digo que no, pero me he vestido así para él. Al llegar arriba ahí esta, en su mesa organizando unos papeles justo delante de la puerta de mi despacho, no levanta su vista al llegar yo en el ascensor, sigue con sus ojos puestos en el papeleo ya que Laura hoy no vendra hasta más tarde por una cita médica. -Buenos días.- digo ruborizandome un poco. Levanto la vista y noto como me miraba con deseo, he conseguido la reacción que quería, se le han encendido los ojos al verme así vestida. -Buenas días señorita Fernández.- dice con voz ronca, carraspea y continua. - hoy Laura vendrá por la tarde, a llamado su madre dijo que vendrá a verla durante la mañana, cualquier cosa que necesite aquí estaré.- asiento con la cabeza y entro al despacho. Dentro me doy cuenta que tengo la respiración entrecortada, acabo de empezar el día y no sé si podre aguantar sabiendo que pasaré el día a solas con él en la puerta de mi despacho. Yo se muy bien la razón de la visita de mi madre hoy, ha llegado a sus oídos lo de mi nuevo secretario, toda la compañía esta revuelta por lo hermoso que es, y mi madre quiere verlo con sus propios ojos. Sego trabajando como de costumbre y suena mi intercomunicador. -Dime Romeo.- contesto por el intercomunicador. -Ha llegado su madre señorita Fernández.- dice con voz seductora. - Hágala pasar.-digo tragando saliva, se que ahora toca el interrogatorio. Se abre la puerta y ahí esta con su sonrisa pícara mirandome sabiendo que ocurre con mi nuevo secretario, cierra la puerta al entrar y se sienta en la silla que esta delante de mí, comienza a hablarme. Mi madre y yo siempre hemos sido muy cercanas, siempre le he contado todo, es mi mejor amiga ya que no tenía otra antes de Mía, es mi confidente y siempre puedo contar con ella, sabe lo que me pasa sin preguntarme. -Que secretario más guapo has contratado ¿no?.- dice con una sonrisa burlona. -¿A si? No me había fijado.- Contesto sin mirarla, se que si la miro ella podra ver en mis ojos que es mentira. Ella ríe al escucharme. -¿Y entonces a qué se debe que vengas tan arreglada al trabajo?.- levanta una ceja al decirlo. Yo me sonrojo y respondo. -Mama porfavor yo siempre vengo así a trabajar.- Y le sonrio sabiendo que ella me ha pillado. -Bueno hija, sé que eres adulta y sabrás tratar tus temas con responsabilidad, vamos tomemos un café.- afirma sabiendo que si me pregunta le dire que no. Cojo mi bolso y salimos del despacho. -Romeo, voy a salir con mi madre, cualquier cosa llámeme.- le digo tratando de que no se noten mis sentimientos, mi madre no deja pasar ni un segundo. -¿Quieres unirte a nosotras?- le pregunta mi madre- vendrá mi marido y también querrá conocerte.- veo como se le iluminan los ojos a Romeo, asiente con la cabeza y recoge su mesa rápidamente. No lo puedo creer, mi madre me ha puesto en un compromiso. Ella es muy extrovertida y le encanta hablar con todo el mundo en cambio yo soy como mi padre, hasta físicamente, ella rubia de cabello ondulado siempre ha sido preciosa con sus ojos verdes y mi padre un hombre alto con su cabello n***o lacio y ojos azules al igual que los míos, no se puede negar que él es mi padre. Al llegar a la cafetería enfrente de la oficina nos espera mi padre con su café y al ver a mi madre no puede contener la sonrisa de amor que siente por ella. Luego me ve a mí, y al chico que camina tras de mí y le cambia la cara, se pone serio, seguro pensó que era mi novio o algo así, él es muy serio con todo el mundo excepto con mi madre y conmigo. Al llegar a su altura le ofrece la mano en forma de saludo a Romeo. -Buenos días señor Fernandez- dice Romeo apretando la mano de mi padre. Yo me acerco y le doy un beso en la mejilla a mi padre. -Papa él es Romeo, mi nuevo secretario, mama pensó que sería buena idea conocerte en un entorno más tranquilo.- noto como mi padre relaja los hombros, mi madre le saluda con un beso y nos sentamos todos en la mesa. Tomamos el café y hablamos relajadamente, se ve que Romeo le tiene gran admiración a mi padre, ya que él inició su empresa de la nada y ahora es todo un empresario, trabajó muy duro para conseguirlo y eso es algo que todo el mundo sabe, no deja de hacerle preguntas a Romeo sobre sus aficiones y su relación con nuestra empresa. Unos minutos más tarde mi madre se levanta y mi padre la sigue. -Nos encanto estar un rato aquí con vosotros pero ya debemos irnos.- dice mi madre guiñándome un ojo. No puedo creerlo, me ha hecho una encerrona para que me quede a solas con Romeo. Se despiden de nosotros y se van. Estoy realmente avergonzada y él se queda con la vista puesta en mi, yo miro mi regazo mientras juego con mis dedos. No se que decir, es un momento algo incómodo, levanto la vista y me mira y sonrie. Se muerde el labio de abajo y eso electrifica mi cuerpo puedo notar como me mira, no hemos cruzado muchas palabras pero no hace falta para notar la tensión s****l que hay entre ambos, acerca su silla a la mía, puedo oler su colonia, esta muy cerca y pone su mano en mi muslo, no se que lo necesito pero mi cuerpo pedía ese contacto, él también lo nota, suspira, y sale como alma que lleva el diablo, oigo como susurra -no quiero hacerte esto.- con los dientes apretados. Me quedo mirando la nada, esta claro, Romeo no quiere nada conmigo. Recojo el bolso y al llegar a la puerta del edificio me doy cuenta que ahora al subir el estara allí en la puerta de mi oficina. Entro tragando saliva, estoy tan nerviosa que no me responden las piernas, yo soy bastante patosa y encima me pasa esto, menuda combinación. Al llegar arriba el esta ahí mirandome. Entro como puedo a mí despacho sin decir nada y con mis piernas temblando. Me siento rápidamente en mi silla y tocan a la puerta, grito más de lo que queria "adelante" me levanto para recibir a quien llama con tan mala suerte que mis piernas pierden las fuerzas y me tambaleo, me sujeto a la mesa y ya tengo unas manos agarrando mi cintura. Me giro en el aire quedando tan cerca que casi nos estamos besando.

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