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Alquilando un esposo

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Blurb

Jordan Henderson es un alfa de 31 años, que se ve obligado a recurrir a una página de dudosa reputación, en búsqueda de una mujer beta, que le acompañe a la boda de sus mejores amigos y le sirva de tapadera para ocultar una mentira que se salió de control y amenaza con poner en riesgo su credibilidad...Había pedido específicamente una beta femenina, sin embargo, a su puerta llega el Omega masculino que nunca deseo...Y Jack... Bueno, una situación completamente desesperada lo empuja a los brazos del alfa que siempre soñó...Un contrato y diez días juntos en España... ¿Qué puede salir mal?

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Capitulo 1
A tan solo una semana de que un informante diera el aviso de una reunión importante de mortífagos y de que el ministerio actuara enviando dos unidades de aurores, compuesta cada una de diez elementos, en los cuales estaba Harry; éste y dos miembros más de La Orden del Fénix recibían la orden de presentarse en el Wizengamont a fin de custodiar a un prisionero para llevarlo a una casa de seguridad en los que ellos serian los responsables de su seguridad. -Hola cachorro... Padfoot. –saludó Remus a Harry y a Sirius que iban llegando en ese momento al ministerio. -Hola Remus. –respondió Harry. -Hola Monny –exclamó Sirius dándole una palmada en el hombro-, ¿ya te dieron los detalles de la comisión? -Aun no, vengo llegando como ustedes. Así que los tres se dirigieron al interior del ministerio hasta llegar a una oficina, en donde su Jefe, el señor Franklin Pierce, los recibió sentado detrás de su escritorio con un montón de pergaminos desparramados. -Hola chicos. –saludó acomodándose las gafas de media luna. -Buenas tardes señor. –saludó Harry tomando asiento mientras Remus y Sirius hacían lo mismo después de saludar. -Hola Jefe. –exclamó Sirius desparramándose en una silla ante la mirada reprobatoria de su jefe. -Usted dirá Señor Pierce. –dijo Remus tranquilamente. -Los mande llamar para algo muy importante –dijo el señor Pierce sacando una carpeta de entre el montón de documentos que tenía en el escritorio- ustedes dos estuvieron en el operativo de hace una semana, ¿cierto? –dijo refiriéndose a Harry y a Sirius, quienes asintieron con la cabeza- menos tú Remus, porque tu hijo enfermó y tuviste que ir de emergencia a San Mungo. -Así es señor –respondió Remus- Pero estoy al tanto de todo. -Bueno, pues recordaran que hubo varios decesos de parte de los mortífagos, y una aprehensión de once de ellos, pues como es lo normal, procedimos a someterlos a un interrogatorio dándoles Veritaserum, ninguno de ellos, salvo dos fueron lo suficientemente hábiles para evadir sus efectos, por lo que rápidamente el Wizengamont los condenó sin necesidad de entablar un juicio prolongado; con los dos que faltaron se utilizaron otros medios tras lo cual confesaron... pero hubo uno al que de plano no pudimos interrogar y es nada menos que Draco Malfoy. -¿Y eso porque? –preguntó Harry, quien aunque no lo había visto en todo el jaleo, ya sabía que Draco Malfoy había sido arrestado en la redada. -Cuando se le dio el Veritaserum comenzó a vomitar y le dio taquicardia, se puso muy mal, así que su interrogatorio se pospuso, aun así el Wizengamont decidió enviarlo a Azkaban dando por sentada su culpabilidad. -¿Se puede hacer eso? –preguntó Remus frunciendo el ceño. -Monny, si vuelves a preguntar esas estupideces, te daré un golpe. –exclamó Sirius con gesto de "¿mi experiencia no te parece suficiente?" -Lo siento –respondió Remus apenado. -Bueno, a todo esto... –continuo