Su mano se posó en mi nuca y sus labios en los míos en un beso profundo y tenso cuando llegamos al orgasmo. Sentí cómo apretaba mi cadera y temblaba, cómo sus caderas se movían lentamente. Su respiración era temblorosa y constante, sin soltar el beso. Mis manos se aferraron a su cuerpo, temblando y estremeciéndome ante el orgasmo. Después de unos minutos, se alejó del beso y quedó encima de mí, respirando con dificultad. Sus brazos rodearon mi cuerpo, apretándose a mí. -Te amo... Te amo, no quiero perderte, cariño.-
No le respondí; estaba exhausta contra el sillón. Fue la mejor experiencia que tuve con él, fue magnífico. Incliné mi cabeza hacia atrás contra el sofá, reponiéndome de esta intensa y placentera experiencia.
Permanecimos quietos hasta que nuestra respiración se volvió normal y tranquila. Ya tenía mis manos en su cabello, alborotándolo en una suave caricia contra su cuero cabelludo. Él no se movía más que cuando estuvo encima de mí, aún abrazándome.—Creo que ya deberías irte...—
Murmure en voz baja, dándole un beso contra su cabello. Sin embargo, se aferró a mí con desesperación.
DEMIAN
Estaba hambriento de contacto físico, y era como ver a un hombre hambriento recibiendo comida por primera vez en años. Ella era lo que tanto añoraba, y no me la iba a quitar; era mía, mía, y yo la iba a proteger hasta de mí mismo, si era posible. Por culpa de ellos, la iba a perder. ¿Cómo dejé que la tocaran? Era un tesoro, un valioso tesoro que debía ser cuidado y tratado como una reina.—No, no, no... No quiero soltarte. Si lo hago, tengo miedo de no verte nuevamente... Quiero disfrutar todo el tiempo posible... Tengo que protegerte—
Podía sentir que mi corazón se aceleraba, que mi respiración era entrecortada y superficial. Podía sentir su calor filtrándose en mí, sus suaves suspiros contra mi cabello, y eso me estaba volviendo loco. Quería abrazarla más fuerte, apretarla contra mi cuerpo, sentir cada centímetro de ella contra mí. Tuve que resistir la tentación de abrazarla más fuerte; podía lastimarla, quería enterrar mi rostro en su cabello y respirar su aroma. En cambio, apreté los dientes y traté de controlar mi respiración.
Sentir sus manos en mi cabeza y luego en mi espalda, dándome caricias que deseaba tanto, no eran golpes e insultos, era afecto que tanto deseaba con todo mi corazón y mi alma. Ella era perfecta, la mujer de mis sueños.-¿Te sientes incómodo... o te hago sentir incómodo?-
Sacudí la cabeza rápidamente; ella jamás me haría sentir incómodo. Al contrario, era lo que necesitaba. Con voz áspera y baja le dije. - No, no, no me estás haciendo sentir incómodo… es solo que… ha pasado mucho tiempo desde que alguien me tocó así…-
Estaba siendo honesto; mi propio cuerpo me traicionaba. Podía sentir que mi ritmo cardíaco aumentaba, que mi respiración se volvía más superficial, mientras su pequeño cuerpo se presionaba contra el mío.