Dos opciones

1745 Words
Siempre que se veía obligada a hacer lo que le decían pero esta vez se negaba a entregarse en manos de estos hombres, preferiría la muerte. Después de casi media hora de camino, llegaron a una pequeña área con fogata y caballos, estos dormían en la intemperie, con una gran vista a un precipicio. Demasiado alto, con un río que desemboca al lago del pueblo lo más seguro. Mi ropa estaba sumamente húmeda. Empapada , la ropa empezó a pegarse a mi cuerpo. Nos detenemos y Marcus me dice. —Bájate.- me ordena. Intentaba bajarme del caballo , con cuidado para no caerme, pero él me empujó apresurándome. —¡Dije que te bajes!.— Gritó algo molesto… Caí de espalda contra el suelo , la tierra esta húmeda y continuaba diluviando. Mi vestido se mancho de lodo, también las palmas de mis manos. Ese hombre me vio desde arriba con una mirada maliciosa, era aterrador. No podía huir, los otros soldados estaban dispersos en todas direcciones me seguirían apenas intentara algún movimiento, el resultado era el mismo. No tenía escapatoria. Me pondría en marcha en cuanto hallara la primera oportunidad. Asustada con el corazón acongojado intenté levantarme. Uno de ellos me tomó del brazo para levantarme. —Hoy nos vamos a divertir contigo muñequita.— dijo en un tono desagradable. Era un hombre realmente repugnante, se acerco y agarró del cuello de mi vestido para romper mi escote. Hizo una gran apertura que dejó al descubierto mi camisón de lino, está se transparentaba por la humedad contorneando mis senos en la ropa y dibujando claramente los pezones. El hombre me observó lascivamente y me besó el cuello de una manera grotesca, lamiendo con su lengua el trazó de mi cuello hasta la barbilla. Asqueada y sumamente furiosa. Mordí su mejilla arrancándole un pedazo de piel con los dientes. Este reacciono al instante con un fuerte gritó de dolor y respondió con una cacheta en la mejilla, apartándose de mí. Revisó su mejilla y la toco con la yema de los dedos , notó el gran hueco que le había dejado en la mejilla izquierda. Yo escupí el sobrante de piel que estaba en mi boca y la sangre se desbordaba de mis comisuras. Si pensaban violarme al menos no se la pondría fácil a ninguno de estos salvajes. Los demás solo observaban como una jauría de lobos esperando su turno para atacar, estos se reían burlándose de su colega, haciendo bromas e insultándome. El hombre se enfureció conmigo, ¿pensé que me mataría.? Por qué se abalanzó para matarme, cuando el general, lo tomo del cuello y le dijo. —Déjala…Yo voy primero.— Este se calmó, y le cedió el paso a Marcus, el me vio hambriento. Como el lobo alfa de la manada, este se acerco a mí con pasos confiados. Y de pie enfrente de mi clavo su mirada frívola y extremadamente malvada. —Me gusta, que no sean dóciles para amansarlas.— dibujó una sonrisa divertido al decir esas palabras. Era solo un juego para estos hombres en especial para este. El me tomó de atrás de mi cabello e hizo que flexionara mi cabeza hacia atrás. Era alto y fuerte… demasiado fuerte para enfrentarlo. Quería soltar su agarre, pero no puedo. Marcus se acerca a centímetros de mi rostro y mordisquea mi barbilla y arremete contra mis labios. Es una sensación nauseabunda. Realmente prefería la muerte antes que terminar en manos de algunos de estos monstros. Este me llevo a rastras del cabello, mientras lloraba de dolor, a un área menos lodosa. La lluvia continuaba cayendo, la tormenta no se detenía y este hombre tampoco lo haría. En eso el ruido de un caballo se aproximaba, era Ferguson, con una espada en mano. Los soldados se alertaron rápidamente. Ferguson se bajo del caballo y amenazó a Marcus. —Deja ir a mi esposa.— —O si no qué— Espetó Marcus. —Gordo idiota, has venido para perder tu vida— Sin importarle Ferguson se abalanza sobre el general, este me suelta y se enfrenta de espada contra espada, los demás están concentrados en la batalla cuando yo decido huir gateando. Casi podía palpar mi ansiada libertad. —Atrapa a la chica, está huyendo.— Dijo un soldado al verme correr, no lo vi venir pero uno estaba demasiado cerca de mí que me agarró de la cintura aunque yo me retorcía como serpiente para que me soltará. Le quité una navaja que estaba sujeta a su cintura, pensaba enterrarse la en el cuello. Cuando la espada Plateada de Marcus se tornaban rojo carmesí al salir del abdomen de Ferguson, el pobre expulsaba sangre de la boca, diciendo como su último aliento mi nombre. —Ella es mía ahora— respondió Marcus. Todo cruzaba por mi mente en el instante, en el que el grupo de estos hombres me tomarán… mi vida quedaría arruinada aunque sobreviviera, sería un infierno. Sin vacilar acababan de tomar la vida de un noble y la mía sería menos. En mi rostro no se advirtió lo que pensaba por qué estaba en shock. El soldado me bajo, estaba a unos diez metros del acantilado. Y pensé, mejor morir en esa caída que sufriendo humillada y ultrajada. Todos los sentidos quedaron totalmente subyugados por la imponente presencia del caballero que ahora tomaba mi mano sin percatarme. Oculte la navaja en la otra mano, detrás de mi vestido rasgado. Marcus se volteo y tomo mi mano. —Ahora eres Viuda, en tu primera noche.