Sirius extrañado- el Veritaserum no tiene efectos secundarios. -Así es, por lo que creemos que fue una afortunada coincidencia. -Pues ni tan afortunada –exclamó Remus- de todos modos van a enviarlo a Azkaban. -Como sea ese no es el punto... –continuó el señor Pierce- el asunto es otro, y por cierto muy importante. -¿Qué sucede? –preguntó Sirius con gesto serio. -Verán... paso algo muy extraño, ayer se tenía programado el ingreso de los reos a Azkaban, así que se les puso en un vehículo del ministerio, pero en ese vehículo solo se pusieron a diez; a Draco Malfoy se le envió en otro auto, ya que se espero a que se recuperara un poco, por lo que salió una hora después... y en el traslado hubo un ataque. -¿¡Cómo?! -¿A qué hora? -Si –continúo el señor Franklin-, pero eso no es lo extraño, lo más raro es que no fueron tras el vehículo que llevaba a los diez mortífagos como sería lo más obvio, sino por uno en particular. -El que trasladaba a Draco Malfoy –. Concluyó Remus. -Así es –asintió el señor Pierce- afortunadamente iban muy bien custodiados, por lo que no lograron su objetivo, pero todo esto ha movilizado de nuevo a los de arriba, ustedes entienden... por lo que debemos ser nosotros los que hagamos el siguiente movimiento ocultando a Draco Malfoy, debemos averiguar porque es tan importante para arriesgarse de tal modo para rescatarlo. -Eso me indica que aun no lo interrogan. –exclamó Sirius. -No hemos tenido tiempo debido a que estuvimos haciendo todos los preparativos correspondientes para su traslado a una casa de seguridad, ustedes se encargaran de él, por lo que tú, Remus, deberás comunicarte a tu casa para avisar que no estarás en varios días o semanas o no sé cuánto tiempo fuera, usa las claves correspondientes para que esto no se filtre, es Tonks, así que ella comprenderá, y tu Harry... –Dijo dirigiéndose al más joven del trió- bueno, tu vives con Sirius, así que solo mira a tu costado y dile que no llegaras a casa, y tu Sirius, haz lo mismo. -Ah bueno... –respondió Harry alzando las cejas. -Usaremos el encantamiento Fifelio y yo seré el guardián secreto, en cuanto estén instalados, ustedes se encargaran del interrogatorio; usaremos autos del ministerio, la red flu nunca es segura. Cuando Remus se comunicó con Tonks y los documentos estuvieron listos, los cuatro hombres se dirigieron a una habitación que el señor Pierce abrió diciéndoles: -Todo suyo, caballeros. Cuando entraron a la habitación, cuatro aurores de formidable tamaño permanecían alrededor de Draco Malfoy, quien se encontraba sentado en una silla con las manos esposadas al frente, agachado, vestido con una enorme sudadera de color gris que apenas dejaba ver la punta de sus dedos y con capucha, la cual mantenía cubriendo su cabeza y jeans azules con unos deportivos negros; nada que ver con el Glamour acostumbrado. -Vamos -Dijo uno de los aurores tomándolo de un brazo y levantándolo de manera brusca. Draco levanto la cara para encontrarse directamente con un par de ojos verdes que lo miraban fijamente; sin embargo en su rostro no se reflejo ninguna emoción, simplemente dio unos pasos hacia el grupo que acababa de entrar y hacia el cual lo guiaba el auror que lo sujetaba del brazo. Harry se impresionó al verlo ya que hacía años no lo veía; Draco ya no era el enano que había dejado de ver en la escuela, de hecho era tan alto como él, solo que con el rostro un poco demacrado y el cabello en varios mechones que escapaban de la capucha, lo que indicaba que ya no se peinaba igual que en la escuela en donde no se le movía un solo cabello. Los cuatro aurores entraron a la habitación en donde Remus tomó del otro brazo a Draco Malfoy y asintiendo solamente con la