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1026 Words
En cuanto se abrió la puerta de la casa, estuve a punto de sufrir el síndrome de Stendal y desplomarme sobre las maletas ante semejante locura. No parecía un sitio donde vivir, y mucho menos un lugar para niños. Era algo así como sacado de una revista de lujo. Todo estaba extremadamente limpio, pese a ser muebles muy delicados, temblaba de pensar en cómo iba a tener que perseguir a un niño pequeño con las manos sucias correteando por ese salón. No solamente podía haber daños materiales, aquello estaba repleto de cristales y aristas peligrosas. Debí imaginarlo, al fin y al cabo era un apartamento de dos alturas en el penúltimo piso de uno de los rascacielos más céntricos de la ciudad. —Impressive, right?— rió el chófer al cerrar la puerta tras nosotros.— Rosita! Una mujer mayor no tardó en aparecer, vestida con un uniforme bastante degradante. Resulta increíble que en una casa tan moderna, hagan vestirse a esta mujer con un vestido con delantal y cofia como si fuese un femboy de anime. —Hola, soy Rosita, yo me encargo de la limpieza.— no hacía falta que lo jurase, con ese uniforme o la mujer se dedicaba a mantener el sitio tan impoluto como estaba, o era la esclava s****l del padre.— Ana, qué bien que viniste, los niños me tienen loca. Por un lado me alegró que alguien más hablase castellano en la casa, y por otro lado lo que dijo no resultaba muy esperanzador. —I'll get all this baggage in your room. Rosita, why don't you go with her to meet the kids?— Rosita asintió y yo la seguí escaleras arriba. —Nick es el mayor de los hermanos.— anunció mientras llamaba a la puerta. Cuando entramos tuvo que dar la luz y vimos a un chico sentado en su escritorio frente a un libro. —Hey, I'm Nick.— él extendió su mano hacia delante y yo la estreché, sin embargo no puede evitar fijarme en el libro que estaba en braille, luego devolví la mirada a los ojos de Nick que miraban al vacío. —I am Ana, nice to meet you.— dije sin parar de observar cada detalle de la habitación. Lo cierto es que estaba todo muy adaptado a él, supongo que estas cosas sí son posibles con cantidades ingentes de dinero. —Oh, you smell like vanilla. That's nice.—enrojecí de vergüenza al darme cuenta de que había notado el aroma de mi gel de baño.— Well, see you at the dinner. Y como si ya hubiese tenido suficiente interacción conmigo, decidió ignorarme y volver a su lectura. No me quedó otro remedio que dar por finalizada la charla y volver con Rosita que me esperaba en el umbral de la puerta. Desde el primer momento supe que Nick era casi independiente y no me iba a dar mucho trabajo. —No sabía que Nick era ciego.— murmuré tras haber cerrado la puerta, ella se encogió de hombros como respuesta. —Esta es la habitación de Kyle.— llamó a la puerta y entramos al paraíso de cualquier niño. Era evidente que Kyle tenía un cheque en blanco en todas las jugueterías. Sin embargo lo primero que recibí de aquel niño no fue un saludo, si no un disparo en el pecho. Típico de americanos, pensé mientras recogía del suelo la munición de poliespan que me había alcanzado. —Este niño del demonio...— murmuró Rosita al verle bajar las escaleras de su cama, que era como una litera king size pero debajo en lugar de otra cama, había una pantalla plana enorme con consolas y unos sillones delante. —When I hit you, you have to play dead.— refunfuñó él. Si en ese momento hubiese optado por seguir el método educativo de mi madre, le hubiese quitado la tontería a golpe de zapatilla, pero me decidí por optar por otro método sin agresión a menores. —Honey, you need consent to play this game.— me acerqué un poco para susurrar la siguiente parte.— And the next time we play, you'll be dead before you know it. —We'll see, old lady.— bromeó con una sonrisa llena de ilusión, algo me dijo que este niño no estaba muy acostumbrado a que alguien quisiese dedicar tiempo a jugar con él.— Do you know Robin? Negué con la cabeza, supuse que se refería al hermano más pequeño. —Wait.— entonces cogió unos cascabeles que tenía por ahí tirados y empezó a agitarlos.— Robin, come here boy. Miré a Rosita confusa, ella puso los ojos en blanco. No sabía que tuviesen una mascota. Me quedé horrorizada al ver a un niño correr por el pasillo hacia nosotros. Llevaba unas orejas de gato y vino directo al juguete que movía su hermano. —Do you usually dress like this?— en cuanto acerqué la mano para tocar la diadema de su disfraz, me mordió la muñeca. Normalmente tengo reflejos, pero es que no me podía esperar semejante reacción.—¿Pero qué coño...? —¡Robin!— me giré para descubrir al último integrante de la familia.— Go to your room right now, you're grounded. —Ay, ahorita mismo voy por el botiquín.— exclamó la mujer yendo escaleras abajo. —I'm so sorry Ana, he doesn't like his cat ears to be touched, but that's no excuse for this kind of behavior, I'm actually deeply ashamed.— llegó un punto que no estaba entendiendo nada, solo podía ver la sangre cayendo de la marca de los dientes del niño en mi brazo, tenía la fuerza en la mandíbula de una trituradora y no llegaba a los tres años. —Oh s**t, dad, she's going to fall.— Kyle lo descubrió un poco antes que yo. Se sumaron varios factores; el estrés que había tenido los días anteriores, el jet lag y que siempre que veo sangre me mareo. Lo último que recuerdo es desmayarme dramáticamente y que el señor Miller me atrapase en el aire antes de chocar contra el suelo.
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