Mi estómago duele de tanto reír por las ocurrencias de Kebi, al esperar la cena, durante y ahora que nos encontramos tomando algo de vino. En la distancia observo a Luther hablar con sus amigos, Betsa está junto a su prometido y mientras, la trigueña y yo estamos entre parloteos.
Tom, está junto a mi esposo y amigos, en ocasiones he deseado tener el matrimonio que él y Kebi llevan, pero estoy a años luz de tenerlo. Un mesonero nos deja un par de copas más y nosotras le agradecemos, veo mi reloj y es más de media noche, quisiera volver a casa, pero la compañía de Kebi es muy agradable y por lo menos puedo despejar un poco mi mente.
– ¿Cómo va todo con Luther? –le escucho preguntar y volteo a mirarla.
–Bien... Supongo –me encojo de hombros me doy un sorbo de vino. –Intenta hacer las cosas tal cual las prometió –le sonrió, ella hace lo mismo.
–Te admiro, Bruna –con confusión la observo. –Estar junto a alguien a quien no amas –llevo la mirada hasta él nuevamente. –Sé que no te gusta tocar el tema, pero, ¿Ha ocurrido algo con tu pasado? ¿Con ese hombre?
Y recuerdo esa noche que le confesé todo a Kebi.
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Hacia bastante tiempo que no disfrutaba de esta manera, que no me divertía de esta forma. Me doy un shot de tequila mientras que entre canturreos incoherentes disfruto de mi última noche como prometida de Luther. A mi lado, se encuentra una gran mujer, una que considero amiga, alguien que agradezco haber conocido.
–Bruna, deberíamos volver cariño –niego repetidas veces. –Estas muy tomada, me encargare de llevarte a casa, vamos –toma mi antebrazo, pero yo le suelto con fuerza.
– ¡No! –le señalo, ella me observo. –Por una vez Kebi, por una vez desde que me vine de Andorra estoy siendo feliz, estoy riendo –la clara confusión en su rostro. –Si Kebi, finjo, sabes, soy muy buena para eso, debería dar clases para saber fingir frente a muchas personas –ella toma mi mano y nos encaminamos a una mesa nuevamente.
–Bruna, ¿Quieres contarme algo? ¿Deseas hablar con alguien? –siento un nudo en mi garganta y niego.
–Soy infeliz –digo sin pensar. –Mañana me voy a casar con alguien a quien no quiero o con quien simplemente unirá su vida con la mía para ayuda económica, para la salvación de su empresa y su familia –me encojo de hombros, ella pide un par de copas de vino. –Cuando conocí a Luther, Dios, era un hombre que solo deseaba tener entre mis piernas y enredado en mis sabanas, mas no llevando esto –levanto mi mano derecha, le muestro mi anillo de compromiso. –Pero supongo que me sentí sola, sin nadie en mi día a día, desdichada.
–Bruna, detente, estas llorando –niego, porque no es cierto, pero llevando mi mano a mi mejilla siento la humedad de mis lágrimas, las dos copas de vino llegan.
–Lo quiero, Kebi, yo quiero a Luther, no imaginas cuanto –más lagrimas se agolpan, el dolor es más intenso en mi pecho. –Pero no como a él, no como a él –agacho la mirada, mis hombros tiemblan. –Lo ayude, lo ayude hacer mejor persona, alguien importante y me echo a un lado –sonrió con amargura. –Y está bien Kebi, siempre sucede, siempre me pagan con la misma moneda, ¡Qué más da! –rio, comienzo a reír mientras lloro. –Qué más da...
– ¿Quién es él? ¿Quién fue tan cruel contigo? –toma mi mano, siento como trasmite su apoyo para mí.
–Quien yo creía era mi mejor amigo, porque eso era, más que mi novio lo era, era importante para mí, lo amo, jodida mierda, aun lo amo –limpio mis mejillas y tomo una bocanada de aire. –Pero no fue suficiente, no lo fue.
–No deberías hacerlo –comenta, la miro confundida. –Casarte, no deberías, te haces un daño muy grande, si tú y Luther solo lo hacen por el dinero o la ayuda, busquen otra manera, no está, ¿No crees?
–Kebi –digo, me mira fijamente, sonrió. –No quiero estar sola.
Encogiéndome de hombros y sintiendo esas ganas de llorar tan intensas Kebi con prisa cancela lo que consumimos y salimos del bar donde estábamos. Subimos a su coche ella me ayuda con mi cinturón, más sin embargo, no comienza a manejar, solo nos quedamos aquí, ella escuchando mi llanto. El pecho me duele, los nudos en mi garganta van uno tras otro, veo mis manos sobre mi
regazo, la manera de por lo menos entrelazar mis dedos.