cabeza salieron de ahí con él; caminaron por un largo pasillo en completo silencio hasta llegar a un patio en donde un auto los esperaba; Draco no lo sabía pero en otros sitios del ministerio había otros nueve autos a punto de salir con cinco aurores en cada uno, cuatro de ellos idénticos al grupo que estaba a punto de partir, dando por resultado diez Remus, diez Sirius, Diez Harry y diez Draco, sin contar a los que iban a conducir; Harry ya sabía de ese plan, la primera vez que lo uso fue precisamente para escapar de Voldemort en la casa de sus tíos, por eso le habían quitado un poco de cabello a Draco el día anterior. Draco sin embargo ignoraba el plan, por lo que solamente se ocupo de abordar el auto, con Remus y Sirius a cada lado y Harry adelante junto al conductor, pasaron tres horas sin ninguna novedad, en lo que lo único que vieron fue el desaparecer de la ciudad poco a poco hasta solo tener a la vista el campo; y así, sin ningún contratiempo llegaron a su destino. Cuando bajó del auto, Draco echó una mirada a su alrededor y solo vio una casa en medio de un paraje solitario rodeado de unos cuantos arbolillos y arbustos, vio como el auto se alejaba sin más dejando al grupo en ese lugar; por dentro, la casa dos era de plantas, era cómoda, no tenía muchos muebles pero si lo necesarios. -Harry, sube a Draco a su habitación. –dijo Remus quien al igual que los demás ya sabían cómo era la casa gracias a los planos que el señor Pierce les había dado junto con el expediente. Sin decir nada, Harry tomó a Draco del codo, quien sin decir una sola palabra solamente miró al frente dejándose conducir hacia el piso de arriba. -Un poco de fuego estará muy bien. –dijo Sirius encendiendo la chimenea con su varita al tiempo que se dejaba caer en el sofá. -En el ministerio no dijiste nada, pero te conozco Padfoot –exclamó Remus sentándose junto a él. -Sé cómo manejar esto, no te preocupes. -Es el único familiar con vida que te queda. -Dije que se cómo manejar esto Monny. -Claro –respondió Remus sonriendo débilmente después de unos momentos. -Su madre murió durante la guerra, bien pudo tomar la decisión de dejar todo eso y no lo hizo. -No es tan fácil Sirius, tú deberías saberlo. -Lo que sí sé... –Exclamó Sirius sonriendo sardónicamente- es que el jefe es un bastardo de mierda. -¿Por qué? –preguntó Remus sonriendo también. -Yendo contra el reglamento, me manda a mí a custodiar a un prisionero por ser mi familiar según para que me ocupe de su seguridad, y te manda a ti también sabiendo que la luna llena esta próxima y que cuando eso pasa, lo más conveniente es mandarte a casa y no precisamente a interrogar a un prisionero. -Tal vez pretende que juguemos al auror bueno y al auror malo. -Lo más curioso es que en este caso yo sería el auror bueno y tu el malo –respondió Sirius sonriendo sin ganas. -Todo el mundo se sorprendió cuando decidiste quedarte en el departamento de aurores... –dijo Remus sin dejar de mirar el fuego- yo se que lo hiciste por qué no quieres que lo que te paso a ti le pase a alguien mas... ser encarcelado injustamente, eso aunado a tu sed de justicia te da un instinto muy especial para esto Sirius, el jefe lo sabe, por eso justamente te dio esta comisión. -¿El te lo dijo? -No hace falta. -Pues no tengo idea de si eso es cierto, lo que si se con seguridad es que lo que esta allá arriba no es mi sobrino sino un mortífago mas al que hay que interrogar. -Limitémonos a hacer nuestro trabajo sin caer en estereotipos, -exclamó Remus exhalando un profundo suspiro. Detestaba esa parte de su trabajo... interrogar sospechosos, principalmente cuando se trataban de sospechosos tan jóvenes. Arriba, Harry abrió la habitación