33. Nadie más va a tocarte. Alissa. Acaba de amanecer cuando estamos de vuelta en la residencia Kramer, Anke me recibe con uno de sus dolorosos baños. La mejor parte es cuando me pone aceite de coco en la piel. Anke parece una mujer recatada, formal e incluso religiosa, me pregunto qué pensará realmente de mí, por mi parte ya me acostumbrado a que sea otra persona quién se encargue de mi aseo. Mi amo ha salido, y no ha descansado aún del viaje. Espero ansiosa su regreso. Puedo salir a la terraza, ahí Anke me sirve el desayuno, de todo el personal de la casa, ella es la única que puede tratarme. Ahora sé que si alguien se atreve siquiera a mirarme, mi amo lo despedirá. La terraza es un lujoso espacio con florales blancos. Desde aquí, puedo ver hacia la entrada y los tejados de las cas

