Su boca producía un sonido de disgusto en cada movimiento que yo hacía al quitarle la ropa. Rasguños, golpes y empujones de sus pies tratando de sacarme de encima de ella no funcionaban; al contrario, me irritaban y excitaban, lo que me desesperaba aún más por tomarla. -¡Suéltame, idiota!-
Me detuve unos instantes ante sus protestas, pero solo apreté mi agarre en una de sus piernas y su brazo. - No seas maleducada -
Dije con una sonrisa divertida en mi rostro. No podía negar que me divertía un poco todo esto; era como cazar a la presa. -Tienes que empezar a acostumbrarte a que te toque. Después de todo, eres mi esposa, y eso significa que puedo hacer lo que quiera contigo-
Lentamente, mis ojos vagaron de su rostro a todo su cuerpo. No me cansaba de verla, de sentir todo ese exquisito y delicioso cuerpo. - Ahora vas a ser una buena esposa y dejar que te disfrute.... -
Ver su cara de repulsión y asco me hizo sentir una sensación extraña que me dolió en el pecho. ¿Qué mierda me estaba pasando? Me estaba volviendo blando otra vez. Un pensamiento de vulnerabilidad, de ser dulce con ella, me sacudió la cabeza y volví a mí. Me incliné más cerca de ella, mi rostro a centímetros del suyo, con una sonrisa ligeramente peligrosa en mis labios. - No me mires así... No me importa si te gusto o no, amor. Eres mi esposa y vas a darme lo que quiero. -
Una de mis manos se elevó para deslizarse desde el medio de sus pechos, pasando por su cuello hasta acariciar suavemente su mejilla. - Vas a hacer lo que yo diga, y vas a cumplir tus responsabilidades como buena esposa, Scarlett. -
Empecé a quitarle la ropa; me estorbaba en este momento, pero no sería fácil. Con ella, nada era fácil. Verla tratar de salirse de la cama me entretenía más que jugar con mi presa antes de comerla. La jalé de vuelta abajo de mí, y ella, en respuesta, me golpeaba el pecho con fuerza o trataba de acomodar el lugar para romperme la cara, a lo que me reía. No era estúpido y, además, sus golpes en mi pecho no dolían. Tomé ambas manos con fuerza y las apreté junto al colchón. Mis ojos recorrían su cuerpo, atrapado debajo de mí, claramente deseando lo que ahora es mío. - Vas a dejar de resistirte y permitir que te disfrute -
Murmure a pocos centímetros de su rostro. - Te va a gustar, te lo prometo. Te convertiré en mía de todas las formas posibles. Y voy a asegurarme de ello -
Las ganas las tenía al límite. Separé sus piernas, posicionándome en ella. Lo iba a disfrutar como nunca y, de paso, dejaría mi semen para aumentar la posibilidad de que quedara embarazada. Sentir la calidez rodearme mientras entraba en ella estremecía mi piel; tan delicioso que jadeé de felicidad. Iba a empezar a balancearme cuando la maldita puerta fue tocada. Gruñí de molestia; debí advertir que no quería que me molestaran.
—¿¡Qué mierda quieren!?—
—Disculpe, señor... pero su padre quiere hablar con usted... ahora —. La voz de Alonso se escuchó detrás de la puerta. Solo de escuchar que era el maldito viejo me enferma y me daba acidez. La risa de Scarlett me molesta aún más; no le importa en qué posición estaba en ese instante, se burlaba de mí.—Qué mal... tu papi te está llamando, querido...—
—Cállate, maldita puta... no me retés porque no estoy de humor para soportar tus malditos bromas —
Ese maldito viejo que no se cansaba de joderme la vida, ¿por qué no se moría de una maldita vez y me daba el maldito poder de una vez por todas? - Dile que estoy ocupado o que no estoy, dile lo que sea, pero ya no me molesten. -
- Eso le dije, señor... Pero no me creyó y amenazó con venir personalmente, y no solo él... -. Me estaba amenazando ese vejete moribundo; creía que yo le tenía miedo, estaba equivocado. Yo no le tenía, yo no era la versión débil que él podía manipular; apreté los dientes, que empecé a rechinar.
- Eso es interesante... Conocer a tu papi... Deberíamos preparar algo para su llegada, ¿no crees, querido? -. Las palabras de burla y sarcasmo de Scarlett más me enfurecían, que la tomé con fuerza del cuello.
- ¡Cállate, maldito sea!... No me dejas pensar. -
Estaba a punto de estallar; necesitaba desquitarme con algo, y qué mejor que con Scarlett. Al modo en que me gusta, sonreí peligrosamente y solté una carcajada, a lo que ella me miró con preocupación y tomó con fuerza mi mano, tratando de quitarla de su cuello. Se prestaba el momento y ya estaba dentro de ella; además, se lo buscó por burlarse. -Dile al viejo que en un rato bajaré... Primero terminaré lo que estoy haciendo.-
-¡Sí, señor! Eso le dices.- Al escuchar los pasos alejarse, no dudé un instante en tomar su cadera y embestirla sin soltarla de su cuello. Fue música para mis oídos escucharla gemir con fuerza y retorcerse. Cada embestida era dura y rápida, lo que hacía desesperarla y gemir de dolor. Sus uñas se enterraron en la dura piel de mi brazo y eso me excitaba; ver su desesperación me hacía sonreír ampliamente de satisfacción.- Esto es tu culpa... Debiste callarte... Ahora toma las consecuencias de tus actos, esposa... Pero no te preocupes... Será rápido... Y doloroso . -
Me encanta hacerlo así, de esta manera, sentirme satisfecho de ser el dominante, verla retorcerse, gemir y casi llorar del dolor, que eso me excitaba. Solté un gruñido al sentir que estaba por correrse, solté su cuello y tomé el otro lado de su cadera, acelerando más mis embestidas y jadeando con cada oleada que hacía estremecerme con sus gritos y rasguños de su parte, hasta llegar al fondo de ella y correrme, la sensación más placentera que apreté sus caderas.