20. Ya no salgo con nadie. Bell. Le sigo el juego, solo es un calentón de una noche, mañana todo volverá a ser como es. El celular vibra en mi bragas, en mi panza, es un cosquilleo agradable. —¿Y eso? —me pregunta, seguro que lo ha sentido hasta él. —Es mi celular —le digo, él pone cara de curiosidad absoluta. —Y... ¿qué hace ahí tu celular? —¿Tú, qué crees? Adriano me besa. Mis amigas aplauden al verme prendida a él, se ve que les gusta. La música cambia, bailamos, saltamos, gritamos. Me divierto con él. Entre el calor, la bebida y el cansancio, siento que me desvanezco, abrazada a él. —¿Quieres que te lleve a tu casa? —me ofrece. —No, nada de esooo, prohibidooo mencioaarloo... —balbuceo— ¿Me traes más alcohol? —Creo que ya bebiste suficiente... —Eso lo deeeciiido yooo, ¡al d

