Lazos de una Promesa

CAPÍTULO 1

Nada podría salir mal, hoy era el día perfecto, hoy tomaría como esposa a mi prometida Shantall y nadie podía impedirlo.

Una mujer de cabello castaño, ojos negros y un cuerpo tan sensual que me volvía loco en la cama.

—Shantall Rodríguez, ¿acepta a Bruce Harrishford como su legítimo esposo?..

—Yo.. no puedo, lo siento pero no me casaré.

Mi mundo se vino abajo con esas palabras, todo lo que creí maravilloso se fue por la borda con esas palabras que mi prometida dijo sin contemplaciones.

—¿Porqué?...

Sus ojos negros me miran sin amor —Yo no te amo Bruce, yo amo a otro hombre.

Nuevamente me despierto sudoroso y agitado, al ver la alarma de mi celular sonar a un costado de mi cama, la apago.

Me levanto de mi cama para seguir mi rutina, una hora de ejercicios para después irme al trabajo como todos los días. Ya no le tenía sentido al escuchar la palabra Te amo. Nadie es capaz de amar con sinceridad y eso lo se mejor que nadie.

Dos horas después llegó a la compañía de mi padre, compañía que comparte, con los Rodríguez y los Lombardi ya que son accionistas mayoritarios.

—Buenos días señor Harrishford.

—Buenos días —respondo con simpleza.

—Señor Harrishford, tiene una visita de su madre.

Odio las visitas de mi madre pues, la única razón por la cual me visita es para que le dé una oportunidad a la mujer que me hizo pasar el ridículo al salir corriendo no sin antes gritarme que no me amaba.

¡Por favor!, tendría que estar enfermo o estúpido para volver con la mujer que destruyó nuestros sueños en formar un hogar y tener hijos.

Ninguna mujer le daba sentido a mi vida, nadie logra lo que yo deseo y por ello, las mujeres se convirtieron en mi pasatiempo, no tengo secretaria porque así lo deseo, no quiero estorbos en mi día laboral.

Al ver mi oficina, me detengo al no querer seguir mi andanza, la misma rutina de todos los días, estaba harto de ello, estresado decido ir al baño hasta que escucho la voz de mi amigo a mis espaldas me detengo.

—¡Hermano! .. —me abraza como siempre —¿Como te sientes?..

—Igual que siempre —Nada me daba felicidad y por ello me mantenía siempre amargado. —Me detienes esto.

—Claro, te espero en tu oficina. —me da la espalda y sigue su camino hasta entrar a mi oficina.

“Todo es igual, nada cambia". Intentando despejar mi mente sigo mi camino hacia al baño para lavar mi rostro y despertar por completo, me sentía desorientado y no comprendo porqué.

Aún no supero ese día que me atormenta día y noche, y ¡claro, como voy hacerlo!, fui el hazme reír de todos por culpa de esa mujer que me juró amarme.

Pero el único sueño que hace desaparecer ese odio en mí, es ese donde veo a esa hermosa rubia tan delicada y frágil, hermosos ojos, una mirada tan dulce y suave que me hacía suspirar como un idiota y más cuando sonríe para mi.

Aunque desearía que no fuera un sueño, pero supongo que lo es porque después de ese día que la conocí en ese parque de la ciudad de Seattle, jamás la volví a ver.

—Vamos Bruce, deja de soñar con una chica que es producto de tu imaginación.

Pero algo en mi se niega aceptar que ella sea una fantasía, un producto de mis sueños. Tenia al menos diecisiete años, creo. Ni siquiera me había percatado de alguien venía en sentido contrario hasta que sentí algo chocar contra mi pecho, salgo de mis pensamientos al sentir que alguien chocó conmigo.

Elevo una ceja al ver a una chica rubia sentada sobre suelo mientras se soba la cabeza por el golpe al caerse.

—¡Idiota.. podría fijar…

Ese sentimiento que por mucho tiempo busqué nuevamente aparece, esa mirada, esos ojos de bambi que me enamoraron desde la primera vez que los vi, esos ojos grises tan hermosos nuevamente me estaban viendo después de muchos años.

¡¡Reacciona amigo, ayúdala!!.

Ella baja su cabeza así que la ayudó a levantarse —L-La .. Lamento la molestias..

—Discúlpame a mí..

Su voz era angelical, tal y como en ese sueño que amaba recordar.

—Eres tú.