Noticias Inesperadas
- ¡Majestad! - gritó Lucy entrando apresuradamente en la sala de descanso de la emperatriz donde Yaina estaba junto a la ventana leyendo un libro.
- Tranquila… - le dijo levantando la cabeza de la lectura - Dime que pasa.
- Noticias… - le dijo tratando de recuperar el aliento - malas noticias. - Yaina abrió los ojos por la sorpresa - En el pueblo cercano a la capital hay un brote de algo que está enfermando a las personas. Aún no se sabe que es, pero hay temor de que se extienda a la Capital o a otras ciudades o pueblos.
- ¿Qué ha dicho el emperador?
- Según lo que escuché es que el consejo se ha reunido para enfrentar la situación. Se están discutiendo alternativas para usar la mejor solución.
Yaina miró por la ventana hacia los jardines laterales del palacio de la emperatriz. Estaban restringidos para el público en general y los sirvientes y suspiró desalentada. A quien preguntarle, Kairon estaba con mucho trabajo con horarios cada vez más largos. No conocía a los nobles aún como para poder identificar quien era de confianza como para mostrar sus preocupaciones. Con la carga de trabajo que su esposo tenía después de la coronación los horarios habían vuelto irregulares; Antes,cuando despertaba por las mañanas Kairon ya se había ido y en la cena se veía tan cansado que no se atrevía a molestarlo. Se dormía en cuanto apoyaba la cabeza sobre las almohadas, pero estas últimas semanas no se habían visto ¿Qué hacer? Se preguntó. Tendría que idear un plan.
- Lucy, averigua la agenda del emperador. - le dijo con una sonrisa - Trataré de verlo en cuanto pueda.
- Sus órdenes, majestad. - dijo la joven dando un saltito orgullosa.
- Llama a Arak, por favor. Dile que deseo hablar con él.
- Iré por él. - le dijo caminando hacia la puerta - Estaba en el campo de entrenamiento.
- Gracias Lucy - dijo Yaina caminando hacia el estudio frente al salón de descanso. Se detuvo frente a las grandes puertas mientras sonreía a los guardias de pie junto a ellas quienes le devolvieron el saludo con una inclinación de cabeza formal - Avísenle a Sir Arak que estaré en el estudio cuando llegue.
- Sus órdenes, majestad. - contestó uno de ellos mientras Yaina entraba cerrando las puertas tras ella.
Agradeció al emperador Darion el haber remodelado el palacio de la emperatriz con sus gustos e intereses. Cuando se había mudado, le sorprendió la cantidad de detalles que el emperador anterior recordaba de sus estadías con su padre y que se plasmaban en los muebles y decoraciones de su cámara y habitaciones privadas. A su izquierda había una puerta que conectaba a la habitación y sofás enfrentados junto a una mesa de té para recibir gente. Al centro un escritorio gemelo al de Kairon con dos sillas con grandes ventanales a su espalda. Al lado izquierdo del escritorio había una chimenea con una gran alfombra al frente. Al fondo a la derecha de las puertas de entrada había una mesa rectangular para reuniones de trabajo grabada en el centro con el sello de la emperatriz.
Frente al escritorio había dos escritorios más pequeños. Uno para su secretario(a) que debería ayudarla con la administración interna de la ciudadela imperial (los tres palacios, el anexo y todo lo concerniente al territorio que ocupaban, incluido los jardines) y otro para su dama de honor principal que administraría los detalles del palacio interior junto con el segundo mayordomo. Ninguno de esos tres puestos estaba ocupado aún y con el brote no estaba segura de hacerlo presente.
Caminó hacia el escritorio y se sentó en la gran silla girando hacia la ventana. La vista daba a los jardines exteriores delante del palacio principal donde se podía ver el tránsito de los nobles y ciudadanos hacia la estructura administrativa del imperio como salones de audiencias, el salón de banquetes y ceremonias el despacho de trabajo del emperador, oficinas de administración y todo lo necesario para llevar el gobierno al alcance del León. También desde ahí podía ver los carruajes que entraban al palacio de visitas formales o nobles que eran convocados al mismo. Las grandes puertas doradas se veían imponentes, aunque estuvieran lejos y los hermosos jardines que podían disfrutar a pie o mientras se conducían a caballo.