dejando pasar primero a Draco, lo coloco frente a sí y apuntándole con la varita a las esposas, dijo: -Libreo. –acto seguido, las esposas se abrieron al instante, Harry las tomó y salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí mediante un conjuro. Draco se quedó quieto hasta escuchar como desaparecían a lo lejos los pasos de Harry, solo entonces se recargo en la puerta echando la cabeza hacia atrás mientras soltaba la tremenda tensión que lo tenía como resorte estirado mediante un profundo suspiro. -Por Merlín... –pensó Draco son atreverse a mirar a su alrededor- ¿Cómo vine a dar aquí? Al cabo de unos momentos abrió los ojos y recorrió con la vista la reducida habitación sin ventana, en la cual solo había una cama con un pequeño mueble junto a ella, una silla, un pequeño armario empotrado en la pared y la puerta de lo que supuso era el baño; arrastrando los pies caminó hasta la cama en donde se desplomó. ¿Como escapar?... simplemente no había manera de hacerlo con tres aurores vigilándolo y él sin siquiera tener una varita; miró sus manos y se dio cuenta de que estaban heladas, las frotó un poco para calentarlas y dejó de hacerlo cuando reconoció que estaban heladas no por el frio, sino por la tensión que tenia. Estaba agotado, esos días había estado en un lúgubre y helado calabozo en donde solamente había un catre colgando de la pared; el interrogatorio y el ajetreo le tenían el cuerpo hecho pedazos y los nervios a flor de piel; se dejó caer de lado y casi en cuanto su cabeza tocó la almohada se quedó dormido sin siquiera haber subido los pies. Cuando Harry bajó, entre los tres prepararon la cena y antes de sentarse, Remus preparó una charola con la cena para el prisionero. -Súbele la cena Harry, por favor. Sin replicar, Harry subió la charola, cuando llegó a la habitación la abrió con su varita y entro sin siquiera tocar, no le sorprendió mucho encontrarlo dormido, por lo que dejó la charola junto a la cama y salió sin hacer ruido. -Bueno caballeros, buen provecho –dijo Remus pinchando su filete casi crudo. -Creo que tu carne aun se mueve... –exclamó Sirius mirando el filete- al menos hubieses esperado a que la vaca muriera ¿no? -¿Qué puedo hacer yo si ya casi es luna llena? –se defendió Remus mientras cortaba su carne- bueno... –continuó el licántropo quien estaba a cargo del equipo- mañana desayunaremos, revisaremos el informe del ministerio que supongo llegara a primera hora y después procederemos a interrogarlo. -De acuerdo. -Bien. –respondieron Sirius y Harry, quienes sin muchas ganas de conversar terminaron su cena para después irse cada quien a su habitación. Draco despertó en la madrugada, realmente no había descansado nada, había entrado en una especie de duermevela que lo había dejado más cansado; la lámpara seguía encendida pero no tenia reloj e ignoraba a ciencia cierta qué hora era, miró la charola y vio que le habían llevado la cena, se sentó y miró la comida... ensalada de pollo, unas rebanadas de pan y un vaso de leche; arrugó la nariz, tenía hambre, lo sabía porque hacia horas que había probado algo de la asquerosa comida que le habían dado en el ministerio y sentía un hueco, pero no tenía ganas de comer, el estomago le gruñía pero no se sentía capaz de probar bocado. -Además no quiero levantarme a vomitar todo. –pensó acostándose de nuevo apagando la luz y sin siquiera quitarse los zapatos. Al día siguiente, cuando Harry le llevó el desayuno, lo encontró profundamente dormido sin siquiera haberse bajado la capucha de su sudadera, vio la cena intacta y procedió a quitar esa y dejar un plato con pan tostado, un tazón con mermelada y un vaso de leche y salió nuevamente sin hacer ruido. -¿Cómo