–Luther no lo sabe –digo, volteo a verla. –Quiero intentar ser una mejor persona con él, olvidarme de mi viejo amor, sentirlo como algo extraño y ya, Luther no se lo merece, lo sabes –asiente. –Kebi, por favor, mantén esto en secreto, ni siquiera a Tom.
–Lo prometo, lo juro, no diré nada, te llevare a casa, ¿Esta bien? –asiento, ella no tarda más y se pone en marcha. –No diré nada, lo prometo.
Con un leve asentimiento, llevo la mirada a la ventanilla, observo todo el exterior. Es difícil acostumbrarte a estar en un país donde no tienes idea si coincidirás con alguien de tu misma habla, quien comprenda tu manera de ser, quien congenie contigo. Pero he conocido grandes personas, entre ellas, Luther, solo fueron un par de noches de sexo, pero una cosa dio con otra y ahora me encuentro a un día de ser su esposa, de querer ayudarlo, de estar con él, de no dejarlo solo.
–Amaro Martin –susurro, pero sé que Kebi me ha escuchado. –Su nombre es Amaro, apellido Martin, el peor de mis males, mi mejor casualidad, mi triste sufrimiento y a quien le pedí en mis pensamientos, que nunca se olvidara de mí.
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Le doy una mirada a Kebi, me sonríe, le imito, me limito hablar. Ella es una de las que tanto desean mi felicidad, quien me pedía terminar todo con Luther y aunque ella lo aprecia, sabe que nunca estaré a mi alcance máximo de quererlo y amarlo como lo hice hace casi tres años atrás con otra persona. A esa persona aun lo mantengo marcado en mi piel, en mi mente, alma y corazón.
Tomo una bocanada de aire le pido disculpa a mi compañera para ir al baño, con prisa lo hago, entre permisos y disculpas llego. A estas horas este lugar siempre esta abarrotado de gente, así que logrando llegar al baño, expulso todo ese desordenado aire en mis pulmones. Me coloco delante de un lavado y mojando mis manos un poco las llevo hasta mi cuello.
Esto me envía una sensación tranquila que necesitaba mi cuerpo, una chica sale de uno de los cubículos y dándome una corta sonrisa se coloca a mi lado y retoca un poco su maquillaje. Termina por salir y ahora me encuentro yo sola en el baño, busco mi móvil y de inmediato le marco, me importa una mierda la hora que es, solo quiero una aclaratoria.
– ¿Si? ¡Estoy en medio de una follada! ¿Qué ocurre? –ruedo los ojos al cielo y me apoyo en el lavado.
–Créeme que, si estuvieras en medio de una follada, Paula no te permitiría hablar de esa manera, puedo asegurar que estás viendo una de esas películas animadas que siempre miras por la noche –la risa de Noah me hace sonreír. –Hola…
–Te echo de menos, mi niña, hola –esbozo una sonrisa, esa siempre es su manera de saludarme. –Hasta que recuerdas que tienes un hermano, ingrata.
–No seas dramático.
–Yo no soy dramático, tengo razón, debo ser yo quien siempre te llame, solo le marcas a nuestros padres y a mí que me parta un rayo, ¿No?
–Dramático, fin –escucho su risa y me contagia. –Vi las noticias, de la empresa.
–Chiquita, no comiences por favor...
–Noah, ¿Qué es todo eso? –mi voz sonando tan a la defensiva. – ¿Por qué le han dado tanto protagonismo? ¿Por qué papá le ha dado tanta confianza? –en este punto ya me encuentro muy alterada. – ¿Tanta confianza? ¿Qué pasa?
–Bruna, él se lo ha ganado con su esfuerzo –apunta. –Ha sorprendido a papá, a todos, no está con juegos, está enfocado en su trabajo, sé que no es justo para ti, lo sé, ¿Ok? Pero en este momento, él es un gran potencial para la empresa de papá.
– ¡Él está allí por mí! –digo con enojo, intentando no alzar la voz. –Fui yo Noah, yo di todo por él, yo le ayude a que sea lo que es ahora, me da coraje, no debo echar en cara nada, pero, fui yo, fui yo... –siento un nudo en mi garganta, lagrimas agolparse en mis ojos, pero no les permito salir. –Me siento usada, burlada.
–Bruna, no te sientas de ese modo –comenta. –Pero, debes saber otra cosa, chiquita –su voz se torna más seria, eso no está bien. –Bueno, al parecer, nuestro padre viajara a Innsbruck y bueno, él…
– ¿Vendrán juntos?
El silencio reina en medio de la llamada, noto que una chica entra al baño e intento tener mi mejor compostura, le sonrió y con un carraspeo llamo la atención de Noah al otro lado de la línea
–Mamá está haciendo todo lo posible porque Amaro no vaya con papá, pero...
