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1887 Words
Despierto sintiendo un cuerpo abrazando el mío, me siento realmente cómoda en donde estoy. El brazo de quién me este abrazando no me suelta ni por descuido y eso es un plus para mí. —¿Qué hora es?—no. Me alejo de él para ver a Hades todavía con algo de sueño, pero al estarlo viendo me doy cuenta de que el dolor de cabeza me está destruyendo. —¿No recuerdas que anoche tomamos una botella de mi reserva?—parece que tome más. —Cuatro copas no me ponen así—digo incorporándome un poco. —Creo que bebimos más—dice antes de levantarse y parpadear despacio. Dios. No quiero pensar que nos dijimos en estado de ebriedad, pero al parecer no fue nada grave. Y que no paso a más. Así que con ropa está perfecto. Ambos nos levantamos de la cama y vamos por unas pastillas y algo que pueda bajarnos la cruda. Me la tomo y por lo que veo en la sala si vaciamos varias botellas, diría que de esas me tomé la mitad. —Bueno. Sabemos que no fue un trago—Hades toma una botella que hay a la mitad y sonríe al ver la etiqueta. —¿Por qué la sonrisa fue…? —Estas botellas las compré para algo importante. —Creo que nos terminamos todas—digo triste. —No. Compré muchas más—dice antes de levantarse con las botellas en sus manos—. Tal vez algún día te diga para que. —Debe estar bueno, porque casi no tomo vino tinto. Sonríe antes de negar y levantarse para llevar las botellas al cesto de basura. Cuando se regresa me ve y me da una sonrisa radiante. —¿Recuerdas algo? —No. Pero agradezco haber tenido estás botellas. Me sonrojo un poco porque no sé si fue porque durmió conmigo o porque nos emborrachamos juntos y tal vez nos dijimos más de lo debido. Se aleja de mí y se sienta en el sillón donde algo parece llegarle pero niega y me hace la mueca de que me siente con él. —No hay ningún recuerdo—digo algo triste. —No esperes que te lleguen de un día para otro, Bryce. Ladeó los labios. Me mira y luego baja sus ojos a mis labios, me siento algo expuesta. Pero luego niega y deja que vaya a cambiarme. Al llegar a mi recámara un recuerdo de mí recargada en la puerta hace que mi cuerpo se electrfique. Entro para buscar en mi colchón algún reciduó que haya salido del cuerpo, ya sea semen o fluido vaginal. Dios. Ayer estaba tan borracha que pude dejar que hiciera o yo hacerle un oral, pero es más probable que me haya tratado su semen sin tirar una gota. Me sonrojo pensando que tal vez estuve de rodillas con su pene en mi boca mientras me cogía de manera oral. Dios. No. Ya me usaron así y… Sólo hay una forma de saberlo, pero no creo que sea sencillo preguntarle a Hades si no tiene… no. No puedo hacer eso. Además todavía no sé a ciencia cierta que hicimos anoche si tomamos nada más o… niego. Es mejor olvidarlo. Mi primera borrachera en meses y la tuve con Hades como si no fuera mi jefe al que estuve a nada de mostrarle que me afectó el que cierta persona me hiriera de la forma en la que lo hizo. /// —Carne con pasta—dice la mesera al dejar mi plato frente a mí—. Y lasagna con carne. Se retira y nos deja con el rico olor de la comida recién hecha, creo que a Hades le afecto más que a mí el amanecer abrazados el día de ayer. Se porta extraño y mis nervios aumentan porque tal vez si me puse de rodillas y… niego despacio. No puedo ser tan obvia con eso, no creo que pude haber hecho eso. No… —Estás más callada de lo usual, Bryce. En eso sí es atento y no para ver qué me muro de nervios por lo que sucedió hace unas horas atrás que seguramente me pusieron las mejillas rojas. —No tengo nada interesante que decirte, Hades. —¿Por qué no me dices algo bueno que te haya sucedido en tu niñez? —¿Por qué de mi niñez? —Tiene que haber algo que te hizo la Bryce que conozco. Entrecierro los ojos para negar y después beberle a mi refresco de cola que causa malas caras en Hades. Y mi niñez no fue muy interesante, pero supongo que si muy diferente a la suya. La de él creo que… no. Si le cuento de la mía tiene que decirme de la suya que es justo. —Y tú me cuentas de la tuya. —Es justo—acepta. Avance. Ladeó mis labios pensando en algo que pueda contarle que tenga algo de relevancia en mi infancia. Pero no encuentro algo interesante, mi vida fue como la de cualquier niño o niña con padres trabajadores que se empeñaban en tener vida y trabajo. —Mi padre solía comprar donas cuando iba por mí a la escuela—es lo que recuerdo que puede ser algo que fue importante—. De ahí él me llevaba al súper a comprar lo que necesitaba para hacer de comer… mis padres siempre tuvieron el rol de la cocina cuando el otro no podía. —Los míos ni de broma lo hacen. —Los míos tenían eso como su espacio—recuerdo a papá bailando Sweet Dreams mientras hacia