Es mi tesoro.
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-Creo que deberíamos darle la bienvenida a nuestro nuevo m*****o de la familia Férrea con un brindis -
Dijo un socio, tratando de apaciguar el ambiente incómodo. Unos sirvientes entraron con bandejas, repartiendo las bebidas a cada uno. Después de unos segundos, levantó una copa de vino en mi dirección; aunque la sonrisa en su rostro parecía amable, había algo más que eso. Los demás siguieron su ejemplo, alzando sus copas y ofreciendo unas felicitaciones. Demian me acercó más y colocó una mano posesiva en la parte baja de mi espalda, manteniéndome cerca. Pude sentir su toque como una marca abrasadora, un recordatorio constante de su presencia y propiedad. Los miembros de la familia y los socios que estaban presentes continuaron observándome atentamente, sus miradas como dagas, como si estuvieran evaluando cada uno de mis movimientos.
Podía sentir la tensión en el aire, densa y sofocante, como si todos estuvieran esperando que algo sucediera. O tal vez esperando que cometieras un error. El tintineo de las copas llenó el aire, pero la atmósfera permaneció tensa e incómoda, lo que me hizo dudar en tomar de la copa. Demian nota mi incomodidad mientras continúan los brindis y se inclina ligeramente más cerca para susurrarme al oído, su voz destilando melosa preocupación.-No te preocupes. No permitiré que ninguno de ellos te haga daño a ti... Considérame tu escudo y tu espada. Solo pueden susurrar y chismear, pero no se atreverán a ponerte un dedo encima mientras estés bajo mi protección. Y aunque lo hicieran, pagarían caro el precio-
Con tranquilidad, tomé un sorbo de vino, saboreando el delicioso vino de calidad; nada mal, al menos dieron algo bueno en este lugar, aparte de miradas y ofensas. -No necesito que me cuides... Puedo sola-
Demian deja escapar una risa profunda y baja; sus ojos brillan con una especie de diversión peligrosa.—Ah, mi feroz tigrecita. Tu espíritu es admirable y tu determinación es entrañable... Pero a veces, incluso las criaturas más resistentes necesitan protección. Te recuerdo que pronto llevarás a mi hijo dentro de ti y haré lo que sea necesario para garantizar tu seguridad y bienestar. Te guste o no, eres mía para protegerte y defenderte. Es un privilegio que deberías disfrutar-
Los presentes escuchan en silencio; sus ojos se mueven entre Demian y yo, y sus expresiones son una mezcla de curiosidad y escepticismo. En ese momento, Lucas habló; su voz está cargada de un desdén apenas disimulado.—¿Protegida? Más bien prisionera. Prácticamente eres una prisionera bajo tu atenta mirada. No es de extrañar que parezcas tan incómoda. Cualquier mujer dudaría en estar encadenada a un hombre como tú... ups... Cierto, todas fueron así-
Demian me agarró con más fuerza por la espalda; sus dedos se clavan en mi piel mientras lanza una mirada feroz a Lucas. Sus ojos arden con un fuego peligroso y su voz se convierte en un gruñido amenazador. —Cuidado con lo que dices. ¿Te atreves a cuestionar mi autoridad y mi trato con mi mujer? Puede que ella esté aquí a mi lado, pero es su elección ser mía. No es una prisionera, es mi tesoro. Y cualquiera que se atreva a insultarla o a dudar de mi devoción se enfrentará a terribles consecuencias-
Seguía mirándolo fijamente a Lucas, mientras su mano agarra posesivamente mi espalda. Lucas y esa mujer en cuestión no se inmutaban ante la exhibición amenazante de Damon, y sus sonrisas burlonas solo se hacían más grandes mientras continúa hurgando en el avispero.—Vamos, hermano, sólo estamos haciendo observaciones. Es bastante obvio que nuestro querido líder puede ser... digamos, un poco exigente y posesivo cuando se trata de sus mujeres. Sólo nos preocupamos por su bienestar. Después de todo, no queremos que la asustes-
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