Pudo distinguir a lo lejos a varios caballeros imperiales con sus uniformes impecables destacando con la luz del sol. Se preguntó como estaban gestionando los suministros para ellos ya que, aunque dependían del emperador directamente, era la administración interna de la emperatriz la que se encargaba de sus necesidades.
- ¿Majestad? - se escuchó afuera de las puertas. Era Arak
- Entra - le dijo girándose para ver al caballero entrar con su ropa de entrenamiento respirando agitado
- Lucy me dijo que me necesitaba. - dijo inclinándose respetuosamente.
- Siéntate. -ordenó.
- Majestad… - le dijo incómodo.
- Ya habíamos acordado que cuando estuviéramos solos podrías sentarte. - le regañó - Es muy cansado hablarte mirando hacia arriba.
- Lo siento, majestad. - dijo con una sonrisa tomando una silla.
Yaina se inclinó hacia adelante antes de hablar.
- Tengo un favor que pedirte. - le dijo - Necesito que recojas información. - lo vio levantar una ceja - Supongo que te has enterado del brote. - lo vio asentir
- El mensajero llegó hoy al amanecer - explicó - se ha llamado al consejo y su majestad está escuchando a los expertos.
- ¿Y que se ha aclarado?
- Aún no se sabe que produce la enfermedad. Se cree que es por comida o agua contaminada. Según la descripción del mensajero hay un debilitamiento general, mucha fiebre, vómitos y luego dejan de comer.
- ¿Muertos?
- No lo sabemos.
- ¿Sanadores?
- El templo negó la solicitud de ayuda diciendo que eran muy pocos casos.
Los ojos de Yaina se abrieron sorprendidos. Si no se manejaba rápido podría extenderse y volverse inmanejable.
- ¿Qué dijo el emperador? - preguntó.
- Oí que ha pedido propuestas de acción según algunos criterios, pero no sé el detalle.
- ¿Quién está recopilándolas?
- El secretario directamente. -
- ¿El plazo?
- Dos días a partir de mañana. - explicó Arak - Al tercer día se analizarán y la que se apruebe se llevara a cabo para ayudar a la ciudad.
- Es poco tiempo. - murmuró Yaina golpeando la mesa con los dedos - Pero puede hacerse.
- ¿Qué tiene en mente, majestad?
Yaina se levantó decidida.
- Presentaré una propuesta. - dijo ignorando la boca abierta de Arak - Necesito saber los criterios solicitados y el presupuesto aprobado. - lo miró apoyándose en los brazos de la silla donde estaba sentado mientras quedaba frente a él. - Conoces el territorio mejor que nadie. Necesito geografía, clima, condiciones generales y recursos
- ¿Majestad? - Arak no estaba seguro de que hacer.
- ¿Puedes hacerlo? - le preguntó enderezándose.
- Si, claro. - balbuceó - Podría tener la información, pero usted…
- Me has visto trabajar Arak. - dijo con una sonrisa - No deberías sorprenderte.
- Deberíamos hablar con su majestad primero, yo…
- No hay tiempo. - le dijo - Aún no he tenido tiempo de ser conocida por mi misma, solo han visto la fachada de Lady Corelia. No sería bueno mostrar un cambio tan brusco cuando todos están enfocados en la emergencia.
Arak ladeó la cabeza, confundido. En parte sabía que tenía razón, pero también estaba consciente de que el comportamiento de la gente del palacio no había sido la mejor y eso lastimaba a la emperatriz, aunque ella no lo había expresado. Vio como caminaba hacia la puerta.
- Vamos. - le dijo - ve a cambiarte. Iremos a hablar con el secretario - Arak la miró con una sonrisa. Ya estaba acostumbrado a su personalidad y sabía que cuando sus ojos brillaban con astucia y planes no había nadie que la detuviera. Ni siquiera el emperador.
- Sus órdenes, majestad - dijo siguiéndola hacia el exterior.