lasagna. Una sonrisa aparece en mis labios al recordar a mis padres, siempre tenían algo que decir a cualquier cosa. Mamá era la mano dura en la crianza de Emilia y mía, papá era el que se ponía en medio, pero cuando me violaron… Perdí ambos beneficios. —Mi padre solía llevarme al estadio para practicar béisbol conmigo—elevo la vista a Hades que dijo eso para distraerme de lo que le comunique en mi cara—. Rentaba el estadio por una o dos horas, a veces me gustaba ir solo para sentarme en las gradas y quedarme ahí sin hacer nada más que ver el cielo nocturno. <<Con mi madre es otra historia… siempre me vio como el problemático de sus tres hijos barones… —¿Tienes más hermanos además de Peter? Sonríe antes de beberle a su copa de vino tinto. —Somos cinco aunque parezca mentira—trago despacio—. Las gemelas Artemisa y Hera, Peter que ya conoces. Y Anubis el hijo perfecto de mi madre. Por alguna razón eso parece que no le agrada mucho. —¿Por qué la mayoría tiene nombre de Dioses? —Preguntaselo a la madre orgullosa del hijo perfecto—si que le molesta el qué su madre tenga un favorito. —Hades… —Mi madre se llama Neftis, y le puso a su hijo favorito como se debe en la mitología, y a los demás para que tuviéramos un nombre de Dios. —¿Y Peter? —Se lo cambio en cuanto pudo. —¿Cuál es su nombre real? —Dionisio. Vaya ironía. Al dios del vino no le gusta su nombre pero por eso le encanta lo que debe de reinar. —Su nombre completo es Peter Dionisio, sólo usa el primero. Recibo una llamada de Emilia y no dudo en responder. —¿Le diste a alguien la dirección del departamento? —No. —¿Segura que no le diste la dirección a uno de tus ex compañeros de carrera? —¿De los que solo vi medio semestre?—tengo la vista de Hades en cada movimiento que hago y eso me pone un poquito nerviosa. —Si, de esos. —No. Emilia estoy en medio de la nada con Hades y… —Harry Halstead vino a buscarte para hablar contigo—es nombre. No. No puede buscarme. No… —¿De qué… de qué querría hablar conmigo?—algunas lágrimas se derraman despacio por mis mejillas. —No me dijo… Se veía diferente al idiota que… —No. Las personas no cambian. Dios. No. No. ¡No! —Emilia por favor dile que ya no hablas conmigo, que te molestaste y me corriste… —Tranquila, no le dije nada y no llores—me riñe como si me viera—. Ese pendejo no volverá a ponerte una mano encima. Sigo temblando con el teléfono en la mano, ni siquiera vi que Hades de levantará y me quitará el teléfono para hablar con Ema y… No. No sé que dice pero estoy segura de que es para mi bien. No comprendo nada. Mis sentidos se bloquean, no entiendo porque quiere verme de nuevo. Yo no quiero verlo. Ni estar cerca de él. Pediré una orden de restricción en su contra, no… no es justo. No me interesa en lo más mínimo él verlo de nuevo. No cuando tuve que usar cremas y no sé que tanto para sanar lo que me lastimó, no. No quiero hablar ni saber nada de él. /// Hades me ayuda a sentarme porque sola no puedo, todo mi cuerpo tiembla y mi cabeza me ha mandado recuerdos de lo que fue esa desastrosa primera vez. Hades me abraza por atrás y trata de tranquilizarme poco a poco. Pero no puedo, no… —Bryce, voy a quitarte la ropa, ¿Estás de acuerdo?—asiento. Empieza a quitarme los zapatos, Dios. Sigo sin creer que… —¿Podrías dormir conmigo?—no sé cómo hice para preguntar eso. —Bryce. —No quiero dormir sola. Me quitó la blusa sin importarme que me este viendo. Sus ojos suben a mi cintura donde se detienen al ver las letras de tinta que me hice cuando termino el proceso legal en contra de la persona que altera mi paz mental. —Puedes leer. —No creo que deba. —¿Te digo que dice? Traga saliva. —Dice "Sigue adelante a pesar de las espinas que hay en el camino". Sus ojos suben a mis ojos y en ellos no veo la lástima que les vi a mis padres o a Ema, en él hay cariño y algo que no me gusta en esos ojos azules eléctrico. —No sé que decir. —No hace falta que digas algo. —Bryce… Creo que es algo injusto lo que le pediré, pero tengo que hacerlo. —¿Puedes prometerme algo? —Dime. Tragó despacio antes de pensar bien lo que le pediré, trago otra vez antes de decirle lo qué necesito. Necesito que alguien me prometa que se quedará conmigo aunque sea mentira. —¿Puedes quedarte conmigo y no irte nunca? Sus ojos adquieren un brillo que no había visto antes en ellos y eso me aterra, pero no se lo demuestro. No creo que acepte, la única que se ha quedado hasta el final es Emilia y ella es la que me dice que todo estará bien cuando siento que el mundo se está reduciendo a cenizas. Hades toma mis manos y con el mayor cariño del mundo me mira directamente a los ojos. —Me quedaré hasta que la muerte nos separé.
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