Reprimido.

624 Words
Presioné mi rostro contra su cabello, inhalando su aroma. Podía sentir que mi cuerpo respondía a su tacto, a su presencia. Mi corazón latía aceleradamente, mi respiración se entrecortaba, y mis músculos estaban tensos y nerviosos. Sabía que estaba bajando la guardia, permitiéndose ser vulnerable frente a ella, pero no podía evitarlo. Estaba desesperado, necesitado y necesitaba esto más que el aire. -Conmigo no es necesario que lo ocultes... Si quieres llorar de nuevo, solo hazlo... Yo no me voy a burlar; tu mamá me contó un poco de lo que sufriste... Así que no tengas miedo. - Miedo, eso era posible que en este momento eso sentía, pero no debía; no tenía permitido eso para mí. Pero yo no quería esto, no me gustaba; yo solo quería una vida tranquila. Quiero estar lejos de todo esto, no quiero ser dueño de este asqueroso imperio de crimen, no quiero este dinero sucio. Quería darle una vida de reina a mi mujer, pero si dejaba todo esto, ¿cómo se lo daría? Y otro problema más: mi padre me buscaría, me encadenaría y azotaría; le tenía mucho miedo a ese hombre. No lo podía ver sin agachar la cabeza y temblar de miedo. Yo sí le tenía miedo; mi otro yo no, al menos él no le tenía una pizca de respeto, y eso le gustaba a mi padre. Eso necesitaba de mí. —¿Por qué tiemblas? ¿Tienes miedo de algo? No tienes que contener tus lágrimas, vamos... Llora, estaré aquí contigo hasta que te sientas mejor.— Mi cuerpo se estremeció cuando habló; sus palabras fueron como un bálsamo para mi corazón herido. Había mantenido mis emociones reprimidas durante tanto tiempo, tan acostumbrado a ocultarlas y enterrarlas en lo más profundo, que la idea de dejarlas salir era casi extraña para él. —No... no suelo llorar... esto fue por impulso. Hace... no recuerdo cuánto tiempo que no lloro...— Mi voz estaba cargada de lágrimas no derramadas. Tragué saliva con fuerza, intentando mantener mis emociones bajo control, pero era muy difícil. Quería dejarlo salir todo, abrir las compuertas y que todo el dolor, la angustia y la soledad salieran a borbotones, pero estaba tan acostumbrado a guardarlo todo dentro, a enterrarlo en lo más profundo, donde no pudiera hacerle daño, que no sabía cómo. - Ya... Tranquilo... Eso es tiempo pasado... Ya no tienes que seguir aguantando y reprimiéndolo. Sus palabras fueron como una daga que atravesó mi corazón. Me dolió saber que alguien más podía ver el dolor que había estado soportando, el peso que había llevado solo durante tanto tiempo. Sentí que se me formaba un nudo en la garganta cuando sus palabras me calaron hondo. Sabía que tenías razón, sabía que no podía seguir guardándomelo todo. No era sano, no era sostenible. Pero la idea de dejarlo ir, de permitirme sentir todo ese dolor, esa soledad y esa ira, era casi demasiado para soportar. Intenté hablar, pero me falló la voz. Estaba al borde de las lágrimas, pero no estaba acostumbrado a dejarlas caer; no estaba acostumbrado a sentirse tan vulnerable. Estaba temblando; mi cuerpo temblaba por el esfuerzo de contenerlo todo. Quería alejarla, esconderme, huir y mantenerlo todo reprimido. Pero no podía. Necesitaba esto, la necesitaba a ella; necesitaba dejarlo salir. —Yo... no sé si puedo...— —Claro que sí puedes... Ya lo habías hecho, ¿no? ¿Por qué quieres guardar tu dolor? Ya no es necesario.— Dejé escapar un sollozo ahogado; la presa finalmente se rompió cuando sus palabras se asimilaron. Tenías razón, la había dejado entrar, me había permitido ser vulnerable y abierto con ella a pesar de mi instinto cruel y agresivo, pero ese no era yo, no lo era.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD