Porque Quiero [Libro 2]

Mi respiración está muy agitada, cierro los ojos para despejar mi mente, la adrenalina corre por mis venas haciendo que mi corazón se desboque, y en un instante sale de mi garganta pequeños gemidos. El brillo del sudor en mi rostro ya es visible y mi pecho se mueve de arriba abajo al compás de mi respiración. En ese momento siento que ya no puedo más, así que cambio mis movimientos a un ritmo mas suave y lento, hasta que por fin me detengo y bajo de la bicicleta fija. -¡Dios! – suspiro cansada. -Fue una buena sesión, ¿no? - murmura un muy cansado Richard. Llevo seis meses en España con Black, y todos los jueves en la tarde venimos al gimnasio. -¿Quieres ir a comer algo? – pregunta. -No, solo quiero ir a casa – contesto caminando hacia el auto. Los últimos meses han sido fantásticos, he aprendido muchísimo. Fundamos una empresa de seguridad aquí en Barcelona y nos ha ido muy bien. Gracias a Black aprendí defensa personal, manejo de armas y a escalar montañas, cosa que hacemos una vez al mes. Se que ha pasado poco tiempo, pero cada día extraño muchísimo a Leonard. Desde que llegue no he sabido nada de él, me debe odiar por haberlo dejado, y no lo culpo si quisiera hacer su vida con otra persona. -Sam, llegamos – la voz de Richard me saca de mis pensamientos. Miro hacia todas partes asombrada, estaba tan concentrada en mis pensamientos, que ni siquiera noté  cuando llegamos. Comparto un departamento con Black, es amplio y muy cómodo. Camino hacia mi cuarto para quitarme la ropa sudada y meterme en la ducha. El agua fría empapa mi cabello y me hace temblar al tener contacto con mi piel. Enjabono mi cuerpo suavemente imaginándome las manos expertas de Leonard recorriendo mi cuerpo. Lo extraño mucho. Hace seis meses que no tengo sexo y eso para mí es un récord, no muy agradable. Por sorprendente que sea me he mantenido quieta y solo salgo con Richard, quien se ha convertido en un compañero y socio excelente. Yo lo llamaría un buen amigo, si esa palabra aun significara algo para mí, porque yo sé que él quiere conmigo desde hace mucho, sin embargo, quedamos en que no intentaría nada hacia mi, que no fuera una amistad. Luego de ducharme y vestirme, camino hacia el salón encontrándome con el pelinegro sentado en el sofá, tomando una copa de vino, mirando su celular. -¿Segura que no quieres cenar? – pregunta dulcemente. -No tengo hambre – respondo seca. Me siento en el sofá contrario al de él y jugueteo nerviosa con mis manos en mi regazo. -¿Estas bien? – parece preocupado. Lo pienso mucho antes de preguntarle. -¿Has sabido algo de Leonard? Su rostro oscurece. Se que no le gusta hablar de eso, sabe muy bien que estoy enamorada de Leonard y eso no le agrada mucho. -Si – contesta serio – hace días me llamó para preguntarme unas cosa de trabajo. Siento un hormigueo en el estómago. -Él... ¿sabe que estoy contigo? -No, Samantha. Nunca le he dicho que estas aquí conmigo – me mira seriamente - ¿Quieres que lo haga? Todos mis pensamientos indican que sí, con la esperanza de que venga a buscarme. Sin embargo, la razón me dice que no le puedo decir, pues pensará que me fui dejándolo por Richard, y no es así. Calma, Sam, otra vez pareces colegiala hormonal. La falta de sexo te está afectando el cerebro - me riñe ni subconsciente. -No, esta bien así – espeto fría.  -Ok – es su única respuesta y vuelve a su celular. Me pregunto si estará hablando con él y no quiere decírmelo. -Una cosa más – vuelvo a llamar su atención – ¿Sabes si sale con alguien? Mi pregunta parece divertirle, haciéndome sentir estúpida. -No lo sé, Sam – sonríe de lado – Solo hablamos de trabajo. Se que ellos no se califican como amigos, pero en el fondo sé que él sabría si Fisher saliera con alguien. Su vocación es meter su nariz en los asuntos de los demás. Me levanto con expresión molesta y me dirijo a la cocina, aun no tengo hambre, pero al menos me serviré vino. Sostengo la copa en mi mano y lo observo desde la barra de la cocina. Se levanta del sofá cuando recibe una llamada, parece ser algo serio porque sale casi corriendo hacia su despacho. Evalúo con la mirada el departamento, sintiendome sola por lo silencioso que es. Extraño a Zanahoria. Ciertamente las cosa habrían sido diferentes si me hubiera quedado en Nueva York. Estuviera en una relación con Leonard, pero aun no estaba lista para eso. No dudo en mis sentimientos por él, pero algo en mi interior no me hace confiar del todo. Miro mi reloj y me doy cuenta que ha pasado mucho rato desde que Richard se metió en su despacho. Sin darle mucha importancia me dirijo a mi habitación a dormir un poco, mañana tengo otro día en la oficina, cosa que no me emociona para nada, es más, cada día es una tortura para mí. Aunque no voy a negar que es divertido hacer sentir inferiores a las chicas que trabajan para mí, pero simplemente trabajar no es lo mío, soy mas una muñequita de porcelana que necesita ser cuidada y mimada. Sin embargo, yo misma decidí esto, así que tendré que soportarlo.