Capítulo 3: ¿Nos conocemos?

1153 Words
Ericka En mi vida imaginé que volvería a toparme con aquel hombre que deje dos noches atrás, desnudo en el club de papá, olvide, respirar y las milésimas de hora se sintieron como años. Se convirtió en un bumerán, lo arrojé lejos, sin embargo, no transcurrió demasiado tiempo cuando se presentará a mí una vez más ¿Será que papá lo sabe? Una gota de sudor recorrió mi espalda, en este instante deseó salir corriendo una vez más. Mis pies no se mueven, me congelé al ver su mirada fría barrer mi cuerpo por completo, su inquisitiva mirada me hizo sentir un poco intimidada, pero no lo doy a demostrar. —Buenos días, señores —Salude de manera formal. Seis pares de ojos me observan papá de inmediato se aclara la garganta, con mi frente en alto avance, soy cínica, el Mozzarella no deja de observarme con cara de «Me la debes pelirroja insolente». Papá camina a mi encuentro, me saluda como de costumbre con dulzura, el italiano y su acompañante no dejan de mirar nuestra bochornosa escena, sé que es una advertencia clara que no pueden ni pensarme. Viste de manera jodidamente sensual, su barba le queda de maravilla, luce cuidada, su piel morena resalta con ese traje azul rey. ¡Demonios! ¿Por qué te ensañas conmigo, dios de las pelirrojas? Reprocho internamente. Si mi gruñón favorito se entera de lo que hice, perderá la cabeza. Me invita a caminar a su lado, se levantan de su puesto con caballerosidad, su acompañante luce mayor, sus rasgos faciales son duros, sus labios forman una línea recta y su porte es tan elegante como el de mi padre. Soy un manojo de nervios, pero no me arrepiento de haberlo dejado con poca ropa, se lo merecía. —Les presento a mi heredera, Ericka Montalvo —Papá sí que es intenso, por eso enamoro a mi madre, cada palabra expresada se encuentra cargada de orgullo, por eso, amo a mi padre, soy la luz de sus ojos, me partiría el alma defraudarlo. El hombre mayor es el primero en tomar mi mano —Un placer conocerla señorita, mi nombre es Fabio Martinelli —Sonrío con educación —Esté es mi hijo Fabrizio —Me gusta ese hombre. —El placer es mío señor Martinelli —Soy cortés, con descaro extiendo mi brazo, mi conciencia se encuentra exaltada, mi cuerpo pide huir de este lugar, pero mi buen juicio me aconseja que actué como si no lo conociera, sonrió en mis adentros al recordar la travesura que le hice, se lo busco por descarado. No duda ni un segundo se lleva el dorso de mi mano a su boca y al estrellarse sus labios en mi piel, cientos de fuegos artificiales estallan dentro de mí. Quise morir al ver sus ojos echando chispas de enojo. ¡Soy pelirroja muerta! —Mucho gusto, señorita ¿Ya nos conocíamos? —Pregunta con un estúpido cinismo, quite mi mano de con rapidez, pero educación. —Lo dudo, jamás olvido un rostro —Soy más descarada que él. —Quizás la confundí con alguien más. —Su voz causa que mis piernas tiemblen, papá me ofrece su lugar y sonreí feliz. En pocos días mi hija se hará cargo de la compañía, estudió por cinco años para dirigir nuestra sociedad, Ericka ellos son nuestros accionistas de Italia, por razones personales Fabrizio se quedará a vivir en el país —Trágame tierra y escúpeme en la luna —Tomará el puesto de Gerente General de Finanza y se convertirá en el vicepresidente de la multinacional —¡No puede ser! Me muero. Eso fue un balde de agua hirviendo, no fría, anhelo perderme en el mundo en este instante, soy una roja desafortunada, de miles de hombres y sitios, el idiota me amarga mi día, el desgraciado Mozzarella sonríe ampliamente. Tú siempre tendrás la última palabra hija —Papá aclara y me parece perfecto. —Será la primera mujer en ocupar este puesto, explicaré de antemano, para evitar problemas, mi hija es intocable y no me importaría perder dinero al romper nuestra sociedad —Por fin conozco a ese hombre del que todos hablan, es el mejor llevando la empresa, espero no avergonzarlo. —No te preocupes, mi hijo no se propasará con la tuya —Si supieran que lo deje en ropa interior en el baño del club. —Aunque un futuro casamiento nos beneficiaría, de este modo nos permitiría consolidar nuestros imperios. La respiración de papá se volvió agresiva, inhala con rapidez, ya se enojó el toro Montalvo —Mi hija se casará con quien desee, no para beneficiar mis finanzas, además eso no pasará en unos veinte años —Su declaración me parece tierna. Los italianos se carcajean, piensan que es broma. —No estoy jugando —La voz de papá es dura. —Señores... Si deseo crear un imperio, lo hago sola sin ayuda, tengo suficiente inteligencia. —Reproche. —Ya escucharon a mi hija. —Su apoyo es esencial para mí. El ambiente se volvió pesado —Cambiando de tema ¿Le gustan las mandalas o las flores de loto? —Mierda me tensé de inmediato, el hijo de su madre sonríe al descubrir un punto débil de mí. Presiono mis piernas para no lanzarle un zapato, es un cretino, papá frunce el ceño. —Lo digo porque me gustaría expandir mis ideas, explorar caminos y llegar a horizontes inalcanzables. —Su puto doble sentido me hace temer —Es decir, podemos producir un nuevo automóvil de carreras inspirado en su significado, el color rojo de su cabello señorita me recordó a ellas —Mil veces idiota. —Eso deberá hablarlo con el equipo de diseño —Papá responde fastidiado, no hable, solamente me quedé en silencio con mi rostro sin una expresión. «Mozzarella te estás equivocando» Tomé mi desgracia con calma. El intercomunicador timbró, papá contesta y no le agrado lo que escucho. —Debo disculparme con ustedes, mi esposa sintió un mareo —Me tense y no dude correr hacia donde se encontraba mi madre. Sus labios se encuentran blancos. —Mamá ¿Qué sucedió? —Fresita no es nada, solo deseo ir a casa —Así de mal se sentirá. —Hija, quédate a cargo, llevaré a Emma a la clínica —Asiento en silencio —Por favor muéstrale la oficina que ocupará Fabrizio, se incorpora hoy mismo —El dios de las pelirrojas, no me odia, me lanzo al infierno sin retorno. —Me avisas por favor —Bese la frente de mi madre y los veo salir. Para mi desgracia el padre del Mozzarella se despide, apenas se cierran las puertas del ascensor me acorrala en el propio escritorio de mi madre —Conque la buena fortuna me sonríe —Susurra en mis labios, lo empujo sin tener éxito. Maldito acento tan sexy. —No te conozco —Expresé segura.
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