esta? –preguntó Remus al verlo bajar las escaleras. -Dormido –respondió Harry dejando la charola en el lavabo. -¿No cenó? -No. -Pues espero que desayune -exclamó Sirius poniendo la mesa-, este día va a estar pesado. Lo que despertó a Draco fueron unas nauseas terribles, por lo que se enderezó de golpe buscando ansiosamente el baño con la mirada, cuando lo encontró se empinó en el escusado dando arcadas, ¿pero que podría vomitar teniendo el estomago vacio?, por lo que después de un rato y sintiéndose adolorido regresó a la habitación; vio que le habían llevado el desayuno, lo olisqueó sin ánimos y solo por curiosidad, tomó el vaso de leche y se lo tomó de un tirón dándose cuenta de que se moría de sed; después revisó el armario y notó que había algunas ropas, supuso para él, un par de camisetas, un par de jeans, una pijama, ropa interior y calcetines, fue al baño y vio que también había lo necesario para su aseo personal, toallas, jabón, pasta, cepillo dental y esas cosas; dudoso miró la puerta temiendo que esta se abriese en cualquier momento, pero después de unos momentos de indecisión, decidió darse un duchazo rápido y usar el cepillo dental; pero aun con esto no tocó la ropa del armario, sino que se puso la que él traía subiéndose la capucha sobre el cabello húmedo y suelto sintiéndola una especie de caparazón; luego se sentó a media cama abrazándose las rodillas en actitud pensativa. _______________________________ Harry no podía evitar sentirse extraño; ya tenía un año de haber ingresado al departamento después de haber egresado de la academia de aurores, varios compañeros de La Orden del Fénix le dieron la bienvenida; el trabajo de auror había resultado más pesado y complicado de lo que se había imaginado, pero se sentía lo suficientemente preparado, y cuando no era así, sus amigos como los Weasley, Tonks y todos los demás lo animaban. Nunca imaginó custodiar a Draco Malfoy, su compañero mas detestable de Hogwarts; nunca lo trato a modo personal pero de algún modo sentía que lo conocía; cierto que también conocía a muchos de los mortífagos que había atrapado, pero no era lo mismo; pero él era un profesional y si Draco Malfoy se había jugado el trasero en el bando equivocado era por idiota, él haría su trabajo y nada más, por lo que decidió echar sus dudas por la borda y hacer lo que tenía que hacer. -Demonios...-exclamó Remus leyendo el informe que le había llegado muy temprano. -¿Qué pasa? –preguntó Sirius dando un sorbo a su café. -Ya sabía que esto era serio, pero esto es verdaderamente lamentable. -Déjame ver. –dijo Sirius- Rayos... –exclamó después de leer el pergamino que Remus le había pasado- Harry, en cuanto terminemos de desayunar, sube por Malfoy, no hay tiempo que perder. -De acuerdo. Arriba, Draco estaba cada vez más nervioso, tenía miedo, claro que tenía miedo y si era sincero consigo mismo estaba a punto de entrar en pánico. -Debo calmarme... –pensó poniéndose de pie. Sabia que iban a interrogarlo y lo que iban a hacerle; lo que no sabía a ciencia cierta era porque lo habían llevado ahí en vez de a Azkaban como a los otros, se había dado cuenta de que algo había pasado pues a medio camino lo habían regresado al ministerio con una comitiva de refuerzo que fue a su encuentro. Las manos comenzaron a sudarle mientras caminaba de un lado a otro, sabía que no era muy tolerante al dolor y que antes que nada le darían Veritaserum, no lo podría evitar... ¿y si volvía a asentirse mal?... él no era alérgico a esa poción, de hecho la había usado en su sexto año jugando con sus compañeros a sacarse secretos típicos de adolescentes y no le había pasado nada. -Es mucha coincidencia... –pensó pasándose una