— Me regalo una media sonrisa con cinismo. No podía articular palabra mi pequeño pecho, solo lo latía con rapidez y mi cuerpo asustado no sabía si debía seguir luchando. No eran nobles, ni hombres , ni caballeros, si no Monstros. En un incómodo silencio, el la miraba de reojo, Marcus la mantenía con la barbilla pegada al pecho. Cómo un ratón asustado , podía percibir su miedo. Rubí tenía que hallar una alternativa. Sin terminar muerta, pero no la había así que decidió la muerte menos dolorosa , en manos de esos hombres torturada o una muerte instantánea por una caída lo pensé y caer en ese abismo resultaba más atractivo. Ferguson perdió la vida, y fue en vano… Sin miedo con un movimiento rápido , ensarte la pequeña navaja cerca de su párpado que tome del soldado anterior . No lo vio venir, pero hizo que soltará mi mano. Este grita por el dolor agudo en su ojo izquierdo. Retrocedí con temor y corrí hacia el precipicio, pero inesperadamente alguien me tomo de la cintura interviniendo , mi único medio escape. —Déjame.— Grité —Estas loca perra, piensas morir.— Al atenuarse el dolor de Marcus él la vio a sus ojos atónito y al segundo siguiente, su mano impactó con gélida fuerza en su mejilla, logrando que su cabeza volteara hacia un costado. Aturdida, se llevó los dedos a la mejilla que le ardía. —Quítenle la ropa.— exclamó a sus hombres. Uno de ellos no espero y empezó a rasgar sus ropas , esperaba hacerla sufrir , un castigo … su infierno apenas empezaría. —No …no por favor, paren.— clamó clemencia. Otro soldado corto mi camisón con una navaja dejando mi piel al descubierto, y mis senos al aire. Con ojos pervertidos la observaban, mientras Marcus se quitaba su armadura. —Dulce y tierna criatura.— musitó uno de los soldados que está a mis espaldas frotando su entrepierna en mis glúteos. El de mi costado miraba ansioso enterrar su rostro en mi pecho y devorarme. Yo solo lloraba inconsolable, alrededor de estos inmundos seres. Otro se agachó frente a mí. —Veamos que hay entre tus piernas.— Rompiendo el sobrante del vestido, me sentí expuesta por primera vez en la vida, me encontraba desnuda frente a tantos hombres. Que se tocaban con morbo al verme… En eso gritó Marcus. —Apártense y déjenla.— El daba las órdenes, sin embargo era el peor de todos. La lluvia caía con fuerza, y los relámpagos en el cielo eran audibles. Mi cuerpo mojado, frío y los escalofríos se acentuaron, pero eso no detendría el infierno andante que vendría sobre mí. Rubí estaba tiritando y sus piernas temblorosas, dejaban claro que Marcus había ganado, el corte con la navaja solo le provocó una herida superficial en la cara. Este se acerco imponente, y la tomó del cuello de un modo dominante. —Tu serás mía de ahora en adelante.— Susurro esa palabras en su oído. Que la hicieron estremecer, estaba paralizada del miedo. Marcus estaba desnudo también ya que se había desprovisto de su armadura y ropa. Sabía que ella no podría huir, estaba rodeada… El pensaba tomarla aquí en el suelo sucio… Y darla de premios a sus hombres después. Como un botín de guerra. El la besó con violencia y apertura las barreras de su boca. Marcus se daba cuenta, que ella era inocente por qué a pesar de resistirse, su beso era torpe , ningún otro hombre había probado sus labios ni siquiera su ahora tendido y fallecido esposo. Marcus se sentía excitado por la idea de tomarla todo de ella por primera vez incluyendo su primer beso. El la empujó al suelo, ya se hacía de noche … Y la acción apenas empezaba. En el suelo Rubí intento retroceder, miraba a su alrededor pero no había ninguna salida viable para ella y se le agotaban las ideas. Ella empujaba su trasero hacia atrás, alejándose de a poco de Marcus. El cual ya estaba totalmente empalmado a pesar del frío. Inesperadamente Rubí sintió algo duro entre sus nalgas era una roca, la tomó rápidamente en su mano. Cuando Marcus se agachó y tiro de sus pierna para acercarlas a él. Ella no dudó y le propicio un golpe fuerte e intenso en la cien de la cabeza. Haciéndolo retroceder. Es mi oportunidad pensó Rubí , por lo que se dio la vuelta para huir , aunque a pesar del dolor Marcus volvió a tomarla de un pie, antes que escapara ella se volteo y le lanzó una patada a la cara. Logrando soltarse de su agarré, los otros soldados la siguieron, uno la atrapó antes de llegar al precipicio, pero su piel estaba húmeda y resbaladiza por lo que se zafó de las manos, ella se lanzó con fuerza al abismo sin importarle lo que pasará con su vida.
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