–No –digo, sonrió, al saber que mamá siempre busca la manera de protegerme, susurro lo siguiente. –Dile que no interfiera, Innsbruck es grande, quizás me reúna con papá, quizás me cruce con él, pero soy una mujer casada y, sobre todo, tengo ética y profesionalismo, me conoces –sé que en este momento, Noah sonríe.
–Lo sé, sabes lidiar con este tipo de situaciones, por eso te admiro –sonrió y tomo mis cosas. –Por favor, no te sientas burlada o usada, tú fuiste buena, siempre lo has sido –siento lagrimas agolparse. –No lo olvides...
–Lo sé –me trago el nudo en mi garganta. –Debo volver con Luther, ¿Hablamos luego?
–Sí, te quiero Bruna, se fuerte, tu puedes –asiento como si él fuera capaz de verme. –Y dile a Luther que no me agrada, que descanses.
Me echo a reír y termino la llamada, tomando una bocanada de aire y apartando todo pensamiento por lo recién enterado, salgo del baño. Me encamino nuevamente a donde todos se encuentran, colocándome junto a Kebi le pido me disculpe por demorar. Ella y Tom están por marcharse, le doy una mirada a Luther, también deseo irme, tomar una ducha y olvidarme de esto que realmente es un poco amargo para mí.
El hecho de saber que papá vendrá me hace sentir feliz, pero si Amaro llega a estar junto a él, no será muy bueno que digamos. Desde que me vine a este país nunca más hice el intento de verlo cara a cara, supongo que las cosas deben ocurrir por algo. Pero muy lejos de aquellos pensamientos, siento como si Noah aun le faltaba contarme algo, pero por el momento intentare no concentrarme en ello, debo mantenerme serena, tranquila, no desesperarme, no, claramente no.
…
Abrazo con fuerza la almohada, el calor de las sabanas me hacen querer estar más tiempo en cama, el sonido a las afueras de mi habitación me hace saber que mis trabajadores han llegado. Al girarme intento dar con Luther, pero no está, así que decidida salgo de cama, coloco mi calzado, mi abrigo de seda y lo amarro en mi cintura. Mi cabello cayendo a ambos lados de mis hombros, ojalá todas las mañanas despertara de esta manera.
Al salir de mi habitación escucho algunas voces que claramente no tienen nada que ver con mis trabajadores, así que esperando un poco más de claridad y así bajar, me quedo junto a las escaleras. Mi estómago se revuelve cuando adivino quien está en mi casa, así que, con mi mejor sonrisa y ego, bajo las escaleras.
–Señorita Bruna, buen día –le sonrió a quien lleva todo en orden en el pent–house, Clari, una mujer en sus cincuentas y quien en un tiempo trabajo para nosotros y la cual le debo mucho. –Le serviré su café, señorita.
–Sabes, aun anhelo el día en que puedas llamarme de tu, Clari, solo practícalo, Bruna, no es tan difícil, ¿Verdad? –la hace sonreír y asentir.
–Lo intentare, ahora serviré tu café, Bruna –rio un poco al escucharla intentarlo, aunque le cuesta.
El hecho es que ella siempre ha tenido un gran respeto por los Malyk, en cuanto decidí venirme a vivir sola, la contacte y pague todo para que fuera mi trabajadora. Le ofrecí donde dormir, pero ella como siempre de mujer trabajadora y orgullosa, opto por alquilar un pequeño departamento, mismo que le busque yo, porque no permitiría que viviera en un mal sitio.
Ella siempre ha sido fiel a nuestra familia, estaba en nuestra antigua casa, cuidando de ella, pero le pedí a papá que le diera el mando a alguien más y me dejara a Clari. Ella feliz acepto, siempre fui para ella esa hija que nunca pudo tener, así que ella llena la ausencia de mamá por estar en otro país, la veo adentrarse a la cocina, tomo camino a la sala.
Con sonrisa ancha y aires de princesa encantada –como ella suele decirme–, hago acto presencia. Ella ríe al hablar con Luther, él se siente como siempre tan ameno con su presencia, no es para menos, es su hermana. Cabello liso y oscuro, ojos marrones, un cuerpo muy hermoso y alta, siempre llevando ese porte de mujer importante. Es dos años menor que Luther, pero ella no soporta que yo tenga una vida con Luther, misma que le cuesta aceptar, que gracias a mí, Luther es quien es ahora.
–Livia, que gran sorpresa –digo, mientras sonrió, y la verdad es que yo siempre había deseado querer tener una buena relación con ella, una amistad de cuñadas, pero ella me declaro la guerra y eso es un detonante para los Malyk. –Buenos días mi amor –camino hasta Luther dejo un casto beso en sus labios.
–Buenos días princesa –el castaño sonríe, llevo mi vista hasta Livia, ella nos mira fijamente.