mano por la frente. ¿Y si la tomaba de nuevo?... no, no podía arriesgarse a decir... tonterías. -Antes prefiero morirme. Pero morirse fue precisamente lo que pensó que iba a pasarle cuando la bebió en el ministerio, así que sintiendo ya un terrible dolor de cabeza se sentó en la cama sin saber que hacer irónicamente sabiendo de antemano que en realidad no tenia opciones; y para terminar, le habían asignado nada más y nada menos que a Potter. -¿Qué jodida maldición cargo en la espalda? –Pensó cuando lo vio entrando en la habitación del ministerio; situación que manejó a la perfección aun cuando estuvo a punto de irse de espaldas cuando vio que uno de los aurores era ni más ni menos su tan detestado condiscípulo; quiso gritar y retorcerse cuando el maldito niño que vivió le tomó del brazo para conducirlo a su mugroso cuartucho. -¿Qué haré? –pensó mientras un nudo se le formaba en la garganta- Si solo estuvieras conmigo... -no pudo evitar ponerse de pie al percibir unos pasos acercándose. Cuando la puerta se abrió, Harry vio a Draco Malfoy cruzado de brazos mirándolo con una ceja levantada. -Vamos. –Fue lo único que dijo Harry. Sin decir nada, Draco pasó frente a él para ser seguido por Harry; abajo esperaban Sirius y Remus, quien con una mano le señaló una puerta abierta por la que Draco entró encontrando una habitación con únicamente cuatro sillas; sonrió levemente al saber que por desgracia no se había equivocado. -Supongo que una de esas sillas es para mí. –exclamó mientras los tres aurores entraban al cuarto cerrando la puerta tras sí. -Es correcto, así que toma asiento por favor. –respondió Remus. Draco obedeció permaneciendo con los brazos cruzados mientras miraba a Remus directamente a los ojos y con el rostro muy en alto. -Ya sabes lo que vamos a hacer, -continuó Remus sentándose frente a él- así que lo hare sencillo ¿de acuerdo?... hay dos formas, la fácil y la complicada; la fácil es que te tomes el Veritaserum, contestes unas preguntas y listo. -¿Y el complicado? –preguntó Draco sonriendo. -No hablemos de ese por ahora. –respondió Remus en su siempre tono amable. -Usted fue mi profesor ¿no se le hace extraña esta situación? -Buen intento... –respondió Remus sonriendo- pero resulta que ahora no eres mi alumno, sino un mortífago, me parece que eso cambia un poco las cosas. -En caso de que tome Veritaserum... –exclamó Draco mirándose las uñas- ¿Qué le asegura que funcione?... puedo ser lo suficientemente hábil para evadir los efectos. -Deja ese pequeño problema en nuestras manos, -respondió Remus metiendo una mano en su bolsillo- tú solamente tomate esto. Draco vio que lo que Remus había sacado de su bolsillo era una pequeña botella con un líquido transparente como el agua. -¿Y porque no nos ahorramos todo esto y simplemente les digo lo que quieren saber? –exclamó Draco encogiéndose de hombros. -Que amable de tu parte, pero prefiero que te tomes esto. –respondió Remus destapando la botella y tendiéndosela. Draco miró la botella y luego miró los ojos marrón de Remus que lo miraban fijamente; había algo en ese hombre que le ponía los pelos de punta, seguramente era su licantropía... ¡como detestaba a los hombres lobo! -Yo no hice nada cuando estuve con los seguidores del señor Tenebroso. –exclamó sin dejar de mirarlo pero sin tomar la botella que Remus le ofrecía. -¿Y que hacías cuando estabas con ellos? ¿Organizabas cenas de caridad? -Hubiese sido buena idea si alguien asistiera a ellas, pero no creo que lo hagan si les envió la señal tenebrosa como invitación... ¿o sí? Remus sonrió mientras se ponía de pie viendo a Draco que lo miraba con la cabeza ladeada y una ceja levantada. -¡Dije que te lo tomes! –exclamó Remus dándole una fuerte bofetada que le rompió la boca; Draco quedó tan sorprendido que no tuvo tiempo ni de meter la mano, solamente atinó a tocarse la boca sintiendo un liquido caliente escurrir por su barbilla- No tengo tiempo para escuchar tonterías, niño estúpido... –exclamó Remus mientras Sirius permanecía en silencio recargado en la pared con los brazos cruzados y Harry sentado en una silla en una esquina de la habitación. -¡Vaya!... –exclamó Draco enderezándose- el licántropo de mierda ha surgido al fin... ¿se supone que debo tener miedo?... claro, eres como GreyBack, a fin de cuentas hombres lobo. Remus sonrió ante la provocación de Draco, y colocándose atrás de él le hablo suavemente al oído. -No Draco, hay momentos en que puedo ser peor. -Si, si... lo que usted diga. –respondió Draco exhalando un profundo suspiro y ocultando a la perfección el escalofrío que ese comentario le causó. -Y bueno... –dijo Remus sentándose de nuevo frente a él y tendiéndole la poción- ¿te la tomas tú y te la doy yo? Draco lo miró a los ojos y luego miró la botella, sin querer ser evidente tragó saliva pensando en que debía hacer cuando en realidad no había nada que hacer más que obedecer, así que la agarro y mirándolo de nuevo, se llevó la botellita a los labios bebiendo el contenido de un solo sorbo. Sirius bajó los brazos y Harry recargo los codos en sus rodillas, los tres aurores con la vista fija en el rubio encapuchado, el cual en cuestión de segundos comenzó a sentir nauseas. -Rayos... –murmuró Draco cubriéndose la boca con una mano mientras cerraba los ojos con fuerza. Remus estiró la mano para tocarlo, pero en ese momento Draco se inclinó vomitándole los zapatos; los tres reaccionaron al mismo tiempo, Harry y Sirius corrieron a acostarlo en el suelo mientras Remus le tocaba el cuello para tomarle el pulso. Draco sentía que el corazón iba a estallarle y que no podía respirar, se agarró el cuello de la ropa jalándolo desesperadamente como si eso le permitiera respirar. -Tranquilo... –murmuró Remus sacando otro frasco de su bolsillo, el cual destapo con los dientes para después verterlo en la boca de Draco quien al momento lo escupió al sentir que se ahogaba. Harry se colocó atrás de él sujetándole las manos mientras Sirius le abría la boca y le detenía la cabeza; entonces Remus volvió a verter el resto de la botellita constatando que Draco lo tragara esta vez; después de unos angustiantes momentos, los pataleos de Draco comenzaron a cesar al sentir que su garganta se aclaraba permitiéndole respirar para después dar paso a una oscuridad que lo envolvió todo. -¿Su pulso? –preguntó Remus. -Un poco irregular -respondió Sirius-, pero mejor. -Subámoslo. -Harry y yo lo haremos. Cuando Draco estuvo en la cama, Sirius le quitó los zapatos mientras Harry le bajaba la capucha sorprendiéndose al verle el cabello tan largo, aunque ya lo adivinaba al verle los mechones escapar por enfrente; le pusieron una manta encima y lo dejaron solo. -¿Qué piensas? –preguntó Remus a Sirius ya estando los tres sentados en la pequeña sala. -Bien puede ser una reacción alérgica... –respondió Sirius encendiendo un cigarrillo- en el ministerio lo desnudaron, revisaron su ropa, su boca y no encontraron nada; pero como él dijo... –añadió mirando a su amigo y compañero- hay quienes pueden evitar los efectos del Veritaserum. -Por lo pronto no creo que hoy podamos continuar –dijo Harry. -Así es cachorro -respondió Remus-, mañana será otro día. -Lo bueno es que tenias previsto que esto pudiera pasar. -Si, esta medicina me la dio el señor Pierce por si acaso, regula el ritmo cardiaco... hay que vigilarlo.

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