– ¿Han desayunado? –pregunto, ella en total silencio intenta llevar la fiesta en paz, al igual que yo.
–Yo sí, fui a correr un rato y al volver Clari ya tenía el desayuno listo, Livia llego recién, tenemos una invitación –dice Luther con sonrisa ancha en sus labios. –En tres días será la inauguración de su Spa, estoy feliz por ella.
–Felicidades Livia, que gran paso –me sonríe, a mí me hace sentir quizás, algo poderosa, saber que el dinero para su Spa, es el mío, más ella cree que es el de Luther. –Allí estaremos, que buen comienzo.
–Gracias Bruna, allí les veré, yo, me iré ahora, necesito terminar algunas cosas pendientes, feliz día para ambos –asiento y ella dándose media vuelta y en compañía de Luther se marcha.
Me quedo en medio de la sala, Clari aparece, me entrega mi taza de café y le pido un tazón de frutas. Tomo asiento, me doy un pequeño sorbo y lo dejo sobre la mesita delante de mí, volteo a ver a Luther quien sonriente vuelve, sus ojos claros me miran fijamente, me cruzo de piernas, lo observo.
– ¿Nunca le dirás nada? –suspira y toma asiento diagonal a mí, en el sillón.
–Bruna, no es el momento.
– ¿De qué? ¿De decirle a tu hermana que ese dinero es el mío? El dinero de quien aborrece y detesta, ¿Cuándo le dirás a tu familia, sobre tus deudas? –el tono de mi voz es duro, no pienso al momento de hablar. –Merecen saberlo, merecen tenerte paciencia, no es por ser una villana, pero tu familia, tu no, tu familia me debe una gran cantidad de dinero, lo sabes, Luther.
–Sí, lo sé, y no tienes idea de lo agradecido que estoy contigo y con tus padres, me han ayudado, me han sacado de un gran hoyo, pero más debo agradecerte a ti, que, aunque te costó aceptar ser mi esposa y quien soporto malos tratos de mi hermana, aun este aquí conmigo, ayudándome con mis malas decisiones.
–No vuelvas a tomar decisiones tan estúpidas como esas, no lo vuelvas hacer, no es sano, no te ayuda, te hunde aun mas –tomo un sorbo más de mi café, lo veo levantarse y sentarse a mi lado. –No te quiero convertir en otra persona, quiero que pienses como una buena, que cambies esa manía tuya de hacer las cosas mal, el hecho de que estés estos meses sin viajar y a mi lado es un buen comienzo.
– ¿Por qué lo dices?
–A ver si así, dejas de apostar cada puto centavo que tienes en tus manos, eso no es vida Luther, lo sabes –tomo una bocanada de aire. –Si yo no fuera aparecido, créeme que tú y tu familia estuvieran en la calle, sin siquiera tener donde dormir, no quiero sonar arrogante, pero fui tu pase de salida de la miseria, lo sabes –asiente, acerca su rostro a mi hombro, deja un beso en mi cuello.
–Solo faltaría algo, para que esto termine de ser perfecto –volteo a verle, él sonríe. –Un bebé.
Eso de inmediato hace que todo el ánimo se vaya por un caño, lo único que logro hacer es darle una media sonrisa, una mirada incomoda y un ligero asentimiento. El hecho es que no lo haría, no tendría un bebé con un hombre como Luther, no porque sea malo y no porque no vaya hacer un buen padre.
Lo verdad es que tener un bebé son palabras mayores, es una unión aún más fuerte que un matrimonio, además, nunca, desde que uní mi vida a él, llego a pasar por mi mente el tener un hijo con Luther, no siento ese deseo, no lo siento. Hay muchas cosas que me frenan de darle un hijo a Luther, hay cosas que solo yo sé y he pasado y es obvio que no, me niego a darle un hijo, me niego rotundamente.
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–Tendremos muchos bebes, un equipo de futbol, sí, eso, eso sería fantástico, muchos mini Amaro y un par de mini Brunas, claro que sí.
Una sonrisa se forma en mis labios al escucharlo hablar así, mi cuerpo desnudo sintiendo el de él, ambos hablando de cosas a futuro después de hacer el amor en mi cama. Las yemas de mis dedos acarician su pecho, escucharlo hablar de esa manera hace que mi corazón se desborde y tenga latidos muy fuertes, y es que, si me imagino una vida con él, una familia, todo junto a Amaro.
–Así será –susurro, acerco mi rostro al suyo. –Tendremos una enorme familia, tu y yo, siempre.
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Y ese siempre va hacer el más anhelados de mis sueños, pero allí quedara, en un rincón, haciéndome saber que eso no va a ocurrir, que solo quedo en pendiente, que aquel equipo de futbol que él deseaba, solo quedara en nuestra mente.